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viernes, 31 de mayo de 2024

Et respice finem

 I

Días muy intensos en Madrid. Tan intensos, que parece una eternidad lo que me separa del martes pasado, cuando pusimos el punto final al seminario de la Tatiana con un anónimo hexámetro medieval: "Quidquid agis, prudenter agas, et respice finem".

II

Madrid es una ciudad que siempre se me muestra acogedora, a pesar del calor que comenzaba a hacer a partir de las 12:00 y que convertía las primeras horas de la tarde en un ejercicio de resistencia. No hay vez que no vaya a Madrid y que no vuelva con algún proyecto nuevo bajo el brazo. 

III

No hablaré de la aprobación de la ley de amnistía. He decidido que este ensayo de un diario tenga un carácter más personal, más cotidiano. No es que la política no sea relevante. Incluso la tengo como la filosofía primera. Pero quiero resaltar otros matices de mi vida en este ejercicio que solo tiene como propósito cumplir con el mandato de "nulla dies sine linea".

IV

Tuve entrevistas con periodistas, encuentros con pedagogos, cena con economistas y rectores, y visitas a la galería de las colecciones reales y, de nuevo, al infinito museo del Prado. No hay espectáculo en el mundo que me sobrecoja más que ese Museo que forma parte de nuestro patrimonio colectivo. Es un templo en el que lo milagroso vive en cada sala.

V

Pero, por encima de todo, resalto los paseos matutinos con mi agente conspirador, cuando la luz amable de la mañana daba alegría a los juegos de luces y sombras de la fronda de los árboles, la temperatura era perfecta y la invitación a un chocolate con churros, irresistible.


lunes, 27 de mayo de 2024

Punta Cana

 I

Aún no ha acabado el día y me llega otra invitación -un poco enrevesada- para pasar unos días "de trabajo" en Punta Cana. Dios es grande. Y el azar es su profeta.

II

Ligero malestar en la garganta, pero que parece ir a más. Se ha ido añadiendo el dolor de cabeza (una nube ligera) y una sensación de cansancio (no del todo desagradable). Como aveces un puro solo es un puro, igual es que estoy cansado. 

III

Terminada la traducción de la vida de Plotino, ahora toca limpiarla, fijarla y darle esplendor. Hay muchos comentarios que hacer y me gustaría que el lector se encontrara con una lectura fácil del texto de Porfirio y unas notas a pie de página un poco más elevadas, que resaltaran el vocabulario propio del neoplatonismo y su fuente en los textos platónicos.

IV

Visitar la mente de Plotino es como hacer vacaciones pagadas a un país maravilloso, ajeno, ciertamente, pero por eso aún más atractivo. Las grandes construcciones de la mente humana debieran tener su lugar en la historia del arte. 

En diagonal

 I

Tengo tres invitaciones a viajar sobre la mesa. La primera me llega de Bucaramanga, la segunda de Arequipa y la tercera, de San José de Costa Rica. Veremos qué se puede hacer. Nunca me he sentido colombiano en Colombia, ni peruano en Perú, ni costarricense en Costa Rica... y sin embargo, en ningún lugar de Hispanoamérica me he sentido extranjero. Se ha dicho -y hago mío el dicho- que hay perfiles de España que solo se descubren al otro lado del charco. Y son esos perfiles los que me animan a decir que sí, pero la insensata prudencia me va susurrando peros.

II

Domingo. 14:00. Me llama mi hijo preguntándome si pueden venir a comer.

- ¿Cuántos? -pregunto.

- Cinco.

- ¡Claro!

Yo no sé de dónde salen los recursos, pero es justamente en estas situaciones, cuando pillado desprevenido abres el frigorífico y hay cuatro cosas, cuando más abundante te sale la comida y, sobre todo, cuando más sabrosa sabe la presencia de todos.

Ser padre, y no digamos ya ser abuelos, es vivir en estado de disposición permanente, es ser un comando de intervención rápida. Y eso está muy bien.

III

Ayer por la tarde terminé la traducción de La vida de Plotino, de Porfirio, que he ido haciendo a ratos muertos. No he quedado completamente satisfecho. Quería hacer una traducción que al lector actual le resulte asequible y cercana a su lenguaje cotidiano, pero para ello hay que enseñarle a Plotino a hablar en español y no sé si lo he conseguido.

IV

Ando enredado con los papeles de la declaración de hacienda. Este es para mí el peor trabajo del año. Me sobrepasan estas cosas elementales del orden económico.

