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lunes, 31 de mayo de 2021

Dos mails

Esta tarde he recibido dos mails.
 
El primero, de mi amigo ruso Vladimir Kardaíl, al que conocí por una suma de casualidades a cada cual más improbable, en Alicante. Me cuentra que paseando por la feria de libros de no ficción de Gostiny Dvor, muy cerca de la Plaza Roja, se encontró con un editor interesado en mi libro sobre Caridad Mercader. Me alegro, por supuesto. Le contesto inmediatamente para decirle: "No olvides que tenemos un viaje pendiente a las islas Solovetsky". 
 
El segundo, es de mi cada vez más querida amiga B. La nuestra quizás sea la amistad más improbable de la historia, pero ahí está, fortaleciéndose con el tiempo. Me envía la imagen de un cuadro Breughel, cuyo sentido queda inmediatamente claro:"Si je vous envoie ce Breughel, c’est pour illustrer ce qui m’attend demain.  Il est prévu une courte promenade dans le quartier.  Nous serons un petit groupe, non pas d’aveugles, mais de gens ‘’à mobilité réduite’’, comme on dit pudiquement, encadré par des kinésithérapeutes.  J’imagine le spectacle! Je suis paniquée et je sens que je ne vais pas dormir de la nuit".
 
  

 
¿No es genial mi amiga B.?
 
B., ¡huye de París, ven a Ocata!

Mañana a la venta:

 


Neuroeducación

Ando inmerso en la escritura de un capítulo de 10.000 palabras de un libro colectivo sobre neuroeducación. Intentto leer lo que me parece más relevante sobre esta cuestión y estar al tanto de los libros y estudios que aparecen reseñados en algunas revistas digitales a las que estoy suscrito, pero les voy a confesar una convicción que, a medida que pasa el tiempo, se me va asentando más: La mayor parte de lo que se nos ofrece como "neuro-" en las librerías y, muy especialmente, la inmensa mayor parte de lo que se nos ofrece como "neuroeducación", no es más que un conjunto poco original de libros de autoayuda supuestamente escritos en un laboratorio.

domingo, 30 de mayo de 2021

Claro del bosque

Hemos salido esta tarde a caminar por la montaña. Mi mujer se encontraba en plena forma, lo que significa que, como yo iba detrás con la lengua afuera, ella, en cada bifurcación elegía el camino más empinado. Incluso se ha animado a dejar el camino y ponerse a subir monte a través. Me he acordado de mi abuelo Federico, que siempre aconsejaba no abandonar nunca camino por senda. Nosotros hemos abandonado camino por selva. Ha habido un momento que he pensado que estábamos completamentte perdidos, pero entonces he encontrado en un claro una bolsa de plástico, que me ha parecido una luminosa señal de civilización. Por allá había pasado gente. He llegado a casa con las rodillas machacadas, pero ella, mi Agente Provocador, es una mujer biónica y me mira sin entender mi cansancio. ¡Los hombres de mi generación no fuimos educados para esto!

sábado, 29 de mayo de 2021

Un cotilleo

 

Aquilino Duque cuenta en Mano en Candela que en una ocasión Camilo José Cela y Fernando Quiñones, paseando por la ciudad de Cadiz, fueron a parar a la plaza de la Candelaria, donde toparon con la estatua de Castelar. "Al llegar ambos ante el monumento, comentó Camilo: Ahí donde lo ves, le quitó un amante a mi tía la Pardo Bazán." 

Le conté la anécdota a Julia Escobar reconociéndole que no tenía ni idea quién pudiera haber sido el amante. Ella contactó inmediatamente con bibliotecarios y archiveros, concluyendo que "según los rumores de la prensa satírica ¡se trataba de Lázaro Galdiano! con quien doña Emilia "engañó" a su por entonces amante titulado, don Benito Pérez Galdós".

¡San Fermín bendito, un navarro! Pero parece que sí. Resulta que el mismísimo Presidente de la Primera república, don Emilio Catelar  -para sus enemigos, "Doña Inés del Tenorio"-, andaba por la cincuentena cuando conoció a Lázaro, treinta años más joven. Un producto notable de su relación fue la revista La España Moderna. Y hay que reconocer que don Lázaro era un magnífico ejemplar de Navarro moderno:


Reconozcamos igualmente que nuestro tan denostado siglo XIX fue mucho más complejo -y libre- de lo que habitualmente acostumbramos a suponer.

jueves, 27 de mayo de 2021

Lo demás es cuento

Magnífico encuentro virtual con dos jóvenes con muchas ganas de estudiar, promovido por la admirable Fundación Corazonistas.

Uno, Agustín, vive en Perú, en la región de Yurimaguas, es decir, en el alto amazonas.

