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miércoles, 17 de agosto de 2022

Tras regresar a casa...

Todo el día esperando que, de un momento a otro, el cielo cayera, de pleno, como un pájaro muerto, sobre nuestras cabezas. Pero todo lo que ha caído, hasta este mismo momento, han sido las temperaturas y cuatro tímidas y dispersas gotas de agua. Conociendo la volubilidad de las borrascas de verano en el Mediterráneo, seguro que por algún sitio se las habrán visto con lo que nosotros nos hemos ahorrado. Esta mañana en la playa estábamos cuatro gatos. Olía a final de verano.

Tras regresar a casa, después de diez días memorables en Hoyuelos de la Sierra, en la venerable Sierra de la Demanda, un lugar mágico en el que circula lentamete el tiempo en el tren de cola de la historia, intento poner orden en mis cosas y recuperar el ritmo de trabajo. Sigo con el reinado de Felipe IV, aunque ahora he pasado de sor María Jesús de Ágreda al conde-duque de Olivares. Es este último un personaje político de tal ambición en la intención, que la ejecución era imposible que estuviese a su altura. Además la vida política del conde-duque está dominada, toda ella, por un azar caprichoso e implacable que lo va arrojando a frentes inesperados de la realidad. No me explico cómo este hombre no es más estudiado por los filósofos políticos españoles. Me corrijo: ¿habrá algún filósofo político español que haya estudiado en serio a Olivares? El libro de Gregorio Marañón me parece lamentable. A Cánovas se le escapa viva su realidad... ¿quizás Sánchez de Toca?

domingo, 31 de julio de 2022

E lucevan le stelle


Ayer me llevé a Puccini a Sant Mateu. Le di la mano al salir de casa y se la solté al volver. O sea que podríamos decir que se tarda una "Tosca" en subir y bajar a Sant Mateu desde mi casa.


Como había llovido durante la semana el suelo estaba blando y en muchos lugares parecía intacto, sin la marrca de una suela. Estamos en ese momento del verano en que la vegetación comienza a parecer cansada y a los pinos se les han deslucido los verdes. Pero ayer el aire estaba limpio y nuevo.

A partir de las 20:00 comienza el espectáculo. El sol, al ponerse más allá de la montaña que está detrás de las montaañas, levemente insinuada en el horizonte, Montserrat, manda sus rayos casi horizontales a iluminar claros del bosque con una luz tamizada por el mismo bosque y el ambiente se carga de magia.


Todo evoluciona rápidamente. Los perfiles, apenas dibujado por la luz, se desvanecen, pero en su desvanecerse se permiten el lujo de componer una sinfonía cromática de una belleza efímera. El instante se carga de sentido precisamente por su evanescencia. Uno se siente cazador de momentos de una luz que invita a perderse en ella. 


Como en la caza, es la presa la que sorprende al cazador en estos atardeceres y el lance no es sino la inmersión apasionada en el instante del paisaje.
Y poco a poco se fue apagando todo "E lucevan le stelle" al abrir la puerta de casa..

lunes, 14 de marzo de 2022

El invierno se va despidiendo

Estos días de finales de invierno son siempre revoltosos. Al invierno le gusta despedirse con algún portazo.  Es su naturaleza desabrida. Más de una vez, cuando creemos que ya se ha ido, regresa súbitamente con una nevada y arroja sobre nosotros el frío que se ahorró en enero. Durante el fin de semana nos ha regalado un epílogo de nubes densas y bajas, lloviznas caprichosas, intérvalos de chaparrones furiosos y unas esporádicas ráfagas de viento que, tal como ahora mismo estoy viendo, parecen empeñadas en arrancar de sus pinzas las ropas puestas a secar y convertirla en cometas del caos. Pero el espectáculo verdadero está en el mar, en esas olas blanquísimas que rompen en espumas dehiscentes, en ese horizonte remoto que se diluye en el cielo, en esos grises plateados que las olas le arrancan al agua. Son días estos para mirar por la ventana, con la nariz pegada al cristal, observando embobado lo indefinido y perdiéndose en vaguedades mientras el cristal se va empañando con tu aliento. En ese gesto vuelve también un poco el niño que fui, que sale de su escondite a acompañarme un rato.

miércoles, 6 de octubre de 2021

Cielos de Ocata

Me pidió ayer el farero de la isla de Ons que hable más de los cielos de Ocata y para complacer al farero, por su profesión, experto en cielos, me he ido a ver amanecer a la playa, pero ante los clarines del día, me he quedado mudo. A mi lado la gente corría. ¿De qué huye esta gente que se levanta a horas intempestivas para correr con tanto ímpetu? Sí, claro, de la decrepitud, de la enfermedad y de la muerte, como todos.



