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martes, 31 de agosto de 2021

Autonomía

Yo, como sujeto autónomo, valgo poco.

Con frecuencia me siento guiado por una voluntad que solo parcialmente es mía. Tanto es así, que nada más levantarme ya intuyo que grado de autonomía tendré a lo largo del día.

Hay días que no me sale una frase con pies y cabeza, a pesar de que lo intento una y otra vez; hay días que todo fluye y me siento tan satisfecho de mí mismo. Los estados de ánimo son caprichosos y van y vienen a su antojo, sin previo aviso. Por eso cada día se presenta con su daimon, que es quien decide qué voy a dar de mí mismo.

Si algo he aprendido de mí mismo es que tengo que llevarme bien con mi daimon, no llevarle mucho la contraria y aprovecharlo al máximo cuando está de buen humor, ocurrente y hacendoso. Si el artículo que estoy intentando escribir no acaba de cuajar, mejor comenzarlo de nuevo mañana. Por eso mismo intento escribirlo bastante antes del día de la entrega.

Hoy me publican esto en El Mundo.

domingo, 29 de agosto de 2021

Otros tiempos, otros despertares

¡Qué tiempos aquellos en que si te despertabas a las cuatro de la mañana era para ir al váter con los jos cerrados y sin abrirlos volvías a la cama y recuperabas el sueño instantáneamente! Ahora, si me despierto, sean las las tres, las cuatro o las cinco, me desvelo y ya no vuelvo a reconciliar el sueño y lo peor es que tampoco aguanto quedarme en la cama, así que me levanto, bebo agua, me voy a mi estudio, abro un libro, escribo algo, miro por la ventana, ordeno papeles, vuelvo a coger el libro, respondo algún mail, pienso en esto o en aquello, de repente me acuerdo de algo que tenía que haber hecho y se me ha pasado, miro la agenda de los próximos días, cierrro los ojos y pienso en cómo acabar el artículo que tengo comenzado... y, finalmente, se hace de día y llega la hora de ir a desayunar al Petit Café.

viernes, 27 de agosto de 2021

Ausencia

Es irse mi mujer y las plantas de casa comienzan a mirarme con cara lánguida, de candidatas al suicidio. Creo que tienen celos de los libros, que también tienen hojas.

Homo sibi dissimilis

Me entrevista un periodista interesado por mi reciente viaje por Hornachuelos y Sierra Morena. Está escribiendo un reportaje sobre lo que él llama "turismo espiritual", que cree que va en alza, y alguien le ha hablado de mí. 

Yo me quedo con el turismo acontecimental de la vida. ¡Hay que ver qué manera tan caprichosa tenen las cosas de emparejarse! Ahora, además, con las redes sociales, no tenemos manera de saber qué repercusiones tendrá algo que escribimos sin otras pretensiones que las de dar rienda suelta a nuestra indiscreción. Al periodista le he contado que el mío era, en todo caso, un turismo sereno.

Criticaba Bernardo de Chartres a Pedro Abelardo -el de Eloísa- por ser un hombre diferente de sí mismo (homo sibi dissimilis), pero a mi me parece un lujo poder disfrutar de mi disimilitud serena contigo mismo por unos días.

jueves, 26 de agosto de 2021

De ayer a hoy

Ayer volvió a irse  mi mujer a Pamplona y para hacer más liviana su ausencia organicé una cena filosófica en casa. Los invitados: Miquel Seguró Mendlewicz y Núria Oliveres. Menú: ensalada de tomates con espárragos, anchoas y aguacate y merluza a la vizcaína. Vino blanco de Rueda y, para los postres (exquisiteces de la pastilería Miquel), "dolç de Mataró". Hablamos de ausencias irreparables, de lo que acompañan esas ausencias y, por supuesto, de filosofía judía, de cómo todo comienza en Cohen y de Los confines de la razón, último libro de Miquel.

