domingo, 31 de octubre de 2021

Otoño



Ayer fue, de verdad, el primer día otoñal, que no de otoño. Durante la noche llovió con ganas y  ráfagas de furia intermitente azotaron las perdianas y dejaron las calles alfombradas de hojas de plátano amarillentas y cansadas. El otoño siempre es igual y nada hay más trivial ni más mecánico que una hoja caída a finales de octubre. Sin embargo, cada año la sensación, al repetirse, te asalta con la misma evocación melancólica. Ya no se siente el rumor germinal de la tierra, sino su cansancio, y en cada detalle de ese cansancio uno, a poco que se descuide, se encuentra preso de metáforas de la caducidad. Hay, sin embargo, algo nuevo en los últimos años: la inseguridad creciente de los pasos del viejo, que ve en cada hoja caída más un peligro para un resbalón que un aviso de la existencia sobre los ocasos inevitables. El anochecer tuvo el punto dramático que le pedía el día y allá a lo lejos, como hojas provisionalmente prendidas a los árboles, cientos de miles de seres humanos vivían su titilante vida.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Lenin en San Petesburgo

Un visitante recorre una galería de Moscú con un guía. Se detienen ante un cuadro titulado “Lenin en San Petersburgo”. El visitante inspecciona el cuadro. Ve a la mujer de Lenin, Nadezhda Krupskaya en la cama con un guapo miembro del Comité Central.

-¿Dónde está Lenin? - pregunta. 

El guía le contesta: “En San Petersburgo.”

Terry Eagleton, “Humor”.

lunes, 25 de octubre de 2021

Una mujer deportista

Buenas tardes. Me llamo Gregorio Luri y tengo una mujer deportista. Ayer, sin ir más lejos, se levantó a horas intempestivas para ir a correr una media maratón a Barcelona. Antes le decía, "tranquila, que del deporte también se sale." Pero tiene 66 años y sigue dale que te pego. Ya no le digo nada.

Oda a mi sofá

Solía decir mi padre que cada uno en su casa es el rey. Lo confirmo, lo subrayo y añado que mi trono es mi sofá, que lo hicieron justo a mi media para que encajara en él mis siestas, porque hay lugares para dormir y lugares para sestear. Para dormir, el silencio es imprescindible, en cambio, al sesteo le va muy bien el sonido de fondo de la televisión, un cojín bajo la cabeza, otro bajo los pies y un tercero sobre la tripa y ya tienes toda la corte y pompa necesaria para sentirte el rey del mundo. Hoy, al echarme sobre el sofá me ha tentado un rato la idea de convencer a mi familia para que me entierren tumbado en él, pero no he dicho nada porque seguro que me ponen pegas, ya saben... el qué dirán. El sofá ya está hecho a mi cuerpo, como una armadura de confort, y yo estoy tan hecho a él, compañero del alma, que no hay mejor lugar en el mundo para reponerme de las fatigas de un viaje, de la pesadez mental o del simple cansancio de la vigilia, que tan plúmbea se pone los domingos a eso de las cuatro de la tarde.

viernes, 22 de octubre de 2021

Otra caída

Ya les he contado a ustedes alguna vez que me caigo con frecuencia. Un problema del oído interno me impide llevarme del todo bien con el sentido de la verticalidad y de vez en cuando el suelo no está donde debería estar y me desequilibro. He sufrido caídas memorables. Quizás la más aparatosa fue en la escalera mecánica de la estación de Sants. La más dolorosa tuvo lugar un día de lluvia intensa en Madrid, que dí con mis huesos sobre un charco y con mi frente en una alcantarilla. Esto lo tengo bien asumido. Es lo que hay y no pienso encerrarme en casa para evitar caídas porque también me caigo por casa.
 
Ayer por la mañana me caí con cierto dramatismo subiendo al tren en Ocata. Me atendió inmediatamente un mendigo a cuyo lado no había querido sentarme en el banco de la estación. Una vez repuesto, me entregó algo que se me había caído del bolsillo de la chaqueta: el libro La risa, de Bergson.

