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miércoles, 30 de noviembre de 2016

Siltolá, la isla del Parnaso


Mi mujer y Javier Sánchez Menéndez, camino de Siltolá. Yo sigo su estela.


Siltolá, como no podía ser de otra manera, está exactamente donde tiene que estar. 


Calle San Bernardo 24, Sevilla.


Yo no sé si leer nos hace libres. Nos hace, eso sí, más conscientes de los matices.



Para los que crean que la Isla de Siltolá no existe: la prueba de su existencia es que yo tengo el mapa.



Al fondo se encuentra Caridad. No muy lejos de Moby Dick.


Puesta de sol desde la Rábida


Quien diga que Huelva no tiene nada, es que no conoce ni sus nubes ni, sobre todo, sus puestas de sol. Aunque parezca mentira las gentes de esta tierra son tan orgullosas que ante el espectáculo fenomenal del ocaso, siguen a lo suyo y los hay que ni tan siquiera levantan sus miradas al cielo.


Cuando se contemplan esas puestas de sol desde el monasterio de la Rábida a uno se le encapricha el alma con melancolías de infinitud, y tiene que correr al claustro mudéjar, pero no a calmarlas, sino a abrevarlas con un padrenuestro.  Cuando decimos "santificado sea Tu nombre" conviene recordar que Su nombre verdadero es el "Padre Nuestro" que le acabamos de dar. Me ha sacado del claustro una llamada telefónica. Una anciana quiere hablarme de Ramón Mercader. Jugaba con él de niña en las calles de Barcelona. Ella quería ser princesa y él no la dejaba. Me asegura que tiene fotos y que tiene más cosas que contarme.


De lo infinito concreto a lo concreto histórico. Me encontré ayer en Sevilla con las obras completas de Aparisi, el gran carlista valenciano. Como sobrepasaban con mucho mi presupuesto, me tuve que conformar con el Del ser de España, de Joaquín Ruiz Jiménez. Me pareció barato, pero lo que a mi modo de ver le daba valor era la dedicatoria que el autor le dedica a Castiella: "A Fernando Mª Castiella, en la hora de su gallardo combate por España".  El sol es muy caprichoso. Tanto, que se pone mucho más rápido sobre unos que sobre otros.  

domingo, 27 de noviembre de 2016

Innovation Is Not the Holy Grail




Sobre la nueva pedagogía

Yo: La actual pedagogía innovadora es, básicamente, el arte de no decir nada, pero decirlo glamurosamente.

X: La finalidad de la pedagogía innovadora es preparar para la incertidumbre.

Yo: Eso es un oxímoron.

X: Léxicamente, sí; pedagógicamente, no.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Mail de un cubano desde el exilio

Recibo un correo de mi amigo X, ex-agente de la inteligencia cubana, refugiado en algún lugar de Europa, que me dice lo siguiente:

A las 8 de la mañana una amiga nos llamó desde Miami para darnos la noticia.  
Se abre el camino del fin del régimen de Castro, pero por el momento endurecerá la represión aún más y no hará ninguna concesión importante para cambios democráticos, mientras más débil se sienta el régimen más aumentará la represión. Fidel Castro comenzó una gran revolución que él mismo enterró como un gran dictador. 
Un abrazo. X.

No he podido ponerme en contacto con T., defensora de los derechos humanos en la isla de Cuba, a pesar de mis intentos. Espero que esté bien.

Una interesante innovación pedagógica

AQUÍ

Gracias Dani Capo

viernes, 25 de noviembre de 2016

Están jugando con el futuro de sus hijos

Si un pedagogo os habla seriamente (es decir, no en el Club de la Comedia):

1) De "maneras eficientes de proceder en la reinvención común del sistema educativo”.

2) De "la necesidad de implantar métodos de aprendizaje que empoderen al alumno para que mejore su expectativa vital en una sociedad cambiante".

3) De que en la escuela antigua "el objeto de estudio eran las disciplinas, y no la realidad”.

4) De que "el propósito competencial debe integrar las dimensiones cognitiva, emocional y ética”.

5) De "la necesidad de desarrollar competencias para la vida basadas en informaciones, conceptos, habilidades, actitudes y valores, por igual, en una idea de formación integral del alumno como aprendiente autónomo".

6) De "cambiar la idea del profesorado como aplicador de recetas, por el facilitador de nuevas respuestas a nuevos contextos".

7) De "replantear instrumentos de evaluación, y hacer que sea el propio alumno que se autoregule".

8) De "hacer permeables las paredes de la escuela para vincular aprendizaje y realidad".

7) De que "el nuevo enfoque formativo pretende capacitar al alumnado para dar respuesta, por un lado a retos globales, como el desarrollo sostenible, la violencia vinculada a la diversidad cultural, la pobreza y la inequidad y desigualdad de género. Por otro lado, debe garantizar el éxito profesional teniendo en cuenta el cambio tecnológico exponencial que ya está transformando las realidades, sabiendo que ello requiere capacidad para resolver problemas, pensamiento crítico y creatividad".