El otro, Yusuf, nació en Guinea Conakry y, tras atravesar Malí y Argelia, llegó a Tánger, y de aquí pasó clandestinamente a España.

Cuando habla Agustín, nos acompaña el canto de un gallo, de fondo. Cuenta que no es fácil vérselas con las matemáticas o comprender un texto complejo cuando sólo comes una vez al día. El estómago vacío es muy mal pedagogo. Añade que  tampoco facilita las cosas tener que recorrer varios quilómetros por la selva y atravesar un río causaloso para llegar a la escuela cada día. Pero él ha conseguido ser maestro.

Yusuf comienza asegurando que "mi sueño era estudiar, ir a la escuela". Para lograrlo tenía que escaparse de casa, porque su padre lo quería ver trabajando en el campo. Al regreso de la escuela, le esperaba fatalmente una paliza, por desobediente. Cuando llegó a España no sabía ni que existía un país con este nombre. Pero se quedó aquí y consiguió, venciendo un sinfín de dificultades, hacer FP de grado medio. Alguien le pregunta qué diría a los jóvenes españoles que no valoran la escuela. "Yo no tengo mucho que decirles... Si acaso... que vean que hay muchos como yo". Yusuf se está preparando para hacer FP de grado superior.

Cuando me han preguntado lo que opinaba sobre Agustín y Yusuf sólo he podido recurrir a la pedantería para sobreponerme a la profunda impresión que me han causado los relatos de sus vidas. He recordado aquellas palabras de Kant: "No se madura jamás para la razón si no es por medio de los propiops intentos". Lo demás es cuento.

Hambre de rutinas

Tengo hambre de rutinas, de las zapatillas que me esperan al pie de la cama al despertarme, de mi ducha, de mi armario de ropa limpia, de la luz que entra por la ventana de mi cuarto, del café de la Plaza de Ocata, de mis dos cerezos y sus cinco cerezas, de mis libros, de estas calles de mi barrio, de mi sofá, de las mil pequeñas cosas que dan forma a mi hogar.

Hoy aparece en El Subjetivo un artículo mío defendiendo la dimensión social del conservadurismo

Me han escrito de Hornachuelos. Tras puntualizar algunos detalles que ya tenía asumidos, me dicen: "Si aún persiste en su solicitud... tendrá la puerta abierta, por supuesto".

miércoles, 26 de mayo de 2021

Ayer fue un gran día

Ayer fue un gran día. La Presidenta del gobierno de Navarra me hizo entrega de la Cruz de Carlos III el Noble de Navarra. Estas fueron las palabras que pronuncié al recibir el galardón:

"Vaya por delante mi más sincero agradecimiento por la concesión de esta Cruz, que recibo como si el mismísimo rey Carlos III me diera con ella el espaldarazo que me arma caballero del Reino de Navarra. Resalto esto porque recibo, sin duda, un privilegio, pero también un deber: el de permanecer el resto de mi vida a la altura de lo que el gobierno de Navarra ha creído ver en mí.

Esta Cruz posee el valor intrínseco que le concede su procedencia, pero también el valor añadido de las personas con quienes la comparto. Gracias por colocarme, si no a su altura, sí en su compañía.

En estas circunstancias es inevitable ser agradecido y dedicar un recuerdo a algunas de las personas que tiraron de mí hacia arriba, contra la inercia.

A mi padre, fallecido cuando yo tenía cinco años, pero cuya cercanía nunca, ni un día, he dejado de sentir como un estímulo.

A mi madre, recordando especialmente aquellos momentos que, en el recogimiento de nuestra humilde casa, cogía mis manos entre las suyas y mirándome a los ojos, me decía: "¡Hijo mío, estudia, para que puedas presentarte en cualquier sitio". Lo que me quería decir es: "¡Fórmate para relacionarte con el humilde sin prepotencia y con el encumbrado sin servilismos". No he conocido mejor definición de educación.

A mis hermanos, que me enseñaron el cabal significado de una palabra que forma parte del patrimonio moral navarro, la de "falso". Gracias a ellos sé que el pundonor siempre sale a cuenta. Añadiré que debo agradecer a mi hermana algo que seguramente ella no sabe. En lo alto de una estantería de su casa, en Sangüesa, allá donde no podíamos llegar los niños, había un libro inalcanzable que, por eso mismo, era para mí una tentación irresistible. Finalmente me hice con él y lo leí de cabo a rabo sin entender palabra, pero con la expectación de descubrir en la siguiente página el misterio de su hermetismo. Yo tenía 11 años y aquel libro, el primero que leí en mi vida, era La dama de las camelias. Desde entonces, leer ha sido para mí una intensidad.