V

Llevo semanas arrastrando la lectura de la muy voluminosa biografía de Kierkegaard escrita por Joakim Garff. Demasiado prolija, un exceso de menudencias, un alud de detalles que ni contribuyen a perfilar la biografía intelectual del filósofo danés ni tienen suficiente fuerza dramática por sí mismos. Ayer comencé a leer en diagonal.

sábado, 25 de mayo de 2024

La crisis de la transmisión

La transmisión está en crisis porque, empeñados en correr tras el viento del futuro, el pasado es una rémora. Quien lo dude, que se pase por las facultades de educación y comprobará que la figura del maestro transmisor ha quedado obsoleta. Hoy el maestro ha de limitarse a acompañar, porque enseñar algo a un niño es violentarlo. La mera explicación embrutecería a quien la recibe porque subordina una inteligencia a otra. Si no me creen, lean a Rancière. Nadie quiere ser heredero pudiendo ser pionero. Por eso, lo que predomina en las ciencias humanas es la flacidez intelectual del constructivismo y el historicismo. 

El historicismo es la ideología que defiende que si escribimos después de Cervantes, entonces escribimos mejor que él. La manera de refutarlo es encontrarnos a nosotros mismos en los textos de Platón, de Esquilo, de Calderón… Pero los clásicos - no precisamente por su culpa- se han vuelto difíciles y, como dice Homer Simpson, si algo es difícil no vale la pena estudiarlo.

El constructivismo es la versión epistemológica de la preferencia del historicismo por el proceso frente al producto. Nos dice que todas las cosas humanas están socialmente construidas y, por lo tanto, que todo será de otra manera. Solo hay una excepción: el constructivismo mismo, que sería una verdad intemporal. Este es hoy el último reducto de la fe laica. 

Estamos tan imbuidos de novolatría que no se nos ocurre pensar que los grandes hombres del pasado hayan podido ver en nosotros verdades que el presente esconde. Para recuperar su visión hay que ser modernos, claro, pero no solo. Hay que remontar la corriente del historicismo y el constructivismo para ver las cosas humanas con los ojos de los antiguos. Bajo su perspectiva entendemos que  el diálogo suele acabar mal (por ejemplo, con la cicuta); que las ilusiones que proyectamos sobre nosotros mismos son verdaderas en sus consecuencias; que cuando lo posible devora lo real, la realidad nos parece el residuo frustrante de una idea; que si la filosofía busca transformar la opinión en conocimiento, la sofística sabe que una metáfora puede tener más poder movilizador que un silogismo; que la política es la caverna, que es un mundo sin exterior (por ello es posible la autonomía); que para hacer ciencia nos subimos a los hombros de los gigantes que nos han precedido y conseguimos ver más lejos que ellos, pero para comprender las cosas humanas es mejor coger su mano y sentarse a dialogar con ellos (nadie se atrevería a subirse a los hombros de Sócrates); que las tensiones inevitables entre la vida pensada y la vida vivida son una invitación al cuidado autónomo de nosotros mismos; que no hay manera de algodonar el mundo (como pretenden el “Great Awokening” y el llamado “emotional turn”) para evitar que  nos hagamos daño al caer (la realidad duele); que no es sensato vaciarse de ideas para dejar espacio libre a los sentimientos; que si hay una tensión entre la razón (Atenas) y la fe (Jerusalén) es porque la razón se esfuerza en ocultar la fe que la sostiene; que mientras la ciencia busca la fijación del ser, nosotros somos un flujo que no cabe en ninguna definición: pertenecemos al tiempo más que al espacio porque todo cuanto amamos ha sido ya tocado por la muerte; etc.

Los clásicos merecen este nombre porque al incidir en estas tensiones nos muestran las permanencias antropológicas y solo si hay permanencias tiene sentido la transmisión.

Como la novolatría se afirma a sí misma mediante la obsolescencia de todo nuestro mundo, vivimos en una sorprendente paradoja: certificamos cada día un nuevo progreso en cualquier campo del saber, pero su su suma no nos da para un Progreso con mayúscula. Más del 50% de los ciudadanos de los países occidentales está convencido de que a la humanidad no le quedan más de cien años de vida y, cuanto más jóvenes, más pesimistas. La ONU ha puesto nombre a nuestro estado de ánimo: "ecoansiedad". La filósofa Deborah Danowski y el antropólogo Eduardo Viveiros de Castro hablan en The End of the World del declive de la aventura antropológica y el filósofo francés Jean-Luc Nancy asegura que vivimos en «el tiempo que sabe que puede ser el fin de los tiempos». Destinados también a la obsolescencia, seríamos los últimos humanoides. 

¿Hay alternativa?

 “En el cénit de una orgía", cuenta Baudrillard en Cool memories, "un hombre susurró al oído de una mujer: ¿Qué vas a hacer después de la orgía?” La respuesta sensata y urgente no es “Pedir hora en el terapeuta”, sino “Leer a Platón”. Fahrenheit 451 es algo más que un escenario posible.  Hay orgías que poseen la triste magnificencia del palacio de un dictador.


