miércoles, 31 de octubre de 2007

¡HOMBRES! II

Traigo al Café de Ocata este vídeo como una prueba documental de lo que algunos hombres sin educación, sin escrúpulos y sin vergüenza son capaces de hacer por esas calles de Dios. Realmente me cuesta comprender que haya hombres tan veletas, que al mínimo cambio de viento pierden el norte. Pero es bueno saber que el mal existe, aunque los de voluntad férrea nos sepamos también blindados contra los cantos de las sirenas. Si no existieran los descarriados, ¿cómo se nos identificaría a los virtuosos?

10 comentarios:

  1. Es que es verdad, las mujeres son todas iguales, sólo nos quieren por el dinero, para vivir cómodamente de las rentas a costa del sudor de nuestra frente.
    Aún y así, yo llevo años buscando una mujer que me quiera por mi dinero, a ver si así, entre los dos, conseguimos dar con él.

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  2. Como recuerda Kundera en El telón, para comprender hay que comparar.

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  3. Pero Luri, ¿a qué esa presunción sobre nuestra virtuosidad? ¿Quien nos asegura que somos virtuosos? Siempre hay un "Señor de las Moscas" al acecho para mostrarnos el irremediable camino del instinto.

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  4. menuda jaca!

    yo también hubiera girado la cara para mirarla

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  5. opino como celia (bueno no, opino pero no me hubiera vuelto... además desprecio a los hombres que van con sus parejas y lo hacen, me parece una falta de respeto)

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  6. Unas buenas orejeras como las que llevaban los caballos y los borricos, y a mirar hacia adelante, ya los arreglaría yo si mandase!!! Colla de badocs!!!!!!

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  7. Nadha y Júlia: No sean ustedes tan severas juzgando a la condición masculina. Esa torsión tan poco elegante es debida a un reflejo involuntario a nivel de la cérvix (que es donde nacen las cervicales masculinas).

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  8. Observo que ninguna señora ha girado la cabeza. Yo lo habría hecho, al igual que los señores ¿Será que no soy virtuosa?
    Abrazos.

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  9. nosotras tenemos ese mismo reflejo en la zona lumbar, don Gregorio. Se nota menos pero existe :)

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  10. será que no es usted discreta en todo caso, Señora Zayas (se lo digo en buen plan)

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