lunes, 13 de diciembre de 2021

Sevilla y Cádiz

He pasado unos días muy a gusto en Sevilla y Cádiz, capitales de la España leve, y no por eso menos profunda; porque es esta una España que lleva la profundidad a flor de piel.

En Sevilla me alojaron en un hotel cómodo y funcional, que daba al Guadalquivir, justo en frente del puente de Triana, y de su mercado, uno de los lugares en los que mejor se come de España. Les aseguro que unas humildes zanahorias aliñadas son aquí un manjar exquisito, propio de una cultura que ha ido recogiendo con cuidado lo mejor de su heterogénea historia culinaria. A la izquierda tenía la mágica plaza de toros de la Maestranza y más allá la Torre del Oro, con sus misterios.

Hablé y me acogieron, me dieron de comer, de cenar, de desayunar, y di un largo paseo con mi hermano, Javier Sánchez Menéndez, poeta sevillano (valga la redundancia) de los que son capaces de hacer poesía con su escucha atenta. Con él siempre tengo motivos cordiales para recoger el hilo de lo que decíamos ayer. El sol templó las compañías y todo estuvo bien, alegre, sereno, entrañable. Me quedo con las caras alegres que me dieron la bienvenida a su mundo, que ya es un poco también el mío. Estoy seguro de que nos volveremos a ver.

De Sevilla a Cádiz, donde me esperaban 200 inspectores de educación para que les hablara de la lectura; profesionales serios, preocupados por lo que hacen, que aman la profesión, y que se sienten, con razón, el rompeolas de la educación española. 

Cádiz se te queda adherido a la memoria, especialmente si te alojan en la plaza de San Francisco y te llevan a cenar al Casino. Cada detalle vivido ocupa su lugar en el espacio de los recuerdos buenos. Visité librerías de viejo, comí en el mercado (santuario gastronómico que no se queda atrás del de Triana), me encontré con otro poeta andaluz, Tomás Rodríguez Reyes y con Paula Fernández de Bobadilla, que me invitó a las bodegas de Jerez, pero yo estaba ya sin fuerzas. No tuve fuerzas ni para visitar a una queridísima amiga, Nacha Juanarena, compañera de estudios, allá en la Pamplona de finales de los 70. No me quedaban fuerzas, pero estaba lleno de entusiasmo y de cansancio feliz por los largos paseos de la madrugada y del atardecer.

Estando en Cádiz salió mi última colaboración en El locutori.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Gravar la expresión exacta del dolor

Un comentario de Tom Waits que me ha interesado mucho: "El mundo es un lugar infernal y la mala escritura está destruyendo la calidad de nuestro sufrimiento. Abarata y degrada la experiencia humana, cuando debería inspirar y elevar".

Pocas cosas más humanas, más necesarias y más sutiles que la expresión exacta del sufrimiento. Quizás hablar aquí de exactitud sea excesivo, pero precisamente por ello, porque mi sufrimiento no se encuentra en una definición, sino en mi experiencia, hay que atraparlo como bien se pueda en el lenguaje. Para ello es imprescindible disponer de un bagaje de palabras que nos permitan darle un rostro para mostrárnoslo a nosotros y a los demás. O para callar sabiendo lo que callamos.

Si por algo la educación emocional, tal como la veo practicada en muchas escuelas, me produce suspicacias, es porque, posiblemente sin ser consciente de ello, está fomentando una estabulación sentimental. No sería de extrañar que dentro de unos años gravaran con un impuesto de lujo cualquier expresión diáfana de un sufrimiento genuino.

sábado, 4 de diciembre de 2021

Un "syndiastikós"

Hay que volver la mirada hacia los clásicos, porque siempre nos guardan alguna sorpresa. No importa cuántas veces hayas leído un texto de Platón o de Aristóteles. Si lo lees de nuevo con atención, encontrarás ese término preciso que hasta ahora te había pasado por alto. 

Es lo que me acaba de ocurrir con la aristotélica Ética a Nicómaco, donde el estagirita define al hombre como "syndiastikós" (1162 a).

Podemos traducir este término como "emparejado", pero en griego el nexo de unión de la pareja está reforzado por el prefijo "syn-" (junto, unido) y la raíz "-dúo-" (dos). 

Estas son las palabras de Aristóteles: "La relación (philía) entre marido y mujer parece darse por naturaleza. El hombre, por naturaleza, es antes un "syndiastikós" que un "politikós".

jueves, 2 de diciembre de 2021

Leer es un abismo

 Leer es (caer en) un abismo. 

Tenía ya bastante adelantado el ensayo que estoy escribiendo cuando me di cuenta de que necesitaba más información sobre un punto aparentemente secundario que no me ocupaba más de media página, pero que en su formulación quedaba muy ambiguo. Así que comencé a leer y caí en la trampa.

La lectura me proporcionó, sí, la luz que yo buscaba, pero, al hacerlo, me iluminó tinieblas de las que no era consciente y que afectaban, estas sí, a algunos de los puntos centrales del ensayo. Así que decidí aparcar la redacción y leer más. Y el foso de las incertidumbres fue creciendo.

Por si fuera poco, la lectura me empujó a la relectura y descubrí, con sorpresa, lo mal que había entendido a Eugenio Trías, lo poco que aproveché a Helmuth Plessner, las vías que me abre el gran Juan David García Bacca, el cuidado con el que hay que tratar a Eduardo Nicol, etc.

Finalmente, he tenido que decir: "¡Hasta aquí he llegado!" En caso contrario no acabaría nunca el ensayo. Es lo que hay que hacer, pero someter tu propio pensamiento a una orden que no tiene que ver con la busqueda de la verdad, sino con asuntos de orden práctico tiene algo de sofístico.

sábado, 27 de noviembre de 2021

El Locutori

Desde el Parador Nacional de Lleida, donde me están cebando con gran mimo. Me está tentando la idea de okupar la habitación que ya ocupo y no salir de aquí en unos meses.

Mientras tanto, El Locutori acude puntualmente a su cita con sus muy selectos lectores.


jueves, 25 de noviembre de 2021

Viajante

Nuevo viaje a Madrid. Nada más llegar participé en un debate en la Complutense a la sombra de estos tres imponentes filósofos:
 

Después cena, agradabilísima, en casa de Ana Palacio, con la anfitriona y José María Marco. Doña Ana me echó la bronca porque dice que es indigno que a mi edad vaya coqueteando con mis achaques viejunos. Visto que se me puso seria, dejaré de quejarme para que me siga invitando a sus cenas. No se me ocurre nada mejor que hacer en Madrid que cenar en su casa.

Hoy, por la mañana, desayuno con Antonio Vargas, director de Políticas Públicas para España y Portugal de Amazon Web Services. Volveremos a vernos.

Después, encuentro en la redacción de El Debate con Ricardo Morales que acaba de llegar de la frontera oriental polaca. Sondeos y entrevista. De allí a la estación de Atocha y AVE a Lleida. En una habitación del Parador Nacional escribo esto. Me han dado de comer en un restaurante realmente excelente y sin apenas tiempo para hacer la digestión, me espera la cena. Me prometen borraja con patatas y aceite del rico.

Entre una cosa y otra, planes para la editorial. Todo sigue adelante y con buenas perspectivas. No me duele nada. Me siento saludable, fuerte, agil, más joven y hasta un poco más alto.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Estoy tirando libros

Estoy tirando libros.
Esto es algo que hay que hacer de vez en cuando, porque llega un momento en que no cabes en tu propio cuarto y, lo que es peor, no hay manera de localizar el libro que necesitas consultar. 
No me cuesta demasiado desprenderme de algunos, pero el criterio que sigo para conservar aquellos de los que no quiero separarme es bastante caprichoso. 
Me cuesta desprenderme de los que compré en algun lugar o en alguna situación que, por lo que sea, me parece memorable.
Me resulta imposible desprenderme de los que conseguí en ciertas librerías de viejo de ciertas ciudades. Los libros comprados en las librerías de viejo de Santiago huelen a lluvia y los comprados en Sevilla, a azahar. Los de El Escorial o Córdoba me traen el recuerdo del librero... Los conseguidos en México, Bogotá, Montevideo... huelen a exilio. Etc.
Quizás el libro que se queda en las estanterías no valga demasiado por su contenido, pero no puedo desprenderme de él porque sería como estimular el olvido de aquella concretísima y entrañable circunstancia en que lo adquirí.
Me duele desprenderme también de ciertos autores, no muchos: Borges, Baroja, Patocka,  los clásicos españoles, Platón, los griegos, Leo Strauss y los estraussianos, los conservadores españoles de los siglos XIX y XX... aunque sé muy bien que es altamente improbable que vuelva a leer alguno de ellos, pero, en conjunto, son responsables de un cambio de perspectiva en mi vida y me siento en deuda con ellos.