Les comenté que, si todo va bien, en pocos días cuatro locos inspirados por la fortuna (que es aquello que hay conquistar, según nos aconseja Maquiavelo) pondremos en marcha una nueva editorial. Les mantendré informados.

Esta mañana conversación con Jean-Michel Kantor. Hablamos de místicos matemáticos rusos y de una cosa que nos traemos entremanos con los Mercader. Por cierto: la edición rusa de El cielo prometido va para adelante. Me he compromtido a escribir un epílogo.

Las moscas, insoportables, deben barruntar también la inconveniencia de septiembre.

martes, 24 de agosto de 2021

El misterioso asesinato de la rue Blanchard

"Uno de los tres protagonistas, Joaquín Bonhome, ha ahorrado algo, siéndolo todo: minero, sargento de infantería, maquillador, viajante de productos farmacéuticos, camelot du roi, empleado de La Banque du Midi, contrabandista, recaudador de contribuciones, guardia municipal de Arcachon. Casa, casi viejo, con Menchu Aguirrezabala. Es ella mujer 'muy bruta, con su ojo de cristal que manaba una agüilla amarillita pegajosa como si todavía destilara del ojo de carne que perdiera en Burdeos, cuando la gripe, del gope que le pegara su hermano Fermín, el transformista'. Quien tuerta la dejó, 'no era ninguna hiena', a pesar del incidente. Fermín imita estrellas en el musette, de Burdeos; bebe vodka, 'esa bebida que se hace con cerillas', canta L'amour et le printemps y se depila las cejas. Su casero lo cree grilla; su cuñado, 'poco hombre para hombre, y muy delgado para mujer'. A poco de casado, cae Joaquín bajo un tren, a la salida de Bayona, y se deja una pierna en la vía. Él jura y perjura que su mujer lo empujó. Ella afirma que lo tumbó el vino que llevaba en el cuerpo. Anda desde entonces con pata de palo, que aun sangra resina. Un día disputan Menchu y Joaquín, en presencia del cuñado. Exasperado, el cojo apóyase en los respaldos de un par de sillas y cocea su cónyuge. 'Menchu se fue, de la patada, contra la pared... Se debó de meter algún gancho por el ojo de cristal... Quién sabe si se le habría atragantado en la garganta... A Joaquín, con el susto que se llevó con la pirueta de su mujer, se conoce que se le escurrió la silla, que perdió pie; el caso es que fue de espaldas y se desnucó'. Fermín, el transformista, huye aterrado. En el descansillo se cruza con unas vecinas. En la calle, a poco, lo detienen gendarmes. Convicto de doble crimen, languidece en la Guayana. La Guayana está infectada de malaria. Sentado en su baúl, ve pasar horas, días, semanas, meses. Al año no llega. En Toulouse el señor comisario se frota las manos. Si pudiese, dice, encerraba a todos los transformistas, como medida de precaución".

Así resume Carlos Rojas el cuento de Cela titulado El misterioso asesinato de la rue Blanchard, que no he leído,y me parece que ha resumido a Cela y a todo su mundo literario. 

Sin sangre

Algo que comparten Los fusilamientos del 3 de mayo, de Goya, y el Guernica, de Picasso: La ausencia de sangre. Me acabo de dar cuenta. Es la ausencia de sangre lo que realza su dramatismo.

Lacan

Creo que era Lacan quien decía que lo que hacemos sabe muy bien quiénes somos. Se le olvidó añadir que intentamos por todos los medios desacreditar su saber para creernos a la altura de lo que pensamos ser.

lunes, 23 de agosto de 2021

Muere un rey

 "La reina lo alimenta con cucharaditas de leche y rocío".

- Carlos Rojas, describiendo los últimos días de Carlos II, el Hechizado, en Diálogos para otra España.

domingo, 22 de agosto de 2021

De Goya a Cadalso

I
 
Caigo de repente en cuenta de que Goya estaba sordo cuando contemplaba en vivo los desastres de la guerra, comenzando por los del 2 de mayo. Desde el balcón de su casa pudo seguir la carga de los mamelucos en la Puerta del Sol. ¿Pero qué siguió en realidad? ¿Qué es una guerra sin tiros, sin gritos, sin cañonazos, sin lamentos y sin llantos? Lo que observaba era un drama silencioso en el que la muerte arrancaba vidas sin un ¡ay! Quizás por ello no hay pintura menos silenciosa que la suya.
 
