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martes, 30 de julio de 2019

Cuento para mi nieto, que regresa a casa

No hay viajero interestelar que no tenga conocimiento de la existencia del planeta de las almas lisiadas y de la de sus dos más notables pacientes.

Es un planeta azul, como el nuestro, la Tierra, pero acoge a los que padecen ataques agudos de melancolía, porque sus aires, muy salutíferos, son lo mejor que hay para sanar cualquier herida del alma. En sus montañas, muy altas, abundan las fuentes de aguas armoniosas que proporcionan tranquilidad espiritual a los sedientos de armonía anímica. Las gotas de lluvia, al caer, dan unos masajes en la cabeza que ayudan a olvidar los desengaños, pero, lamentablemente, no se pueden olvidar los olvidos. En definitiva: que todos los trastornados del cosmos se congregan allí...  y casi todos sanan en pocos días. Sólo dos viejecitos padecen una melancolía irrecuperable que  ninguno de los remedios naturales del planeta de las almas lisiadas puede curar.

Estos dos viejecitos padecen una tristeza tan profunda que no hay manera de disolvérsela ni con un batido concentrado de alegría. Pasean siempre juntos, contándose una y otra vez sus vidas. Ella se llama Rosaura y él, Leopoldo.

Rosaura le repite cada tarde a Leopoldo la misma historia. Su novio llegará de un día para otro para casarse con ella. Se separaron hacía muchos años de malas maneras por culpa de ella. Él tenía que ir a explorar los límites de un agujero negro y ella no quería quedarse sola, así que se enfadó y se negó a darle un beso de despedida. Rosaura sabe que su novio emprendió el viaje muy, muy triste, pero confía, ciegamente, en que no tardará en volver y se reconciliarán y serán felices, porque aquel beso que no dio está creciendo en ella com un globo y está a punto de ocupar todo su interior.

Leopoldo le repite tambien a Rosaura, cada tarde, la misma historia. Tiene que volver a su base porque allí lo espera su novia. Se separó de ella hace mucho tiempo porque a él le ordenaron ir a explorar los límites de un agujero negro y ella no quería quedarse sola. Las órdenes, sin embargo, eran estrictas y perentorias. Le rogó que lo comprendiera, pero ella se negó a darle un beso de despedida. Desde entonces vive con un vacío en el centro del corazón que crece y crece sin parar y sólo aquel beso antiguo puede llenar. Ahora estaba a punto de terminar su exploración y regresaría junto a ella.

Sí, aquellos dos ancianos son Rosaura y Leopoldo.
Rosaura enfermó de tristeza cuando Leopoldo salió a cumplir su misión y una profundísima melancolía, que le impedía vivir en la realidad, se apoderó de ella. El pelo se le encaneció, la espalda se le curvó, perdió mucha vista, enflaqueció…
Leopoldo regresó a la base un año después de su partida y al encontrar a Rosaura enferma, él también enfermó de tristeza. Su dolor fue tan grande que acabó confundiendo el pasado, el presente y el futuro.

Ahora, enfermos los dos, son las figuras más famosas del planeta de las almas lisiadas. Todos saben quiénes son, excepto ellos. Rosaura espera la llegada de Leopoldo sin darse cuenta de que lo tiene a su lado, y Leopoldo espera su inminente viaje de regreso sin darse cuenta de que regresó hace años.

Caminan uno al lado del otro por los caminos que llevan a las fuentes de aguas armoniosas, pero, por mucha agua que beban, nada puede disolver su pena. Así que envejecen añorando lo que tienen al alcance de la mano.

lunes, 29 de julio de 2019

Cuento para mi nieto para después de la operación

La india apache Brote de Plumón de Almendro era tan guapa que siempre iba envuelta en una nube de mariposas. Tenía una voz bellísima y cantaba las antiguas historias de su tribu de una manera tan encantadora que cada vez que cantaba, florecían las flores de la pradera. Yo le debía la vida porque fue ella quien me atendió y curó cuando un grupo de comanches me atacó por sorpresa. 

Brote de Plumón de Almendro podría haberse casado con cualquier gran guerrero apache, pero estaba enamorada de Mirada Alta, el hijo del jefe Antes de Ayer.  Se enamoró de él una noche de luna llena en que lo vio tocar las castañuelas ante el fuego central con tanto salero, que parecía un principe gitano. En realidad tocar las castañuelas era lo único que Mirada Alta sabía hacer. Eso a Brote de Plumón de Almendro, no le importaba, pero a Antes de Ayer sí, ¡y mucho! Precisamente porque no veía nada claro el futuro de un indio apache que lo único que sabía hacer bien era tocar las castañuelas, estaba empeñado en casar a su hijo con alguien que tuviera trabajo fijo.

Mirada Alta, como todos los jóvenes apaches, también estaba enamorado de Brote de Plumón de Almendro, pero su padre le dijo que no se hiciera ilusiones porque ya tenía hechos planes para su futuro. Se casaría con una camarera del restaurante que Lobelto tenía en Tejas Verdes, porque decía que al menos, siendo camarera, tenía trabajo fijo. 

Nadie sabía por qué el jefe Antes de Ayer se llamaba Antes de Ayer, pero todos estaban de acuerdo en que tenía un genio malísimo y que no convenía llevarle la contraria. Así que el pobre Mirada Alta parecía condenado a casarse con la camarera de Lobelto, a la que no amaba.... pero justo en ese punto intervine yo. 

Le enseñé a Brote de Plumón de Almendro a leer, escribir y las cuatro reglas (la suma, la resta, la multiplicación y la división), y de esta manera se capacitó para abrir en el poblado apache una escuela de primeras letras que se llamaba Lobelto Autopizza. Tenía, pues, trabajo fijo y Antes de Ayer levantó sus objeciones para su boda con su hijo.

En fin, que Brote de Plumón de Almendro y Mirada Alta se casaron y puedo asegurar que fueron muy, muy felices. Brote de Plumón de Almendro cantaba, las flores de la pradera florecían, Mirada Alta tocaba las castañuelas entre las prímulas y un maestro becario de Tejas Verdes se ocupaba de la formación intelectual de los jóvenes apaches.

Me imagino que os habrá sorprendido el nombre de la escuela, Lobelto Autopizza, pero tiene su explicación. Lobelto era el nombre que le daban al propietario de un restaurante chino de Tejas Verdes. En realidad se llamaba Yan-yan Kuan Fo Rong Hong, pero como nadie sabía pronunciar este nombre, comenzaron a llamarlo Roberto. Dado que el chino se refería a sí mismo como Lobelto, con Lobelto se quedó. Lo de Autopizza se lo sacó Brote de Plumón de Almendro de la manga porque quería darle a su escuela un toque de sofisticación internacional.

