domingo, 31 de marzo de 2019

Sevilla y Nuestra Señora de la Lectura Lenta


Mi peregrinación personal por la iconografía de Nuestra Señora de la Lectura Lenta me ha llevado a Sevilla y, por lo tanto, a la calle de la Virgen de los Buenos Libros, que hace esquina, como descubrí allí mismo, con la calle Cisneros, un azar, sin duda, muy acertado. 


De allí el camino me ha conducido (porque en esta peregrinación el camino es la meta) hasta Triana... Recuerden ustedes que estamos a las puertas de abril y que esto es Sevilla.


En Triana me esperaba, en la iglesia de Santa Ana, este retablo de Alejo Fernández (1520), una obra excepcional a la que la foto no le hace justicia, y que pone de manifiesto a la vez la influencia de flamencos e italianos en los artistas sevillanos de la época y la extensión de esta iconografía por Europa.


He dejado atrás Triana por el puente de San Telmo y me he  acercado a San Salvador. Si han tenido la suerte de recorrer su sobrecogedor interior, ya sabrán ustedes que éste es un templo que te obliga a caminar de puntillas y mirando hacia arriba, porque en él se experimenta un irresistible empuje ascensional. Allí me esperaba esta anunciación de Pedro Duque Cornejo (primera mitad del XVIII) y el Retablo de Santa Ana, 

que muestra a Santa Ana enseñando a leer a la Virgen. El autor es José Montes de Oca, que lo talló en 1714. Ya me he encontrado varias veces con la imagen de Santa Ana como maestra, pero este caso el encuentro es doblemente emotivo; en primer lugar, por la singularidad de la obra y, en segundo lugar, porque con ella se pretendió impulsar una campaña de alfabetización promovida en aquellos años por las Academias.

Seguiré caminando.


miércoles, 27 de marzo de 2019

Ayer

Ayer participé en una magnífica comida en un magnífico restaurante de Puebla con una magnífica compañía. Estaba presente el Nuncio apostólico. No entendí nada de lo que se habló.  Estaba sumido en uno de mis episodios de acúfenos y más sordo que un tapial. Así que me limitaba a decir que sí a todo. A veces, cuando veo las caras con las que aquellos que pretenden ser mis interlocutores reaccionan a mis síes, me pregunto qué demonios me habrán preguntado.

lunes, 25 de marzo de 2019

¡México, cuánto te quiero!

Los mexicanos tienen razón: hay que agradecerle al cielo lo divino y lo humano. Aquí tienen ustedes una muestra de la religión popular mexicana que he descubierto esta mañana por casualidad y me ha tenido entretenido -muy entretenido- durante horas.


Tupir: Atacar, agredir.
Petatear: Morirse.


Calzonear: Defecar.


La pulcata es la pulquería, donde se bebe el pulque. 
No por casualidad hay una pulquería en la Ciudad de México que se llama "Los duelistas".


Una chichi: Un pecho.


Gallo: Serenata.



Tupir: Atacar, agredir.
Coscolino: Mujeriego.



Cates: Golpes.



Coscolino: Mujeriego


Se le quitó lo menso: Dejó de ser objeto de burla.


Tupir: Atacar, agredir
Petatear: morirse

jueves, 21 de marzo de 2019

Huamantla

Uno cree que viaja al otro extremo del mundo y resulta que el mundo se ha encogido tanto que todo está a la vuelta de la esquina. Veía en el mapa el nombre de Huamantla, en el estado mexicano de Tlaxcala y sólo encontraba una eufonía que explotaba en chasquidos en mi boca al pronunciarlo. Es decir, algo exótico y atractivo, pero enigmático. Pues bien, resulta que Huamantla, en Tlaxcala, es una ciudad que, en cierta forma, quiere ser Pamplona. Y no sólo eso. Me encontré con varias personas que han estado en Pamplona.

El viaje de ida y vuelta fue magnífico. Muy buena y muy filosófica compañía. La ida la hicimos a la sombra de La Malinche, que se erguía a nuestra izquierda, majestuosa y, al menos para un español, acogedora. A la vuelta ya era de noche y se nos pasaron los quilómetros sin darnos cuenta, discutiendo sobre si Gadamer había entendido bien la "phrónesis" aristotélica. ¡Ya ven ustedes, qué cosas! El veredicto fue unánime: No.