Pasemos al cielo. 

En el principio, decía el filósofo Moderato de Cádiz, era el Uno, que está más allá de todo ser. Por las razones que fueran el Uno se cansó de sí y quiso conocer la pluralidad. Y creó el mundo. Para ello alienó de su esencia una parte de sí, la cantidad, y se recluyó en ella. La cantidad, en este caso, hay que entenderla como lo que se mueve y no acaba de encontrar una forma precisa, como estas nubes, que parecen ir persiguiendo a los corredores y como esta luz que muta, inasible, sobre un mar agitado. La cantidad, en realidad es añoranza de forma (de Unidad). Y de añoranza estamos todos hechos. Y esto es todo lo que se me ocurre decir del cielo que clareaba esta mañana en la playa de Ocata.

domingo, 17 de mayo de 2020

Ayer llovió

Ayer llovió y me quedé sin mi paseo vespertino. El día se hizo muy, muy largo y aunque trabajé muchas horas, aproveché muy poco. 

- ¡Que aproveche! - se decía antes cuando pillabas a alguien comiendo.

"Aprovechar", leo en el diccionario, es sacarle el máximo rendimiento a algo, adelantar en virtud (estudios o artes) y "orzar cuanto permite la dirección del viento reinante".

Hoy hace un día magnífico, aunque el cielo, enharinado, parece reservarse la última palabra sobre la evolución del "astro".

- ¿Qué astro se espera? -se preguntaban los viejos de mi infancia, en mi pueblo, para informarse de la evolución previsible del tiempo.

El diccionario, que de esto sabe menos que los viejos de mi puieblo, sólo entiende por "astro" o bien un cuerpo celeste o bien una persona que sobresale en su profesión ("un astro de la pantalla).

Hoy, cómo no sé cómo acabará el día, para traer aquí la foto primaveral correspondiente, me he ido a visitar al único platanero que tenemos en Ocata, que es el platanero menos altanero del mundo, pero es el nuestro, aunque sea un platanero tullido y desgarbado.
 
"Desgarbado": Falto de garbo, es decir, de gallardía, "desinterés y generosidad". Hay que reconocer que en esto del generoso desinterés, las plantas, con las excepciones inevitables, nos ganan por goleada.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Ocata, de nuevo

Ocata es, obviamente, un lugar. 
Pero no es sólo eso. 
Para mí es, sobre todo, el encuentro milagroso del cielo, la luz y el agua, 
en un flujo de vivencias del nacimiento 
o el ocaso del día.


El paisaje, decía el gran Amiel, es un estado del alma.
Y tenía razón.


Pero hoy, que conmemoramos a San Juan de la Cruz, 
el alma experimenta la alborada luminiscente del alma...


En el inicio es la luz rasgando la oscuridad 
y ofreciendo el límite de la forma a las cosas 
(este era el quehacer de la diosa Maat, la egipcia)
y, por lo tanto,  la posibilidad de la narración, 
que es el logos
siempre igual y siempre distinto
porque cada día la promesa del alba recrea una esperanza indefinida
pero real: 
el alma es alma porque espera
porque tiene fe.
La fe es la autoafirmación del alma.


En los auriculares,
Cherubin
de Massenet.


Me cruzo con caminantes y corredores.
Todos van mirando al suelo o a sus cronómetros.
Es lo que hay que hacer si todo a lo que se aspiras es a no tropezarse. 


Pero hay que tropezarse con la alborada
porque aquí esta todo como esbozo
que pide un logos,
como promesa aún no enunciada 
-como promesa de la promesa- 
como voz que aún no artículo una palabra
-como voz de la voz- 
como luz cuajando en el relato del día.


martes, 16 de octubre de 2018

Seguimos con las tardes de otoño

Esta tarde en vez de seguir la playa hacia el norte, en dirección a Mataró, como suelo hacer habitualmente, me he dirigido hacia el sur, hacia Mongat. Me gusta más la primera alternativa porque al tener el suelo de tierra se camina por él, creo yo, de manera más blanda y descansada. El paseo que bordea el mar en dirección a Montgat está adoquinado y me resulta más duro.


Ya les he comentado alguna vez que a mi lo que me gustaría ser es inspector de nubes. ¡Cuantas veces me sacan de mi estudio, en casa, y me empujan hasta la playa, para verlas mejor!
Playa de Ocata, al fondo, Montjuic.