Cuento para mi nieto, al que operan hoy

El Conde de Herzegovina es un tipo de mucho cuidado. Tiene una pierna de hierro macizo, porque la suya se la arrancó de un mordisco certero un cocodrilo blanco de ojos fosforescentes que vive dentro del túnel del  torrente que hay en el Parque de la Ninfa, en Ocata. Camina lentamente, arrastrando la pierna de hierro con grandes esfuerzos debido a su enorme peso. El ruido que produce al arrastrar su pierna por los interminables pasillos de su castillo se oye a quilómetro y medio de distancia.

¿Por qué se puso una pierna de hierro y no de madera o de plástico, por ejemplo? Pues porque el Conde de Herzegovina es un aristócrata antiguo, y los aristócratas antiguos hacen cosas difíciles de entender, pero ellos consideran que su deber es hacerlas, sin valorar para nada su dificultad.

Tiene el Conde de Herzegovina un muñón en el extremo del brazo izquierdo, porque su mano se la regaló un día a un caníbal que estaba a punto de morir de hambre. En agradecimiento, el caníbal, tras comerse la mano del Conde, le ayudó a liberar a una hermosa joven que una feroz tribu enemiga ya había metido en una cazuela, rodeada de zanahorias, col, perejil, laurel y cilantro. La hermosa joven resultó ser Florinda Flor de las Nubes. 

Al conde de Herzegovina le falta el ojo izquierdo y en la cavidad vacía vive una tarántula que asoma de vez en cuando sus dos patas delanteras sobre el pómulo y que, con los golpes que da con sus patas traseras, le indica al conde qué dirección tomar, dado que el otro ojo le cuelga sobre la cara y no le sirve de nada. Nunca me ha contado qué  es lo que lo dejó en ese estado lamentable. 

Lo importante es resaltar que el Conde de Herzegovina vive en un castillo de torres altísimas y de muy difícil acceso con su amada Florinda Flor de las Nubes y media docena de fieles criados muy bien pagados, porque aunque le gusta el aislamiento, es muy buena persona. Sí, duerme en un ataúd, como Drácula, pero es porque le da pereza desnudarse para meterse en la cama. 

Yo suelo ir a verlo de vez en cuando porque estamos terminando de escribir entre los dos una enciclopedia con muchísimos tomos que se titulará Enciclopedia de las cosas que no le interesan a nadie.

Florinda Flor de las Nubes es la mujer más hermosa que yo he visto en toda mi vida… después de mi mujer, de mi hija y de mi nuera, claro está, y está muy enamorada del Conde de Herzegovina. A mí me recibe con mucha alegría cada vez que voy a visitarla al castillo, y es la encargada de corregir la ortografía de las entradas que escribimos para la enciclopedia. Incluso algunas de las mejores páginas del tomo dedicado a los sueños improbables de los moluscos, han salido completas de su mano.

Florinda Flor de las Nubes estaba bajando un día las escaleras de caracol de la torre del homenaje cuando un golpe de viento le apagó la vela que llevaba en la mano. Al quedarse a oscuras no calculó bien la distancia de los peldaños y cayó dando vueltas por toda la escalera. Murió de un golpe en la nuca que se dio en el penúltimo peldaño. Pero el Conde de Herzegovina la devolvió a la vida con un beso, un masaje cardiaco y el olor de un guiso de liebre con patatas, que es la comida que más le gusta.

Cuando el Conde de Herzegovina y Florinda Flor de las Nubes pasean por los bosques que rodean su tenebroso castillo en las noches de luna llena, los lobos salen de sus guaridas y los acompañan en su recorrido. Se dice por Herzegovina que Florinda Flor de las Nubes había sido una loba a la que el Conde convirtió en mujer, pero no es verdad. Ya he dicho cómo se conocieron.

También se dice, y esto sí que es verídico, que, de vez en cuando, el Conde y Florinda Flor de las Nubes organizan grandes fiestas a las que solo acudo yo de fuera del castillo. Tiene que ser así porque, en primer lugar, nadie más está invitado, y en segundo lugar, si lo estuviera, no podría soportar el espectáculo: con los primeros compases del primer vals, las estatuas del castillo bajan de sus pedestales y se van sumando a la fiesta con más o menos energía, según sean jóvenes o venerables ancianos.

domingo, 28 de julio de 2019

Entre Bacarisse y Epicteto

I
Ayer llovió y las temperaturas se humanizaron. Dicen que el filósofo Plotino sentía vergüenza de tener un cuerpo. Estos días pasados de calor y humedad lo he. comprendido perfectamente. Por la tarde salí, reconciliado con mi cuerpo, a dar un largo paseo por la playa. El cielo estaba Bacarisse y el mar, Epicteto.

II
La política es un juego en el que los jugadores creen poder domesticar el azar, prever por dónde, exactamente, les llegará la pelota. Cada día proporciona pruebas más que suficientes de lo desmedido y absurdo de esta creencia. Pero cada día sepultamos las voces del azar bajo toneladas de esperanza y seguimos confiando en nuestra inteligencia política. La política es el juego que nos permite ignorar hasta qué punto somos seres naturales.

III
Ha vuelto de vacaciones mi segundo nieto. La verdad es que se echa más en falta a los nietos que a los hijos. 

IV
Me entrevista E.M. para un artículo que está escribiendo sobre la educación emocional. A mi esto de educación emocional me parece una declaración de soberbia. Le dije que lo más que podemos hacer para educarnos emocionalmente, es transferir a nuestros sueños las represiones de nuestra vigilia, para que allí se muevan a sus anchas. O sea: que el hombre emocionalmente educado es el que se limita a soñar lo que el maleducado vive.

sábado, 27 de julio de 2019

Resfriado de hombre


I
Tengo un resfriado de hombre y mi mujer, como suele ser el caso, no me entiende. Más aún, me mira de arriba abajo con cierta sorna, mientras yo me retuerzo entre espasmos agónicoas de un leve malestar insoportable. No es fácil ser hombre y llevarlo con dignidad.

II
Parece que bajarán las temperaturas. El cielo, a esta hora -las 7 de la mañana- anda indeciso, pero esas nubes que veo desde la ventana evolucionando en pie de guerra, no son muy tranquilizadoras.

III
Entre las cosas entrañables, divertidas, instructivas, cordiales, sabrosas y ... (aquí me falta un adjetivo) que me han pasado en la vida, la del Círculo Hermenéutico Estraussiano de les Planes es la única que reúne todos estos adjetivos. Si el que en el futuro escriba la historia de la filosofía en Cataluña no le dedica al menos una nota a pie de página al Círculo, no habrá escrito una obra de fiar.