Deberían tomar nota en primer lugar de que hay muchas palabras que los nuevos pedagogos no se atreven a pronunciar. Piensen en ellas, es muy instructivo. La más llamativa es "inteligencia". Quizás debieran sospechar también que si este lenguaje es difícil de comprender es simplemente porque no dice nada. Si fuera así -y yo creo que lo es-, estaría situando a la escuela fuera de la realidad al jugar frívolamente con predictores hipotéticos del futuro que no tienen NINGUNA garantía científica y sí mucho de arbitrario. Pero "en un mundo competitivo, las organizaciones que usan predictores inválidos se colocan a sí mismas en una posición desventajosa”.



jueves, 24 de noviembre de 2016

En el día de hoy

Al amigo Borja Lucena Góngora

Ya intuía yo que éste no iba a ser un día más. He comprobado lo acertado de mi intuición al responder afirmativamente a la solicitud de amistad que me ha dirigido Thalita Chelsea desde Tamarinda, en el Kalimantán Oriental (Indonesia). Sépanlo todos ustedes: tengo una amiga de fb en Tamarinda.

Las premoniciones han comenzado a las 2:23 de la mañana cuando estaba finalizando El tiempo en mis brazos, el tomo III de los Cuadernos de Notas de Tomás Segovia, que me lo regalaron en México.  De repente ha sonado el móvil -a estas horas intempestivas el teléfono siempre suena estentórea y sobrecogedoramente de repente- y he reconocido esa voz débil, quebradiza, y arrastrada, que necesita coger fuerza para articular cada sílaba.

- Pa...pa -me ha dicho- que... que... que me he... me... he... vu...el...to... me he vuel...to a caer de... de... la cama...

He estado hablando un buen rato con el caído, intentando convencerle de que yo no era su padre y escuchando sus frases entrecortadas, rotas, sin sentido.

He identificado la voz porque el miércoles 19 de octubre me sonó el móvil a las 4:30 de la mañana. Tengo apuntada la fecha y la hora, pero no recuerdo qué estaría leyendo. Era un número desconocido. 
- ¿Sí? -pregunté.
- Pa...pa -me contestaron. La voz me pareció que era la de un hombre joven en graves apuros. No sé por qué pensé que podía ser mi hijo. Me alarmé especialmente cuando se interrumpió la llamada tras el tercer "pa...pa". Intenté devolver la llamada una y otra vez, pero no me contestaba nadie. ¿Y si mi hijo estaba metido en un lío fenomenal? ¿Pero por qué me llamaba desde un teléfono desconocido? Enmarañado en mis propios temores, todas las dudas confirmaban la sospecha de que, efectivamente, tenía que ser mi hijo. El sueño de la razón, ya lo saben, produce monstruos, especialmente a esas horas de la madrugada. ¿Tenía que llamar a mi nuera? ¿Y despertar a mi mujer? ¿Y si no pasaba nada? A las 6:00, finalmente, me cogieron el teléfono.
- ¿Qué te pasa? ¿Te ocurre algo? -pregunto.
Unos segundos de silencio, eternos.
- No... no... per-do-ne.... que es... que esta.... estaba lla...lla...man...do a ... a ... mi padr-dre.

Me enfadé con él. Le dije algunas cosas de las que no me siento orgulloso, porque sin duda, era alguien que se lo estaba pasando mal.  Quizás por intentar compensar mi mal comportamiento del 19 de octubre, hoy he estado un buen rato colgado del teléfono. Era la misma persona, no había duda. Alguien adulto. Quizás alrededor de 30 años. Lo único que he sacado en limpio es que se había caído de la cama y no podía levantarse, pero no había manera de hacerle entender que yo no era su padre. Finalmente lo he convencido para que volviera a llamarme. No ha vuelto a sonar mi móvil. Espero, de todo corazón, que haya sonado el de su padre.

La guinda del día la acaban de poner los de Amazon, que me han entregado, ahora mismo, Mi siglo, de Aleksander Wat, acompañado de esta nota:


Sólo añadiré un consejo: si alguna vez tenéis la fortuna de ser invitados a Soria por el Círculo Filosófico Soriano, no lo dudéis, decid que sí. Saldréis ganando.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Me voy a Andalucía

A Sevilla: 


Y a Huelva:


Pamplona, estos días de noviembre




Chateaubriand, Memorias de ultratumba: “Las escenas otoñales poseen un inevitable carácter moral: esas hojas que caen como nuestros años, esas flores que se marchitan como nuestras horas, esas nubes que se esfuman como nuestras ilusiones…”


Josep Pla, El cuaderno gris:  9 de noviembre de 1918: “La desesperación absurda que en ciertas personas produce la visión de la caída de las hojas y de los árboles desarropados, que ha producido tantas poesías, puede resistir apenas el sentido del ridículo. La caída de la hoja tiene la intrascendencia de la mecánica vital.”