A favor de la evaluación

 Hoy en El Mundo



jueves, 18 de noviembre de 2021

¿Qué es un clásico?

"¿Qué es un clásico?", me preguntaron ayer por la tarde. Esta fue, esquematizada, mi respuesta.

Un clásico es el autor que:

  1. No temes que te decepcione, sino decepcionarlo.
  2. Te proporciona la posibilidad de contemplar el presente desde el pasado y bajarle los humos al historicismo.
  3. Te dice cosas sobre el presente que el presente no sabe.
  4. Le da densidad (que no comodidad) a tu vida.
  5. Te muestra que no hay culturas inocentes.
  6. Ha marcado los centros de gravedad de los problemas que nos vienen ocupando.
  7. Te permite participar en la "gran conversación" que constituye lo mejor de la cultura europea.
  8. Permite el elitismo democrático (pone el elitismo al alcance de quien quiera conquistarlo).
  9. Garantiza la base de la educación liberal, atributo del hombre libre.
  10. Siempre te dice algo nuevo y relevante.

martes, 9 de noviembre de 2021

Competencias y memoria

I. La educación competencial:

Simone Weil contaba este cuento hindú: Un asceta que ha pasado 14 años en la más completa soledad, va a visitar a su familia. Uno de sus hermanos le pregunta qué ha conseguido con su ascetismo y él le muestra que puede caminar sobre las aguas. El hermano llama a un barquero y por una moneda pasa de una orilla a otra. “¿Vale la pena 14 años de ascetismo para conseguir hacer algo que vale una moneda?”, le pregunta.

¿Adivinan ustedes cuál de los dos ha recibido una educación competencial?

 

II. La memoria

L. tiene 94 años y nunca nadie la ha oído quejarse de nada. Se lo comenté el domingo cuando fui a su casa a hacerle una entrevista. Me contestó: “Cuando me duele algo, voy al médico, no a la vecina." 

Hoy he vuelto a su humilde piso en un humilde barrio obrero de Barcelona y me ha recibido con la alegría de siempre. Esta mujer, que no mide metro y medio irradia cordialidad y eso que en su vida hay experiencias tremendas. Hija de un minero asturiano, vivió la revolución de Asturias y la guerra civil. Fue una de las niñas de Rusia y, por lo tanto, puede hablar mucho de la Segunda Guerra Mundial. Más tarde viajó a Cuba. Su marido le organizó la marina de guerra a Fidel y ella creó la facultad de psicología en la Universidad de La Habana. Allí le tocó la crisis de los misiles. En el 70 regresó a Moscú y un año después consiguió el pasaporte para volver a España, donde vivió intensamente la Transición y la desaparición del PSUC y del PCE, carcomidos por crisis internas. 

Sabe lo que es el hambre. La experimentó en Asturias, en Moscú y a su regreso a Barcelona.

El domingo comimos juntos en un chino garbanzos con callos y al despedirme me entregó un texto manuscrito de 9 páginas que su marido escribió sobre Ramón Mercader, a quien trató íntimamente en Moscú. Nada más llegar a casa me lancé sobre él. Hoy he vuelto a su casa para devolvérselo. Me ha preguntado varias veces a qué he ido. Se lo explicaba y, al poco rato, me volvía a insistir. "Aún no me has dicho a qué has venido."

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Escribir

Ando intensamente dedicado a la escritura de un ensayo que inicialmente iba a titularse "Sostener el mundo" y que ahora estoy tentado en titular "En busca del tiempo que vivimos". Estoy en ese momento feliz en que las horas pasan volando porque las ideas fluyen y todo parece coherente, claro, profundo, riguroso... 

Por reiterada experiencia sé que después, cuando lea lo escrito, me parecerá que no hay una línea que merezca la pena y tendré que dejarlo unas semanas en un cajón para que repose y mi cabeza atienda a otras cosas. 

Pasado el tiempo que considere oportuno, le echaré otra mirada con más calma y entonces, con más objetividad, descubriré que este capítulo debe estar en otro sitio, ese punto está mal explicado, ese otro necesita un mayor desarrollo, esas diez páginas sobran... 

Se lo llevaré al editor dudando de si no me estaré precipitando. 

Se publicará finalmente y me lleegará a csa un paquete y al abrir el primer libro, entusiasmado, lo primero que veré será un gazapo: una falta de ortografía, un lapsus calami, una referencia mal citada... y concluiré que, efectivamente, debería haber esperado.

Hasta que comienzan a llegarme mensaje de amigos a los que admiro dándome su opinión. Y entonces respiraré, decidiré creerlos y comenzaré a darle vueltas al próximo.

domingo, 31 de octubre de 2021

Otoño



Ayer fue, de verdad, el primer día otoñal, que no de otoño. Durante la noche llovió con ganas y  ráfagas de furia intermitente azotaron las perdianas y dejaron las calles alfombradas de hojas de plátano amarillentas y cansadas. El otoño siempre es igual y nada hay más trivial ni más mecánico que una hoja caída a finales de octubre. Sin embargo, cada año la sensación, al repetirse, te asalta con la misma evocación melancólica. Ya no se siente el rumor germinal de la tierra, sino su cansancio, y en cada detalle de ese cansancio uno, a poco que se descuide, se encuentra preso de metáforas de la caducidad. Hay, sin embargo, algo nuevo en los últimos años: la inseguridad creciente de los pasos del viejo, que ve en cada hoja caída más un peligro para un resbalón que un aviso de la existencia sobre los ocasos inevitables. El anochecer tuvo el punto dramático que le pedía el día y allá a lo lejos, como hojas provisionalmente prendidas a los árboles, cientos de miles de seres humanos vivían su titilante vida.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Lenin en San Petesburgo

Un visitante recorre una galería de Moscú con un guía. Se detienen ante un cuadro titulado “Lenin en San Petersburgo”. El visitante inspecciona el cuadro. Ve a la mujer de Lenin, Nadezhda Krupskaya en la cama con un guapo miembro del Comité Central.

-¿Dónde está Lenin? - pregunta. 

El guía le contesta: “En San Petersburgo.”

Terry Eagleton, “Humor”.

lunes, 25 de octubre de 2021

Una mujer deportista

Buenas tardes. Me llamo Gregorio Luri y tengo una mujer deportista. Ayer, sin ir más lejos, se levantó a horas intempestivas para ir a correr una media maratón a Barcelona. Antes le decía, "tranquila, que del deporte también se sale." Pero tiene 66 años y sigue dale que te pego. Ya no le digo nada.

Oda a mi sofá

Solía decir mi padre que cada uno en su casa es el rey. Lo confirmo, lo subrayo y añado que mi trono es mi sofá, que lo hicieron justo a mi media para que encajara en él mis siestas, porque hay lugares para dormir y lugares para sestear. Para dormir, el silencio es imprescindible, en cambio, al sesteo le va muy bien el sonido de fondo de la televisión, un cojín bajo la cabeza, otro bajo los pies y un tercero sobre la tripa y ya tienes toda la corte y pompa necesaria para sentirte el rey del mundo. Hoy, al echarme sobre el sofá me ha tentado un rato la idea de convencer a mi familia para que me entierren tumbado en él, pero no he dicho nada porque seguro que me ponen pegas, ya saben... el qué dirán. El sofá ya está hecho a mi cuerpo, como una armadura de confort, y yo estoy tan hecho a él, compañero del alma, que no hay mejor lugar en el mundo para reponerme de las fatigas de un viaje, de la pesadez mental o del simple cansancio de la vigilia, que tan plúmbea se pone los domingos a eso de las cuatro de la tarde.

viernes, 22 de octubre de 2021

Otra caída

Ya les he contado a ustedes alguna vez que me caigo con frecuencia. Un problema del oído interno me impide llevarme del todo bien con el sentido de la verticalidad y de vez en cuando el suelo no está donde debería estar y me desequilibro. He sufrido caídas memorables. Quizás la más aparatosa fue en la escalera mecánica de la estación de Sants. La más dolorosa tuvo lugar un día de lluvia intensa en Madrid, que dí con mis huesos sobre un charco y con mi frente en una alcantarilla. Esto lo tengo bien asumido. Es lo que hay y no pienso encerrarme en casa para evitar caídas porque también me caigo por casa.
 
