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viernes, 30 de octubre de 2015

Oración a una hoja de rúcula que queda en el plato

Tú rúcula, no estás meramente ahí como está el aire. Ni te limitas a contemplar desde tu condición residual mi ser-ahí. Estás ahí como testigo, como mojón, como brújula, rúcula. Estás ahí para recordarme que eres mí último bien. La última esperanza de mi ser en el mundo. Con tu humildad has desbancado al jamón, a la butifarra, a la chistorra, al chorizo, a la morcilla, a la hamburguesa con bacon. Tú, ridícula rúcula, pura epifanía de la sinsubstanciación, deberías ser la sagrada forma de la comunión laica, porque no es un drama haber matado a Dios si nos queda tu presencia.

Santa Rúcula
ora pro nobis

Me he sentido reconciliado con mi laberintitis


Filosofar...

... o es el arte de dormir con el enemigo o no es nada.


Nacionalismo

Los argumentos contra el nacionalismo me podrían parecer racionales si el racionalismo fuera un valor político.

jueves, 29 de octubre de 2015

Pero la realidad supera a la ficción

"En el aula 116 B (...) se está llevando a cabo una "micro revolución" gracias a la llamada "metodología disruptiva". En ese aula, las mesas están colocadas "con las patas hacia arriba", el conocimiento "no es unidireccional" y los temarios "se amplían con la suma del conocimiento de todos los presentes". Uno de los estudiantes dice no querer "reproducir un sistema" que siempre ha odiado".

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miércoles, 28 de octubre de 2015

Por algo me gustan los Simpson



Gracias, Alberto Royo.

Erasmo: Maestro de educadores



Reseña de "Eduqueu els infants ben aviat en les lletras" de Daniel Capó en el Diario de Mallorca de hoy mismo. He de reconocer que me emociona la referencia a Rémi Brague.


¿Qué actualidad puede tener un viejo opúsculo sobre la educación infantil escrito hace ya cinco siglos por el insigne filólogo renacentista Erasmo de Rotterdam? ¿Se trata acaso de una curiosidad académica, de una pieza de museo más, reciclada en ese escaparate del todo a cien intelectual que cambia a cada estación? En nuestra época, el prestigio del presente se levanta sobre un olvido hipócrita del pasado, lo que facilita que sea utilizado por los doctrinarios de cualquier ideología. La destrucción del pasado permite la reescritura del presente, del mismo modo que la 'museificación' embalsama la memoria, malogrando cualquier posibilidad de un diálogo creativo y constructivo. Frente a esta tierra árida, carente de un humus cultural auténtico, Erasmo nos invita en Eduqueu els infants ben aviat en les lletres (Ed. Adesiara, 2015) a frecuentar la conversación con los maestros del pasado.

"Hem conclòs –escribe el pedagogo Gregorio Luri en su magnífico prólogo al libro– que el passat no té res de rellevant a dir-nos sobre nosaltres mateixos, sinó que són els nostres interessos cojunturals els que s'han d'erigir en els jutges de la història." Así, por ejemplo, hemos llegado a una situación tan absurda como que una determinada clase política se apreste a tildar de genocidio el descubrimiento de América, incurriendo en una banalidad asombrosa, casi criminal. En cambio, un filósofo tan perspicaz como el francés Rémi Brague se enorgullece de pertenecer "a una nación de traidores", en referencia a sus antepasados galos que decidieron hace dos milenios abrazar la civilización romana. La idea de Brague, escandalosa, si se quiere, para las mentalidades puritanas, sugiere un principio común a todo el humanismo clásico: la profunda conciencia de la imperfección humana. "L'home d'Erasme –prosigue Luri– està inacabat, però funda la seva grandesa en la consciència de la seva manca d'acabament i del seu acabament possible. [?]. El seu home és imperfecte, però té voluntat i per això mateix necessita enteniment. En aquest sentit, la formació intel·lectual és per a Erasme un deure moral." 

Sin duda, en una época como la nuestra abocada a la extraña idolatría de la inmadurez, los consejos pedagógicos de Erasmo de Rotterdam –el cultivo de la lectura reflexiva, de la atención constante, del esfuerzo virtuoso, del ejercicio repetido, de la coherencia en el itinerario educativo– suenan a provocación sin sentido, anticuada y obsoleta. Al igual que el ruso Pavel Florenski, Erasmo cree en la necesidad de frecuentar la belleza, severa maestra del buen gusto y de la dignidad. Con Aristóteles comparte que la imitación social moldea nuestro carácter, por lo que defiende el valor cívico de la ejemplaridad. En efecto, es la convivencia con los compañeros la que nos forma y deforma, como el influjo del clima, para más tarde insertarnos en el mundo. El diálogo con el pasado, a su vez, actúa como un antídoto de la perversidad de un dogmatismo rígido, excluyente, siempre dispuesto a soslayar las zonas de sombra del pensamiento, el juego de matices que delimitan el fructífero espacio de la duda.

