jueves, 18 de octubre de 2007

La vaca nietzscheana I

En este post es preciso que comience repitiéndome. Es decir, que el comienzo no sea un comienzo, sino algo así como una regurgitación de lo ya escrito. Quiere decir esto que necesito recuperar la cita de La genealogía de la moral del lunes pasado, porque ha llegado el momento de rumiar nietzscheanamente:

"... para practicar de este modo la lectura como arte se necesita ante todo una cosa que es precisamente hoy en día la más olvidada... una cosa para la cual se ha de ser casi vaca y, en todo caso no hombre moderno: el rumiar..."

F. Nietzsche, La genealogía de la moral.

Por este motivo, porque no puedo comenzar con lo nuevo, os propongo rumiar lo que ya han rumiado otros sobre el rumiar nietzscheano:

"He aquí lo que vamos a hacer este año, mi suerte depende por completo de esto. Voy a decirles con toda franqueza lo que quisiera hacer este año. Quisiera, realmente, repetirme. Quisiera rehacer lo que hemos hecho. Pero es necesario que me explique un poco. Quisiera hacer filosofía a la manera de las vacas. Rumiando. Pero los ejercicios de rumiar no son yoga. Rumiar significa a mi modo de ver… Solamente un autor ha sabido rumiar, y es grande entre los grandes, es Nietzsche. Por eso Nietzsche tenía a la vaca como animal sagrado. Decía que las vacas eran vacas del cielo. Ahora bien rumiar, para él, consistía en lanzar un aforismo y leerlo dos veces. Para mi no es al nivel del aforismo, porque el aforismo no es mi asunto, sino la necesidad de rumiar algo. ¿Por qué digo esto? Es necesario para mi propia clarificación. Lo que digo es que deseo completa y verdaderamente repetirme, y reemprender al repetirme".
Deleuze, Presentación del curso 1983-84


Añadido a las 9:45


Encuentro este cartel en Los sueños de la razón, y, con él, la duda de si todo rumiante no es, en contra de las apariencias, inevitable y fatalmente un faccioso.

7 comentarios:

  1. Le veo muy en la línea del venerable Jorge. Me encanta el discuros de Dom Jorge en relación con el progreso.

    ResponderEliminar
  2. Rumiar mil veces algo y cuidar que no se transforme en discurso de pozo (vacío).
    Es curioso en usted Don Gregorio; por un lado aprecia a Baroja, quien sigió la línea de los escritores que opinaban que el mejor escritor es el que consigue más con menos palabras. Pensando tal vez que el que habla más consigue menos; pero, hablar no es escribir y escribir no es hablar... ¿habrá rumiado baroja para escribir como lo hizo?, posiblemente sí, casi seguro que sí. ¿Fue artista Baroja?, ¿es más fácil rumiar menos palabras? ¿que eran los hombres modernos? (nietzsche no tuvo problemas en responder esto) ¿por qué el hombre ha olvidado rumiar? ¿acaso antes era vaca?
    bueno Don gregorio, me voy a rumiar a otro lado y a rumiar si sirve de algo rumiar.

    ResponderEliminar
  3. Embozado,
    "La novela -escribe Cela en 1943- precisa de una verdad entrañable, de una verdad de cuerpo entero, de una verdad muy digerida por su autor. El novelista debiera tener cuatro estómagos, como los bueyes: panza, bonete, libro y cuajar. Con un sistema así estaría siempre rumiando esa verdad y la novela saldría mejor, más acabada. Con cuatro estómagos no hay quien se atreva a hacer equilibrios"

    ResponderEliminar
  4. Algún día habrá que decir que Cela era genial. Mé apunto la cita, Embozado.

    Lola

    ResponderEliminar
  5. Tumbaíto: Yo soy partidario de la risa. Y además creo que Aristóteles también lo fue, aunque en menor medida que Platón. La risa puede ser, efectivamente, signo de estulticia, pero también de reconocimiento de la propia estulticia (y la estulticia que sabe que lo es es una estulticia docta). El que ríe quizás no crea completamente en aquello de lo que ríe, pero tampoco lo odia. Esto es lo que le ahorra el esfuerzo del proselitismo. Reírse del mal puede significar reconocer que es inútil consumir la propia vida en el esfuerzo de acabar por completo con él, y reírse del bien puede significar que se duda de su fuerza, de su capacidad para difundirse por si solo. Dios, por otra parte, no es, en el caso de Jesucristo, terquedad y fanatismo, puesto que él mismo dudo. Sin embargo reconozco que Jesús lloró por Jerusalén y nunca, que se sea, rió. Erasmo meditó profundamente sobre esto.

    ResponderEliminar
  6. Alejandro: Sus preguntas son en buena medida las medidas. Rumiar, diría -podría decir- Platón es anclar conocimientos y a esta actividad de anclaje cognoscitiva le daba el nombre de reminiscencia.
    Respecto a Baroja, yo creo que rumiaba más bien poco, la acidez de sus jugos intestinales era tal que su primer estómago ya daba buena cuenta de ellos. Por eso es tan genialmente contradictorio. Lo que lo salva -como personaje- es a mi modo de ver, su incapacidad para el proselitismo. Los barojas fundadores de sectas son peligrosísimos.

    ResponderEliminar
  7. Embozado, Lola: CELA ERA GENIAL. Leí ayer en "Los príncipes valientes" e Javier Pérez Andújar: "Cela tiene de Cervantes el echarse a los caminos, el no distinguir entre geografía y literatura. Ambos son en esencia escritores de palabras, paisajes y gentes. Más que hablar de tramas y argumentos, son escritores de hablar las personas, de dejar pasar las cosas, de no exigirles a las cosas más detalle que su nombre, si lo quieren dar, de contemplarlas en su ir y venir. Es ésta, desde luego, una literatura más libre que la literatura de argumento."

    ¡Pero cuánto hace falta haber rumiado para dejar a las cosas en paz!

    ResponderEliminar

El guionista caprichoso

 I A eso de las cuatro de la tarde ha sonado el teléfono. Era una de esas llamadas que esperas que nunca lleguen y que cuando llegan, siempr...