Probablemente el nombre de Ocata proceda del griego Écate, la diosa de la media luna. Esta es la forma que tiene la costa desde Ocata a Montgat (es decir, el Monte de Écate), como puede verse en esta foto:


 El reclamo del horizonte... 


He vuelto a casa cuando ya anochecía, volviendo a cada paso la mirada hacia atrás, hacia el esplendor de la tarde declinante.


miércoles, 8 de agosto de 2018

Playa de Ocata

Playa de Ocata. Anochecía y en los auriculares sonaba "Daphnis et Chloé" del grandísimo Maurice Ravel. El ambiente estaba cargado, pesado, denso, pegajoso. De repente un rayo ha rasgado el cielo y ha comenzado a llover. Gotas grandes, pero pausadas. La tormenta no ha durado más de diez minutos. Los suficientes para, en vez de refrescar, sacar del suelo todo el calor acumulado durante el día. El aliento dulzón de la tierra reseca acogiendo a la lluvia. Se sentía respirar a la tierra. Los últimos bañistas corrían medio desnudos, cargados con sus pertenencias, recogidas precipitadamente. Solo los pescadores veteranos aguantaban impasibles, intentando vencer la impasibilidad de los peces con su propia impasibilidad. 8 de agosto y los plátanos están perdiendo apresuradamente las hojas. Yo también intento pescar, mientras camino y me las entiendo con Ravel, el segundo preciso que me presta la luz declinante para desvelarme lo insólito que se esconde en lo tantas veces visto.




sábado, 4 de agosto de 2018

El mar no nos cansa nunca

Ayer al atardecer... pasadas ya las 9 en la playa de Ocata. A esta hora, lo tengo bien observado, el paisaje es camaleónico y va mutando sus colores rápidamente, no sé si siguiendo los estados del alma del espectador o provocándolos. El sol declina, la brisa -aunque tímidamente- se levanta-, de la tierra recalentada, que ha estado absorbiendo durante el día la inclemencia solar,  emana como un aliento telúrico; el horizonte se pierde entre el cielo y el mar y los postreros bañistas le dan un toque de melancolía a la playa.


Hay un instante, poco antes del anochecer, en el que todo vira al azul. Comienza con una nube gris que va naciendo en el horizonte y, de repente, lo inesperado. En mis auriculares sonaba el adagio de la quinta de Shostakovich. Aquel arte total que perseguía infructuosamente Wagner se lo regalan al caminante gratuitamente estas tardes de verano.


El paisaje es un estado del alma.

domingo, 29 de julio de 2018

lunes, 23 de octubre de 2017

Ocata, esta tarde




Y en los auriculares, el segundo concierto de piano de Shostakovich.

Voy a hacer caso al consejo que me ha dado A.M. a través de B.M. Es decir, voy a intentarlo, a ver si tengo tiempo para todo...

viernes, 9 de diciembre de 2016

De vez en cuando, Ocata...

... te sorprende con atardeceres así. Al fondo, Barcelona.


Y, la vida, con sorpresas que les tengo que contar. Un anticipo:


Los hermanos Mercader. Ramón es el tercero por la izquierda.


sábado, 6 de diciembre de 2014

El cielo de Ocata

Dicen los entendidos que Bruckner componía desde el lugar al que Mahler quería llegar, el cielo. Yo he salido esta tarde a disfrutar de la puesta del sol llevando a Bruckner en los auriculares, con la esperanza de encontrarme con el regalo del cielo. Llevamos varias tardes de escándalo, en Ocata. Sin embargo somos pocos los que salimos a disfrutarlas... Claro, es que ha refrescado...







sábado, 18 de octubre de 2014

El cielo es azul

Venía yo, trivial Sísifo moderno, arrastrando mi carro de la compra, como todos los sábados, cuando al subir por las escaleras del monumento a la sardana he tenido que sortear  una pareja de adolescentes efusivamente -muy efusivamente- abrazados. Me parece que ni me han visto. Al dejarlos atrás he oído que el chico le decía a la chica: "Te voy a decir una poesía". Yo, por supuesto, he ralentizado el paso, expectante. "El cielo es azul / tus bragas lilas / y el bocata de pernil estaba cojonudo". Si no me he puesto a llorar de emoción ha sido porque no merezco emular al Junqueras. 

Marañas

Tengo que admitirlo: soy demasiado viejo para aprender ciertas cosas, por muy fundamentales que sean. La más importante de todas: aprender a...