Ayer por la mañana me caí con cierto dramatismo subiendo al tren en Ocata. Me atendió inmediatamente un mendigo a cuyo lado no había querido sentarme en el banco de la estación. Una vez repuesto, me entregó algo que se me había caído del bolsillo de la chaqueta: el libro La risa, de Bergson.

No tuve ni un rasguño, aunque el ego se me magulló un poco, pero no pude apartar de mí en todo el día fue  la reacción del mendigo ni a Bergson. No me sentía culpable por no haber querido sentarme al lado del mendigo y, sin embargo, tampoco me sentía inocente.

miércoles, 20 de octubre de 2021

Conversadores

Ayer se presentó en el casino de El Masnou el Club Conservador, que quiere ser un club conversador de política y literatura. Para el acto inaugural me invitaron a decir alguna cosa solemne y comprensible. Critiqué a los conservadores que son tan celosos de conservar lo suyo que se olvidan de la importancia de conservar lo común; defendí que es el mismo derecho de propiedad el que legitima la huelga de los obreros y divagué sobre lo que me pareció adecuado al momento. Pero no es esto lo que guardaré en mi memoria. Lo que me impactó fue el pequeño diálogo que mantuve al final con un asistente de unos 50 años:

- Mi argumento para ser conservador -me comenzó diciendo- no tiene nada que ver con ninguno de los que ha dicho usted.

- ¿Y cuál es su argumento? -le pregunté, muy interesado en su respuesta.

- ¡El amor a la belleza! -mo soltó inmediatamente.

- ¿Ha leído usted a Scruton? -le volví a preguntar, pedante de mí.

- ¿Y quién es ese? -me respondió. 

Y me rendí de admiración.

Reincidente

Para que quede clara mi condición, he de confesar que hoy he vuelto a acompañar a mi mujer de compras a un centro comercial de Barcelona, Diagonal Mar. 
 
Un centrro comercial es como el Hades. 
 
Ya la entrada con el coche por el parquing tiene algo de tenebroso y lo que viene después es un continuo volver la cabeza en busca de Eurídice, que nunca está donde la buscas. 
 
Al final, uno siente su cabeza poblada de melodías incomprensibles mientras desciende, como la cabeza de Orfeo, pero no por el Hebros, sino por la escalera mecánica que lo conduce hacia el Leteo.

lunes, 18 de octubre de 2021

De compras con la señora

¿Por qué me resulta tan agotador acompañar a mi mujer a comprar, especialmente si se trata de un centro comercial o, sobre todo de Ikea? A Dios pongo por testigo que intento hacerlo bien, portarme como un hombre adulto y sereno que sabe tratar con su señora en tono dialogal sobre el color adecuado de la manta para la cama del nieto o sobre si es mejor este bol de cristal con un borde azulado que este otro con un fondo anaranjado. No lo logro, pero diré, en mi descargo, que nunca acierto con la respuesta adecuada. "¿A o B?", me pregunta mi mujer. "A", digo yo esperando acertar. "¿Cómo puedes decir A si a la legua se ve que es mucho mejor B?" Pero lo que me deja vaciado de mí mismo es el cansancio. Un kilómetro en una gran superficie equivale, psicológicamente, a un par de maratones. A los diez minutos ya parece que llevas arrastrando cada una de las cosas que no has comprado.

domingo, 17 de octubre de 2021

Lo vero es severo

Entiendo que los matemáticos han de dar a cada cosa su nombre preciso, exacto, bien delimitado, porque el suyo es un lenguaje formal. Pero no entiendo a los científicos sociales que inflan el lenguaje hasta la pomposidad retórica y creen ofrecer conceptos cuando sólo nos lanzan rosarios de bombas de jabón que explotan sin dejar ningún rastro en la memoria. No me sorprenden. Hace tiempo descubrí que cuanto más ampuloso es el lenguaje de un científico social, más vacío es su contenido. Un discurso sobre las cosas humanas que olvida las cosas humanas, es un abalorio.

En ciencias sociales, lo vero es severo.

Por eso me gusta la cena de planeta, un evento sin demasiadas pretensiones académicas, frívolo y educado, en el que se cotillea con humor, pero sin despellejar a nadie, se come y se bebe bien, al pan se lo llama pan y al vino "costers del Segre" y te encuentras cada año con personas con las que no te volverás a ver en los siguientes 364 días. Memorable el largo aplauso al rey, con los invitados, en su inmensa mayoría, puestos en pie. Me dio la sensación de que en aquel aplauso había más desahogo que entudiasmo, pero era un desahogo necesario.

Sí, el farero de la isla de Ons es el farero de Occidente.

sábado, 16 de octubre de 2021

Otro magnífico sábado trivial

Otro magnífico sábado trivial. Despertarse despacio, demorarse un poco en cada cosa, mirarse la cara en el espejo como comprobando que aún no está emergiendo el rostro de otra persona en el tuyo, disfrutar de la luz que entra a raudales por la ventana, perder tiempo generosamente, ir a la plaza de Ocata a tomar un café, tener la suerte de compartir mesa con tu mujer, tu hijo y tu nieto, comentar cosas irrelevantes, leer un poco a Dalí, ir a hacer la compra, hacer albóndigas, elegir la fruta, comer juntos, disfrutar de la pereza de las primeras horas de la tarde, decidir no dar ni un paso fuera de casa y hacer lo menos posible, rendirse a la placidez vegetal, dejarse llevar por la mansa corriente de la luz de la tarde, cenar un poco, mirar si es ya hora de ir a la cama, protestar como siempre de lo mala que es la programación de televisión, comprobar con pena que aún son las 10, sentir que todo va bien y que todo es efímero y por eso tan valioso, no echar en falta la prensa. Posiblemente no recordaré este día, pero sé que añoraré días como este.

El santo cansancio

Hay un cansancio que parece surgir, como radiación, de algún punto indefinido de tu alma y adueñarse de todos tus músculos y colgar su peso de tus párpados. Es un cansancio dulce y tentador que te permite disfrutar de lo que has estado haciendo y te empuja a la cama como al paraíso. No cambiarías esa sensación de cubrirte con las sábanas para entregar tu levedad ingrávida a Morfeo, como una crisálida de paz y bienestar, por nada del mundo. Te entregas al sueño como a una disolución de ti mismo en la placidez y al dia siguiente despiertas, después de haber dormido 10 horas, como si fueras un niño que estrena el mundo. Sí, hay una felicidad honda y generosa en el cansancio.

jueves, 14 de octubre de 2021

La muerte de James Bond

Había titulado inicialmente este artículo "James Bond en Colono", pero Ignacio Peyró me animó a ser más contundente:

La muerte de James Bond.

martes, 12 de octubre de 2021

Escribir

Lo de conocerse a sí mismo está bien como lema, pero en la práctica es un ejercicio complicado, en primer lugar porque somos laberínticos y, en segundo lugar, porque el poco conocimiento que vamos adquiriendo de nosotros mismos contribuye a nuestro cambio, es decir, a ser un poco diferentes de como nos acabamos de conocer. Aquí el sujeto que conoce y el objeto conocido siguen sus propias metamorfosis. 

Sin embargo, hay conocimientos fragmentarios de mí mismo que son certeros porque aquello que conozco es una debilidad reiterada mil veces, que tiene la estabilidad de un teorema matemático. 

