sábado, 27 de noviembre de 2021

El Locutori

Desde el Parador Nacional de Lleida, donde me están cebando con gran mimo. Me está tentando la idea de okupar la habitación que ya ocupo y no salir de aquí en unos meses.

Mientras tanto, El Locutori acude puntualmente a su cita con sus muy selectos lectores.


jueves, 25 de noviembre de 2021

Viajante

Nuevo viaje a Madrid. Nada más llegar participé en un debate en la Complutense a la sombra de estos tres imponentes filósofos:
 

Después cena, agradabilísima, en casa de Ana Palacio, con la anfitriona y José María Marco. Doña Ana me echó la bronca porque dice que es indigno que a mi edad vaya coqueteando con mis achaques viejunos. Visto que se me puso seria, dejaré de quejarme para que me siga invitando a sus cenas. No se me ocurre nada mejor que hacer en Madrid que cenar en su casa.

Hoy, por la mañana, desayuno con Antonio Vargas, director de Políticas Públicas para España y Portugal de Amazon Web Services. Volveremos a vernos.

Después, encuentro en la redacción de El Debate con Ricardo Morales que acaba de llegar de la frontera oriental polaca. Sondeos y entrevista. De allí a la estación de Atocha y AVE a Lleida. En una habitación del Parador Nacional escribo esto. Me han dado de comer en un restaurante realmente excelente y sin apenas tiempo para hacer la digestión, me espera la cena. Me prometen borraja con patatas y aceite del rico.

Entre una cosa y otra, planes para la editorial. Todo sigue adelante y con buenas perspectivas. No me duele nada. Me siento saludable, fuerte, agil, más joven y hasta un poco más alto.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Estoy tirando libros

Estoy tirando libros.
Esto es algo que hay que hacer de vez en cuando, porque llega un momento en que no cabes en tu propio cuarto y, lo que es peor, no hay manera de localizar el libro que necesitas consultar. 
No me cuesta demasiado desprenderme de algunos, pero el criterio que sigo para conservar aquellos de los que no quiero separarme es bastante caprichoso. 
Me cuesta desprenderme de los que compré en algun lugar o en alguna situación que, por lo que sea, me parece memorable.
Me resulta imposible desprenderme de los que conseguí en ciertas librerías de viejo de ciertas ciudades. Los libros comprados en las librerías de viejo de Santiago huelen a lluvia y los comprados en Sevilla, a azahar. Los de El Escorial o Córdoba me traen el recuerdo del librero... Los conseguidos en México, Bogotá, Montevideo... huelen a exilio. Etc.
Quizás el libro que se queda en las estanterías no valga demasiado por su contenido, pero no puedo desprenderme de él porque sería como estimular el olvido de aquella concretísima y entrañable circunstancia en que lo adquirí.
Me duele desprenderme también de ciertos autores, no muchos: Borges, Baroja, Patocka,  los clásicos españoles, Platón, los griegos, Leo Strauss y los estraussianos, los conservadores españoles de los siglos XIX y XX... aunque sé muy bien que es altamente improbable que vuelva a leer alguno de ellos, pero, en conjunto, son responsables de un cambio de perspectiva en mi vida y me siento en deuda con ellos.

A favor de la evaluación

 Hoy en El Mundo



jueves, 18 de noviembre de 2021

¿Qué es un clásico?

"¿Qué es un clásico?", me preguntaron ayer por la tarde. Esta fue, esquematizada, mi respuesta.