IV
Le he contado a mi nieto Bruno el cuento de Manoliño, el niño-moco, que cada vez que se sonaba, cosa que tenía que hacer con frecuencia, se vaciaba como un globo y sus padres tenían que recoger todo el mejunje mocoso de su hijo con una aspiradora y volvérselo a meter por las narices para que el niño volviera a inflarse y a recuperar su forma.

viernes, 26 de julio de 2019

¡Atención!


I
"Hola Gregorio [...]. Me gustaría compartirte toda la investigación que estamos desarrollando sobre los procesos atencionales y su influencia en los procesos de aprendizaje. Estamos trabajando de la mano del MIT de Harvard y utilizando tecnología de Brainco de Harvard a través de una diadema que recepciona estímulos electromagnéticos y los traduce a una onda de atención del alumno. Todo ello lo hemos utilizado en el diseño de un protocolo de entrenamiento llamado Progrentis para el desarrollo de destrezas y habilidades del pensamiento y Gracias el estudio estamos personalizando y optimizando la ruta de entrenamiento de cada alumno". Sigue una invitación a conocer directamente todo esto, a la que respondo afirmativamente de manera inmediata.

II
Hace unos meses contactó conmigo una importante empresa de juguetes para mostrarme el proyecto de un juguete que educa la atención.

III
Mi curiosidad es siempre mucho mayor que mi escepticismo.

IV
En español, la atención es algo que se presta; en francés, algo que haces; en inglés, algo que pagas; en alemán, algo que regalas.

V

La atención, a veces, te permite huir a tiempo.
Consejo de Juan Casiano (360-435) a los monjes en sus Institutes: "Un monje siempre debe huir tanto de las mujeres como de los obispos".

VI
Ayer, largo baño en el mar al atardecer, con una sensación extraña: el agua estaba demasiado caliente.   El Mare Nostrum como Sopa Nostra.

jueves, 25 de julio de 2019

Hipótesis

I
Sigue el calor. Ya sé que es una vulgaridad esto de quejarse porque hace calor en verano. Pero hace un calor que por muy vulgar que sea, no es nada trivial. Es tan físico, que resulta metafísico.

II
Largo paseo con Bruno, mi nieto mayor. Nos hemos ido de exploración por una zona muy poco transitada de Ocata, siguiendo sendas borrosas entre matorrales y zarzales. En estos últimos ya están las moras casi maduras. Es una zona asilvestrada, en la que la naturaleza no ha tardado en imponerse a lo que una vez fueron huertos caligráficamente cultivados. Aquí localicé hace tiempo abundantes restos de cerámica que sugieren la existencia de un hábitat romano. Intenté enseñarle a Bruno a diferenciar la textura de los diferentes tipos de cerámica. Cuando paseamos los dos solos me soprende muy gratamente el tipo de lenguaje que usa, a veces muy ajustado y preciso. Cuando le pregunto donde ha aprendido a utilizar una determinada palabra, ayer, por ejemplo, "hipótesis", me suele remitir a algún vídeo de internet. Le gustan mucho los vídeos de ciencias (no sólo los de ciencias, como es normal). Me hizo pensar que tan importante como aprender un término nuevo es tener la oportunidad de usarlo en el contexto adecuado. Como nos movemos en contextos diferentes, debemos aprender a usar registros lingüísticos diferentes. No creo que las palabras que usa conmigo sean exactamente las que usa con sus amigos. Y así debe de ser.

III
Dedico mucho tiempo a leer estudios recientes sobre el aprendizaje y, en concreto, sobre el aprendizaje infantil. Vuelvo así a encontrarme con un hecho un tanto descorazonador: en educación no hay teoría, por muy peregriona que sea, que no sea capaz de blandir algún estudio empírico a favor.

IV
Creo que he pillado uno de esos resfriados de verano. Lo tengo aquí, okupando mi garganta y provocándome un ligero pero permanente malestar general.

V
Luis Moctezuma me envió ayer el índice del achivo de Laurette Séjourné. ¡Al fin he dado con él! Muy interesante. Quizás tenga que buscar un hueco en los próximos meses para un nuevo viaje a México. La principal virtud de un investigador es la persistencia.

VI
No es cierto, pero no puedo resistir la tentación de traer hasta aquí esto que dice Paul-Jean Toulet: "L'amour est comme ces hôtels meublés dont tout le luxe est au vestibule."

miércoles, 24 de julio de 2019

Calor

I
¿Cómo demonios hacían los griegos para pensar en pleno verano? Quizás la famosa caverna de Platón no sea una metáfora y nombre un refugio subterráneo fresquito en el que los filósofos socráticos de Atenas se refugiaban para no acalorarse dándoles vuelta y vuelta a las ideas. No se puede pensar y sudar al mismo tiempo. El sudor nos materializa de la forma más obscena.

II
Leo en Alex Beard: "Tenemos que preguntarnos si estamos aprendiendo a utilizar las herramientas [tecnológicas] actuales o si son ellas las que están aprendiendo a utilizarnos a nosotros”.

III
San Agustín: “Nadie es conocido por otro mejor que por sí mismo y, sin embargo, nadie se conoce tan bien a sí mismo que pueda estar seguro de su conducta de mañana”.

IV
Antístenes (y esto es lo que más duele): "Los Estados caen cuando no pueden distinguir a los locos de los cuerdos". Podría traducir este aforismo de Antístenes también de esta manera: "Los Estados se desintegran cuando no son capaces de diferenciar lo alto de lo bajo".

V
Firmo con Ariel el contrato de mi próximo libro. Tratará del valor del conocimiento y saldrá a principios del año que viene.

VI
Me llegan las galeradas de un libro de aforismos que mi querida Isla de Siltolá publicará cuando llegue el fresco:


Este es para mí un libro muy especial, porque nació, sin que yio fuera conscientemente a buscarlo, en la penumbra de la iglesia de San Agustín, en Puebla, México, a donde había entrado para refugiarme del inclemente sol del mediodía. Durante aquellos días, todo mi horizonte esstaba concentrado en un punto: el volcán y sus columnas de humo. Horizonte y aforismo tienen la misma raíz griega: "horos" (mojón).

VII
Ya les he contado que hay una mujer en París -Dios la proteja- que cree que soy Calderón de la Barca, cosa que me llena de orgullo. Ayer le envié este maravilloso soneto de nuestro inmortal poeta:

Éstas que fueron pompa y alegría
despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana
durmiendo en brazos de la noche fría.

Este matiz que al cielo desafía,
Iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana:
¡tanto se emprende en término de un día!

A florecer las rosas madrugaron,
y para envejecerse florecieron:
cuna y sepulcro en un botón hallaron.