Este artículo se publicó en 

El Cultural del diario ABC 

el sábado 25 de mayo.

jueves, 23 de mayo de 2024

Recordar

I


Tuve la fortuna de cenar el martes pasado con Pablo de Lora en Madrid, que apareció con este regalo, que es una mirada desarmada a la desmemoria en la que hemos decidido vivir. Y mientras Pablo hablaba, yo recordaba aquel encuentro que tuvieron en Roma Dionisio Ridruejo y María Zambrano. Fue Zambrano la que dijo -pero bien lo podría haber dicho Ridruejo- que para que "las heridas de España se cerrasen, todos los españoles, de uno y otro bando, habrían de ponerse de rodillas.”

II

"Las ejecuciones tenían lugar en las bodegas del Hotel Colón  y los cadáveres eran quemados más tarde en la sala de calderas del sótano" (Julián Gorkin).


"Muchos de los seleccionados para su liquidación eran atraídos hasta el edificio que contenía el crematorio y asesinados allí mismo" (Archivo Mitrojin).

Recordaré siempre lo que me dijo aquel exagente de la KGB cuando le hice una pregunta delicada sobre Ramón Mercader: "Mi memoria es propiedad del Estado". ¿No está pasando algo así con nuestra memoria?

Pensar, II.

 1

No suelo utilizar la expresión "pensamiento crítico" porque hace tiempo que descubrí que solemos entender por tal el pensamiento que coincide con el nuestro. Prefiero hablar de "pensamiento riguroso", que sería el pensamiento capaz de dar razones de sí mismo.

II

Hay cuatro enemigos del pensamiento riguroso: la opinión, el autismo, la agrafia y la cobardía. Vamos por partes.

III

La opinión es lo que fomentamos de manera industrial en los centros educativos cuando animamos a nuestros alumnos a que enjuicien lo que no comprenden. Los animamos, por ejemplo, a que nos digan lo que piensan de un texto de Platón cuando no tienen ni idea del pensamiento de Platón. Obviamente, después de que han dicho lo que se les ha pasado por la cabeza, se consideran con derecho a apartar a Platón de su camino intelectual. De esta manera nuestros jóvenes salen de nuestros centros sintiéndose autorizados a juzgar lo que no comprenden: a Colón, a Felipe II, a Aristóteles o a De Kooning.

IV

Platón decía que el pensamiento es el diálogo interiorizado, pero eso significa que para pensar bien hay que dialogar bien. A mi modo de ver lo que honestamente le podemos pedir a un diálogo no es un acuerdo, sino la clarificación de nuestras posiciones. Obviamente, no puedes pensar con rigor si por incapacidad para dialogar eres intelectualmente un autista.

V

Escribir no es solo un medio de transmitir ideas es, sobre todo, un medio de tenerlas. No hay sustituto para este aprendizaje. Ante la hoja en blanco estamos solos con nosotros mismos y con nuestras ideas que a medida que van tomando forma precisa en el texto nos van interpelando de una manera que no sospechábamos al ponernos a escribir. La escritura es el maestro más exigente, nos enseña coherencia.

VI

La cobardía, esto es, el blindaje tras las opiniones ajenas con lo cual en vez de pensar por tu cuenta haces una colección de "textículos" ajenos (con perdón). Decía Séneca que está muy bien ir de flor en flor recolectando polen, pero que lo importante era la miel que se puede hacer con él. La valentía es el coraje de hacer miel.

miércoles, 22 de mayo de 2024

Pensar

 I

Ayer, penúltima sesión del seminario "Después de la orgía", en Madrid. La invitada era, en este caso, Chantal Delsol. Ha sido un lujo conocerla. Es una mujer sabia, discreta y asequible, con las deas muy claras y el coraje de exponerlas aunque vaya a contracorriente.

II

Hay en ella como una fragilidad física que desaparece en cuanto comienzan a salir ideas fuertes en la conversación. Entonces aparece la mujer fuerte, contundente y rigurosa.

III

Recientemente le pedí un ensayo para la editorial Rosamerón a un profesor universitario. Me dijo que sí. Y el sí, a mi parecer, era entusiasta. Pero un par de semanas más tarde me contestó que era incapaz de escribir cumpliendo con la condición imprescindible que yo le había puesto: nada de notas a pie de página. No estaba interesado por su capacidad para recolectar opiniones ajenas, sino por su capacidad para tener ideas propias.

IV

El lunes un catedrático de una universidad de Madrid me reconoció que se sentía inseguro sin armar su discurso con citas. ¿A que se debe esta incapacidad para pensar sin el blindaje de una cita de autoridad? Sin duda se debe a la falta de convicciones firmes.

V

Si aquellos a los que citamos fuesen meros receptores de ideas ajenas no hubiera merecido la pena citarlos. Los citamos porque los vemos con ideas propias. Entonces, ¿por qué no esforzarnos por tener también nosotros nuestras propias ideas?

