martes, 9 de octubre de 2007

Baroja, Schopenhauer, Nietzsche

De Baroja como lector atento de Schopenhauer se ha escrito mucho. Parece claro que Schopenhauer le abrió el camino que lo conduciría en poco tiempo hasta Nietzsche, en quien encontró finalmente lo que había estado buscando inútilmente en Kant: Una perspectiva integral sobre el presente de incertidumbres que había dejado tras de sí el 98 y un revulsivo contra “la piedad dulce de la moral de los esclavos”. El primer artículo de Baroja sobre Nietzsche es de 1899 (Nietzsche y la filosofía: a él pertenece la cita anterior).

Playa de otoño” es un cuento anterior a su encuentro fecundo con Nietzsche. Pertenece al que podríamos llamar “Baroja lírico”, el primer Baroja, schopenhaueriano, escritor de cuentos, que se detiene en los adjetivos coloristas con un afán que no volverá a practicar en ninguna de sus novelas (quizás con la excepción de “El laberinto de las sirenas”). Concluye de esta manera:

“Y llegarán otras primaveras y otros veranos –pensó con desesperación-, y ante el mismo mar que ruge, agitado en olas inmensas; ante los mismos crepúsculos rojizos y las mismas noches estrelladas, germinarán otros amores y otras ilusiones en otras almas…, y yo habré pasado como la espuma que brilló un momento”

Es fácil encontrar en ese párrafo algo más que un mero aire de familia con este otro de El amor, las mujeres y la muerte de Shopenhauer:

"Te pareces a la hoja de un árbol cuando, marchitándose en otoño pensando en que se ha de caer, se lamenta de su caída, y no queriendo consolarse a la vista del fresco verdor con que se engalanará el árbol en primavera, dice gimiendo: 'No seré yo, serán otras hojas".

3 comentarios:

  1. En su biblioteca de Itzea tiene los libros de sus admirados en alemán,bien subrayados y con acotaciones al margen.

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  2. Hay una frase de Pablo Jovio que Baroja cita varias veces en "Los amores tardíos", novelita que no es sino la historia de un amor condenada al fracaso: un hombre enamorado de una mujer casada y poco más. Cierra el libro la frase que a mi se me antoja como una especie de declaración de fe, no solo del personaje Larrañaga, en el que yo he imaginado un trasunto de Baroja, sino del mismo autor: refiriéndose a los días que pasan sin remisión, escribe "Los llenos de dolor; los vacíos de esperanza".

    Creo que toda la obra de Baroja está teñida de esta certidumbre con respecto al tiempo que pasa y al carácter de sus personajes, enredados en el tiempo y en sus actos.

    En el arranque de su estudio sobre Baroja, escribe Ortega que él cree que el autor "se venga de su vida contándonos la de su tío" refiriéndose a las aventuras de Avynareta. Yo pienso que Baroja se venga de su vida contándonos sus personajes, uno a uno; que en su cabreo existencial (y no sé bien si esta expresión será correcta) nos dice: ¡Ea! Entérense ustedes que esto es así y no de otra manera. Al final, los días de la existencia "llenos de dolor; vacíos de esperanza".

    En cualquier caso, magnífica tu aproximación al personaje.

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  3. Lo de "cabreo existencial" me parece un estado propio de los Baroja pasados y presentes. La Maga podría contarnos alguna cosa al respecto, ¿A que sí, Maga? Son gentes predispuestas a sentirse desairadas y a salir a desairarse a voz en grito y con cara de pocos amigos.

    Lo de Ortega... hay algo que me parece que Ortega no le perdona a don Pío: que tenga ideas filosóficas. Las ideas filosóficas para Ortega eran la prueba de que se carecía de sistema filosófico y tal cosa era en España exclusivo patrimonio de Unamuno y de él (en opinión de Ortega, claro está). ¿Pero hay que despreciar a todos los novelistas que careciendo de sistema filosófico tienen ideas filosóficas? En ese caso quizás sólo salvaríamos a Thomas Mann.

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