La primera sorpresa vino cuando, tras la pantagruélica comida, pedí un tequila y me lo sirvieron así. Y entonces até cabos: aquel señor de la mesa de al lado con coleta debía ser torero y la cantidad de símbolos taurinos que nos rodeaban no era un mero adorno. Estábamos en un pueblo apasionadamente taurino. Tan taurino, que tienen su propio encierro, la "huamantlada". Se llama así porque, por vete a saber qué razón, suponen que el encierro de Pamplona se llama "pamplonada". Lean ustedes:




Esta calle viene a ser La estafeta de Huamantla:



La primera plaza de toros de Huamantla se construyó en 1870 y era rectangular. En 1910 la modificaron para darle la forma circular habitual. Fue entonces cuando la bautizaron como "La Taurina" En el año 2000 ampliaron el foro, que tiene cabida para seis mil espectadores. Pueden ver la carpa desmontable. No intenta dar sombra, sino proteger a los aficionados de la lluvia. En julio y agosto celebran la feria de Huamantla y el 18 de octubre, el aniversario de la fundación de la ciudad. Hay también una escuela de tauromaquia dirigida, como descubrí al verlo, por el torero que comía a nuestro lado.




Las comidas siguen siendo excelsas. Y, siempre dejándome llevar por los nombres, hoy he probado un postre con un nombre sugerente: "Dedo de novia":



Respecto al volcán, mi tocayo Don Goyo... la gente intenta tranquilizarme. Xavier Guzmán me cuenta desde la Ciudad de México que Popocatépetl quiere decir "montaña que humea" y que si humea, no explota. Me pregunto si Don Goyo estará de acuerdo. La verdad es que AMLO, el Presidente de México, acaba de decir que la situación no es preocupante.... y eso sí que me ha preocupado. 

Bajo el volcán: Frida Kahlo y Josep Bartolí


Josep Bartolí y Frida Kahlo


miércoles, 20 de marzo de 2019

Bajo el volcán


Ya no tengo dudas: Dios es de Puebla. Y, por lo tanto, el demonio no puede ser de muy lejos. Así que mientras el cielo nos sorprende con este escándalo luminiscente, el aire se va cargando de un tufillo de azufre que los poblanos parece que no sienten, pero que a mí me resulta molesto. Me aconsejan que me ponga una mascarilla.


Dios es poblano porque las excelencias de esta comida sólo pueden provenir de una mente divina. Me dejo llevar por los nombres de las cosas, pidiendo, eso sí, por favor, que no piquen. Si te dicen que sólo pica un poquitín, hay que rechazar la oferta de plano: es el diablo anticipándonos el sabor del infierno. 


Desde mi habitación me quedo extasiado cada tarde con las puestas de sol, que acuden puntualmente a la cita, y no defraudan. Despliegan su esplendor justo sobre el Popocatépetl o, como lo llaman por aquí, el Don Gregorio y, de forma más coloquial, el Don Goyo.


¡Qué escenografía! Sólo falta la voz de Dios diciéndonos alguna cosa esperanzada a los que vivimos bajo el volcán.


Porque existe el volcán existen esta apuestas de sol.


Mañana me llevan a Huamantla. Y aquí estoy, repasando con el dedo los caminos que llevan a topónimos imposibles. 





martes, 19 de marzo de 2019

En el día del padre

Dice Platón en las Leyes que los padres son imágenes vivas de los dioses.

Pero cuando uno tiene en su casa "como un tesoro inmóvil y abatido por la edad" a su padre o a su madre, ha de saber que no hay mejores intercesores a los ojos de los dioses.

"Para el hombre bueno es una suerte que vivan sus antepasados cargados de años hasta los últimos límites de la existencia y un motivo de amarga nostalgia que desaparezcan jóvenes".

La Heroica Puebla de Zaragoza

He dispuesto de dos días de asueto en Puebla. Pedí a las personas que me han invitado que me dejara, por favor, a mi aire, para flanear a mi antojo, dejándome guiar exclusivamente por mis caprichos, sin necesidad de negociar los antojos. Antes de ayer, el Zócalo y alrededores; ayer me organicé un recorrido por las librerías de viejo de la ciudad y pasé una mañana realmente espléndida. Para ser justo debiera hablarles también de la comida poblana, una de las maravillas del mundo, pero permítanme que me limite a mostrarles algunas fotos.


Un indio con un libro. Este es nuestro legado como españoles. Han pasado los siglos y la magnífica biblioteca del obispo Juan de Palafox sigue siendo uno de los orgullos de Puebla.