Un clásico es el autor que:

  1. No temes que te decepcione, sino decepcionarlo.
  2. Te proporciona la posibilidad de contemplar el presente desde el pasado y bajarle los humos al historicismo.
  3. Te dice cosas sobre el presente que el presente no sabe.
  4. Le da densidad (que no comodidad) a tu vida.
  5. Te muestra que no hay culturas inocentes.
  6. Ha marcado los centros de gravedad de los problemas que nos vienen ocupando.
  7. Te permite participar en la "gran conversación" que constituye lo mejor de la cultura europea.
  8. Permite el elitismo democrático (pone el elitismo al alcance de quien quiera conquistarlo).
  9. Garantiza la base de la educación liberal, atributo del hombre libre.
  10. Siempre te dice algo nuevo y relevante.

martes, 9 de noviembre de 2021

Competencias y memoria

I. La educación competencial:

Simone Weil contaba este cuento hindú: Un asceta que ha pasado 14 años en la más completa soledad, va a visitar a su familia. Uno de sus hermanos le pregunta qué ha conseguido con su ascetismo y él le muestra que puede caminar sobre las aguas. El hermano llama a un barquero y por una moneda pasa de una orilla a otra. “¿Vale la pena 14 años de ascetismo para conseguir hacer algo que vale una moneda?”, le pregunta.

¿Adivinan ustedes cuál de los dos ha recibido una educación competencial?

 

II. La memoria

L. tiene 94 años y nunca nadie la ha oído quejarse de nada. Se lo comenté el domingo cuando fui a su casa a hacerle una entrevista. Me contestó: “Cuando me duele algo, voy al médico, no a la vecina." 

Hoy he vuelto a su humilde piso en un humilde barrio obrero de Barcelona y me ha recibido con la alegría de siempre. Esta mujer, que no mide metro y medio irradia cordialidad y eso que en su vida hay experiencias tremendas. Hija de un minero asturiano, vivió la revolución de Asturias y la guerra civil. Fue una de las niñas de Rusia y, por lo tanto, puede hablar mucho de la Segunda Guerra Mundial. Más tarde viajó a Cuba. Su marido le organizó la marina de guerra a Fidel y ella creó la facultad de psicología en la Universidad de La Habana. Allí le tocó la crisis de los misiles. En el 70 regresó a Moscú y un año después consiguió el pasaporte para volver a España, donde vivió intensamente la Transición y la desaparición del PSUC y del PCE, carcomidos por crisis internas. 

Sabe lo que es el hambre. La experimentó en Asturias, en Moscú y a su regreso a Barcelona.

El domingo comimos juntos en un chino garbanzos con callos y al despedirme me entregó un texto manuscrito de 9 páginas que su marido escribió sobre Ramón Mercader, a quien trató íntimamente en Moscú. Nada más llegar a casa me lancé sobre él. Hoy he vuelto a su casa para devolvérselo. Me ha preguntado varias veces a qué he ido. Se lo explicaba y, al poco rato, me volvía a insistir. "Aún no me has dicho a qué has venido."

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Escribir

Ando intensamente dedicado a la escritura de un ensayo que inicialmente iba a titularse "Sostener el mundo" y que ahora estoy tentado en titular "En busca del tiempo que vivimos". Estoy en ese momento feliz en que las horas pasan volando porque las ideas fluyen y todo parece coherente, claro, profundo, riguroso... 

Por reiterada experiencia sé que después, cuando lea lo escrito, me parecerá que no hay una línea que merezca la pena y tendré que dejarlo unas semanas en un cajón para que repose y mi cabeza atienda a otras cosas. 

Pasado el tiempo que considere oportuno, le echaré otra mirada con más calma y entonces, con más objetividad, descubriré que este capítulo debe estar en otro sitio, ese punto está mal explicado, ese otro necesita un mayor desarrollo, esas diez páginas sobran... 

Se lo llevaré al editor dudando de si no me estaré precipitando. 

Se publicará finalmente y me lleegará a csa un paquete y al abrir el primer libro, entusiasmado, lo primero que veré será un gazapo: una falta de ortografía, un lapsus calami, una referencia mal citada... y concluiré que, efectivamente, debería haber esperado.

Hasta que comienzan a llegarme mensaje de amigos a los que admiro dándome su opinión. Y entonces respiraré, decidiré creerlos y comenzaré a darle vueltas al próximo.

Mi pueblo

 I Decía Leo Strauss que la política tiene un fuerte componente infantil. Duele darle la razón, pero los políticos (o sea, todos nosotros) n...