Pero es que el hombre, Pla, no soporta según que intrascendencias.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Paseo por el Duero

Muchas cosas tengo que contar de estos días. Pero permítanme que interrumpa el relato de México y me detenga a mostrarles algunas imágenes de un paseo que hicimos la mañana del sábado mi agente provocador y yo por las orillas del Duero: San Saturio, San Juan de Duero, Garray, Numancia, Soria y Museo Arqueológico de Soria, que es donde se conservan las piezas numantinas rescatadas al tiempo. Unos 18 km en total, pero les aseguro que vale la pena cada paso que se da. Si pueden permitirse este lujo, háganme caso, no se priven. Me lo agradecerán.  















jueves, 17 de noviembre de 2016

México en el corazón, II


En Teotihuacán. "Cuando aún era de noche. Cuando aún no había día. Cuando aún no había luz. Se reunieron. Se convocaron los dioses allá en Teotihuacán" (Códice matritense). Aunque los de México son unos dioses que me resultan lejanos -mis dioses no se alejan nunca mucho de los olivos- no hubo pirámide que no escaláramos. A primera hora de la mañana éramos casi los únicos curiosos.



Por supuesto, fui siguiendo las huellas de mis espías. Así di con la Zona Rosa, que en los años 50 y 60 fue la zona chic de la ciudad de México. Y lo más chic de lo más chic estaba aquí, en esta esquina, donde había una tienda de modas cuyos escaparates decoraba Carmen Brufau. ¡La de vueltas que estoy dando tras esta mujer! Pero no me pienso dar por vencido. 


El Ateneo Español de México. Para mi fue emocionante subir estas escaleras, aun sabiendo que esta es la tercera sede del Ateneo, porque dentro me esperaba Carmen Tagüeña.


Como la vida es así de caprichosa, en el Ateneo me regalaron libros de Juan Antonio Masoliver, vecinísimo de Ocata, varios números de Transatlántica de Educación que hablan del famoso Colegio Madrid de México y el tomo III de El tiempo en los brazos, de Tomás Segovia, que estoy disfrutando intensamente, porque Segovia es uno de esos escritores -que son los que yo busco- que escriben para ver claro.

Un corredor de la cárcel de Lecumberri, donde estuvo preso Ramón Mercader. Ahora sus celdas recogen los documentos del Archivo de la Nación.


Pero en tiempos de Ramón recogían -mejor: amontonaban- lo que se ve en la foto. Por cierto me han contado alguna cosa interesante sobre la vida de Ramón Mercader en la cárcel que, si tengo oportunidad de confirmar, os contaré también a vosotros.



Para mi, este claustro es uno de los lugares con más encanto de México. Es de la iglesia de los franciscanos. Se encuentra en la plaza del Tlatelolco y en una de sus celdas...



Los restos de Tlatelolco, con la iglesia al fondo.

Siguiendo el consejo de Javier Herrero, dediqué bastante tiempo a huronear por las librerías de viejo de la calle Donceles, en el centro histórico, cerca del Zócalo. Hay libros para entretenerse durante meses. Trátenme ustedes de cursi, si quieren, pero me parece que cuando uno se compra en una de  estas librerías los Discursos de Castelar, el Museo de filósofos de José Gaos o La metafísica de la expresión de Eduardo Nicol, compra libros con un valor sentimental añadido.

The Partisan

En El Subjetivo

Para que se entienda lo que quiero decir:






miércoles, 16 de noviembre de 2016

México en el corazón, I


Una ventana en el patio del convento de San Francisco, en la plaza del Tlatelolco.


No es fácil comprender la relación de los mexicanos con la muerte, peor lo cierto es que sin la presencia constante de la muerte, México no sería lo que es. Esta imagen se encuentra en el corazón de la ciudad vieja y parece que ha asumido recientemente algún tipo de patronazgo entre las gentes del hampa. 


Quizás el lugar más impresionante de la ciudad de México: El Museo de Antropología. 


Y, de nuevo, la muerte.


En el barrio de San Ángel se encuentra la parroquia de San Jacinto y en ésta, en una humilde capilla lateral, se descubre enrejado este "Señor de la Paciencia", de un autor anónimo del siglo XVIII


San Jacinto es la prueba de que hay otros mundos, pero son más caros. En una ciudad que parece haber hecho del caos una forma de vida, de repente uno se encuentra con este barrio, que es un remanso de paz. Eso sí, todas las casas tienen sofisticadas medidas de seguridad.

El Machu Picchu

 I. Me pregunta B. desde París por qué me he saltado en este casi-diario la experiencia del Machu Picchu, que, a su parecer, fue el punto cu...