VI

Lo he dicho y lo repito: la prudencia no es una virtud teórica. Debiéramos enseñar a nuestros jóvenes a pensar imprudentemente y a comportarse prudentemente. Si no lo hacemos, no tiene sentido que vayamos pregonando todo el día la importancia del pensamiento crítico. Una cosa es el pensamiento crítico y otra el pensamiento blindado.

lunes, 20 de mayo de 2024

El cojo

 I

La fila para comulgar siempre la cierra un cojo. Suele ser una persona muy mayor, con el cuerpo ladeado hacia la tumba, renqueante y con la mano temblorosa. A veces le cuesta llegar hasta el sacerdote y este lo espera pacientemente.

II

Arrastra un poco los pies que se quedan ligeramente rezagados, hacia la popa.

III

Un día el cojo no aparece. Su ausencia se deja notar. Hasta que pasados uno o dos meses, otro cojo ocupa su puesto. Y vuelta a empezar.

IV

En realidad el cojo es el futuro de todos los que vamos a misa (los domingos por la tarde, en mi caso). Aparentemente vamos delante de él, pero el cojo sabe la verdad: él es el primero de la lista de espera.

sábado, 18 de mayo de 2024

También necesito tiempo para mí

 I

Termino a primera hora de la mañana de corregir el que será mi próximo libro, titulado, provisionalmente, Prohibido repetir. He querido añadirle una página con mi experiencia madrileña con los neurólogos famosos y, de paso, he eliminado un apartado, que me ha parecido que sobraba. Siempre es cierto: no hay libro que no mejore recortándolo.

II

Termino a media tarde el artículo para el ABC. Han sido 800 palabras que me han hecho sudar sangre, no por falta de ideas sino por abundancia. He pasado dos días dándole forma mentalmente y a la hora de escribirlo se me quedaba muy corto. Enviado.

III

Termino el tomo III de las Obras Completas de Campoamor. Las últimas páginas, especialmente las dedicadas a Sócrates, son extraordinarias. Probablemente don Ramón se consideraba un buen filósofo, pero no lo es, aunque a veces se muestre como un muy buen pensador. No lo es porque le puede la frase la redonda y no hay argumento que resista esta tentación. Da la sensación de que en su escritura filosófica las ideas están al servicio del estilo. Es, sobre todo un sofista muy espabilado, amigo de las polémicas y muy hábil para malinterpretar las posiciones del contrario. Especialmente interesante es la polémica que mantiene con Valera, que, a mi modo de ver, es un rival más inteligente.

IV

Algunas cosas de Campoamor:

"Recordándole a un alcalde del Maestrazgo que cuidase mucho de la instrucción primaria, contestó: ¡Pero, señor jefe, si en el pueblo no hay más hombres de bien que los que nunca han ido a la escuela! Aquel alcalde presentía que la instrucción incompleta, en vez de aclarar el entendimiento, lo perturba".

“Después de tres mil años en que no hemos podido ponernos de acuerdo en nada, las ideas flotan por el cielo, desprendidas y sin ordenar, que es lo mismo que si de resultas de un terremoto echasen a volar espantados todos los pájaros del mundo y luego los quisiéramos clasificar a vuelo perdido por el aire”.

“Hoy no se escribe para cantar conquistas de naciones, sino para lamentar derrotas del alma”.

“El matrimonio es, de todas las cosas serias, la más divertida”.

V

Me invitan a hacer de padrino de una promoción de alumnos en Madrid. No puedo. Me invitan también a asistir a varios actos, en Madrid, no iré. Me invitan a Colombia y cambio la visita por una charla por zoom. También necesito tiempo para mí y los míos. 

VI

Hasta hace poco nos quejábamos de la pertinaz sequía en Cataluña. Ahora llueve cada día. La primavera se nos ha puesto exhibicionista, los jacarandás de la calle están llenos de pulgones y los cielos no acaban de decidirse si por la epopeya, el soneto romántico o la comedia bufa. 


Descascarillándome

 I

Visita al oculista y al otorrino.

II

Del oculista, una conclusión evidente: todo carísimo. Me he dejado una fortuna en prótesis (o sea: en gafas).

III

Del otorrino, una alegría y una decepción. La alegría nace del hecho de que el padre de la encantadora joven que me ha atendido tiene mis mismos síntomas. No pueden hacerse idea ustedes de cuánto consuela encontrarse con alguien que sabe lo que te pasa, que entiende tus vértigos, tus caídas, tus días sin poderte mover de la cama, tus acúfenos... y tu voluntad de no rendirte a nada de todo esto, de afirmar la vida en vez de recluirte en lamentos. La decepción: por primera vez en mi vida tengo tapones de cera en los oídos. Es lo que me faltaba. Me los tengo que quitar antes de seguir con la visita.

IV

Tengo la sensación de que me estoy descascarillando. A veces me pregunto si no es por eso por lo que intento no parar de hacer cosas. 

V

Ferran Sáez Mateu, uno de mis monstruos preferidos, ha sacado nuevo libro, con Herder, y se me declara "lurista-leninista".

jueves, 16 de mayo de 2024

ITV

 I

Llevando el coche a la ITV me llama Jesús García Calero para que escriba una cosa para el suplemento cultural del ABC. Le pregunto cuántos caracteres y la fecha de entrega. Acepto. Un honor.