II
 
Ser español es haber transitado por Goya.
 
III

¿Quién fue el escritos frances que se preguntó mirando a las Meninas dónde estaba el cuadro?

IV

Esto sublime de Cadalso: “Nadie es infeliz si puede hacer a otro dichoso”.

sábado, 21 de agosto de 2021

Tres cosas


 I

Hay en España autores que si los citas nombrándolos, te hunden; pero si los citas sin nombrarlos, te hacen quedar muy bien.

II

Imaginemos por un momento que vuelven a la vida todos los muertos de nuestra guerra civil. Sospecho que más de uno, mirando la España actual, se preguntaría si por esto dio la vida. Ahora bien, eso no necesariamente hablaría mal de la España actual.

III

La humildad es el conocimiento preciso de uno mismo.

IV

Soy un mal cristiano al que le gusta la proximidad con los buenos cristianos. A su lado siento algo que creo que podría parecerse a lo que sentían los humanos de Tolkien ante los elfos en retirada.

V

Anécdota hallada en uno de esos autores a los que no hay que leer:

- ¿Tiene usted carne de oso? -le preguntó Alejandro Dumas, padre, a un posadero de Martigny.
- No señor, no -respondió éste.
Unos días después un viajero se presenta ante el posadero:
- ¿No es aquí donde se come carne de oso?
Poco después otro viajero hace la misma pregunta.

Y otro, y otro.., 

Finalmente el posadero  pregunta a qué se debe tanto interés por la carne de oso.
- Porque es aquí donde Dumas la ha comido.
-¿Dumas?
-¡Claro que sí!
- No conozco a ese señor.

La historia se extiende por Suiza y finalmente un amigo le pregunta a Dumas: 

- ¿Qué hay de cierto sobre tu filete de oso?
- Pues mucho y poco. Tres días antes de mi paso por Martigny un hombre atacó a un oso y lo hirió de muerte, pero el oso tuvo todavía fuerza para matar al hombre y le devoró una parte de la cabeza. Yo me he limitado a dar carácter escénico al suceso.

viernes, 20 de agosto de 2021

Hoy cumplo 66 años

Ayer me dieron las doce de la noche en medio de una videoconferencia con Colombia y hoy me despediré del día hablando telemáticamente con los profesores del magnífico Colegio Madrid de la Ciudad de México, fundado en el exilio por miembros de la ILE. Han sido estos últimos los que han conseguido que se presentara en mi casa a primera hora de la mañana un empleado de Iberflora con un centro de mesa formado por varias macetas de plantas de interior, cosa que les agradezco muchísimo. Ha sido una maravillosa sorpresa. Haré lo posible porque las plantas me duren mucho tiempo. 

Pensaba después de comer que si, de repente, se me presentara un genio todopoderoso para decirme que me permitía regresar a la edad que quisiera de mi biografía, lo intentaría convencer de que, en vez de un regalo tan desmesurado, me arreglase un poco las rodillas, el oído, la vista y algunos desconchados más. Pero si se pusiera tremendo y me dijera que o un regreso al pasado o nada, elegiría quedarme como estoy. Que me dejase tal cual, tranquilo, con mi mujer, mis hijos, mis nietos, mis libros y mi casa. De hecho, hoy quería mi mujer invitarme a comer a un buen restaurante, pero yo tenía aspiraciones muy superiores: la de comer los dos sencillamente en casa una comida frugal.

El árbol de la ciencia y el árbol de la vida

I Byron, Manfred : «El árbol de la ciencia no es el árbol de la vida».  II Me molesta mucho, cuando un periodista me entrevista, que dé por ...