Vaca muerta en plena Rambla de Cataluña, en 1933.
Fotos de la terrible checa de la Calle Vallmajor. Observen el banco inclinado. No se puede dormir sobre él. Pero tampoco se puede dormir en el suelo. Nada está improvisado, obviamente. El diseñador de este frío infierno fue Laurencic. Un nombre que conviene no olvidar, porque era "uno de los nuestros".
Agustín de Foxá describió de esta manera la checa de Vallmajor:
Dentro todo un sistema científico de colores, de rayas, de volúmenes para enloquecer a los ojos, se desmontaba así el sistema nervioso como las piezas de un reloj; círculos negros, rojos, blancos, de diferentes tamaños, elipses verdes, y rayas en diagonal cortando una serie de parejas de color naranja; toda la pared de un verdoso cambiante. Y un foco de viva luz iluminando un tablero de ajedrez pintado en la pared del fondo. En la puerta un montón de cubos color ceniza con grandes sombras y mareantes espirales amarillos.
Era todo un sistema para producir el delirio.
Esos colores (que en una visita corta y curiosa, parecen simples decorados cubistas), actúan con las horas hasta encender la llama amarilla de la locura.
¿Qué ser diabólico, qué mestizo de mogol y ruso, qué anormal perverso, con el obscuro subconsciente abierto a flor del aire, imaginó paciente esos dibujos, combinó esos colores, calculando las angustias de la retina, el mareo de la luz, ya pérdida de equilibrio de las líneas quebradas?
Toda la inmunda decadencia orienta! que atizada por Moscú conspiró contra el arte de Occidente, los libros sobre el opio, los films surrealistas de Buñuel, el verso dadaista, los lienzos de Dalí, se han hecho al fin tortura de «checas». El prisionero está dentro de un cuadro de Picasso, martirizado por luces, líneas y colores anormales.
Para aumentar su aturdimiento, el negro suelo asfaltado se eriza de gruesos ladrillos puestos de canto y blanqueados de cal, que obligan al cautivo a posar sus pies de manera disparatada,en forma de «T», con las puntas hacia dentro, uno detrás de otro… No se puede estar de pie, pero tampoco es posible sentarse y dormir. En la pared hay una especie de taburete pero con el asiento inclinado y una caja maciza, en forma de ataúd, que finge el reposo pero también inclinada y por la que resbala el cuerpo hacia el suelo.
No sé si saben ustedes que cuando Himmler vino a Barcelona, el 23 de octubre de 1940 (buscando, por lo que parece, huellas del Santo Grial en Montserrat), fue informado por el alcalde de la ciudad de la existencia de esta checa. Le dijo que se trataba de una habitación "con una decoración inspirada en Klee o Mondrian y elementos geométricos de la Bauhaus que obsesionaban visualmente a los detenidos". Himmer manifestó inmediatamente su deseo de visitarla. Una foto de Pérez de Rozas da testimonio del hecho:
Al día siguiente Himmler fue a ver los toros a la Monumental y al volver al hotel, el Ritz, se dio cuenta de que le habían robado la cartera. Es decir, tuvo que volver a Berlín sin Santo Grial y sin cartera.