Este es mi caso ahora. Estoy atascado escribiendo un ensayo, de tal manera que lo que voy escribiendo me parece pesado, aburrido, reiterativo y poco original. Como he llegado a conocer bien este fragmento de mi personalidad, sé que esto me pasa siempre que voy por la mitad de un ensayo. Me entra como una especie de decepción y hastío que despierta en mí una voz que me anima a dedicarme a otra cosa más llevadera. ¿Pero a qué otra cosa podría dedicarme, si en el fondo, lo haga bien o mal, no sé hacer nada más que escribir y leer? 

Sé que tengo que sacar el machete y abrirme camino en línea recta. Después, cuando acabe el manuscrito, será el momento de revisar, corregir y, sobre todo, recortar, porque si algo he aprendido de mí como escritor es que no hay libro mío que no mejore recortándolo.

lunes, 11 de octubre de 2021

James

Matar a Dios, pase. ¿Pero a qué sádico desalmado se le ocurre matar a James Bond? ¿Y ahora quién nos salvará del tedio?

Se me han muerto jugadores de futbol, actores, músicos... que en mi niñez y juventud parecían eternos y poco a poco he ido asumiendo que la vejez obliga a ir cada vez a más entierros, pero no estaba preparado para asistir a la muerte de James Bond. 

domingo, 10 de octubre de 2021

¿Cómo es que no sabes qué es la "entalpía"?

Este me parece un ejemplo muy claro de cómo están las cosas en la educación. Se ha perdido el sentido del ridículo y a semejante pérdida la llaman innovación.

Más indformación AQUÍ

 


viernes, 8 de octubre de 2021

En ruso

Me escribe el traductor de "El cielo prometido" al ruso y me dice lo siguiente:
 

"Ayer me reuní con el señor Erlich, el editor. Le entregué el texto completo y las fotos. Todo está bien. Esta es mi mejor traducción. He añadido varias notas explicativas. Me parece que he logrado transmitir el humor y la compasión hacia tus protagonistas que se encuentra en tu libro.
 

El libro tendrá tapas duras."

La traducción ha sido un trabajo largo y difícil, porque he tenido la inmensa suerte de contar con un traductor meticuloso y muy exigente que me ha consultado cada palabra que no entendía bien o cualquier acontecimiento que no le parecía bien explicado.  Le estoy profundamente agradecido... casi tanto como estoy agradecido a los Mercader por no abandonarme durante estos últimos 20 años.

jueves, 7 de octubre de 2021

Edipo

Ayer participé en un debate sobre la trilogía de Edipo de Sófocles: Edipo Rey, Edipo en Colono y Antígona. A pesar de que no me falta el trabajo, accedí a la invitación que me hizo la Bernat Metge porque así podía escaparme durante un par de días de mi mundo cotidiano y volver a alternar con un grande. 

Basta abrir Edipo rey para encontrarse con "esta batalla ardiente que es la vida" (381) y con la ironía amarga de la mirada de Sófocles sobre la misma: "Si crees que la arrogancia es un bien cuando la razón no guía, estás equivocado". Pero el lector no tarda en descubrir que la razón nunca engarza los acontecimientos ni según sus propósitos, ni según su lógica, puesto que ningún humano es capaz de prever con seguridad nada (977). Incluso puede ser mejor rendirse y buscar la protección consoladora de la ignorancia (1165), dado que vista cara a cara, la vida humana es semejante a la nada (1190). Sófocles hace suyas las famosas palabras de Solón a Cresos: "Esperemos hasta su último día para proclamar feliz a un mortal".

Edipo en Colono es el relato del "pathei mathos", de lo que el dolor enseña a quien sabe leer el tiempo (6, 22) omnipotente (pankratés: 609). Como ocurre siempre con un clásico, cada nueva lectura es un nuevo descubrimiento. Esta vez he tropezado en 1085 con una advocación de Zeus a la que hasta ahora apenas había dado importancia: "Zeus panóptico", pero esta vez la imaginación se me ha enredado con Bentham y a Foucault. Lo que ha aprendido Edipo es, en defintiva, que el mayor bien es no haber nacido (1225), pero si has nacido, debes aceptar y sufir lo que los dioses envían.

Antígona es la historia del enfrentamiento de dos dogmáticos irreconciliables, Creonte y Antígona, que se creen seguros de sí porque desconocen las consecuencias de sus actos. Aunque es Antígona la que goza de buena fama, el único que aquí aprende algo es el tirano Creonte, pero lo aprende cuando ya es demasiado tarse para aplicar lo aprendido. El Hado es un poder terrible que no se puede esquivar (952). Ciertamente frente a él, la imprudencia es el peor de los males (1151), pero no hay manera de ser prudente. Todo lo que está a nuestro alcance es descubrir que no lo hemos sido. De ahí que Sófocles describa nuestras vidas como "esfuerzos desforzados" (1275: pónoi dísponoi).

Pero todo esto, tan humillante para la soberbia humana, está dicho con tal arte, con tanta belleza, que el lector siente que si el hombre es capaz de hacer brillar así su miseria, es un mísero admirable capaz también de dejar detrás de sí chispas de fulgor eterno. Los clásicos nos proporcionan la experiencia de la proximidad con ese fulgor. Eso sí, no es un fulgor competencial. Sólo sirve para afirmar nuestra esencia como humanos.

miércoles, 6 de octubre de 2021

Cielos de Ocata

Me pidió ayer el farero de la isla de Ons que hable más de los cielos de Ocata y para complacer al farero, por su profesión, experto en cielos, me he ido a ver amanecer a la playa, pero ante los clarines del día, me he quedado mudo. A mi lado la gente corría. ¿De qué huye esta gente que se levanta a horas intempestivas para correr con tanto ímpetu? Sí, claro, de la decrepitud, de la enfermedad y de la muerte, como todos.



Pasemos al cielo. 

En el principio, decía el filósofo Moderato de Cádiz, era el Uno, que está más allá de todo ser. Por las razones que fueran el Uno se cansó de sí y quiso conocer la pluralidad. Y creó el mundo. Para ello alienó de su esencia una parte de sí, la cantidad, y se recluyó en ella. La cantidad, en este caso, hay que entenderla como lo que se mueve y no acaba de encontrar una forma precisa, como estas nubes, que parecen ir persiguiendo a los corredores y como esta luz que muta, inasible, sobre un mar agitado. La cantidad, en realidad es añoranza de forma (de Unidad). Y de añoranza estamos todos hechos. Y esto es todo lo que se me ocurre decir del cielo que clareaba esta mañana en la playa de Ocata.

martes, 5 de octubre de 2021

Hablar

Cada vez me gusta más leer y menos hablar. 

No sé si es bueno o malo o, simplemente, otro síntoma de la edad. Esto no significa que ya no hable con nadie, sino que me estoy volviendo muy selectivo en mis conversaciones.

Si veo a ciertas personas de lejos, doy un rodeo para no tener que pararme a ser cordial.

Conocí en México a un personaje que resultaba entrañable siempre y cuando no le preguntaras nada, pero si por un descuido se te deslizaba una pegunta de la boca, estabas perdido. Como él decía: "yo soy de esas personas a las que si les preguntas la hora, necesitan comenzar contando la historia del reloj." Era exactamente así.

Tengo un vecino que ante un "¿Qué tal?" de compromiso, te contesta de una manera tan prolija que resulta insufrible. Además tiene la manía de ir corrigiéndose a sí mismo a cada paso: "Serían eso de las 9 menos diez ... No, miento, porque en ese momento ... así que ya serían las 9 pasadas...".