A don Ramiro Layana, médico de Azagra, mi pueblo, que un día de 1964, cuando yo tenía 9 años, se presentó en casa y le dijo a mi madre: "Gloria, tu hijo sirve para los estudios", creándonos así un importante e inesperado problema económico. Gracias a don Ramiro he entendido lo que significa ser un buen maestro: "Ser el amante celoso de lo mejor que puede llegar a ser un niño".

A mis hijos y nietos quiero decirles que, si bien he fracasado estruendosamente en mi intento de imbuirles más afición por el Osasuna que por el Barça, espero que esta Cruz les ayude a tener presente que quien pierde sus orígenes pierde identidad.

Y, obviamente, a mi Agente Provocador, mi mujer, navarra nacida en Lecumberri y criada en Abárzuza, por compartir su vida con alguien que siempre está en otra parte, perdido en remotos parajes eidéticos, es decir, en Babia.

Permítanme, para acabar, asegurarles que no sólo saldré de aquí con la sensación de haber sido armado caballero, sino que mi lema será el de los infanzones de Obanos: "Pro libertate patria, gens libera state".

Muchas gracias".

lunes, 24 de mayo de 2021

Sorpresas

Aparece hoy en el Diario de Navarra la crónica de la conferencia que di el miércoles de la semana pasada en Pamplona, en el Centro cultural de la Fundación Caja Navarra. El cronista no anda parco en elogios: "Gregorio Luri encandiló a los presentes con ese tono llano tan suyo, cuajado de anécdotas y dobles sentidos con trasfondo". Me ha dejado el ego tan satisfecho.

Me han propuesto de una editorial catalana escribir una pequeña introducción, de 60 páginas al pensamiento de Leo Strauss. La entrega es para finales de año. Voy a ver si puedo organizarme la agenda. Me apetece, pero mis apetencias no cuentan con la solidaridad inquebrantable del tiempo. Además, tengo más proyectos en mente. En cualquier caso la propuesta ha abierto una especie de compuerta en mí y me he puesto a escribir aforismos de un marcado tono estraussiano. 10 páginas de una tirada. Veremos si puedo continuar a buen ritmo y ya decidiré lo que hago con lo que salga.

Me he vuelto caprichoso y eso tiene algo bueno, que hago lo que quiero, pero no estoy seguro de que me ayude a disciplinarme. A veces hay que querer hacer lo que se debe.

Quizás les soprenda saber que he escrito al monasterio cisterciense de Santa María de las Escalonias, en Hornachuelos, pidiéndole al superior que me acoja durante una semana. Escribiendo el libro sobre El recogimiento en el Siglo de Oro descubrí que los caminos más diversos me conducían una y otra vez hasta Hornachuelos, exactamente hasta el convento franciscano de Santa María de los Ángeles, situado en un lugar tan agreste como espectacularmente hermoso, lleno de encanto, misticismo y misterio. Aquel monasterio fue abandonado y ahora está convertido en seminario diocesano, pero en Hornachelos varios monjes del navarro Monasterio de la Oliva fundaron en 1986 el monasterio cisterciense a cuyas puertas acabo de llamar. El azar amigo me puso en contacto con uno de los monjes, fray Antonio, que habló con el superior y me entreabrió las puertas. Ahora estoy esperando la respuesta al mail que le he enviado a este último. No estoy muy seguro de que a mi mujer le haga mucha ilusión que pase una semana en un convento de clausura y, la verdad, algo de inquietud me provocan sus dudas.

sábado, 22 de mayo de 2021

Paisajes

Aparece hoy mi colaboración en El Tribú, que en este caso, se centra en una palabra: la amistad. Es el broche oportuno a unos días vividos con intensidad en Pamplona en los que la primavera y la amistad se han hecho muy presentes.

En Pamplona, durante la primavera, ¡créanme!, a veces sale el sol y se enseñorea del cielo y del paisaje, arrancando chispas de luz a los maravillosos parques de la ciudad, que muestra entonces sus lugares encantados, como la Vuelta del Castillo al atardecer:
 
 

Ayer, en la vuelta a Ocata, tras pagar un breve tributo a la melancolía con un brevísimo viaje a mi pueblo, Azagra, me dirigí al pueblo de Arbeca, en las proximidades de Lérida. Llegué con tiempo suficiente para darme el placer de volver a recorrer, despacio, la distancia que separa este lugar (y su magnífico poblado ibérico) de Vallbona de las Monjas. Al llegar a Maldà la carretera discurre dulcemente por el fondo de un pequeño valle -la vall del Maldanell- que conduce, primero a Llorens de Rocafort y, después a Vallbona. No me voy a entretener describiendo las delicias de este paisaje. Solamente diré que se entromete con frecuencia en mis sueños, como curioso fondo de diferentes vivencias oníricas. Bueno... añadiré también que, visto el rápido proceso de despoblación de la comarca, quien quiera disfrutar del geométrico cuidado con el que el hombre ha ido moldeando la orografía natural en terrazas para favorecer los cultivos, ha de apresurarse. Todo un mundo agrícola está desapareciendo, desvaneciéndose mientras nosotros miramos a no se sabe muy bien dónde. A las 19:30 comencé mi conferencia en el teatro de Arbeca. Al finalizar, dos horas después, el alcalde me hizo entrega de este valiosísimo obsequio:


