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viernes, 3 de febrero de 2023

domingo, 8 de enero de 2023

La diferencia

Tras constatar que el ADN de los chimpancés difiere del nuestro en apenas un dos por ciento, Jane Goodall concluye que «estas criaturas nos han enseñado lo arrogante que ha sido el ser humano al pensar que era diferente de los chimpancés y del resto del reino animal». 

¿Pero por qué es arrogante reconocer una diferencia? 

Los escolásticos decían, con razón, que donde no hay diferencia no hay claridad. La diferencia es el ser del límite.

En ese dos por ciento de diferencia genética se encuentra la posibilidad de un Newton, un Bach, un Velázquez, un Cervantes, un Platón... una Jane Goodall.

- En busca del tiempo en que vivimos.

jueves, 5 de enero de 2023

Yo no te olvido

Observó Jacobi (Sobre una profecía de Lichtenberg) que para el animal la madre tiene solamente pechos, por eso a medida que olvida el pecho olvida a la madre. Sin embargo, para el hombre la madre tiene rostro. El niño desplaza su mirada del pecho materno y la dirige hacia el rostro de su madre en busca de su amor y de su reconocimiento. Podría limitarse a llorar, pero también sonríe. Ahora, con 67 años cumplidos, puedo añadir yo que el rostro de mi madre está cada vez más vivo en mí. Comprendo muy bien lo que le ocurrió a Susana Sainz, neuróloga del Hospital Universitario Ramón y Cajal, cuando le pidió en su consulta a un anciano de 85 años con deterioro cognitivo que le escribiese en un papel lo primero que le viniera a la cabeza. Lo que el anciano al borde de la desmemoria escribió fue «Mamá, yo no te olvido»

- En busca del tiempo en que vivimos.

miércoles, 4 de enero de 2023

Oli London

Oli London es un influencer británico que se considera una persona no binaria transracial y se ha sometido a 18 operaciones de cirugía estética para parecer coreano, porque asegura que ha estado viviendo durante toda su vida en «un cuerpo equivocado». «Soy un ser humano que vive en mi verdad», declaró a Sky News. El problema para él es que ha sido acusado de apropiación cultural.

- En busca del tiempo en que vivimos.

martes, 3 de enero de 2023

Eterna

Eterna, un pueblecito de unos diez habitantes de la comarca de Montes de Oca, es como la síntesis de la Sierra de la Demanda. Está casi cercado por un extenso acebal destinado a adueñarse de sus calles. El reloj de la torre, dando la hora eterna, está parado.

La vegetación avanza y el pueblo se encoge a medida que sus habitantes se refugian en las comodidades legítimas de las gran- des ciudades. Desde lejos sobresale la torre de la iglesia, el hito referencial de una comunidad que desaparece. Ya nadie echa en falta sus campanas, porque nadie tiene una vida que regular con la agenda de sus tañidos. Pero ahí resisten, firmes y en silencio, cumpliendo su indeclinable misión de unificar las miradas de la comunidad y dirigirlas hacia el cielo en busca de raíces. Siempre sorprende en estas iglesias un capitel provocador, la piedra finamente tallada de un canecillo bajo la cornisa, o una arquivolta que mantiene su elegancia a pesar de la carcoma del tiempo. Pero la fe que talló estas piedras ya no está a su lado para sustentarlas.

Lo humano se va, pero aún no se ha ido, y lo natural vuelve, pero aún no del todo. Entre medio, el turista ve sin comprender. Y hace fotos.

Cada casa tiene su poyo junto a la puerta principal, que es, naturalmente, el elemento doméstico que más resiste el colectivo desmoronamiento. No hay nada más resistente a la obsolescencia que un poyo. Ni nada más humilde. Ni nada más ajeno al forastero que ha olvidado el arte de sentarse a pegar la hebra.

¡Qué humilde es todo: el poyo, la torre de la iglesia, las campanas, el capitel! Pero su humildad resume un mundo.

En "En busca del tiempo en que vivimos",

lunes, 2 de enero de 2023

El amparo de la sombra

Mediodía de un domingo luminoso de marzo, en Puebla, México. De más allá de las jacarandas en flor del Paseo Bravo —que aquí se conocen como pasión de Cristo, por florecer en Cuaresma— me reclama el tañido de una campana. En este paseo hubo una vez un monumento —un hito de la memoria— a un distinguido insurgente, «benemérito de la patria», pero ahora sólo queda una inscripción en la que se lee: «A su memoria, en este mismo lugar, se le erigió un monumento, que desapareció con el tiempo».

Hace un calor pesado y agotador. Hay demasiada luz y el exceso de luz también ciega. Decido seguir el sonido de las campanas, en busca de la penumbra reconfortante de una iglesia. Llego así hasta la iglesia de San Agustín. En el umbral me encuentro con un cartel en el que está escrito el siguiente texto del santo de Hipona: «Aquí me tienes, Señor. Yo soy aquel esclavo que escapó de su amo y buscó el amparo de las sombras».

Marañas

Tengo que admitirlo: soy demasiado viejo para aprender ciertas cosas, por muy fundamentales que sean. La más importante de todas: aprender a...