Sin embargo a los ancianos que se han quedado solos en sus casas, cada vez más llenas de recuerdos y más vacías de seres queridos, no me importa escucharles el tiempo que haga falta. Nada valoran más que la misericordia de nuestra atención. Te suelen contar las mismas cosas cada vez que te detienes a escucharlos, pero cada vez lo hacen como si se agarrasen al salvavidas de sus propias palabras para seguir vivos. 

domingo, 3 de octubre de 2021

De Husserl a Prim

Atardece. Se ha levantado una brisilla otoñal caprichosa, arremolinada, que de vez en cuando trae alguna ráfaga de aire fresco (más que frío) y una cierta sensación de humedad. Durante un rato he oído el retumbar de truenos lejanos e incluso han caído cuatro gotas desganadas, pero ahora parece que a las nubes inquietas les ha dado por abrirnos una ventana al cielo. Estoy solo en casa y aprovecho para leer dos libros bien distintos a intérvalos, como la brisa que me acompaña en la terraza: la Crisis de Husserl y una biografía de Prim. Leo porque -entre otras cosas- cada vez me resulta más insufrible la televisión. Creo no pedir demasiado: actores que no griten (descartados, pues los españoles), que no necesiten gesticular para interpretar y que sepan hablar en silencio, guiones verosímiles y no excesivamente previsibles y cámaras que pasen desapercibidas. ¿Es demasiado?

Husserl. Todos los caminos de la filosofía del siglo XX nacen en él y, a mi modo de ver, no hay tarea más urgente para la filosofía que la reivindicación de la doxa del mundo de la vida. Respecto a Prim, es otra de esas figuras trágicas de nuestra historia que nos empujan a pensar en lo que pudo haber sido y no fue, esa enfermedad española.

sábado, 2 de octubre de 2021

Placeres grandes

Placeres grandes son aquellos que más disfrutas. Por ejemplo, a mi edad, el de levantarme descansado y con la cabeza despejada, para comenzar el día con espíritu inaugural. Es este un placer nuevo que se presenta cuando él quiere y por el que hace algunos años no hubiera dado ni un céntimo (de peseta) y ahora me parece un lujo. 

Uno asiste un poco desconcertado a la reorganización de sus posibilidades de hedonismo y sabe que hay que atrapar al vuelo cualquier nuevo gozo que te ofrezca la vida y este de levantarse más liviano no es pequeño.

Levantarse bien dormido, ducharse, ponerse ropa limpia y salir a la calle con un libro en el bolsillo a respirar el primer aire del día y a desayunar un buen café con leche. ¡Ahí es nada!

jueves, 30 de septiembre de 2021

Competencias y alta cultura

La educación actual está sometida al prejuicio de lo competencial, es decir, al prejuicio que sostiene que todo aprendizaje escolar debe ser un medio para un fin. Si te atreves a poner este prejuicio en cuestión, serás acusado de defender el absurdo de una educación para la incompetencia. Pero la negación de la proposición "todo aprendizaje debe ser competencial" no es "ningún aprendizaje debe ser competencial", sino "algún aprendizaje no debe ser competencial". Lo que ocurre es que en este "algún" se esconden precisamente las riquezas de la alta cultura.

Me explico.

¿Las Variaciones Goldberg son grandes por ser un medio para un fin o lo que las hace grandes es ser estrictamente inútiles?

¿Qué uso práctico se les puede dar a las Variaciones Goldberg? ¿Y a Velázquez? ¿Y a los sonetos de Quevedo?

Desde luego nada de esto ayuda a ser mejor ciudadano, a desarrollar la inteligencia emocional, a adquirir competencias del siglo XXI. Nada de esto es un medio para un fin. 

La alta cultura es un fin en sí misma. 

El hecho de que hoy todo aquello que es un fin en sí mismo se mire con recelo expresa el triunfo de la cultura de masas; pero el hecho de que los ministros de educación se rindan a la cultura de masas indican la cobardía democrática de quien tiene que justificarse utilitariamente ante el inculto.

En nuestros centros educativos la alta cultura se ha convertido ya en contracultura precisamente porque exige un esfuerzo deliberado y perseverante cuyo premio es la conquista de lo inútil.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Las frases hechas

Me encuentro con M. Se le acaba de morir un familiar muy próximo y está pasando un mal momento. Durante el rato que pasamos juntos recibe varias llamadas telefónicas que, de manera visible, lo incomodan. Cuando el móvil se calma, me comenta que ya hemos perdido la sabiduría que el mundo de la vida había puesto a nuestra disposición para estas ocasiones. Se refiere a aquellas fórmulas, "te acompaño en el sentimiento", "mi más sentido pésame", etc. que se utilizaban con normalidad en estas circunstancias. Hoy, como pesa sobre nosotros el deber moral de ser auténticos, nos vemos en la obligación de decir algo que no suene a cliché, a frase de compromiso... El resultado es que no sabemos qué decir, con lo cual convertimos el acto de dar el pésame en una incómoda comunicación de un sentimiento que no sabemos cómo expresar para que no suene a frase hecha. 

¿Pero cómo sentimos lo que no sabemos decir?

Las frases hechas, como todo lo que la tradición ha ido depositando en las costumbres, tienen su sentido. Facilitan la relación en los momentos difíciles y nos permiten librar a la persona dolorida de la incomodidads de tener que mantenerse sereno ante la pesadumbre que no sabemos formular. 

Nos hemos propuesto dinamitar el mundo de la vida por considerarlo falso e hipócrita y no tenemos manera de construir otro que sea auténtico, genuino, sincero... simplemente porque no damos para tanto.

sábado, 25 de septiembre de 2021

Dos cosas

La primera, la nueva entrega del Locutori.

La segunda, esto de hoy mismo de Fernando Savater en su columna de El País, "Conservador":

Los rótulos ideológicos tras los que nos parapetamos son cada vez más, según aumentan las identidades ofendidas y los derechos cantinflescos reivindicados. Pero hay una ideología compartida por todos, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, y de la que sin embargo pocos se enorgullecen: la conservadora. A nadie le falta un punto conservador en un aspecto o en otro, porque ser humano es elegir en el caos del mundo y de la vida algo que queremos ver perpetuado. A los demás animales la evolución les ha simplificado la tarea, inscribiendo en sus genes los gestos y preferencias a los que deben guardar fidelidad. En cambio nosotros estamos programados para autoprogramarnos (la inteligencia artificial no es la de ninguna máquina sino la nuestra) y debemos elegir el punto sólido, que quisiéramos inamovible, a partir del cual movernos, avanzar, explorar: necesitamos establecer lo que debe ser conservado para a partir de ahí revolucionarlo todo.

Para no ser conservador por imitación o rutina (fuentes habituales del instinto de conservación y del pensamiento reaccionario) hay que ser lúcido y, aunque suene paradójico, audaz. Actualmente en España el autor que mejor responde a este perfil es Gregorio Luri. Su último libro ―La mermelada sentimental, editorial Encuentro― es un buen compendio de sus ideas sobre educación (quizá su tema preferido), política, formas de ser y de dejar de ser de los españoles, ecología y hasta religión. Una prosa clara y contundente, una perspicacia que no desfallece y un humor sin el que no hay tarea intelectual digna de ese nombre. Una ráfaga a modo de aperitivo: “La política es el proyecto, siempre inacabado y siempre frágil, de establecer una relación comunitaria con el tiempo que nos permita dotar de historia coordinada a nuestros aconteceres personales y colectivos”.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Alain Minc

Crear una empresa es una tarea tan procelosa que cuando consigues el último sello y la pones en marcha, es decir, bajo la lupa de Hacienda, estás agotado y sólo tienes ganas de no hacer nada. Uno, ingenuamente, pensaba que la administación está para ayudar y tender puentes, no para ponerte trabas. Pero lo peor es que aquí, en Cataluña, tenemos varias administraciones y cada una exige su tributo burocrático. 

Las ventanillas siempre tienen sed.

Pero ya estamos en marcha, ilusionados y con buenas perspectivas.

He terminado Ma vie avec Marx, de Alain Minc. 

Me ha gustado. Creo que es el mejor de los libros que he leído de Alain Minc. Está lleno de sugerencias que te van dejando abundantes motivos para pensar a fondo el presente.