No tuve ni un rasguño, aunque el ego se me magulló un poco, pero no pude apartar de mí en todo el día fue  la reacción del mendigo ni a Bergson. No me sentía culpable por no haber querido sentarme al lado del mendigo y, sin embargo, tampoco me sentía inocente.

miércoles, 20 de octubre de 2021

Conversadores

Ayer se presentó en el casino de El Masnou el Club Conservador, que quiere ser un club conversador de política y literatura. Para el acto inaugural me invitaron a decir alguna cosa solemne y comprensible. Critiqué a los conservadores que son tan celosos de conservar lo suyo que se olvidan de la importancia de conservar lo común; defendí que es el mismo derecho de propiedad el que legitima la huelga de los obreros y divagué sobre lo que me pareció adecuado al momento. Pero no es esto lo que guardaré en mi memoria. Lo que me impactó fue el pequeño diálogo que mantuve al final con un asistente de unos 50 años:

- Mi argumento para ser conservador -me comenzó diciendo- no tiene nada que ver con ninguno de los que ha dicho usted.

- ¿Y cuál es su argumento? -le pregunté, muy interesado en su respuesta.

- ¡El amor a la belleza! -mo soltó inmediatamente.

- ¿Ha leído usted a Scruton? -le volví a preguntar, pedante de mí.

- ¿Y quién es ese? -me respondió. 

Y me rendí de admiración.

Reincidente

Para que quede clara mi condición, he de confesar que hoy he vuelto a acompañar a mi mujer de compras a un centro comercial de Barcelona, Diagonal Mar. 
 
Un centrro comercial es como el Hades. 
 
Ya la entrada con el coche por el parquing tiene algo de tenebroso y lo que viene después es un continuo volver la cabeza en busca de Eurídice, que nunca está donde la buscas. 
 
Al final, uno siente su cabeza poblada de melodías incomprensibles mientras desciende, como la cabeza de Orfeo, pero no por el Hebros, sino por la escalera mecánica que lo conduce hacia el Leteo.

lunes, 18 de octubre de 2021

De compras con la señora

¿Por qué me resulta tan agotador acompañar a mi mujer a comprar, especialmente si se trata de un centro comercial o, sobre todo de Ikea? A Dios pongo por testigo que intento hacerlo bien, portarme como un hombre adulto y sereno que sabe tratar con su señora en tono dialogal sobre el color adecuado de la manta para la cama del nieto o sobre si es mejor este bol de cristal con un borde azulado que este otro con un fondo anaranjado. No lo logro, pero diré, en mi descargo, que nunca acierto con la respuesta adecuada. "¿A o B?", me pregunta mi mujer. "A", digo yo esperando acertar. "¿Cómo puedes decir A si a la legua se ve que es mucho mejor B?" Pero lo que me deja vaciado de mí mismo es el cansancio. Un kilómetro en una gran superficie equivale, psicológicamente, a un par de maratones. A los diez minutos ya parece que llevas arrastrando cada una de las cosas que no has comprado.

domingo, 17 de octubre de 2021

Lo vero es severo

Entiendo que los matemáticos han de dar a cada cosa su nombre preciso, exacto, bien delimitado, porque el suyo es un lenguaje formal. Pero no entiendo a los científicos sociales que inflan el lenguaje hasta la pomposidad retórica y creen ofrecer conceptos cuando sólo nos lanzan rosarios de bombas de jabón que explotan sin dejar ningún rastro en la memoria. No me sorprenden. Hace tiempo descubrí que cuanto más ampuloso es el lenguaje de un científico social, más vacío es su contenido. Un discurso sobre las cosas humanas que olvida las cosas humanas, es un abalorio.

En ciencias sociales, lo vero es severo.

Por eso me gusta la cena de planeta, un evento sin demasiadas pretensiones académicas, frívolo y educado, en el que se cotillea con humor, pero sin despellejar a nadie, se come y se bebe bien, al pan se lo llama pan y al vino "costers del Segre" y te encuentras cada año con personas con las que no te volverás a ver en los siguientes 364 días. Memorable el largo aplauso al rey, con los invitados, en su inmensa mayoría, puestos en pie. Me dio la sensación de que en aquel aplauso había más desahogo que entudiasmo, pero era un desahogo necesario.