Tales los hombres sus fortunas vieron:
en un día nacieron y espiraron;
que pasados los siglos, horas fueron.

martes, 23 de julio de 2019

Alex Beard sobre las "inteligencias múltiples"

"La teoría había sido publicada a principios de los años 80, refutada en los 90 e incorporada a los programas de formación del profesorado en la década del 2010".


Isquia, al fondo

I
Cena agradabilísima en casa con un grupo de amigos a los que conocemos desde siempre, a pesar de haberlos conocido no hace mucho. Esto pasa cuando pasa. Hay personas con las que sientes que hay una reserva en el trato mutuo, algo que no acaba de entregarse con generosidads.  Las relaciones son cordiales, podemos, incluso, tratar con interés temas comunes, ayudarnos mutuamente, pero algo falta para que la cordialidad pueda dar paso a la amistad. Hay otras, por el contrario, con las que cada encuentro es una celebración. Menú: Vichyssuise con aceite de aguacate; coliflor gratinada con bacalao; lomo con pimientos, queso azul y jengibre. El postre lo trajeron nuestros amigos: horchata con helado de turrón de jijona.

II
Ayer hubo sesión importante en el Parlamento. La seguí desde muy lejos, y así no eché en falta directamente la carencia de sentido de Estado de nuestros políticos, a los que tanto les gusta tocar la lira mientras Roma está ardiendo.

III
Conocí personalmente a Elvira Roca en Madrid. En el palacio Real, para ser exactos. Me gustó mucho su Imperiofobia, que ahora veo que algunos critican porque -dicen- ofrece una visión sesgada de nuestro pasado. Obviamente la misión de los historiadores es buscar la verdad; pero la probidad, que es una importante vrtud, tiene sus límies políticos. No hay comunidad política capaz de vivir sin mitos.

IV
Calor de ferroagosto y el agua del mar muy sucia. Bandera amarilla. El Mare Nostrrum corre el riesgo de convertirse en la laguna Estigia.

V
Me envía una amiga una foto. Está trabajando en una campaña arqueológica en Cumas. Al fondo se divisa la isla de Isquia.

lunes, 22 de julio de 2019

Tocar el cielo con la mano

I
Me preguntaban hace unos días en Madrid a qué época de mi vida quisiera volver. Se sorprendieron mucho cuando les contesté inmediatamente que a ninguna. Lo que quisiera, si pudiera, es hacer algunos arreglos de mantenimiento en mi vida presente, ¿pero volver atrás? Tengo las rodillas machacadas, la vista en declive, la audición se me ha independizado y va a su antojo, de vez en cuando me dan ataques de vértigo y me caigo en el lugar menos pensado. Pero ahora soy más libre que nunca. No, no quiero volver atrás. Lo que quiero es tener futuro y una cabeza clara para poder desarrollar mis proyectos, que son muchos.

II
El hombre es un ser futurizador, decía Ortega. Quitadle esto, y le quitáis todo, incluyendo el presente y el pasado.

III
Me preguntaron también que si, con mi perspectiva actual, pudiera darles un consejo a mis hijos, cuál sería. La verdad es que intento darles los menos consejos posibles a mis hijos. Son adultos y viven en su propio mundo, que ya no es exactamente el mío. Mi papel no es ya aconsejarlos sino quererlos. Como me insistieron en que les diera un consejo, respondía que les pediría que fueran buena gente. Es la mejor inversión que puede hacerse en la vida. No hay ninguna más rentable.

IV
La luz de la mañana es cálida y fría, poero se va diulcificando rápidamente. Le sienta muy bien a las jacarandás que veo desde mi ventana. Le arranca dorados insólitos al verde oscuro de sus hojas. El cielo tiene un tono azul gastado y el mar, al fondo, parece una prolongación del cielo. Cuando mi madre tenía mi edad, hizo un viaje a Fuenterrabía con una amiga que no había visto nunca en el mar. Al ver esta mujer aquel espectáculo, se quedó boquiabierta. Corrió hasta la orilla y le gritó a mi madre, "¡Gloria, mira que bajo está aquí el cielo, si hasta se puede tocar con la mano...!".

domingo, 21 de julio de 2019

Valladolid



I
Inolvidable viaje a Valladolid, entre académico, onírico, gastronómico e iniciático. Resalto muy especialmente las conversaciones con el socialista Juan José Laborda, que fue presidente del Senado, que me enseñó el significado de la "efebocracia" y me dio pistas importantes para comprender el significado de la Transición. Desde un punto de vista personal, me cayó muy bien Jaume Vives. Me impresionó especialemnte lo que menos esperaba encontrar en él: una profunda espiritualidad. Jaume tiene algo de místico español. Con Cayetena apenas tuve tiempo de intercambiar algunas frases de cortesía, a pesar de que compartíamos la misma mesa. En su crónica de lo sucedido en nuestro hipotético debate, el Norte de Castilla dice: "La exposición de Gregorio Luri sobre conservadurismo quedó ensombrecida con la intervención de Álvarez de Toledo, que dedicó su tiempo a señalar los fallos de otros grupos políticos y movimientos sociales".

II


Ya saben ustedes que me gusta recorrer las librerías de viejo de las ciudades por las que paso. En Valladolid me encontré con varias librerías de segunda mano bien surtidas de cacharrería literaria, pero la librería de viejo es otra cosa. Como no supe dar con ninguna que mereciera este nombre, acabé comprando en la magnífica librería Un árbol de letras, de la calle Juan Mambrilla, la edición que hizo en el 2001 la Junta de Castilla y León del Europa heautentimorumene de Andrés Laguna, con prólogo de Joseph Pérez. Lo leí de una tirada en la Plaza Mayor, esquivando a vendedores ambulantes de todo tipo de abalorios y lo cerré con un punto de melancolía, porque los buenos libros siempre hablan del presente continuo.

III



En la misma calle Juan Mambrilla, a un par de pasos contados de Un árbol de letras, topé con este cartel, situado justo delante de una "escape room". Pensé que sería buena idea que en este último lugar se enseñara a las moscas a salir de la botella.

 IV


Como ocurre en el resto de ciudades castellanas, en Valladolid, la hora de la lujuria es la mañana. Si el sol del mediodía es inmisericorde e implacable, las mañanas reivindican a Castilla, sacudiendo su "polvo, sudor y hierro" y entregándole al visitante curioso una promesa que, como todo en la vida (piénsese en las castañas en otoño) siempre huele un poco mejor de lo que sabe. Pero ese olor es real: emana de las sombras que adornan las fachadas. Castilla es también el "cobijo de la sombra", por emplear una expresión de San Agustín.