II

Haciendo cola en la oficina de la ITV me llama Ricardo Piñero, una de las personas más generosas, inteligentes, sensibles y asequibles que conozco. Me invita a una charla en Tudela. La perspectiva de comer juntos una menestra es el argumento definitivo para decirle que sí.  

III

La realidad, le digo a Ricardo, no es, la pobre, más que el residuo de una idea.

IV

Comiendo, me cuenta mi nieto sus aventuras y desventuras en el instituto y me reafirmo en mi idea de que un adolescente es un ser con mucha más energía que sentido común para controlarla. Esa energía desbordante fue un día la mía. Por eso lo comprendo, pero sé que mi papel, como abuelo, no es solo comprenderlo. Es también intentar corregir en él lo que aquellos que ya no eran adolescentes intentaron corregir en mi.

V

Estoy leyendo el tomo tercero de las obras completas de Campoamor, el dedicado a sus ensayos y polémicas. ¡Qué interesante es este hombre! Leo, subrayo, me detengo a entender sus relaciones con unos y con otros... Era un formidable polemista, dialécticamente un tanto tramposillo, pero tiene una mala uva cargada de ironía que me tiene enganchado. He mordido el anzuelo.

VI

Leyendo a escritores españoles del XIX no tengo nunca la sensación de hacer arqueología, sino, en todo caso, la de visitar el ala abandonada de un enorme palacio que me pertenece en herencia y que explica con precisión ciertas facetas muy relevantes del presente.

miércoles, 15 de mayo de 2024

La mejor cara de la Ilustración

 Madame de Vandeuil, hija de Diderot, refiere que un joven desconocido fue a visitar un día a su padre.

"- Os ruego -le dijo- que leáis este manuscrito y escribáis al margen las observaciones que vuestra lectura os sugiera.

El joven salió y mi padre, al coger el cuaderno, vio que todo él no era otra cosa que una amarga sátira contra su persona y sus escritos.

Cuando el autor volvió, pasados algunos días, mi padre le dijo:

- No os conozco, jamás he podido haceros daño alguno. Explicadme, pues, los motivos de semejante conducta.

- Me muero de hambre -contestó-; he escrito esta obra y he creído que me daríais algunos escudos si no la publicaba.

- No seríais vos el primero a quien se haya recompensado por callar, pero podéis sacar mejor partido de ese libelo. El Duque de Orleans, que se haya retirado en Santa Genoveva, me odia desde hace mucho tiempo. Es devoto; dedicadle vuestra sátira y poned su escudo sobre la encuadernación. Llevadle la obra y de seguro obtendréis algún socorro.

- Pero yo no conozco a ese príncipe y no acertaré a escribir la dedicatoria.

- Sentaos ahí, yo mismo voy a redactárosla.

Mi padre escribió la dedicatoria, el autor salió con ella, voló a casa del Príncipe, recibió veinticinco luises, y al cabo de algunos días se presentó a dar las gracias a mi padre, quien le aconsejó con dulzura que adoptara un género de vida menos vergonzoso."

- Ramón de Campoamor, Poética, en el volumen III de sus obras completas.

Madrugadas del mes de mayo

I

Esta mañana me ha tocado en suerte un taxista refutador. Nuestras extrañas conversaciones han ido de este palo:

Taxista: Hoy parece que hace fresco.

Yo: Sí, eso parece.

Taxista: Pero hace menos fresco que otros días. Hoy está bien.

Otro ejemplo.

Taxista: Aquí, la semana que viene había un control de alcoholemia. Es que la gente mama y no se dan cuenta cómo van...

Yo: Sí, son necesarios.

Taxista: ¿Necesarios? ¿Por qué?

Uno más:

Taxista: A mí no me gusta mucho el futbol.

Yo: Pues hace bien.

Taxista: Pero soy del Madrid de toda la vida y me gusta verlo con tranquilidad, con mi pinchito de tortilla y mis cervezas...

II

Una de mis últimas convicciones: quien te  falsea el primer café del día, sirviéndote, en vez de un buen café con leche, algo indefinido con sabor a agua de fregados caliente, debería ser condenado a galeras.

III

Ayer, en la Tatiana, se lució J.A. González Sainz. ¡Qué gran tipo!

martes, 14 de mayo de 2024

El tren

 I

Me suelo quejar de que los que hablan a gritos por teléfono en los transportes públicos no cuentan más que trivilidades. Hasta ahora solo contaba con una excepción: la de aquella vez que en el cercanías asistimos en vivo y en directo a la ruptura sentimental entre el joven que hablaba a nuestro lado por el móvil y la furibunda muchacha que le gritaba al otro lado porque no se acababa de creer que estuvieran rompiendo con ella por teléfono.