Lo asombroso, en todo caso, es que la evidencia científica parece argumentar a favor de muchos de los postulados de la educación clásica. Hoy sabemos lo que ya sabía Erasmo mucho antes. Por ejemplo, que leer en voz alta y de forma habitual a los niños constituye el mejor cimiento para el futuro académico de un alumno o que la influencia de los iguales –los compañeros de curso– resulta con frecuencia determinante. Hoy sabemos que una de las claves del éxito de las escuelas finlandesas reside en la excelencia de sus profesores, lo cual a su vez nos habla del papel de los buenos modelos. O que, si en Singapur la enseñanza de las matemáticas resulta ejemplar, se debe tanto a la eficacia del método como a las muchas horas de esfuerzo que ponen los alumnos. "Nosaltres –concluye Gregorio Luri en su prólogo– volem una felicitat que ens amagui els nostres límits, volem una felicitat que ens faci innocents". Erasmo, en cambio, nos propone "una felicitat possible", aquella que no esconde nuestros límites, sino que pretende paso a paso, con una reflexiva lentitud, perfeccionarnos a lo largo de toda una vida.

martes, 27 de octubre de 2015

La niña del napalm

El 14 de octubre cené con Kim Phuc. Tiene la piel de la cara tan delicada y brillante que me he de resistir al reclamo metafórico del nácar o la porcelana. Cuando se lo digo, se arremanga decidida y pone mi mano sobre su brazo izquierdo. Noto la incomodidad de una piel con una consistencia de cartón piedra y no sé qué decir. Ella me sonríe y me cuenta que vivía en el pueblo de Trang Bang, al norte de Saigón. "Yo no sabía nada de la guerra. Hasta ese momento la herida más seria que había tenido fue en la rodilla, un día que caí de la bicicleta".


El 5 de junio de 1972 se refugió con su familia en el templo de Cao Dai porque su pueblo se había convertido en zona de combate. El día 8 un soldado les dijo que salieran rápidamente porque corrían un gran peligro. Kim oyó, efectivamente, cómo se acercaban los aviones. "Hacían mucho ruido". Comenzaron a caer bombas. "Sentí cuatro explosiones. Bummm. Yo y mis primos salimos corriendo hacia la carretera. De repente me invadió un penetrante olor a gasolina y los gritos de mis primos. «Kim !, Kim!», me llamaban, porque mi ropa había desaparecido y me salían llamas del cuerpo". Dos de sus primos, uno de seis meses y el otro de tres años, murieron abrasados. Ella sufrió quemaduras en el 65% de la piel.


El fotógrafo Nick Út estaba registrando el diluvio de fuego. Él mismo me lo contó al día siguiente. No pensó en posibles supervivientes hasta que de repente se dibujaron las formas borrosas de varias figuras humanas tras la cortina de fuego. Salió corriendo una mujer con un niño en brazos al que le colgaba del talón una tira de su propia piel y "detrás de ella vi un grupo de niños que se acercaban llorando y gritando". Una niña les pasó cerca con la espalda quemada. Instintivamente le vació el agua de la cantimplora sobre las heridas.

En Hanoi, Nick Út encontró en el negativo número siete la imagen de la niña del napalm. Richard Nixon dudó de su autenticidad, pero a Út le dieron el premio Pulitzer.

Cuando su padre le enseñó su foto, Kim se enfadó pensando que todo el mundo la había visto desnuda. Fue lo único que sintió, vergüenza. "¿Qué quieres que sintiera, con nueve años?"

He notado que me cuenta todo esto porque es muy amable, pero de lo que quisiera hablarme es de su hijo Thomas, que se casó en agosto pasado. Entonces me doy cuenta que toda la vida ha estado huyendo de la niña de la fotografía para poder ser quien quiere ser. "La gente se interesa por mi foto, no por mi vida". Con un gesto espontáneo se lleva la mano al cuello y juega durante unos segundos con los símbolos que cuelgan de una cadena: una hoja de arce y un crucifijo. Quiere hablarme de eso, de Canadá, que es el país que lo ha acogido, y lo que ha significado para su vida el encuentro con el Evangelio.

Pero yo no puedo evitar empujar la conversación hacia la foto.

"Pensaba a menudo que nadie me querría nunca, con el cuerpo quemado! Tenía migrañas y dolores y para las autoridades comunistas era sólo la niña del napalm, un motivo para la propaganda".