V

Pasaron en Valladolid muchas otras cosas. Conocí, por ejemplo, a una filósofa admiradora de Gómez Dávila, artista de performances y "ama" felizmente casada con su esclavo, que me informó detalladamente -sin pasar nunca de la estricta teoría- de los pormenores del arte de la sumisión y la dominación. Perdí un avión y gané un día. Abracé efusivamente a María Blanco, economista, liberal, mediática y magnífica persona, a quien descubrí virtualmente hace tiempo gracias al singular "MSV" (Movimiento Stalin Vive). María me informó que el promotor de esta genial "performance" digital murió hace algún tiempo. Descanse en paz. Recordaré un paseo que un día de invierno hicimos lo dos por las Ramblas de Barcelona en el que me habló de sus proyectos con Vagina Seminova... pero esa es otra historia. Saludé a estraussianos que adquirieron la condición de tales en este café, al economista John Müller, a Vidal Arranz... y, finalmente, logré desvirtualizar a Miguel Ángel Quintana Paz, viejo cliente de este café, alma de este encuentro en Valladolid que me han regalado él y el cielo. En la noche del viernes fui testigo de su ascensión a la nobilísima condición de Caballero de la Cassette de Carreteras:


jueves, 18 de julio de 2019

Segismundo

I
¿Finge quien finge sin saber que finge?

II
 ¿Y quien se cree sincero por ignorancia de lo infundamentado de esas convicciones que soportan sus creencias?

 
III
¿Qué porcentaje de lo que consideramos más genuino de nosotros mismos ha sido robado a las personas que hemos ido admirando? ¿Tenían ellas como propio cuanto les robamos?

IV
Ser Calderón para alguien conlleva muy serias responsabilidades. Por ejemplo, la de imaginarte que eres Segismundo para ti mismo.

V
Uno se pasa la vida intentando apartar de sí lo que cree menos genuino de sí mismo. Adherencias que quisiéramos que no fueran reales, pero sin las cuales seríamos otro. 

VI
La vida es inevitablemente sueño cuando miras a la cara a aquel niño que fuiste en la foto encontrada casualmente en el fondo de un cajón, entre papeles viejos e inútiles de los que te duele desprenderte.

VII
Esta tarde viajo a Valladolid. Mañana por la mañana soñaré que razono.

miércoles, 17 de julio de 2019

Guardianes del bienestar público


I
Viaje a Madrid. Salí el lunes a las 15:00 y regresé ayer a las 17:00. En los días calurosos de verano, Madrid es una ciudad que parece acomplejada por el peso del cielo incandescente, pero en cuanto comienza a refrescar un poco al caer la tarde, las terrazas se llenan de gente y la ciudad se reencuentra consigo misma. 

II
Salió ayer en Expansión una foto que nos hicieron en Peralada. Allí estamos María Alasia, mi Agente provocador, Jordi Nadal (editor de Plataforma) y un servidor. Desde hace años Jordi me viene llamando Maese Luri y yo a él lo llamo JJJordi, porque estoy convencido de que nadie tiene fuerzas para hacer todo lo que él hace, así que he concluido que no hay un Jordi, sino tres, que son idénticos y se van turnando en sus horas de trabajo para darnos el pego a todos.

III
Ayer me enteré que hay una mujer en París que cree que soy Calderón de la Barca.

IV
Pensando en Carmen Calvo, esto de Rorty, eminente intelectual de izquierda, dirigiéndose a los intelectuales de izquierda: “¿En qué estamos más interesados: en aliviar la miseria o en crear un mundo en el que los intelectuales sean los guardianes del bienestar público?"

lunes, 15 de julio de 2019

Tormenta de verano

I
Chaparrón de verano. El día amaneció con sus rutinas, sin amenazas, pero a medida que avanzaba la mañana iba tomando un cariz pendenciero, que, finalmente, estalló a primera hora de la tarde. La escandalera de estas tormentas es una de las peculiaridades del verano mediterráneo. No seríamos nosotros sin ellas. Con las primeras gotas, enormes, se eleva del suelo ese olor tan peculiar a tierra mojada que es como una exhalación de la vida recobrada y un reencuentro con todas las tormentas pasadas a lo largo de nuestra vida. Durante media hora estuvo lloviendo con consistencia y después volvió el verano y salí a pasear en compañía de Martha Argerich y Shostakovich: Concierto de piano número 1, el quinteto para piano y el concierto para dos pianos. Volvían a la playa los desalojados por la lluvia a encontrarse con un mar sucio, que acababa de recoger toda la basura que habían arrastrado hacia él las rieras y torrentes.

II
Estoy leyendo algunos libros sobre neuroeducación. A veces siento que me toman el pelo vilmente. Una cosa es descifrar lo que un neurólogo ve en sus máquinas, sin duda cada vez más avanzadas, y otra muy distinta intentar explicarme a mí cómo es mi vida, el mundo de la vida. Si lo que dice un científico, por famoso que sea, sobre el mundo de la vida, se contradice con mi experiencia cotidiana en el mundo de la vida, es decir si intuitivamente veo que lo que dice no cuadra con mi experiencia, me quedo con mi vida que es, creo yo, con lo que se queda también el científico cuando sale del laboratorio y se dedica a ser él, no su cerebro.

III
Vuelve mi nieto Bruno de pasar unos días en un camping. Me abraza y me dice: "¿Sabes, abuelo? A veces se echa en falta a las personas a las que pones histérico".

domingo, 14 de julio de 2019

Pequeños soldados


Este es el consejo que daba Che Guevara a sus hijos en la última carta que les escribió:
Queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no estoy entre Uds.
Casi no se acordarán de mi y los más chiquitos no recordarán nada.
Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho.”
No creo que el Che viera con reticencias las canciones que los niños chinos cantan con entusiasmo en sus jardines de infancia y que dicen cosas así: "Soy un soldado pequeño, practico cada día” o “No hay nada más honorable que el trabajo” o “Cuando el maestro habla, tú no puedes hablar”. Tampoco me parece que frunciera el ceño si viese escuelas llamadas, como es habitual en China, “La sabiduría, lo primero”, “El sacrificio es oro” o “El mejor lugar para aprender matemáticas”. Y estoy seguro que no pondría ni la más mínima objeción a la “emulación socialista”, tan defendida por Lenin.

La dimensión social de la educación se mantiene viva en China y es un elemento motivador del aprendizaje, mientras parece estar desvaneciéndose en Europa, donde contemplamos la escuela desde un punto de vista cada vez más psicologizado. Los chinos saben que, como dice un refrán suyo, “una generación planta los árboles y otra disfruta de su sombra” y consideran que es un gesto muy noble plantar los árboles de cuya sombra no disfrutarán, precisamente porque ya disfrutan de la sombra de los árboles que plantaron los que les precedieron. 