Sin embargo...  al cerrarlo me he encontrado con la misma sensación de precipitación que he notado en otros libros suyos. Me parece que de vez en cuando a Minc le entran ganas de correr y deja a su lector -o, al menos, ese es mi caso- un poco desamparado, con ganas de que nos explique más despacio algunas de las ideas que nos ha ido mostrando solo a medias. Por ejemplo, la del estancamiento de la productividad en la era de las nuevas tecnologías. Esta es una preocupación central del presente que, sin embargo, él apenas insinúa y que cierra dándonos a entender que espera que no sea así. Yo, que aprecio mucho la agudeza analítica de Minc, no tengo bastante con eso. A él, por respeto a su inteligencia, hay que exigirle mucho más. 

Me ha dejado un poco perplejo su reivindicación de Marx. Entiendo su reivindicación de lo que a su parecer representa: la ambición de una teoría rigurosa que se corresponde con una praxis  política que no conoce el desaliento. Me ha gustado porque en estos tiempos en los que animamos a los jóvenes a cambiar el mundo, mientras les negamos los intrumentos conceptuales que les permitirían comprenderlo, Marx se erige para Minc en el símbolo del compromiso de las virtudes téoricas con las prácticas. Pero hablar aquí de virtudes prácticas es hablar de virtudes política que, para el Marx dirigente social, incluyen un cierto componente maquiavélico y, por lo tanto, a mi modo de ver, lo que se nos acaba mostrando es que la razón teórica no cubre la destreza práctica. 

Marx es también un predicador y un habilidoso gestor práctico de su compromiso con la teoría. Y es todo esto lo que Minc parece querer resaltar cuando lo comprara con Adam Smith, Ricardo, Schumpeter, Kondratiev y Keynes. Ninguno de estos cinco es predicador. Más bien tienen alma de diplomáticos.

Marx es el predicador del Todo y, ciertamente, los otros cinco son diplomáticos de determinadas provincias del Todo. Pero hay, me parece a mí, una virtud en la renuncia a someter el Todo a una teoría, por muy ambiciosa que sea. Yo veo en esa renuncia precisamente la ambición del pensamiento liberal y conservador que reconoce que el Todo no encaja en ninguna teoría y, por lo tanto, admite que siempre actuamos con menos sabiduría de la que sería necesaria para garantizarnos el éxito.

¿Es Maquiavelo el suplemento que necesita la teoría para incrementar sus posibilidades de éxito?

En cualquier caso, bien pudiera ser que Alain Minc sea, efectivamente, el último marxista de Francia. Y no sé si de Europa. Y esto es lo que molestará a los marxistas elementales. ¡Bien por Minc!

Una cosa más: He entendido perfectamente las alabanzas que Minc dedica al emprendedor.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Más allá de mis rodillas

He dicho más de una vez que eres viejo cuando estás más pendiente de tus rodillas que de las rodillas de la vecina. Es mi caso. Pero me niego a conformarme.

Podría añadir que eres viejo cuando te levantas de la cama casi tan cansado como cuando te acostaste, porque el cansancio se arrastra y sólo lo puedes ir soltando poco a poco, como un lastre pegajoso. Tampoco quiero asumir esta derrota sin una combate digno.

Reconozco que no sé estar sin hacer nada. La pasividad me resulta insufrible. Necesito sentirme activo, maquinar, proyectar, llevar a cabo. Pero como mis condiciones físicas son las que son, intento organizarme las actividades de la manera más calmada posible. Así, si el sábado tenía firma en la Feria del libro de Madrid, llegué a la capital el viernes por la mañana y como el domingo tenía un debate en Córdoba, pedí dos noches de hotel en esta ciudad y unas ciertas comodidades en el AVE (básicamente, el vagón de silencio). De esta manera tengo tiempo para bajar el ritmo, visitar librerías de viejo y sentarme a leer tranquilamente en algún lugar privilegiado (por ejemplo, en la azotea del hotel de Córdoba). Sólo si administro bien mi tiempo puedo controlar los caprichos de mi oído interno y mantener bajo un cierto control a mis acúfenos y vértigos.

Todo ha ido bien y he llegado a casa en condiciones decentes que me han permitido terminar un artículo para un nuevo diario, El periódico de España, que saldrá el 12 de octubre, y adelantar un artículo de 15.000 caracteres sobre los Mercader para la edición catalana de El País.  Lo he dejado a punto de un último repaso, más que nada para controlar los caracteres, que me sobran bastantes.

Mañana será un gran día. Se pone en marcha oficialmente la Editorial Rosamerón, que lanzamos a la calle tres amigos y yo, cuatro románticos que saben sumar. Es una manera de pretender que mis rodillas no retengan toda mi atención.


Una cosa más: tengo que hablar del último libro de Alain Minc, Ma vie avec Marx, que me parece su mejor libro, un ensayo magnífico, retador, claro, esclarecedor.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

El bochorno y la edad

Hemos pasado dos días de un calor agobiante , no tanto por la temperatura como por la humedad ambiental. Estos días de bochorno mediterráneo no hay sombra que cobije mejor que la de la ducha, pero claro, uno no puede plantar sus reales bajo la ducha y esperar a que afuera calme. Además había asumido el compromiso de enseñarles a dos documentalistas franceses la Barcelona de los Mercader. Se podría, por cierto, hacer una buena guía de la ciudad siguiendo los pasos, siempre apasionados, de esta dramática familia. Lo curioso es que llevo más de 40 residiendo aquí y nunca había estado en alguno de los lugares a los que llevé a esta pareja, por ejemplo en la terraza del Ritz, en el Hotel Oriente de las Ramblas o en el restaurante La Gastronómica.

Entre las sensaciones humanas más agradables se encuentra la de encontrarte con personas desconocidas que rápidamente van dejarndo de serlo y a medida que la intimidad aumenta, aumentan también las complicidades y se van dibujando proyectos comunes en un futuro que poco antes estaba indefinido. Por ejemplo, el de un nuevo viaje a México. Uno de los mayores regalos de la edad es la capacidad para apreciar a personas con las que no compartes muchas cosas, pero con las que estás dispuesto a proteger aquello, creciente, que sí compartes. En este sentido la edad te va haciendo más libre.

lunes, 13 de septiembre de 2021

Los Mercader y yo

Cuando comencé a recoger materiales sobre los Mercader estaba muy lejos de sospechar hasta qué punto estos personajes remotos se me harían casi íntimos y acabarían entrometiéndose en mi vida y, sin duda, enriqueciéndola, porque han ampliado mis horizontes con nuevas amistades, alguna de ellas ya entrañables -¿verdad, B.?-, nuevos viajes, nuevos conocimientos y experiencias. Historiar algo es convertirlo en parte de tu presente y, al mismo tiempo, cuanto más amplio sea tu presente, más posibilidades tienes de historiar. En el fondo, no es mucho más difícil conocer a un personaje del pasado que a tu vecino. En ambos casos el conocimiento es, a la vez, un descubrimiento y una reformulación de lo que crees haber descubierto. Historiar es ir ensanchándote para que quepa en ti la realidad de lo que pretendes conocer. En este sentido la historia es una ciencia de la vida. El respeto a la objetividad del otro es imposible sin generosidad.

miércoles, 8 de septiembre de 2021

De ayer a hoy

Volver de Castilla, tan llena de espacio, a Barcelona, tan llena de coches... Volver del calor seco que busca el amparo de la sombra, a esta humedad  tan densa, mefítica, para la que no hay otro amparo que la ducha. Volver del día que se va haciendo paso a paso, al día gestionado por tu agenda.

Ayer fue un día de mucho trabajo acumulado y sobrevenido, interrumpido continuamente por llamadas telefónicas y flashes de los lugares vividos estos días. Terminé el epílogo para la edición rusa de El cielo prometido y aún me quedó tiempo para leer un poco a las 2 de la mañana, hora en la que se podía respirar.

Hoy me había prometido a mí mismo hacer lo menos posible, dedicar el día a la descompresión. Pero acabo de quedar a las 12:30 para una entrevista en una radio andaluza. A los periodistas que te tratan bien hay que corresponderles tratándolos bien.

Mi nieto mayor comienza hoy la ESO. Los nietos, y esto es de una evidencia irrefutable, crecen muchísimo más rápido que los hijos.


lunes, 6 de septiembre de 2021

Por tierras de Castilla

Comencemos por lo importante: se si muere hasta Belmondo, aquí no se salva nadie. A quienes no conocieron a Belmondo esto les parecerá una tontería, pero que esperen un poco: también ellos asistirán perplejos al entierro de sus inmortales.