En 1986 viajó a Cuba a estudiar medicina y conoció al que hoy es su marido, que había sido del Vietcong. "La gente me pregunta aún como me pude enamorar de un comunista, pero yo sólo sabía que estaba enamorada". Se casaron en 1992 y fueron de luna de miel en Moscú.

El avión que los traía de vuelta a Cuba hizo escala en Terranova. Entonces la Kim decidió desertar. Era el 15 de octubre de 1992. Fueron a vivir a Toronto y durante un tiempo consiguió ser una mujer que intentaba organizar su propia vida sin el lastre del pasado. Pero un periodista la localizó y volvió a aparecer en los medios. De nuevo era la niña del napalm. "Me cambié de residencia. Pero no había manera de huir de la foto. No había manera de ser normal ".

En 1996 conoció John Plummer, el piloto del bombardero que lanzó las bombas sobre el templo de Cao Dai. Se abrazaron y lloraron mucho los dos. Al separarse, el piloto confesó que "se había quitado de encima el peso del mundo entero". Entonces la Kim comprendió que si no podía escaparse de la niña del napalm, podía reconciliarse con ella para promover la paz.

Colgué en Facebook la imagen de la niña del napalm. Como era de esperar, recibí muchos comentarios. Uno de ellos fue el de Manuel Periáñez, el hijo de Marina Ginestà, aquella joven miliciana que el 19 de julio del 36 fue fotografiada en la azotea del Hotel Colón. Cuando lean esto estaré en París, hablando con él.


Nota: cené con Manuel y hablamos también de cómo su madre quiso librarse del peso de aquella adolescente de 17 años que las nuevas generaciones parecen haber adoptado como propia.

lunes, 26 de octubre de 2015

Ventajas de la vejez y de la adversidad


Cuando le enseñé a mi amiga B. el libro que me acababa de comprar en la Librairie Guillaume Budé, me miró con cara de perplejidad mientras me decía que "la vejez es la rendición incondicional". Pero eso mismo es lo que viene a decir Jérôme Thélot en este luminoso librito sobre Rousseau: que en la rendición incondicional a la vejez descubrimos por primera vez la faz de la naturaleza. Como en la juventud la naturaleza es lo que nos empuja no la miramos a ella a la cara, sino que dedicamos toda nuestra atención a los objetos a los que nos empuja. Sin embargo en la vejez la naturaleza es lo que nos espera y es imposible no verla cada vez con más claridad a medida que nos acercamos al desenlace final. Si esto es así nos moriremos aprendiendo una lección que no le podremos enseñar a nadie.

Anochecer con Rousseau

No sé cuál será el texto más hermoso de la historia de la filosofía, pero me parece que algunos párrafos del libro IX de las Confesiones de Rousseau contienen la belleza más triste de toda la historia de la filosofía:

Les souvenirs des divers temps de ma vie m'amenèrent a réfléchir sur le point ou j'étais parvenu, et je me vis deja sur le déclin de l'âge, en proie à des maux douloureux, et croyant approcher du terme de ma carrière, sans avoir goute dans sa plénitude presque aucun des plaisirs dont mon coeur était avide, sans avoir donne l'essor aux vifs sentiments que j'y sentais en réserve, sans avoir savouré, sans avoir effleuré du moins cette enivrante volupté que je sentais dans mon ame en puissance, et qui, faute d'objet, s'y trouvait toujours comprimée, sans pouvoir s'exhaler autrement que par mes soupirs. […] Devoré du besoin d'aimer, sans jamais l'avoir pu bien satisfaire je me voyais atteindre aux portes de la vieillesse, et mourir sans avoir vécu. […] Je savais que le temps d'aimer était passé. […] L'impossibilité d'atteindre aux êtres réels me jeta dans le pays des chimères, et ne voyant rien d'existant qui fut digne de mon delire, je le nourris dans un monde ideal, que mon imagination créatrice eut bientôt peuplé d'êtres selon mon coeur. […] Oubliant tout a fait la race humaine, je me fis des sociétés de créatures parfaites, aussi célestes par leurs vertus que par leurs beautés, d'amis surs, tendres, fidèles, tels que je n'en trouvai jamais ici-bas.

domingo, 25 de octubre de 2015

Los peligros de la incontinencia emocional

Llevo tiempo advirtiendo que el futuro de la inteligencia emocional es la incontinencia emocional, especialmente en su versión cursi.

En Madrid me preguntaron hace poco qué hay que hacer cuando se tiene un problema. "La primera alternativa es callárselo", contesté. "¿Por qué?", me preguntó perplejo el buen hombre que me entrevistaba. "Porque no está bien contribuir a la contaminación del medio ambiente", le respondí.  