La piedad filial, una de las virtudes chinas más sobresalientes. Incluso existe en las escuelas el día de la celebración de la obediencia filial. ¿Y qué decir del día en que los niños traen a sus abuelos al cole para darles un masaje y lavarles los pies? 

Pero la principal manifestación de la piedad filial es el esfuerzo escolar: hay que esforzarse por trabajar en clase porque es la manera de corresponder a lo que nuestros padres esperan de nosotros. Obviamente hay aquí todo un proyecto de educación emocional que asume que ciertas actividades escolares son imprscindibles aunque sepan “chicu” (amargas) o que aquello que puede aprenderse bien no debe dejar de enseñarse (el concepto de raíz cuadrada comienza a trabajarse en preescolar).

En las escuelas chinas preocupa mucho menos crear las condiciones de confort que posibiliten el aprendizaje (que es lo que hacemos nosotros) que crear aprendizajes que posibiliten el confort (que es lo que hacen ellos con naturalidad). 

Lenora Chu, a quien debo las observaciones anteriores, recoge en su libro Little Soldiers (2017) una entrevista que mantuvo con Andreas Schleicher, a quien ella misma define como “el arquitecto de PISA”. Ambos se muestran de acvuerdo en que los excelentes resultados de Shangay en PISA han de ser tomados en serio, porque “el Shangay de hoy es la China de mañana”. Schleicher reconoce que “los chinos están haciendo las cosas bien” porque conocen las demandas cognitivas que pueden exigírsele a cada niño. “Los chinos -añade- memorizan lo que necesitan memorizar y usan el resto del tiempo para profundizar en la comprensión conceptual”. Aunque Schleicher no lo diga, sí lo dice Lenora Chu: al menos en matemáticas, las escuelas chinas son un magnífico ejemplo de los beneficios de la instrucción directa y el meticuloso aprovechamiento del tiempo.

Los occidentales queremos creer que en algún repliegue del alma del niño está durmiendo un genio que podrá despertar con los estímulos adecuados. Los chinos prefieren confiar en la práctica intensiva, en la diligencia y en la instrucción directa.

sábado, 13 de julio de 2019

Benjamin Carson y Jordi Nadal


Juan  Cruz hace referencia a una anécdota, protagonizada por Benjamin Carson, que quiero recoger aquí con más detalle.

Mi amigo Jordi Nadal, director de Plataforma Editorial, recibió hace poco en su editorial a tres chicas adolescentes muy poco interesadas en la lectura. Les leyó la carta que Camus escribió a su maestro cuando recibió el premio Nobel. Les explicó también quién era Camus y como un día su abuela lo envió a comprar un poco de comida y él se gastó el dinero en golosinas. Cuando la abuela le preguntó dónde estaba la compra, él respondió que la moneda se le habían caído en el váter. La mujer se arremangó y la buscó con la mano, en vano. "Esto -les comentó Jordi- es la pobreza que intuyo que vosotras no conocéis". Después seleccionó una página de las memorias de Benjamin Carson y les pidió que la leyeran mientras él atendía unos asuntos urgentes.

Benjamin Carson es director de neurocirugía pediátrica en el Centro Infantil del Johns Hopkins. Su madre era una empleada doméstica que se dio cuenta de que la gente de éxito pasa más tiempo leyendo que mirando la televisión. Decidió entonces que sus hijos sólo mirarían tres programas a la semana y que en su tiempo libre leerían libros de la biblioteca pública. Cuando acababan uno, le  tenían que entregar un comentario del mismo por escrito, que ella leía en silencio, con gran interés, mientras ponía algunas marcas en el texto. Años más tarde, Benjamin Carson descubrió que su madre no sabía leer.

En el instituto, Benjamin perdió el interés por el estudio. Prefería ser un chico popular. Un día se quejó a la madre porque no le compraba ropa de marca. Ella le dijo: "De acuerdo. Te daré todo lo que gano cada semana fregando suelos, y tú nos comprarás la comida y pagarás las facturas. Con lo que te sobre, te podrás comprar lo que quieras". A Benjamin le pareció un buen trato. Pero después de comprar las cosas imprescindibles, no le quedó ni un céntimo.  Entonces comprendió los equilibrios que tenía que hacer su madre para comprar la ropa que llevaba. Y volvió a estudiar con ganas. "Mi historia -concluye Carson- es, en realidad, la historia de mi madre, una mujer con escasa educación formal que me enseñó que no hay tarea más importante que la de hacer de padres".

Una hora después de despedirse, Jordi recibió una llamada de una de las chicas. Quería decirle que cuando iban hacia la editorial sólo se habían fijado en los escaparates de las tiendas de ropa, pero que a la vuelta se detuvieron ante dos librerías.

Cuento todo esto aquí:
 

Estudiar, agradecer, llorar

I
Ayer por la tarde, fiesta de Expansión en Peralada. Esta vez fuimos con Jordi y María, de Plataforma. Viajar con la amistad al volante es acortar las distancias de tal forma que en cuanto subes al coche ya has llegado al lugar al que querías ir. En Peralada estaban Collboni y Borrell.

II
Los escolásticos diferenciaban entre "studiositas" y "curiositas". El curioso vive en un mundo de objetos, el estudioso en un mundo de dones. Una de las características de la pedagogía moderna es que no sabe lo que ha olvidado.

III
El curioso pasa su mirada por el barniz de las cosas; el estudioso agradece. Estudiar es agradecer.

IV
Cuenta Jordi esta anécdota. En la universidad, en la clase del profesor X se durmió un estudiante. El profesor le pidió a su compañero de mesa que lo despertase. "¡Perdone, señor -le contestó éste-, pero si usted lo ha dormido, despiértelo usted".

V
Escribiendo el punto anterior suena el teléfono. Me comunican la muerte repentina de una persona. La conciencia pavorosa de la fragilidad humana. Estudiar es también llorar.

viernes, 12 de julio de 2019

Amanece

I
Las primeras horas de estos días de verano son una delicia. El sol, en su ascenso, prolonga las sombras y los volúmenes de las cosas, que van, lentamente, empapándose de una luz amable, de bienvenida. Revolotean las golodrinas nerviosas, como si tuvieran prisa por recorrer todos los caminos del aire y el silencio se va poblando poco a poco de sonidos. A veces me quedo mirando al cielo, de un azul desvaído, perezoso, y paso un buen rato embobado, sin hacer nada, asistiendo al desperar del mundo.

II
La experiencia cotidiana me lo vuelve a muestrar: Todo lo que podemos pedirle honestamente a un diálogo no es un acuerdo, sino una clarificación de las diferencias. Si es así, al acabar de dialogar nos hemos hecho con una represnetación más nítida de nuestras propias posiciones, con sus puntos fuertes y sus puntos flacos.