II

Hoy tengo una excepción más: una mujer grandota, como un percherón, a todas luces abogada, que llevaba una enorme cartera de cuero, se ha sentado a mi lado y ha venido hablando, a grito pelado, con sus clientas que, como todos en el vagón nos hemos enterado, eran mujeres con sobrados motivos para divorciarse. Me parece que ninguno queríamos escuchar todo lo que hemos tenido que escuchar por esa falsa educación que, para no incordiar al incordión, le deja hacer lo que quiera.

Más o menos a la altura de Guadalajara ha dejado de hablar y se ha dormido con la boca abierta y acosados por sus ronquidos hemos llegado a  la estación de Atocha.

III

He continuado mi traducción de Plotino.

domingo, 12 de mayo de 2024

Las melodías del mundo

 I

Perdonen el abandono, pero es que he estado por Pamplona, disfrutando -sobre todo- de una primavera feraz en los muchos parques de la ciudad. Hay en estos parques un momento mágico, al atardecer. Como la ciudad Pamplona está elevada sobre un cerro, el sol poniente lanza sus rayos de luz horizontalmente sobre la ciudad y durante unos minutos despiertan en los troncos de los árboles matices sorprendentes. La luz tamizada de las hojas, las manchas de luz sobre la hierba, las cambiantes tonalidades de los troncos, los niños jugando, las parejas tumbadas sobre la hierba... los tonos pastel inundando todo... No sé si los pamploneses son conscientes de la naturaleza de la ciudad en la que moran.

II

He hablado, he comido, he cenado y, en resumen, he engordado... más de lo previsto.

III

En el tren, ya de vuelta para casa, me llega un mail de una importante institución navarra en el que se me pide que conteste a unas cuestiones. Estas son las preguntas y las respuestas:

1. Escuchas ‘salud mental’. ¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza? Una palabra, una imagen… ¿Qué sensación te produce?

 

Lo primero que me viene a la cabeza es la imagen de una sociedad terapéutica decidida a mantener su vigencia mediante la sustitución del hombre político por el hombre terapéutico. Cuanto más defendemos la autonomía personal, más crece el número de terapeutas.


2. Del 1 a 10, siendo 1 muy mala y 10 excelente, ¿qué puntuación pondrías a la salud mental/bienestar psicológico de nuestra sociedad (navarra, española) actual? ¿Por qué?

 

Carezco de información para responder a esta pregunta con un mínimo de rigor, pero sospecho que Freud no estaba falto de razón cuando afirmaba que hay tres cosas imposibles: gobernar, curar y educar.


3. ¿Por qué, de pronto, todo el mundo habla de salud mental? ¿Qué ha pasado para que nos preocupe tanto el bienestar psicológico?

 

Ha pasado que nos interesa más nuestro ombligo que el horizonte; que no paramos de abrir ventanas hacia adentro mientras tapiamos las que se abrían hacia afuera; ha pasado, en definitiva, que vivimos en la edad de un narcisismo que cree poder conseguir respetabilidad mostrando no su belleza, sino sus heridas.


4. En materia de salud mental, el principal reto que tenemos como personas, como empresas, como sociedad, es…

 

Aceptar dos evidencias: (1) que la sobreprotección infantil es una forma de maltrato y (2) que no existe el alma sana, no existe el alma sin heridas.

5. Danos una pista, un consejo, una sugerencia… para mejorar nuestro bienestar psicológico.

 

Levántense temprano, échense la escopeta al hombro y salgan a la caza de las melodías de este mundo que, ciertamente, cada vez vuelan más alto.:

miércoles, 8 de mayo de 2024

Mazarino


Un librazo.

Mazarino muestra la cara desnuda del poder con más cinismo que Maquiavelo. María Blanco lo ha entendido perfectamente. Es un libro que los asustará porque la verdad política tiene poco de consoladora.

Yo no soy mi cerebro

 I

Ayer volví a escuchar a un importante neurólogo sostener que "somos nuestro cerebro". 

II

Esta afirmación, tan rotunda, requiere, como condición de posibilidad, de una radical reducción del mundo de la vida, porque de manera espontánea, en la propensión natural de nuestra cotidianeidad, nadie se siente como su cerebro.

III

Por otra parte, los mismos neurólogos no tardan en poner en cuestión la rotundidad de su tesis cuando nos insisten en que la evolución de un cerebro tan maleable como el nuestro no es, ni mucho menos, independiente, de nuestras interacciones con el medio. 

IV

Yo no me atrevería a decirle a mi mujer "mi cerebro te quiere".

V

En realidad somos en el encuentro de mi yo con mi circunstancia. Ortega lo explicó muy bien. Me siento distinto cuando estoy frente a mi mujer, frente a mis nietos, frente al vecino del 5ºA (el que va dejando un reguero siempre que baja las basuras), frente a mi imagen en el espejo, frente a un dolor de muelas... 