Me parece que una inteligencia emocional que no incluya el sentido del pudor, de la discreción y, sobre todo, de la vergüenza (de la propia y de la ajena) es una inteligencia emocionalmente infantil.

Y para demostrar que esto de la innovación educativa se está convirtiendo en algo muy parecido a una secta, aquí tienen esta joya:


¿Se acuerdan aquellos tiempos en que los profesores de matemáticas hacían cursillos de didáctica de las matemáticas y en la Escola d'Estiu de Rosa Sensat corríamos por asistir al cursillo de subordinadas sustantivas que comenzaba a las 9 de la mañana?

Respecto a lo que se entiende por "educar desde el espíritu científico", vean ESTO.

sábado, 24 de octubre de 2015

Cosas que se pueden hacer en París en otoño


Descubrir los secretos de la calle Mahler, tanto los del Centre d'Histoire Sociale du XXè Siècle como los que te esperan en su recepción y sus alrededores.


Sentirse conmovido por la extraordinaria amabilidad del personal de los Archives Nationales de Pierrefitte-sur-Seine.


Visitar la casa donde pasó sus últimos años Caridad Mercader para convocar a los fantasmas que se llevaron a la tumba sus secretos y descubrir que te regalan una sorpresa en tu foto.


Aprovechar y acercarte al museo Gustave Moreau, a visitar a Prometeo, que "es de los hombres el mejor amigo" (Calderón) además del "primer mártir del proletariado" (Marx).


Confirmar que tiene razón tu querido Henri-Frédéric Amiel y que “la naturaleza se muestra melancólica y caen por todos lados las hojas, como las últimas ilusiones de la juventud bajo las lágrimas de incurables pesares… Todo paisaje es un estado del alma, y el que lee en ambos queda maravillado de encontrar en cada detalle la semejanza.”


Cenar en le Bassin de la Villete con el hijo de la primera novia de Ramón Mercader.



viernes, 23 de octubre de 2015

Las virtudes del diálogo

Artículo en el diario ARA, el 10/10/2015

Sócrates estaba dialogando con un grupo de jóvenes entre los que había uno que guardaba silencio.  Lo miró y le dijo: "Habla, para que te vea".

Primera virtud del diálogo: nos hace visibles.

Para Sócrates callar equivalía a no dejarse ver. En esta dirección, Séneca escribe que un abogado famoso por su vehemencia estaba cenando con un hombre pusilánime que, como conocía bien el mal humor de su compañero de mesa, decidió evitarse problemas y darle la razón en todo lo que dijera, haciéndole, por así decir, de comparsa. A medida que iba acumulando más acuerdos, el abogado iba enfadándose más, hasta que explotó: "Di algo en contra, para poder ser dos!"

Segunda virtud del diálogo: nos permite ser dos.

El diálogo nos hace visibles y diferentes. Pero al llegar a este punto, quiero aclarar que me refiero al diálogo que tiene como objetivo hacer presente la verdad. Dejo de lado las diversas formas, en sí mismas perfectamente respetables, de la mera charla y, también, el noble diálogo político, porque en democracia no busca la verdad, sino el consenso.

Lo que hay que pedirle a un diálogo honesto y franco no es que nos permita ser uno, sino que nos separe nítidamente en dos, es decir, que ponga de manifiesto nuestras diferencias y que las clarifique al máximo.

Tercera virtud del diálogo: clarifica las diferencias.

En el diálogo no se trata tanto de comprender al otro, como de comprendernos a nosotros mismos y calibrar la coherencia de nuestras posiciones. Por eso es esencial saber con nitidez cuáles son. De un diálogo honesto salimos conociéndonos mejor. Me gustó mucho, en este sentido, la contundencia de un papa serio, Benedicto XVI, en su diálogo con el matemático italiano Piergiorgio Odifreddi. "Mi crítica -le decía- es, en parte, dura. Pero la franqueza forma parte del diálogo; sólo así puede crecer el conocimiento. Usted ha sido muy franco, así que aceptará que yo también lo sea". Benedicto XVI sabe ser muy contundente. Un ejemplo: "Lo que usted dice sobre la figura de Jesús no es digno de su rango científico [...]. Es un discurso irreflexivo que no debería repetirse".

Cuarta virtud del diálogo: nos fuerza a ser francos.