Llegué a casa cansado, pero ese cansancio me ha proporcionado la dicha de dormir nueve horas de un tirón. Ahora me dispongo a ir a desayunar al Petit Café de la plaza de Ocata.

Vuelvo a leer lo escrito. Durante esta semana han pasado muchas cosas pero lo que de manera espontánea aflora a mi memoria son los paisajes, convertidos en decorado sentimental de un viaje. Y bien está que sea así. Se quedarán conmigo.

miércoles, 19 de mayo de 2021

Pamplona y d'Ors

Cuando Eugenio d'Ors decidió afiliarse a Falange satisfizo su deseo more orsiano en Pamplona en la iglesia de San Agustín, siguiendo el ritual de la vela de armas. Junto a él pasaron la noche en vela, leyendo páginas del De Trinitate, Laín, Torrente, Rosales y Ridruejo.  Jesús Suevos, que fue invitado, no pudo asistir. Al amanecer el cura Yzurdiaga, que dirigía Arriba España (en cuyas páginas reapareció el Glosario orsiano) ofició una misa temprana, en cuyo final d'Ors se arrodilló ante el celebrante y recibió de este el espaldarazo de rigor.


¿Por qué la glesia de san Agustín? Se suele decir que este era un santo especialmente grato al neófito. Pero yo sospecho que, siendo esto cierto, hay otra razón: aquí Garcilaso de la Vega fue armado caballero de Santiago, el 11 de noviembre de 1523.

Tras la ceremonia, hablaron de la posibilidad de que Ediciones Jerarquía, dirigida por Laín, Rosales y Vivanco, editara el Epos de los destinos… de cuya primera edición tengo un ejemplar en mi biblioteca.

lunes, 17 de mayo de 2021

Las ventajas de la sordera

Hace años leí en no recuerdo dónde que un hombre de Waterburg, en Connecticut, se enfrentaba a un divorcio después de que su esposa descubriera que había estado 60 años fingiendo que era sordo sin serlo, para no escucharla. En aquel momento la noticia me hizo gracia. Pero han ido pasando los años y cada uno de ellos se ha llevado un poco de mi capaciad auditiva. Con lo cual en las conferencias, tras dejar claro que yo "oigo poco, pero mal", me permito el lujo de contestar lo que me da la gana a las preguntas que me hacen, las entienda o no. Lo mismo hago con los periodistas y con la gente que se sienta a mi lado por las mañanas en la terraza del Café de Ocata interrumpiendo mi lectura.

Peán a unos pantalones viejos

Me gustaría ser capaz de cantar un peán a los pantalones que he tirado esta mañana al cubo gris de la basura. Un peán era un canto de victoria y aunque había algo de derrota en mi despedida de unos pantalones que tanto servicio me han prestado de forma tan callada y solícita, el hecho de que hayan resistido hasta casi deshilacharse con solo tocarlos, me parece que es una victoria sobre la obsolescencia programada de los productos de consumo modernos. Yo quería a esos pantalones. Llevaban varios años conmigo y ya estábamos hechos el uno al otro. Ahora tengo que ir domesticando unos pantalones nuevos para que se adapten sin rechistar a mis caprichos motores y posturales. ¿Si se entierran animales, por qué no enterrar una prenda a la que con el roce -nunca mejor dicho- le has cogido cariño? "Aquí yacen mis fieles pantalones, siempre a mano, que nunca defraudaron la promesa que me sugirieron al comprarlos". 

Por lo demás, día de lectura, Del frente popular a la rebelión militar, el tristísimo libro de Diego Martínez Barrio, y de jardinería, sembrando "dichondria repens" en nuestro jardín lilipitiense... a ver si los mirlos no se zampan las semillas antes de que echen raíces.

Me nombran en La Razón.

Tarde de domingo

Yo, que me jacto y ufano de no ver televisión, me he pasado la tarde de este triste domingo como un pasmarote, viendo, capítulo tras capítulo, una serie que tampoco me ha parecido gran cosa. Alegaré en mi defensa que la he estado viendo hundido en mi sofá, cubierto por una manta y rindiéndome a un sueño intermitente que me ha mantenido la tarde entera dando cabezadas.

sábado, 15 de mayo de 2021

El 9