Sí, el farero de la isla de Ons es el farero de Occidente.

sábado, 16 de octubre de 2021

Otro magnífico sábado trivial

Otro magnífico sábado trivial. Despertarse despacio, demorarse un poco en cada cosa, mirarse la cara en el espejo como comprobando que aún no está emergiendo el rostro de otra persona en el tuyo, disfrutar de la luz que entra a raudales por la ventana, perder tiempo generosamente, ir a la plaza de Ocata a tomar un café, tener la suerte de compartir mesa con tu mujer, tu hijo y tu nieto, comentar cosas irrelevantes, leer un poco a Dalí, ir a hacer la compra, hacer albóndigas, elegir la fruta, comer juntos, disfrutar de la pereza de las primeras horas de la tarde, decidir no dar ni un paso fuera de casa y hacer lo menos posible, rendirse a la placidez vegetal, dejarse llevar por la mansa corriente de la luz de la tarde, cenar un poco, mirar si es ya hora de ir a la cama, protestar como siempre de lo mala que es la programación de televisión, comprobar con pena que aún son las 10, sentir que todo va bien y que todo es efímero y por eso tan valioso, no echar en falta la prensa. Posiblemente no recordaré este día, pero sé que añoraré días como este.

El santo cansancio

Hay un cansancio que parece surgir, como radiación, de algún punto indefinido de tu alma y adueñarse de todos tus músculos y colgar su peso de tus párpados. Es un cansancio dulce y tentador que te permite disfrutar de lo que has estado haciendo y te empuja a la cama como al paraíso. No cambiarías esa sensación de cubrirte con las sábanas para entregar tu levedad ingrávida a Morfeo, como una crisálida de paz y bienestar, por nada del mundo. Te entregas al sueño como a una disolución de ti mismo en la placidez y al dia siguiente despiertas, después de haber dormido 10 horas, como si fueras un niño que estrena el mundo. Sí, hay una felicidad honda y generosa en el cansancio.

jueves, 14 de octubre de 2021

La muerte de James Bond

Había titulado inicialmente este artículo "James Bond en Colono", pero Ignacio Peyró me animó a ser más contundente:

La muerte de James Bond.

martes, 12 de octubre de 2021

Escribir

Lo de conocerse a sí mismo está bien como lema, pero en la práctica es un ejercicio complicado, en primer lugar porque somos laberínticos y, en segundo lugar, porque el poco conocimiento que vamos adquiriendo de nosotros mismos contribuye a nuestro cambio, es decir, a ser un poco diferentes de como nos acabamos de conocer. Aquí el sujeto que conoce y el objeto conocido siguen sus propias metamorfosis. 

Sin embargo, hay conocimientos fragmentarios de mí mismo que son certeros porque aquello que conozco es una debilidad reiterada mil veces, que tiene la estabilidad de un teorema matemático. 

Este es mi caso ahora. Estoy atascado escribiendo un ensayo, de tal manera que lo que voy escribiendo me parece pesado, aburrido, reiterativo y poco original. Como he llegado a conocer bien este fragmento de mi personalidad, sé que esto me pasa siempre que voy por la mitad de un ensayo. Me entra como una especie de decepción y hastío que despierta en mí una voz que me anima a dedicarme a otra cosa más llevadera. ¿Pero a qué otra cosa podría dedicarme, si en el fondo, lo haga bien o mal, no sé hacer nada más que escribir y leer? 

Sé que tengo que sacar el machete y abrirme camino en línea recta. Después, cuando acabe el manuscrito, será el momento de revisar, corregir y, sobre todo, recortar, porque si algo he aprendido de mí como escritor es que no hay libro mío que no mejore recortándolo.

lunes, 11 de octubre de 2021

James

Matar a Dios, pase. ¿Pero a qué sádico desalmado se le ocurre matar a James Bond? ¿Y ahora quién nos salvará del tedio?

Se me han muerto jugadores de futbol, actores, músicos... que en mi niñez y juventud parecían eternos y poco a poco he ido asumiendo que la vejez obliga a ir cada vez a más entierros, pero no estaba preparado para asistir a la muerte de James Bond. 

domingo, 10 de octubre de 2021

¿Cómo es que no sabes qué es la "entalpía"?

Este me parece un ejemplo muy claro de cómo están las cosas en la educación. Se ha perdido el sentido del ridículo y a semejante pérdida la llaman innovación.

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viernes, 8 de octubre de 2021

En ruso

Me escribe el traductor de "El cielo prometido" al ruso y me dice lo siguiente:
 

"Ayer me reuní con el señor Erlich, el editor. Le entregué el texto completo y las fotos. Todo está bien. Esta es mi mejor traducción. He añadido varias notas explicativas. Me parece que he logrado transmitir el humor y la compasión hacia tus protagonistas que se encuentra en tu libro.
 