Quien se pone a dialogar con honestidad debe formular sus pensamientos de manera clara. En un diálogo, a diferencia de una tertulia, no se accede con intuiciones difusas o con una actitud de hooligan, sino con la convicción de que puedes argumentar tus posiciones noblemente, pero con firmeza, porque tienes ideas claras y distintas. Al diálogo (con excepción del político, insisto) no se va a negociar. Con la verdad no se negocia (con la convivencia sí).

Dialogamos para exponernos, no para blindar las posiciones propias con argucias retóricas. En el diálogo, las reglas de juego prohíben las falacias.

Y aquí llegamos al tuétano del diálogo. Creo que estaremos de acuerdo en que no es nada sensato envolvernos en discusiones interminables cuando nuestras diferencias se pueden dirimir con un criterio objetivo. Si tú dices que algo pesa cinco kilos y yo defiendo que pesa cuatro y medio, sólo hay que sacar una balanza para cerrar la discusión. Pero los debates más vivos no versan sobre cuestiones de este tipo, sino sobre ideas y las ideas -por mucho que se hable de la nobleza del debate de ideas- tienen un alma darwiniana: luchan entre sí por la supervivencia de la más fuerte. Por este motivo los diálogos suelen acabar mal. Sólo hay que acudir a Platón para comprobarlo.

En un diálogo se puede ganar o perder. El que gana sabe que sus posiciones han sido reforzadas o, al menos, que no han sido refutadas. El que pierde sabe que sus posiciones son insostenibles y que debe rehacer su pensamiento. Pero si esto es así, ¿quién gana realmente los dos? Epicuro insistía en que en un diálogo siempre gana el derrotado, porque aprende más.

Quinta virtud del diálogo: gana el que pierde.

Ahora bien, el diálogo honesto no termina cuando nos despedimos del otro, sino que se prolonga en forma de monólogo (de diálogo interiorizado) cuando en la soledad comienzan a aflorar las cuestiones no dichas en la relación directa. Esto es inevitable, porque todo diálogo se construye sobre silencios que en su momento no hemos sabido evocar.

Sexta virtud del diálogo: nos enseña a monologar.

La conclusión de este monólogo mío es obvia: dialogar es muy difícil. Todos queremos ser dialogantes y alejar de nosotros la sospecha del dogmatismo, pero cuando todo el mundo habla bien de algo hay que preguntarse por qué es tan necesario insistir en su valor. ¿Y si el diálogo fuera valioso porque es escaso?

Filosofía

Cuando la filosofía deja de ser el arte de dormir con el enemigo, se degrada rápidamente en una especie de religión laica.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Templos


Yo, se lo confieso sin orgullo, voy poco a la iglesia. De vez en cuando entro, me siento en la última fila y, más que rezar, medito un padrenuestro, intentando sacarle el mayor jugo posible a cada palabra. Quienes practiquen este ejercicio estarán de acuerdo conmigo en que da para mucho. Para compensar esta frialdad, soy muy muy devoto de otros templos, como por ejemplo el de la Librairie Guillaume Budé, del boulevard Raspail de París. Entro, por supuesto, con el respeto y el recogimiento debido y lo primero que hago al cruzar el umbral es pedirle al buen Dios que sea buena gente y me apunte esta piedad en la lista de oraciones. Él sabrá como convalidar la cosa. Si por mi fuera pondría a la entrada de cada librería una especie de pila bautismal, con la Iliada -es un decir- de manera que al entrar pudieras tocarla con la yema de los dedos y después, por ejemplo, dibujarte una lechuza en el pecho.



lunes, 19 de octubre de 2015

Las letras pequeñas de la historia


Único ejemplar del único número de la revista hecha a mano en el campo de concentración francés de Gurs por los brigadistas internacionales chinos que participaron en la guerra civil española. Hoy lo he tenido en mis manos.


Un folleto hecho también a mano por los brigadistas internacionales checos en homenaje a André Marty. Estoy empezando a sospechar que la figura de este hombre ha de ser revisada. Intuyo incluso que su fama como "el Carnicero de Albacete" no se debe tanto a los comentarios envenenados que Hemingway le dedicó como a la propaganda de su propio partido, el PCF, cuando decidió expulsarlo. También lo he tenido en mis manos. Y un buen rato.