Aprovechando una invitación para ir a dar una charla al Escorial, mi Agente Provocador y yo decidimos hacer un pequeño viaje por tierras castellanas. Cada vez entiendo mejor el profundo encanto que encontraba en ellas Unamuno. Castilla era para él una fuente inagotable de inspiración. Cada vez, al mismo tiempo, me parece más evidente, que la auténtica lectura es la del paisaje.

Iniciamos nuestro recorrido por una ciudad que siempre habías dejado de lado, Guadalajara. Visitamos, por supuesto, el justamente famoso Palacio del Infantado y la injustamente desconocida cripta de los Mendoza, pero la auténtica sorpresa nos la proporcionó la concatedral, porque no tiene necesidad de gritar su belleza. Le basta con insinuarla con la harmonía de sus formas y el viajero queda prendido de ella.

El Escorial nos recibió con un día luminoso, que hizo aún más luminoso el hecho de que nos hubiesen reservado un hotel con piscina. Siempre impresiona este grave lugar, tan vivamente poblado de ausencias imperiales. Mi Agente Provocador subió dos veces -en el mismo día- hasta la Silla de Felipe II. La primera vez, como iba sola, subió y bajó corrriendo. Yo con un paseo, a media tarde, tuve más que suficiente. Además, tenía prisa por llegar a una librería de viejo antes de que cerraran, la Antonio Azorín, en Joaquín Costa 1, gestionada por uno de los libreros de viejo más sabio y amable de España. Larga charla y buenas compras. Y aún hubiese comprado más si él hubiese querido venderme alguna de las maravillas que guardaba en la trastienda. Hasta le hice una oferta por un busto de Platón, pero me dijo que por nada del mundo vendería a Platón. Y así me ganó definitivamente.

El regreso a Ocata lo planeamos para hacerlo sin prisas. La primera parada, en las orillas del Duero, fue San Esteban de Gormaz, para visitar la iglesia de la Virgen del Rivero. Mereció la pena. Despés seguimos viaje hasta Ucero, donde teníamos reservada una habitación en un hostal a la orilla del río. A primera hora de la tarde nos pusimos la vestimenta adecuada y salimos a andar a buen paso en dirección a la iglesia templaria de San Bartolomé, en el Cañón del río Lobos. Un paseo espectacular que, entre la ida y la vuelta, no bajaría de los 20 quilómetros.

Antes de llegar a Ucero se nos antojó subir hasta el castillo del pueblo por un senderillo de cabras en la parte más empinada. Un mal paso y nos hubiéramos caído rodando cien metros hasta el río. Caía ya la tarde, la temperatura era agradable y la luz, acogedora. 

Una vez visto el castillo, no nos dio la gana bajar al pueblo por el camino más corto y dimos un rodeo de tres quilómetros para llegar a un canal que los romanos excavaron en la roca y entrar a través de sus 133 metros en el pueblo a las ocho de la tarde. Este canal era parte de la  infraestructura hidráulica que captaba las aguas en las fuentes del río Ucero para abastecer a la ciudad romana de Uxama, situada a 17 Km.

Buena cena y a la cama, rendidos y satisfechos.


Teníamos intención de despedinos de Castilla en Ucero, pero a la vuelta no hemos podido resistir la tentación de detenernos en Almazán, patria del insigne Diego Laynez, "luz de Trento". En este país uno puede tomar al azar una dirección cualquiera que no tardará en descubrir alguna maravilla que justifique su caminar. En este caso, fue la iglesia de San Miguel, una joya del románico segoviano.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Felicidades de andar por casa

La felicidad es que ese texto complejo que tanto se te resistía, al fin se deje domesticar, tome forma coherente y puedas enviárselo a quien te lo encargó un día antes de la fecha comprometida.

La felicidad es comer con tus socios y ver que te entiendes con ellos y que el proyecto común sigue adelante con buenas perspectivas.

La felicidad, es un negroni al atardecer en Barcelona.

La felicidad, en definitva, es el premio del trabajo.

Ya sé que esto hay gente que no lo comprende, pero eso no les autoriza a despreciar la ética del trabajo, especialmente si son funcionarios.

martes, 31 de agosto de 2021

Autonomía

Yo, como sujeto autónomo, valgo poco.

Con frecuencia me siento guiado por una voluntad que solo parcialmente es mía. Tanto es así, que nada más levantarme ya intuyo que grado de autonomía tendré a lo largo del día.

Hay días que no me sale una frase con pies y cabeza, a pesar de que lo intento una y otra vez; hay días que todo fluye y me siento tan satisfecho de mí mismo. Los estados de ánimo son caprichosos y van y vienen a su antojo, sin previo aviso. Por eso cada día se presenta con su daimon, que es quien decide qué voy a dar de mí mismo.

Si algo he aprendido de mí mismo es que tengo que llevarme bien con mi daimon, no llevarle mucho la contraria y aprovecharlo al máximo cuando está de buen humor, ocurrente y hacendoso. Si el artículo que estoy intentando escribir no acaba de cuajar, mejor comenzarlo de nuevo mañana. Por eso mismo intento escribirlo bastante antes del día de la entrega.

Hoy me publican esto en El Mundo.

domingo, 29 de agosto de 2021

Otros tiempos, otros despertares

¡Qué tiempos aquellos en que si te despertabas a las cuatro de la mañana era para ir al váter con los jos cerrados y sin abrirlos volvías a la cama y recuperabas el sueño instantáneamente! Ahora, si me despierto, sean las las tres, las cuatro o las cinco, me desvelo y ya no vuelvo a reconciliar el sueño y lo peor es que tampoco aguanto quedarme en la cama, así que me levanto, bebo agua, me voy a mi estudio, abro un libro, escribo algo, miro por la ventana, ordeno papeles, vuelvo a coger el libro, respondo algún mail, pienso en esto o en aquello, de repente me acuerdo de algo que tenía que haber hecho y se me ha pasado, miro la agenda de los próximos días, cierrro los ojos y pienso en cómo acabar el artículo que tengo comenzado... y, finalmente, se hace de día y llega la hora de ir a desayunar al Petit Café.

viernes, 27 de agosto de 2021

Ausencia

Es irse mi mujer y las plantas de casa comienzan a mirarme con cara lánguida, de candidatas al suicidio. Creo que tienen celos de los libros, que también tienen hojas.

Homo sibi dissimilis

Me entrevista un periodista interesado por mi reciente viaje por Hornachuelos y Sierra Morena. Está escribiendo un reportaje sobre lo que él llama "turismo espiritual", que cree que va en alza, y alguien le ha hablado de mí. 

Yo me quedo con el turismo acontecimental de la vida. ¡Hay que ver qué manera tan caprichosa tenen las cosas de emparejarse! Ahora, además, con las redes sociales, no tenemos manera de saber qué repercusiones tendrá algo que escribimos sin otras pretensiones que las de dar rienda suelta a nuestra indiscreción. Al periodista le he contado que el mío era, en todo caso, un turismo sereno.

Criticaba Bernardo de Chartres a Pedro Abelardo -el de Eloísa- por ser un hombre diferente de sí mismo (homo sibi dissimilis), pero a mi me parece un lujo poder disfrutar de mi disimilitud serena contigo mismo por unos días.

jueves, 26 de agosto de 2021

De ayer a hoy

Ayer volvió a irse  mi mujer a Pamplona y para hacer más liviana su ausencia organicé una cena filosófica en casa. Los invitados: Miquel Seguró Mendlewicz y Núria Oliveres. Menú: ensalada de tomates con espárragos, anchoas y aguacate y merluza a la vizcaína. Vino blanco de Rueda y, para los postres (exquisiteces de la pastilería Miquel), "dolç de Mataró". Hablamos de ausencias irreparables, de lo que acompañan esas ausencias y, por supuesto, de filosofía judía, de cómo todo comienza en Cohen y de Los confines de la razón, último libro de Miquel.