Me gustan los pequeños establecimientos de comida, que no tienen más de un par de mesas, y donde se cocina a dos palmos del comensal... paso por ellos mirando de reojo, pero me gustaría entrar en todos...


... aunque no siempre tenga claro siempre qué es lo que se come allí.


La capilla de la Virgen del Rosario, en la iglesia de Santo Domingo (aquí se juntan el de Guzmán y el de Silos) es una de las joyas del barroco hispano. Ciertamente, como insiste Platón, la naturaleza nos puso los ojos en la cabeza para poder elevar la mirada hacia lo alto. El catolicismo es una pulsión ascensional y el católico, un árbol inverso, con las raíces apuntando hacia las estrellas.


Junto al esplendor de lo alto, la humildad de lo aparentemente bajo.


¡Cómo me gustan estas tallas sencillas, elementales, en las que la piedad suple con creces los límites del arte!


Aún se notan, en la iglesia de Santo Domingo, las huellas del último terremoto.


El flâneur viaja sin norte para encontrarse con lo que no busca.


Y el azar amigo suele ser su aliado... a veces.
- Puedo hacerle una foto al escudo de la fachada?
- No le entiendo --me dice el vigilante.
- Si puedo hacerle una foto al escudo de la fachada -le repito despacio y gesticulando.
- ¿Tiene usted algún familiar ingresado?
- No.
- Pues entonces, no.


Las plazas son de verdad plazas cuando tienen una iglesia en un lado que ordena la perspectiva y el espacio del conjunto. Pero para que las iglesias merezcan su nombre deben estar abiertas. Una iglesia cerrada es como un libro cerrado o un amor inédito. 


Dice la prensa que el Popocatéplt se ha despertado y que estamos en alerta amarilla. Hoy el cielo se ha aliado con el volcán y le ha mandado al sol ponerse con pompa y circunstancia más allá del Popo y de sus nubes. El resultado ha sido una explosionó estética a la que mis fotos son incapaces de hacer justicia.





domingo, 17 de marzo de 2019

De Tlalpan a Puebla: Vivir parece casi nada


El día de ayer no comenzó en realidad con la salida del sol, sino a media tarde en la plaza de Tlalpan, que estaba en fiestas, como sus jacarandás florecidas. Puestos callejeros, niños correteando, música, terrazas llenas y aromas de los puestos de comida que la brisa mueve a su antojo de aquí para allá. Hay veces en que la vida te regala unos días así, como de tarde de fiesta de pueblo en vísperas de primavera y uno no siente ni que está viviendo, porque el mero vivir lo ocupa todo con su cordialidad. 

El reencuentro con Xavier, como era previsible, alegre y con la urgencia de ponernos al día de nuestras idas y venidas. Hemos compartido proyectos e ilusiones. Estamos hechos para entendernos. A las 7 había quedado en el Centro Vlady, en la calle Goya, con Claudio Albertani y Xavier se prestó a llevarme hasta allí, pero de camino nos paramos en la casa de Alberto Híjar, intelectual marxista, amante del arte y de los toros, que tiene en la cabeza mil detalles de la historia de la izquierda mexicana y en su biografía los avatares de los últimos setenta años de esa historia. 


Después Claudio Albertani me contó que aquellos originales de aquel famoso pintor español los tiene X y que vamos a intentar hacer una exposición, para la cual cuenta conmigo. ¡Qué persona más generosa es Claudio! Los detalles, amigos, en su debido momento.

El día de hoy puede decirse que ha comenzado a las 11 de la mañana con la conferencia que he dado en el auditorio Santa Teresa de Ávila de la Universidad Internacional: Ser imperfectos en la sociedad de la excelencia. Allá estaba, entre el público, Javier Martínez, con el Niebla de Unamuno entre las manos y estaban también la directora y la jefa de estudios de un colegio que ha organizado, con un notable éxito, un taller para padres basado en mi Mejor educados. Lo que me han contado me ha emocionado. Por supuesto, les he ofrecido toda mi colaboración.


El tequila como una de las bellas artes


Escribo esto en Puebla. La tarde languidece y a través de la ventana de mi habitación veo el perfil volcánico del horizonte. 

A veces vivir parece casi nada.


El guionista caprichoso

 I A eso de las cuatro de la tarde ha sonado el teléfono. Era una de esas llamadas que esperas que nunca lleguen y que cuando llegan, siempr...