domingo, 18 de octubre de 2015

Iconos


Día 14 de octubre de 2015. Estoy cenando en Madrid en el Club Matador convocados por el gran Joaquín Zulategui. Los comensales formamos un grupo improbable. Hay entre nosotros una científica colombiana, Gradis Miriam Aparicio, que investiga el uso industrial de la tela de araña; una vietnamita llamada Kim; un torero, Juan José Padilla, y el director de CosmoCaixa, Jorge Wagensberg. No puedo apartar la mirada de los ojos de Kim. Es Kim Phuc, la hermosa mujer en que se ha convertido aquella “niña del napalm” que aparece corriendo desnuda en una famosa fotografía de la guerra del Vietnam que dio la vuelta al mundo. Cuando ha puesto mi mano sobre su antebrazo desnudo, he notado la consistencia de una piel de cartón piedra, como si fuera el exoesqueleto del que está hablando la investigadora colombiana en relación a las arañas. Pero Kim me sonríe mientras me cuenta que vio la foto cuando estaba en el hospital y que su primera reacción fue de ira y de vergüenza, pero no por la guerra, porque ella no sabía nada de la guerra, sino por verse desnuda y enterarse de que todo el mundo la había visto así, sin ropa. Tenía 9 años. “Hasta aquel momento la herida más seria que había tenido fue en la rodilla, un día que me caí de la bici”. Los mayores sabían que habría un bombardeo y se refugiaron todos en un templo, buscando el cobijo del cielo contra los aviones que se acercaba. “Hacían mucho ruido”. Comenzaron a caer bombas dejando una nube de fuego que se iba acercando peligrosamente al templo. Los mayores ordenaron a los niños que se salieran de allí y Kim comenzó a correr por una carretera, junto a sus primos. No oyó nada. Sólo sintió un fuerte olor a gasolina y los gritos de sus primos a su espalda. “¡Kim, Kim!, me gritaban, porque mi ropa estaba ardiendo y mi piel también estaba ardiendo con el fuego”. Era el 8 de junio de 1972. “Mi piel estaba ardiendo. Vi fuego en mi cuerpo”.
Los que vieron el bombardeo de lejos creyeron, al contemplar las inmensas llamaradas que no podían quedar supervivientes. Pero de repente las siluetas de varias figuras humanas fueron tomando forma entre las llamas y salieron corriendo y llorando varios niños. “Ese día cambió mi vida para siempre”. Pero lo que más me conmueve de todo lo que me cuenta Kim no es esto, sino sus esfuerzos para dejar atrás a la niña de la foto y afirmarse como una persona. A ella de lo que le gustaría hablarme es de su hijo Tomás, que se casó en agosto. Pero yo no le pregunto por Tomás, sino por ella. Tras la guerra fue a Cuba a estudiar medicina y allí se casó con un joven que había pertenecido al Vietcong. De viaje de novios fueron a Moscú y a su regreso, el 15 de octubre de 1992, aprovechando una escala en Toronto, pidieron refugio político en Canadá.
Al llegar al hotel, con las imágenes frescas de la cena. Cuelgo en Facebook la imagen de la “Niña del Nepalm”. Como era de esperar, recibo muchos comentarios. Uno de ellos es de Manuel Periáñez, el hijo de Marina Ginestà. 
Dos días después, el 16, regresando en el AVE a Barcelona, recibo un correo electrónico de Manuel Periáñez. “¡Ya me enteré por Facebook que cenaste con un icono histórico! Siempre me impresionó aquella foto, como a todos supongo”, me dice. Tras comentarme otros asuntos, me añade: “Estos días estuve poniendo orden en mis cosas y me topé con el texto de mi tío Alberto, el padre de Luisa. No sé si te lo mandó como quedamos en el restaurante que nos hiciste conocer este verano en Barcelona”. En el mensaje hay adjunto un archivo. Al abrirlo me encuentro con el inicio de las memorias de Alberto Ginestà, el hermano de Marina.
Efectivamente, el 21 de agosto estuve comiendo en un asador castellano de Barcelona con Manuel y su prima Luisa Ginestà, hija de Albert. Manuel me contó alguna cosa de su vida como trotskista, en Holanda. A Luisa, su padre le pedía que no se metiera, por lo que más quisiera, en política. Hablamos de la familia Ginestà y de las relaciones entre Ramón Mercader y Marina. Al despedirnos, Manuel me regaló una gran reproducción de la famosa foto de su madre en la azotea del Hotel Colón, destinada también a convertirse en icono. La tengo aquí, a mi lado, vigilando diligentemente mi escritura.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Letras

Sine litteris omnis aetas caeca est…

-Aeneas Silvius Piccolomini, de Liberorum Educatione, chp. 27

lunes, 12 de octubre de 2015

Falta de atención

Ayer me porté mal en el cosmos.
Viví todo el día sin preguntar por nada,
sin sorprenderme de nada.

Wislawa Szymborska, Falta de atención

sábado, 10 de octubre de 2015

El fin del hombre rojo II

He estado repasando el único libro que tengo de Svetlana Alexievitch, La Fin de l'homme rouge, fijándome en las frases o párrafos que tengo subrayados y que, por cierto, son muchos. Encuentro, por ejemplo, esta confesión: "Es más fácil olvidarse de las colas y de las tiendas vacías que de la bandera roja sobre el Reichstag".