El libro tendrá tapas duras."

La traducción ha sido un trabajo largo y difícil, porque he tenido la inmensa suerte de contar con un traductor meticuloso y muy exigente que me ha consultado cada palabra que no entendía bien o cualquier acontecimiento que no le parecía bien explicado.  Le estoy profundamente agradecido... casi tanto como estoy agradecido a los Mercader por no abandonarme durante estos últimos 20 años.

jueves, 7 de octubre de 2021

Edipo

Ayer participé en un debate sobre la trilogía de Edipo de Sófocles: Edipo Rey, Edipo en Colono y Antígona. A pesar de que no me falta el trabajo, accedí a la invitación que me hizo la Bernat Metge porque así podía escaparme durante un par de días de mi mundo cotidiano y volver a alternar con un grande. 

Basta abrir Edipo rey para encontrarse con "esta batalla ardiente que es la vida" (381) y con la ironía amarga de la mirada de Sófocles sobre la misma: "Si crees que la arrogancia es un bien cuando la razón no guía, estás equivocado". Pero el lector no tarda en descubrir que la razón nunca engarza los acontecimientos ni según sus propósitos, ni según su lógica, puesto que ningún humano es capaz de prever con seguridad nada (977). Incluso puede ser mejor rendirse y buscar la protección consoladora de la ignorancia (1165), dado que vista cara a cara, la vida humana es semejante a la nada (1190). Sófocles hace suyas las famosas palabras de Solón a Cresos: "Esperemos hasta su último día para proclamar feliz a un mortal".

Edipo en Colono es el relato del "pathei mathos", de lo que el dolor enseña a quien sabe leer el tiempo (6, 22) omnipotente (pankratés: 609). Como ocurre siempre con un clásico, cada nueva lectura es un nuevo descubrimiento. Esta vez he tropezado en 1085 con una advocación de Zeus a la que hasta ahora apenas había dado importancia: "Zeus panóptico", pero esta vez la imaginación se me ha enredado con Bentham y a Foucault. Lo que ha aprendido Edipo es, en defintiva, que el mayor bien es no haber nacido (1225), pero si has nacido, debes aceptar y sufir lo que los dioses envían.

Antígona es la historia del enfrentamiento de dos dogmáticos irreconciliables, Creonte y Antígona, que se creen seguros de sí porque desconocen las consecuencias de sus actos. Aunque es Antígona la que goza de buena fama, el único que aquí aprende algo es el tirano Creonte, pero lo aprende cuando ya es demasiado tarse para aplicar lo aprendido. El Hado es un poder terrible que no se puede esquivar (952). Ciertamente frente a él, la imprudencia es el peor de los males (1151), pero no hay manera de ser prudente. Todo lo que está a nuestro alcance es descubrir que no lo hemos sido. De ahí que Sófocles describa nuestras vidas como "esfuerzos desforzados" (1275: pónoi dísponoi).

Pero todo esto, tan humillante para la soberbia humana, está dicho con tal arte, con tanta belleza, que el lector siente que si el hombre es capaz de hacer brillar así su miseria, es un mísero admirable capaz también de dejar detrás de sí chispas de fulgor eterno. Los clásicos nos proporcionan la experiencia de la proximidad con ese fulgor. Eso sí, no es un fulgor competencial. Sólo sirve para afirmar nuestra esencia como humanos.

miércoles, 6 de octubre de 2021

Cielos de Ocata

Me pidió ayer el farero de la isla de Ons que hable más de los cielos de Ocata y para complacer al farero, por su profesión, experto en cielos, me he ido a ver amanecer a la playa, pero ante los clarines del día, me he quedado mudo. A mi lado la gente corría. ¿De qué huye esta gente que se levanta a horas intempestivas para correr con tanto ímpetu? Sí, claro, de la decrepitud, de la enfermedad y de la muerte, como todos.



Pasemos al cielo. 