VI

Yo soy yo y mi circunstancia porque soy en la "y". Lo que vivo espontáneamente es ese ser ahí, en la "y" de la relación. Por eso insiste Ortega en que si quiero salvarme a mí, debo salvar a mi circunstancia que es, en el fondo, lo que dicen también los neurólogos cuando hablan de la relevancia de nuestra interacción con el medio.

martes, 7 de mayo de 2024

Intruso

 I

Ayer fue uno de esos días en que reconfirmas tu irremediable ignorancia en la inmensa mayoría de campos científicos.

II

Invitado por Pilar García de la Granja, a quien conocí hace algún tiempo en una cena en casa de Ana Palacio, asistí en la Fundación Rafael del Pino de Madrid, a las V Jornadas Neurocientíficas y Educativas, enfocadas a enfermedades neurológicas infantiles y trastornos del lenguaje. El año pasado también me invitó y me escaqueé como pude, considerando que hay cosas sobre las que no estoy capacitado para hablar en un foro científico. Pero este año Pilar insistió e insistió y, finalmente, cedí, pensando que, admitiendo tus límites, tampoco puedes ir por la vida evitando retos.

III

Participé como intruso en una muy selecta mesa redonda sobre los retos de la neurodiversidad con personas amables, sabias y asequibles y, desde luego, muchísimo mejor informadas que yo, como María José Mas (responsable de la Unidad de Neuropediatría de la Xarxa Sociosanitaria Santa Tecla de Tarragona), Iria Rodríguez (Psiquiatra Infanto-Juvenil), Beatriz Gómez Gil (maestra de educación especial), Álex Sans Carranza, padre de un niño con necesidades educativas especiales.

IV

Después hubo dos conferencias realmente magistrales, de esas que te dejan con la boca abierta y acabas pensando en cuánta razón tenía don Hilarión cuando en la Berbena de la Paloma canta aquello de "Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad". La primera corrió a cargo de Álvaro Pascual-Leone, Profesor de neurología en la Harvard Medical School (y miembro de un montón de instituciones científicas relevantes), que nos habló de la resiliencia cerebral, y, la otra de Rafael Yuste, Profesor de Ciencias Biológicas en la Universidad de Columbia, que disertó de manera muy directa y asequible de las nuevas tecnologías y sus implicaciones para la medicina.

V

A pesar de las obvias diferencias de jerarquía científica que existen entre Álvaro Pascual-Leone y yo, encontré en su exposición mi tesis sobre la pedagogía como práctica clínica, aunque desarrollada de manera magistral. Por supuesto, hay que beber de las fuentes del saber sin complejos, así que a la noche, en el hotel, estuve rehaciendo mis esquemas gracias a lo mucho aprendido.

VI

Dentro de un rato comienza la segunda jornada, que no me pienso perder... aunque tengo que encontrar tiempo para visitar la Feria del libro viejo de Madrid.


domingo, 5 de mayo de 2024

La niebla

 I

Esta mañana, mientras hacía como que leía en la plaza de Ocata, se ha ido levantando una niebla en el mar que ha ido poco a poco viniendo hacia el pueblo. Me imagino que para los acostumbrados a convivir con la niebla esto es una nimiedad. Pero para los adeptos a la luz mediterránea, tiene algo de insólito y no diría que inquietante, pero... casi.

II

Llevo todo el día de hoy con una frase zumbándome en la mente: "La vida es un simulacro". 

III

Es, en realidad "el" simulacro porque consigue cumplir con su función perfectamente, que es la de hacernos olvidar aquello que el simulacro oculta. Y que nunca estará visible. Lo que queda es actuar con verosimilitud intentando representar papeles de una cierta entidad.

IV

Por algún sitio habla San Agustín del teatro y dice que un buen actor no es el que representa, por ejemplo, a Hércules, sino el que nos hace olvidar que él no es Hércules.

V

Voy traduciendo muy, muy lentamente La vida de Plotino escrita por Porfirio. Me gusta hacerlo, pero no puedo dedicarle más que ratos perdidos, por la cantidad de urgencias que se me acumulan. Pero es claro que hubo un tiempo en que la filosofía era un modo de vida.

VI

Tras las generosas lluvias de estos días, se ha producido una explosión floral, que es la forma que tiene la naturaleza de celebrar su caducidad. Este esplendor gratuito en pocos días caerá marchito, pero caerá conforme a reglamento, dejando tras de sí sus propias semillas en espera de otras lluvias. Todas estas cosas de los ciclos naturales, la hoja seca, la flor que se asoma al ritual de la primavera, los pétalos de la frágil flor del almendro arrancados por una corriente de aire, etc., todo esto es, en el fondo, de una trivialidad mecánica. Y, sin embargo, nos deja boquiabiertos.

sábado, 4 de mayo de 2024

Jugamos en la niebla

 I
Hemos celebrado en casa el cumpleaños de uno de mis nietos, el pequeño, que ha alcanzado la decena. ¡Dios mío, a qué velocidad crecen los nietos! Nada que ver con la humana velocidad a la que crecían sus padres. A los nietos si los miras fijamente, los ves crecer.