Darse un lujo

"Y una vez sacó el Steinway del camión y tocó en un campo de trigo de Touraine para dos aldeanos franceses".

Rosa Belmonte sobre Sviatoslav Richter en el ABC cultural de hoy.

El fin del hombre rojo

Cuando Svetlana Alexievitch resume la experiencia de creación del "homo sovieticus", llega a esta conclusión: "Nadie nos enseñó la libertad. Nos enseñaron solamente a morir por ella" (El fin del hombre rojo). Y leyendo a esta mujer pensé que la Biblia le da más dignidad al hombre porque, si bien lo considera hecho de barro, ese barro no es cualquier fango, sino el barro del Paraíso. Eso significa que siempre hay en él algo que salvar. El experimento social de creación del hombre soviético iba justo en la dirección contraria: el hombre viejo era algo a superar.

viernes, 9 de octubre de 2015

Acúfenos, emociones y otras idiosincracias

Voy al médico. Me han recomendado una técnica para mis acúfenos que puede dar resultado y como estoy hasta la coronilla de vivir entre sonidos que no controlo, me presento en la consulta a ver qué. La doctora que me recibe es argentina. Yo he venido por mis acúfenos. ¿Por qué hablan tanto los argentinos? ¿Por qué dan por supuesto que te vas a encontrar cómodo en la inmersión en una proximidad de colegas? Comenzamos mal. Pero yo he venido por mis acúfenos. La doctora me comienza a hablar de emociones. Seguimos mal. Me dice que cada emoción está relacionada con un órgano del cuerpo. Le digo que yo no tengo tanta versatilidad emocional. Me mira sorprendida. Le preguntó por qué está tan segura de que las emociones tienen efectos somáticos. Me contesta que ya era sabido por la medicina antigua. Seguimos mal. Pero yo he venido por mis acúfenos. Yo creo más bien, le digo, que son los trastornos corporales los que te producen emociones. Bueno, es lo mismo, me contesta ella. Me sorprende que a una médico las causas y los efectos le parezcan intercambiables. Pero yo he venido por mis acúfenos. Me pregunta a qué me dedico. Le digo que soy filósofo. Ah, entonces no voy a discutir con usted, me suelta. Después de una hora de conversación bastante surrealista en la que entre otras cosas la doctora me asegura que todos los hombres vemos en nuestras mujeres a nuestra madre, me dice que me hacen falta 30 sesiones y que el total son 1.800 euros. Después me hará una evaluación y quizás necesite otras 30, porque lo mío es un trastorno idiosincrático, me dice. Pero dispone de una financiera que me puede ayudar. Yo había ido por mis acúfenos.

jueves, 8 de octubre de 2015

El lector ideal, según Comenio

Joh. Amos Comenii Orbis Sensualium Pictus. Hoc est Omnium Principalium in Mundo Rerum, et in Vita Actionum, Pictura & Nomenclatura. Joh. Amos Comenius's Visible World, or, A Nomenclature, and Pictures of All the Chief Things That are in the World, and of Men's Employments Therein ... Translated into English by Charles Hoole (New York: T. & J. Swords, 1810), pp. 139-140 (click on image to enlarge): 



De Laudator Temporis Acti

De la amistad y la literatura

Si ustedes disfrutaran de la amistad de Betty Minc podrían decir que han leído un libro grande y triste: "La Fin de l'homme rouge", de Svetlana Alexievitch, y preguntarse qué demonios hemos entendido por libertad.

lunes, 5 de octubre de 2015

domingo, 4 de octubre de 2015

El arte de caminar

Abrió el paraguas por fin y se quedó un momento suspenso y pensando: «y ahora, ¿hacia dónde voy?, ¿tiro a la derecha o a la izquierda?» Porque Augusto no era un caminante, sino un paseante de la vida. «Esperaré a que pase un perro ––se dijo–– y tomaré la dirección inicial que él tome.»
En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta Augusto. 

Don Miguel de Unamuno, en su Niebla.