III
Cada tiempo venera sus prejuicios, que tiene por modelos de pensamiento libre y crítico. ¡Pobre del que se atreva a ponerlos en cuestión!

jueves, 11 de julio de 2019

¿Prejuicio?

Cada vez que oigo a un docente decir que lo importante es querer a los alumnos, comprenderlos, crear un  buen clima emocional en el aula, que sean felices... no puedo evitar pensar que tiene o muy poca confianza en su pericia docente o muy bajas expectativas sobre las capacidades intelectuales de sus alumnos.

Elogio incondicional del pan

En El Subjetivo

miércoles, 10 de julio de 2019

Leer y no leer

I
No leo periódicos. A veces mi mujer se empeña en comentarme alguna noticia. Otras veces por las redes sociales me llegan ecos de acontecimientos diversos. Pienso que tal como están funcionando los medios de comunicación, su función parece ser que no es otra que la de enemistarnos con la realidad.

II
Llega julio y, por lo tanto, llegan los periodistas que, como cada año, me hacen las mismas preguntas sobe los deberes de verano de los escolares. Les digo que si no nos damos vacaciones corporales -en ninguna época le hacemos más barrabasadas al cuerpo-, no tiene mucho sentido que nos demos vacaciones intelectuales. Me temo que no me entienden. Me molesta profundamente que den por supuesto que estoy en contra de los cuadernos de ejercicios. Los periodistas también transmiten prejuicios. Son grandes moralistas.

III
Hoy como con Luis Moctezuma. México a la mesa.

IV  
En algún sitio recóndito del verano nace una brisa fresca que hace habitables estos días de julio. Escribo, leo, intento pensar; porque pienso porque rumio algo que he leído y escribo porque me empuja lo rumiado, que quiere verse con una forma ante mí. Leer, pensar y escribior son la Santa Trinidad de mis mañanas.

martes, 9 de julio de 2019

Lo singular

"Todos los casos son únicos, y muy similares a los otros".

- T.S. Eliot.

Servicio de inteligencia


Ayer en Madrid se podía ir por la calle con chaqueta. No así por los túneles del metro, pero tampoco hay que pedirle peras al olmo.  Me encontré muy cómodo hablando durante hora y media de "la educación y el futuro: retos y espejismos". Intento guiarme por un principio que viene a decir lo siguiente: "allá donde vayas, compórtate de tal manera que se abra alguna puerta". Estos días se han abierto varias. La de ayer fue completamente inesperada, porque al otro lado está Angola.  Terminé la jornada madrileña con un bocadillo de calamares, una cerveza enorme y la gozosa contemplación del espectáculo de las compactas nubes blancas, evolucionando a su aire sobre los tejados de la estación de Atocha. El mayor espectáculo de Madrid es siempre el cielo.

Por la mañana, mientras iba en el cercanías de Ocata a Sants, un par de señoras de no menos de 70 años hablaban a mi lado de política. Una se quejaba de la alcaldesa de Barcelona y la otra decía que la política es aguantar. "Salga el que salga, hay que aguantar. La democracia es esto, aguantar al que sale elegido". Lo decía con resignación cristiana.

Hoy espero una llamada de Juan Cruz y una entrevista de TVE.

lunes, 8 de julio de 2019

Patatas



I
Viajo dentro de un rato a Madrid, donde pasaré la tarde hablando de educación. A pesar de que Madrid no es el lugar con el que uno sueña estar en julio, me siento siempre muy cómodo allí. No parece que haya nadie dispuesto a imponer una ortodoxia educativa. Eso hace posible la coexistencia de una pluralidad de modelos y, por lo tanto, la comparación entre ellos.

II
Escribiendo el artículo de esta semana para El Subjetivo me doy cuenta que hace 10 años compartimos mesa y tertulia educativa Mercé Beltran, Carol Biosca, Salvador Cardús, Jordi Casabella, Marga Gallifa, Francisco Longo, Ferran Mascarell, Irene Rigau, Jordi Sánchez, Josep Maria Sanclimens, Mariona Trabal, Xavier Vidal, Josep Villalonga, Ernest Maragall y un servidor de ustedes. Siento la aceleración del tiempo. Hemos corrido mucho para llegar exhaustos a ninguna parte y, posiblemente, ya no es posible volver a sentar a los mismos en la misma mesa.

domingo, 7 de julio de 2019

Obsolescencias



Se estropeó, sin más ni más, uno de los fuegos de la vitrocerámica.  Bucando técnicos, encontramos una empresa que cobraba 60€ por el desplazamiento. Pero si  la reparaban ellos, sólo cobraban la reparación. Vino el técnico, dijo  que no tenía arreglo y nos cobró 60€ más IVA, por el traslado.

Les ahorro la descripción de nuestras caras.
 
Pasaban los días y no nos decidíamos a comprar una vitrocerámica nueva.  Y con el paso del tiempo, nos fuimos acostumbrando a convivir con otro objeto inválido más. Es lo propio de la edad: hasta las prótesis cojean.

Y ayer, también sin más ni más, la vitrocerámica se puso a funcionar como si tal cosa. Nadie ha tocado nada. No hemos movido ni un cable. Ella solita se ha regenerado. 

Lunacharsky escribió una obra revolucionaria que se tituló "La rebelión de los objetos". Si yo supiera hacerlo, escribiría "La piedad de los objetos". La vitrocerámica ha querido agradecernos, sin duda, que no la considerásemos obsoleta y la tirásemos a un vertedero.

viernes, 5 de julio de 2019

Forum Edita



Me llevo un magnífico recuerdo de mi participàción en el Forum Edita. Buena gente, nuevos planes, nuevas puertas que se abren. Estas han sido las palabras con clusivas de mi charla en el Forum Edita esta mañana:

Aprender a leer, y este es mi resumen de lo dicho, es aprender a leer rápido en la escuela para estar en condiciones de practicar la lectura lenta en la Universidad, esa lectura rumiante que Nietzsche ensalza en el luminoso prólogo de Aurora, sin saber, posiblemente, que está recogiendo una imagen que se origina en el Llibre de meravelles de Ramon Llull: “Una vegada es va esdevenir que un filòsof, quan hagué estudiat, anà a distreure’s fora de la ciutat, i va veure un bou que menjava molt de temps en un camp de blat. Quan el bou estigué tip, va sortir del camp de blat i va entrar al desert, i va jeure prop d’un arbre, i va remugar i mastegar allò que havia collit al camp de blat. Aquell filòsof va retornar a la ciutat, i per l’exemple que hagué après del bou, va pujar-se’n a una alta muntanya amb tots els seus llibres. I en aquella muntanya es va estar molt de temps recordant allò que havia après, i va trovar noves ciències…”
 
Acabo.
 