En el principio, decía el filósofo Moderato de Cádiz, era el Uno, que está más allá de todo ser. Por las razones que fueran el Uno se cansó de sí y quiso conocer la pluralidad. Y creó el mundo. Para ello alienó de su esencia una parte de sí, la cantidad, y se recluyó en ella. La cantidad, en este caso, hay que entenderla como lo que se mueve y no acaba de encontrar una forma precisa, como estas nubes, que parecen ir persiguiendo a los corredores y como esta luz que muta, inasible, sobre un mar agitado. La cantidad, en realidad es añoranza de forma (de Unidad). Y de añoranza estamos todos hechos. Y esto es todo lo que se me ocurre decir del cielo que clareaba esta mañana en la playa de Ocata.

martes, 5 de octubre de 2021

Hablar

Cada vez me gusta más leer y menos hablar. 

No sé si es bueno o malo o, simplemente, otro síntoma de la edad. Esto no significa que ya no hable con nadie, sino que me estoy volviendo muy selectivo en mis conversaciones.

Si veo a ciertas personas de lejos, doy un rodeo para no tener que pararme a ser cordial.

Conocí en México a un personaje que resultaba entrañable siempre y cuando no le preguntaras nada, pero si por un descuido se te deslizaba una pegunta de la boca, estabas perdido. Como él decía: "yo soy de esas personas a las que si les preguntas la hora, necesitan comenzar contando la historia del reloj." Era exactamente así.

Tengo un vecino que ante un "¿Qué tal?" de compromiso, te contesta de una manera tan prolija que resulta insufrible. Además tiene la manía de ir corrigiéndose a sí mismo a cada paso: "Serían eso de las 9 menos diez ... No, miento, porque en ese momento ... así que ya serían las 9 pasadas...".

Sin embargo a los ancianos que se han quedado solos en sus casas, cada vez más llenas de recuerdos y más vacías de seres queridos, no me importa escucharles el tiempo que haga falta. Nada valoran más que la misericordia de nuestra atención. Te suelen contar las mismas cosas cada vez que te detienes a escucharlos, pero cada vez lo hacen como si se agarrasen al salvavidas de sus propias palabras para seguir vivos. 

domingo, 3 de octubre de 2021

De Husserl a Prim

Atardece. Se ha levantado una brisilla otoñal caprichosa, arremolinada, que de vez en cuando trae alguna ráfaga de aire fresco (más que frío) y una cierta sensación de humedad. Durante un rato he oído el retumbar de truenos lejanos e incluso han caído cuatro gotas desganadas, pero ahora parece que a las nubes inquietas les ha dado por abrirnos una ventana al cielo. Estoy solo en casa y aprovecho para leer dos libros bien distintos a intérvalos, como la brisa que me acompaña en la terraza: la Crisis de Husserl y una biografía de Prim. Leo porque -entre otras cosas- cada vez me resulta más insufrible la televisión. Creo no pedir demasiado: actores que no griten (descartados, pues los españoles), que no necesiten gesticular para interpretar y que sepan hablar en silencio, guiones verosímiles y no excesivamente previsibles y cámaras que pasen desapercibidas. ¿Es demasiado?

Husserl. Todos los caminos de la filosofía del siglo XX nacen en él y, a mi modo de ver, no hay tarea más urgente para la filosofía que la reivindicación de la doxa del mundo de la vida. Respecto a Prim, es otra de esas figuras trágicas de nuestra historia que nos empujan a pensar en lo que pudo haber sido y no fue, esa enfermedad española.

sábado, 2 de octubre de 2021

Placeres grandes

Placeres grandes son aquellos que más disfrutas. Por ejemplo, a mi edad, el de levantarme descansado y con la cabeza despejada, para comenzar el día con espíritu inaugural. Es este un placer nuevo que se presenta cuando él quiere y por el que hace algunos años no hubiera dado ni un céntimo (de peseta) y ahora me parece un lujo. 

Uno asiste un poco desconcertado a la reorganización de sus posibilidades de hedonismo y sabe que hay que atrapar al vuelo cualquier nuevo gozo que te ofrezca la vida y este de levantarse más liviano no es pequeño.

Levantarse bien dormido, ducharse, ponerse ropa limpia y salir a la calle con un libro en el bolsillo a respirar el primer aire del día y a desayunar un buen café con leche. ¡Ahí es nada!

Mi pueblo

 I Decía Leo Strauss que la política tiene un fuerte componente infantil. Duele darle la razón, pero los políticos (o sea, todos nosotros) n...