Por cierto que don Miguel parece querer dar la razón a los pedagogos modernos cuando un poco más adelante nos aconseja "¡no metáis en la cabeza lo que os quepa en el bolsillo!", pero inmediatamente deja las cosas claras: "A lo que habría que añadir por complemento: ¡no metáis en el bolsillo lo que os quepa en la cabeza!"

sábado, 3 de octubre de 2015

La zoosofía siempre vuelve

Tengo casi olvidada la zoosofía, a la que durante un tiempo me estuve dedicando con deleite en este café. Pero ahora mismo, mientras leía El escarabajo acecha al águila, de Erasmo, me he encontrado con unas observaciones que corro a traer hasta aquí:

"Es bien conocido por todos que Aristófanes el Gramático en su amor por una joven que vendía coronas, tenía como rival a un elefante, y según Plutarco era un hecho del que todo el mundo hablaba. El mismo autor trata de una serpiente perdidamente enamorada de una muchacha de la Etolia (...). Pero esa leyenda de que un águila se enamoró de una doncella no se la creen ni los más crédulos. El hecho de que el águila fuese escogida para torturar en el Cáucaso a Prometeo, de entre los dioses el mayor amigo de la humanidad, da una idea de hasta dónde llega el odio fatídico que siente hacia los hombres. No obstante, junto a tantos vicios hay algo en ellas digno de encomio: con ser extremadamente rapaces apenas beben, y fornican poquísimo".

Sobre el pasaje de Plutarco: AQUÍ

Más sobre elefantes: 

Cuenta Claudio Eliano en La Historia de los animales que a Ptolomeo II le regalaron una cría de elefante que aprendió a hablar en griego, fenómeno extraordinario, porque hasta entonces se tenía por fuera de toda duda que la única lengua que entendían los paquidermos era la de la India. Plinio en su Historia Natural, alaba a los elefantes porque gustan del amor y de la gloria y poseen cualidades que con frecuencia se hallan ausentes entre los hombres, como la honradez, la prudencia, la ecuanimidad, el culto a los astros y la veneración al Sol y a la Luna. Añade que el cónsul Luciano se ponía a sí mismo de testigo de que un elefante había aprendido a escribir con su trompa la siguiente frase en griego: “Yo mismo he escrito esto”.

En el Coloquio del conocimiento de sí mismo, doña Oliva Sabuco de Nantes de Barrera escribe lo siguiente: "Cuenta también Plinio que en los tiempos que Roma florecía se ayudaban los romanos, en la guerra, de los elefantes, y llevaban capitanía de ellos por sí; los cuales, por su gran instinto, dice el mismo Plinio que entendían el pregón en la lengua romana, y llegando un día el ejército romano a un gran río, que tenía el vado dificultoso, mandaron pasar los elefantes delante, y el elefante capitán, que se nombraba Ayax, no osando pasar, estuvo detenido el ejército romano gran pieza, en tanto que fue menester pregonar que el elefante que primero pasase el río le harían capitán, y entonces un elefante, que se llamaba Patroclo, osó pasar, y pasó el río, y todos los demás elefantes tras él, y el ejército romano. Y llegados a la otra parte del río, luego Antíoco cumplió lo que había hecho pregonar, quitando al Ayax las insignias que llevaba de capitán, a manera de jaeces y ornamentos dorados, y los mandó poner a Patroclo, por lo cual el Ayax nunca más comió bocado, y a tercero día lo hallaron muerto.”

Un profesor de filosofía les planteo a sus alumnos en un examen esta pregunta: "¿Las apariencias engañan?". Uno de ellos le dio esta lacónica e intrigante respuesta: "No necesariamente, pero los elefantes, sí, mucho".


viernes, 2 de octubre de 2015

Nadie es contemporáneo de su presente

"Nadie es contemporáneo de su presente", escribe Régis Debray en su último libro, Madame H., ofreciéndome una fórmula que andaba buscando desde hace tiempo. Quizás consideramos buenos libros aquellos que nos proporcionan las palabras que teníamos en la punta de lengua como insinuación, pero que no sabíamos hallar por nosotros mismos. Yo venía utilizando una fórmula parecida, pero más pobre: "Somos contemporáneos, pero no sólo". Debray es más radical y más claro. 

Somos contemporáneos de cosas muy heterogéneas y extrañas. Y muchas de ellas no tienen nada de contemporáneas. Tan es así que buena parte de esos pensamientos que consideramos nuestros, son sólo restos de antiguos edificios que en otro tiempo pudieron conformar sistemas y que ahora son materiales abandonados en los bordes de los caminos. Nuestros pensamientos son monstruos de Frankenstein.

La contemporaneidad sólo muy parcialmente es donde se vive. Es, en todo caso, aquello que te puedes ir construyendo muy precariamente como morada a medida que vas descubriendo que no eres contemporáneo del presente, que sólo eres contemporáneo de tus esfuerzos por aclarar el presente.

O sea que... échenle una mirada a ESTO, al menos a partir de 2:16

jueves, 1 de octubre de 2015

Por si les apetece que les presente a mi amigo Erasmo


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