II 

Media hora de radio dan para mucho y en No es un día cualquiera, con Pepa Fernández, dan para más. Me gusta esta mujer, con su voz cadenciosa que sabe dejar la última sílaba de una pregunta en el aire como hacía la Caballé y, sin darte cuenta, ya has caído preso de las sirenas.

III

Ayer por la tarde estuve con un grupo de exalumnos. Fueron alumnos míos cuando estaban en la pubertad y ahora algunos ya son abuelos. Me gusta reencontrarme con ellos y saber qué es de sus vidas, porque las sorpresas pueden ser mayúsculas. La vida está más abierta de lo que sospechábamos, para bien y para mal. Me cuentan de los que ya no están, de los que están muy mal, de los que van bien y de los que van fenomenal. En algunos casos intuí el futuro; en otros, no acerté ni una. 

IV

¿Quién decía que uno no es más que un balón, que recibe patadas de un lado y de otro hasta que alguien un día grita gol?

No puedo recordarlo, pero puedo añadir que jugamos en la niebla y nunca estamos seguros de haber metido gol en la portería adecuada.

viernes, 3 de mayo de 2024

Una adolescente dormida en el tren

 I
Tengo, me dice el oculista, la vista cansada. 

II

Me gusta esta expresión: "la vista cansada". Cansada... ¿de qué? No de mirar ni de ver sino de mirar y ver mal, pendiente de la pantalla del ordenador. Los ojos se cansan como la tierra cuarteada por la sobrexposición al sol. Esta mañana el oculista me ha dicho que vuelva a visitarlo dentro de unos días y que el día anterior no abriese el ordenador, para ver si entendía lo que me pasaba. Veo las letras como si se sobrepusieran un poco borrosamente unas sobre otras. Vivi inmerso en una ligera neblina.

III

Esta tarde tengo que asistir a un acto conmemorativo. No me gustan esos actos que miran hacia atrás y te dejan el alma con tortícolis. Corres el peligro de convertirte en una estatua de sal. Pero a veces hay que hacer lo que no gusta. Especialmente si tu agente provocador se empeña en ello.

IV

Esta mañana en el tren una adolescente con la cabeza apoyada en el cristal de la ventanilla parecía dormida. Muy guapa, con el pelo rubio, largo y un poco enredado. Su belleza estaba resaltada por un aire de fragilidad que resultaba muy llamativo en medio de un vagón a rebosar de pasajeros condenados a intimar físicamente. Llevaba un teléfono móvil entre las manos. El tren ha parado en Masnou, Montgat Nord, Montgat Sud...  y no se ha despertado. En Badalona me he bajado yo y ella seguía durmiendo. La he visto unos segundos desde el andén. ¿Se despertará en el lugar al que quiere llegar?

V

Me invitan a colaborar periódicamente en un diario catalán. Tengo que pensarlo.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Deseo de ser japonés

 I

Ayer descubrí un par de librerías de viejo en Madrid, no muy lejos de la Tatiana, y volví a una de las librerías más interesantes de la ciudad, la del BOE, que edita libros magníficos, tanto por su contenido como por el exquisito cuidado de la edición, y, para mi sorpresa, me encontré a mí mismo en venta:


II

Tras la magnífica conferencia de Javier Borràs en la Tatiana, fuimos a cenar a un restaurante cercano con María Blanco y Josefina Stegmann. Fue una cena amena que podría haber durado toda la noche, pero a las 5:00 tenía programado el despertador. Me suelen decir que hago muchas cosas. Yo lo veo de otra manera: hago lo que me gusta y haciéndolo me siento manejando las riendas de mi vida y creo que. nunca me he sentido más libre. En resumen: quizás haga muchas cosas, pero todas ellas son aventureras.

III

El martes que viene acude al seminario un grande, José Luis Pardo. Para mí es uno de los pocos pensadores españoles que merecen el título de filósofo y no solamente de profesor de filosofía. Nos hablará de las vacas negras, de Hegel a Deleuze.

IV

He venido a Barcelona esta mañana en un vagón del Iryo, el 2, en el que único no japonés creo que era yo. Nadie ha hablado en voz alta por teléfono, nadie se ha movido del asiento que tenía asignado, nadie ha alzado la voz. Todo el mundo ha seguido escrupulosamente las instrucciones y solo nos hemos levantado para coger nuestro equipaje cuando el tren, efectivamente, ha parado. La salida del vagón ha sido un desfile. Después, en la planta de arriba de la estación de Sants, el caos. Por primera vez en mi vida he sentido un enorme deseo de ser japonés.

El árbol de la ciencia y el árbol de la vida

I Byron, Manfred : «El árbol de la ciencia no es el árbol de la vida».  II Me molesta mucho, cuando un periodista me entrevista, que dé por ...