Les comenté que, si todo va bien, en pocos días cuatro locos inspirados por la fortuna (que es aquello que hay conquistar, según nos aconseja Maquiavelo) pondremos en marcha una nueva editorial. Les mantendré informados.

Esta mañana conversación con Jean-Michel Kantor. Hablamos de místicos matemáticos rusos y de una cosa que nos traemos entremanos con los Mercader. Por cierto: la edición rusa de El cielo prometido va para adelante. Me he compromtido a escribir un epílogo.

Las moscas, insoportables, deben barruntar también la inconveniencia de septiembre.

martes, 24 de agosto de 2021

El misterioso asesinato de la rue Blanchard

"Uno de los tres protagonistas, Joaquín Bonhome, ha ahorrado algo, siéndolo todo: minero, sargento de infantería, maquillador, viajante de productos farmacéuticos, camelot du roi, empleado de La Banque du Midi, contrabandista, recaudador de contribuciones, guardia municipal de Arcachon. Casa, casi viejo, con Menchu Aguirrezabala. Es ella mujer 'muy bruta, con su ojo de cristal que manaba una agüilla amarillita pegajosa como si todavía destilara del ojo de carne que perdiera en Burdeos, cuando la gripe, del gope que le pegara su hermano Fermín, el transformista'. Quien tuerta la dejó, 'no era ninguna hiena', a pesar del incidente. Fermín imita estrellas en el musette, de Burdeos; bebe vodka, 'esa bebida que se hace con cerillas', canta L'amour et le printemps y se depila las cejas. Su casero lo cree grilla; su cuñado, 'poco hombre para hombre, y muy delgado para mujer'. A poco de casado, cae Joaquín bajo un tren, a la salida de Bayona, y se deja una pierna en la vía. Él jura y perjura que su mujer lo empujó. Ella afirma que lo tumbó el vino que llevaba en el cuerpo. Anda desde entonces con pata de palo, que aun sangra resina. Un día disputan Menchu y Joaquín, en presencia del cuñado. Exasperado, el cojo apóyase en los respaldos de un par de sillas y cocea su cónyuge. 'Menchu se fue, de la patada, contra la pared... Se debó de meter algún gancho por el ojo de cristal... Quién sabe si se le habría atragantado en la garganta... A Joaquín, con el susto que se llevó con la pirueta de su mujer, se conoce que se le escurrió la silla, que perdió pie; el caso es que fue de espaldas y se desnucó'. Fermín, el transformista, huye aterrado. En el descansillo se cruza con unas vecinas. En la calle, a poco, lo detienen gendarmes. Convicto de doble crimen, languidece en la Guayana. La Guayana está infectada de malaria. Sentado en su baúl, ve pasar horas, días, semanas, meses. Al año no llega. En Toulouse el señor comisario se frota las manos. Si pudiese, dice, encerraba a todos los transformistas, como medida de precaución".

Así resume Carlos Rojas el cuento de Cela titulado El misterioso asesinato de la rue Blanchard, que no he leído,y me parece que ha resumido a Cela y a todo su mundo literario. 

Sin sangre

Algo que comparten Los fusilamientos del 3 de mayo, de Goya, y el Guernica, de Picasso: La ausencia de sangre. Me acabo de dar cuenta. Es la ausencia de sangre lo que realza su dramatismo.

Lacan

Creo que era Lacan quien decía que lo que hacemos sabe muy bien quiénes somos. Se le olvidó añadir que intentamos por todos los medios desacreditar su saber para creernos a la altura de lo que pensamos ser.

lunes, 23 de agosto de 2021

Muere un rey

 "La reina lo alimenta con cucharaditas de leche y rocío".

- Carlos Rojas, describiendo los últimos días de Carlos II, el Hechizado, en Diálogos para otra España.

domingo, 22 de agosto de 2021

De Goya a Cadalso

I
 
Caigo de repente en cuenta de que Goya estaba sordo cuando contemplaba en vivo los desastres de la guerra, comenzando por los del 2 de mayo. Desde el balcón de su casa pudo seguir la carga de los mamelucos en la Puerta del Sol. ¿Pero qué siguió en realidad? ¿Qué es una guerra sin tiros, sin gritos, sin cañonazos, sin lamentos y sin llantos? Lo que observaba era un drama silencioso en el que la muerte arrancaba vidas sin un ¡ay! Quizás por ello no hay pintura menos silenciosa que la suya.
 
II
 
Ser español es haber transitado por Goya.
 
III

¿Quién fue el escritos frances que se preguntó mirando a las Meninas dónde estaba el cuadro?

IV

Esto sublime de Cadalso: “Nadie es infeliz si puede hacer a otro dichoso”.

sábado, 21 de agosto de 2021

Tres cosas


 I

Hay en España autores que si los citas nombrándolos, te hunden; pero si los citas sin nombrarlos, te hacen quedar muy bien.

II

Imaginemos por un momento que vuelven a la vida todos los muertos de nuestra guerra civil. Sospecho que más de uno, mirando la España actual, se preguntaría si por esto dio la vida. Ahora bien, eso no necesariamente hablaría mal de la España actual.

III

La humildad es el conocimiento preciso de uno mismo.

IV

Soy un mal cristiano al que le gusta la proximidad con los buenos cristianos. A su lado siento algo que creo que podría parecerse a lo que sentían los humanos de Tolkien ante los elfos en retirada.

V

Anécdota hallada en uno de esos autores a los que no hay que leer:

- ¿Tiene usted carne de oso? -le preguntó Alejandro Dumas, padre, a un posadero de Martigny.
- No señor, no -respondió éste.
Unos días después un viajero se presenta ante el posadero:
- ¿No es aquí donde se come carne de oso?
Poco después otro viajero hace la misma pregunta.

Y otro, y otro.., 

Finalmente el posadero  pregunta a qué se debe tanto interés por la carne de oso.
- Porque es aquí donde Dumas la ha comido.
-¿Dumas?
-¡Claro que sí!
- No conozco a ese señor.

La historia se extiende por Suiza y finalmente un amigo le pregunta a Dumas: 

- ¿Qué hay de cierto sobre tu filete de oso?
- Pues mucho y poco. Tres días antes de mi paso por Martigny un hombre atacó a un oso y lo hirió de muerte, pero el oso tuvo todavía fuerza para matar al hombre y le devoró una parte de la cabeza. Yo me he limitado a dar carácter escénico al suceso.

viernes, 20 de agosto de 2021

Hoy cumplo 66 años

Ayer me dieron las doce de la noche en medio de una videoconferencia con Colombia y hoy me despediré del día hablando telemáticamente con los profesores del magnífico Colegio Madrid de la Ciudad de México, fundado en el exilio por miembros de la ILE. Han sido estos últimos los que han conseguido que se presentara en mi casa a primera hora de la mañana un empleado de Iberflora con un centro de mesa formado por varias macetas de plantas de interior, cosa que les agradezco muchísimo. Ha sido una maravillosa sorpresa. Haré lo posible porque las plantas me duren mucho tiempo. 

Pensaba después de comer que si, de repente, se me presentara un genio todopoderoso para decirme que me permitía regresar a la edad que quisiera de mi biografía, lo intentaría convencer de que, en vez de un regalo tan desmesurado, me arreglase un poco las rodillas, el oído, la vista y algunos desconchados más. Pero si se pusiera tremendo y me dijera que o un regreso al pasado o nada, elegiría quedarme como estoy. Que me dejase tal cual, tranquilo, con mi mujer, mis hijos, mis nietos, mis libros y mi casa. De hecho, hoy quería mi mujer invitarme a comer a un buen restaurante, pero yo tenía aspiraciones muy superiores: la de comer los dos sencillamente en casa una comida frugal.

sábado, 17 de julio de 2021

El Tribú

Mi colaboración quincenal en el Tribú. 

A quienes os sorprende mi colaboración en catalán en una revista digital catalana, quizás os interese saber también que, además, lo hago a gusto y gratis.


Mi pueblo

 I Decía Leo Strauss que la política tiene un fuerte componente infantil. Duele darle la razón, pero los políticos (o sea, todos nosotros) n...