Decía el comediógrafo Antífanes, según cuenta Plutarco, que en cierta ciudad, las palabras se helaban por el frío inmediatamente después de ser dichas y, después, desheladas, la gente oía en verano las cosas de las que habían hablado en invierno. Asimismo, añadía que muchos se dan cuenta con trabajo, mucho tiempo después, cuando ya son ancianos, de lo que significaban las palabras que les decía Platón cuando aún eran jóvenes. 

Me quedo con esta imagen refrescante que aquí no hace falta explicar, porque  todos tenemos edad para saber que  leer es sembrar el alma de palabras, y que leer el mundo es, como decía el añorado Lluis Duch, empalabrarlo.

Madrid


Viaje de ida y vuelta en Madrid, para pasar la mañana en un buen colegio con un grupo de excelentes profesores. Ellos creen que voy con la intención de enseñarles algo, pero vuelvo a casa con la maleta repleta de aprendizajes. Hay centros que no saben que son excelentes porque no valoran como es debido la excepcionalidad de su normalidad tranquila y exigente, la cordialidad colectiva, la importancia de sus convicciones, el rigor de sus prácticas reflexivas, el cuidado del detalle. Pero tú, que llegas de fuera, lo ves de manera clarísima en cuanto te abren la puerta y te encuentras con la eficiencia sin aspavientos en cada detalle.

Aproveché el AVE para comenzar a leer Urban Mmyths about learning and education, de Pedro de Bruyckere, Paul A. Kirschner y Casper D. Hulshof.

jueves, 4 de julio de 2019

De Isabel al Forum Edita

Ayer
 
Rebajas. Entro en unos grandes almacenes a comprarme un par de pantalones. Me atiende una joven muy amable, aunque de cara triste. Se llama Isabel. Le señalo los pantalones que me gustan y me dice que no tiene mi talla, pero que si me espero unos minutos me los traerá del almacén.
- ¿Me esperará?
- ¡Si claro!
- Es que nunca me esperan.
Le sonrío. Se aleja deprisa. 
Mientras vuelve me entretengo mirando otras cosas sin darme cuenta de lo rápido que pasa el tiempo hata que veo a Isabel con unos pantalones en la mano, buscándome sin encontrarme.
- ¡Aquí estoy! - le digo.
- Ya estoy acostumbrada, los hombres nunca vuelven.
- Yo sí.
- Usted es la excepción.
- La vida es un conflicto, Isabel -le digo por decir algo.
- ¡Qué bien habla usted! ¿Escribe libros de autoayuda, o algo?

Hoy


Inauguración del Forun Edita. Encuentros con gente importante. Algunos son editores amigos. Discursos protocolarios y un discurso interesante, aunque con muchas bviedades, de Feltrinelli. Me quedo con estas ideas:

“Se tiene la sensación de que el libro está perdiendo su papel”
 
“La palabra ‘cultura’ ha sido sustituida por la palabra ‘contenidos’”

“Una vez agotado el efecto novedad el porcentaje de lectores de e-books está bajando... es la consecuencia del cansancio digital”.
 
La nuestra es una “época de pasiones tristes”

Tras la inauguración, un vino y después cena en el Alma. Hemos hablado de muchas cosas que no puedo contar y que, posiblemente, no tienen ningún valor.

miércoles, 3 de julio de 2019

Mundo, demonio y acelgas

I
Lo más sabroso del verano es la siesta. Aunque sólo fuera por ella, estaría justificada la existencia de la canícula. Esa deliciosa flojera que se apodera de uno y te descoyunta la conciencia, ese diluirse de uno mismo como un terrón de azucar en el agua de la nada, esa urgencia de cerrar los ojos y dejarse llevar... 

II
Leo en un periódico a una psicóloga que asegura que los gritos a los niños no sirven para nada. Yo pienso que depende...  Si los gritos se convierten en hábito, suelen fomentar la sordera selectiva de las criaturas y el cabreo creciente del vecindario. Pero un grito de vez en cuando... sirva o no sirva al niño, ¡qué a gusto deja al padre o a la madre! Los padres sensatamente imperfectos, gritan cuando gritan. Y punto. Y los hijos, si quieren llegar a ser adultos, tendrán que aprender a querer a sus progenitores aceptando sus imperfecciones o incluso a pesar de ellas.

III
Mando 6 líneas biográficas a La Isla de Siltolá para mi próximo libro de aforismos, El amparo de las sombras, continuación de Aforismos que nunca contaré a mis hijos. Pensando en Javier Sánchez Menéndez, recupero algo que escribí en enero del 2017: "Hay en el extremo norte de Siltolá un cabo sin nombre que merecería estar reservado a Chateaubriand. Sería suficiente con una humilde cruz de hierro medio herrumbrosa entre las rocas y esta inscripción a sus pies: "Un grand écrivain français a voulu reposer ici pour n'y entendre que le vent et la mer". Eso sí, el lugar ha de ser agreste y poblado de aves de paso, para que el visitante pueda sentarse a leer junto a la cruz: "Homme, la saison de ta migration n'est pas encore venue; attends que le vent de mort se lève, alors tu déploieras ton vol vers ces régions inconnues que ton coeur demande! Levez-vous vite, orages désirés, qui devez emporter René dans les espaces d'une autre vie!"

martes, 2 de julio de 2019

Competencias del siglo XXI

Primero, los buenos días:


Y, segundo, lo segundo:

Lo de las competencias del siglo XXI es una broma que sólo se ha tomado en serio la escuela, que es una institución que no conoce la ironía. Cada dos por tres aparece una nueva lista de competencias "clave" para el siglo XXI elaboradas -dicen- por alguna instancia de prestigio y alguna competencia que iba a ser clave ayer es sustituida por otra. Pero si se analizan de cerca las difernetes listas y se subraya lo que tienen en común, no se tarda en descubrir que las comptencias del siglo XXI son, básicamente, las que hicierion grande a la ciudad de Ur... Claro que los "competentes" del siglo XXI, tal como nuestra escuela los concibe, no sabrán qué demonios es eso de Ur.

lunes, 1 de julio de 2019

Soy un falso para el calor


Dicen los hombres del tiempo (y, en las actuales circunstancias estivales, también del ser) que esto amaina, que va a refrescar, que vamos a tener un paréntesis de clima apto para los humanos. En mi tierra dirían de mí que soy "mucho falso pa'l calor". Lo soy.

Conciencia de clase

Le comenté a mi dilecto Ferran Sáez que vi en El Callao, el barrio más humilde de Lima, una enorme pintada que decía: «Aprender a aprender: ...