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martes, 30 de diciembre de 2008
lunes, 29 de diciembre de 2008
Mahmud Abbas, ¿tienes aliados en Europa?
domingo, 28 de diciembre de 2008
jueves, 25 de diciembre de 2008
Del alma: De Pitágoras a Demócrito
A poco conocimiento que se tenga del mundo antiguo, no se puede evitar la sospecha de que alguna cosa importante relacionada con el alma llegó al mundo griego de la mano del pitagorismo y del orfismo. Parece tratarse, en primer lugar, de la democratización del acceso al Más Allá y, en segundo lugar, de la interiorización del tribunal competente para juzgar nuestra conducta. El orfismo, claramente, predica que hay una vida más allá de la muerte que está abierta a todos, siempre que se siga una determinada forma de vida. El pitagorismo, cuya extensión por Grecia coincide con la del orfismo, postula que uno ha de sentir más vergüenza ante sí mismo que ante los demás. Si podemos considerar los Versos Aureos como una obra de Pitágoras, lo que leemos en ellos no puede ser más revelador de esta nueva orientación: "No cometas acciones deshonestas, ni en presencia de los demás ni en la soledad: avergüénzate frente a ti mismo más que frente a los otros". Aquí se postula una preeminencia del juicio interno sobre el externo que nada tiene que ver con la conducta del noble homérico. No hay que descartar que la voz interior fuera identificada por los pitagóricos con alguna fuerza daimónica o divina.
En cualquier caso las fuentes disponibles parecen mostrarnos dos teorías pitagóricas (o, mejor, del pitagorismo) sobre el alma. Una la entiende como una armonía de números abstractos y la otra, que Platón pone en boca del pitagórico Simmias, como una armonía del cuerpo que, como en el caso de un instrumento musical, desaparece con él (Fedón 85e). Esto es también lo que sugiere Aristóteles en De Anima (407b). Ambas teorías coinciden en sostener que el alma se caracteriza por su constante movilidad y, por esta razón se asemeja a la luna, el sol, las estrellas y el firmamento entero, seres divinos que están en continuo movimiento.
Si el alma es la armonía del cuerpo, su parte dirigente es el cerebro. "En tô enkephalô eîna tò êgemonikón" (en el cerebro está la parte directriz), sostuvo Alcmeón, mostrándose en esto coincidente con las tesis sobre el cerebro que hallamos en alguna obra hipocrática (Sobre la enfermedad sagrada, por ejemplo) y con lo que sostiene Teofrasto en Sobre las sensaciones: "Todos los sentidos se relacionan de alguna manera con el cerebro".
La llamada a la relevancia fundamental de la interioridad es también central en la filosofía del materialista Demócrito. De hecho son muchas y muy profundas las analogías que hallamos entre Demócrito y Sócrates respecto al alma. "Quien comete malas acciones debe ante todo avergonzarse de sí mismo", leemos en uno de sus fragmentos, y también: "Aun cuando te encuentres solo, no debes decir ni hacer mal; aprende a avergonzarte de ti mismo". De esta manera el conocimiento de sí es equivalente en cierta forma al conocimiento de la cantidad de vergüenza propia que uno es capaz de soportar.
Gregory Vlastos, que ha estudiado con cierto detalle el problema de las relaciones cuerpo-mente en Demócrito, traduce así uno de sus fragmentos: "Más le conviene al hombre el saber sobre el alma que sobre el cuerpo, pues la perfección del alma corrige las faltas del cuerpo, mientras que la fuerza corporal no mejora al alma". De aquí deduce Vlastos que para Demócrito el agente responsable de nuestra conducta es nuestra alma.
lunes, 22 de diciembre de 2008
La inscripción de Delfos
Algunos hermeneutas sostienen que estas palabras nos animan a conocer nuestra condición humana, tan alejada de la divina y, por lo tanto, a aceptar nuestra finitud. Otros sugieren que era una invitación al mantenimiento del esfuerzo del autoconocimiento, porque conocernos a nosotros mismos significa conocer a un ser necesitado permanentemente de conocimiento de sí. En todo caso, la tarea no tiene nada de sencilla, como lo reconoce Sócrates (Fedro 229e): "No alcanzo a conocerme a mí mismo tal como aconseja la máxima de Delfos". Sobre esta cuestión animo al lector interesad a repasar lo que dice Tertuliano en Acerca del alma XVII,12.
El neoplatónico Olimpiodoro escribe en su comentario del Alcibíades I que este mensaje se inscribió al mismo tiempo que tenía lugar un profundo cambio en la actividad oracular de la pitia (la mujer que hacia de mediadora entre los hombres y Apolo en Delfos). En los primeros tiempos la gente que acudía a consultar a Apolo se limitaba a interesarse por asuntos relacionados con la comunidad, pero poco a poco los hombres fueron comprendiendo que lo prioritario era conocerse a uno mismo a fin de poder preocuparse posteriormente con acierto de las cosas que nos conciernen. La aparición de la inscripción marcaría el comienzo del segundo tipo de interrogación y una cierta postergación del interés político.
Cuenta también Olimpiodoro que esta inscripción jugaba en Delfos un papel semejante al de los espejos situados frente a los templos egipcios. A los sacerdotes egipcios -añade- les gustaba dirigirse a los hombre por medio de jeroglíficos, mientras que los griegos eran más partidarios de la escritura.
En este contexto de sustitución de lo político por lo psicológico y de preeminencia de la escritura tuvo lugar aquel acontecimiento decisivo en la vida de Sócrates (o, al menos, en la biografía de Sócrates que nos transmite Platón), me refiero al momento en que Querefonte, su amigo íntimo, se dirige a Apolo con la intención de averiguar quién es el más sabio de Grecia. El dios, loxias, contestará que Sócrates, que tantas dificultades tenía para conocerse a sí mismo. Y con la reflexión sobre esta dificultad comienza la historia de Europa.
domingo, 21 de diciembre de 2008
Sobre el alma III
De lo que no hay duda es de los muchos préstamos hipocráticos que hallamos en el vocabulario platónico. Los casos más notables son los de "eidos" e "idea", por un lado, y "epimeleia", por otro.
Para Hipócrates la "epimeleia" es la acción terapéutica del médico sobre el paciente y su misión consiste en hacer emerger la "idea" del cuerpo a fin de que, observando sus causas, pueda el médico orientar el tratamiento. El principio básico que guía esta acción, como escribió Alcmeón de Crotona, es la convicción de que la salud es equilibro ("isonomía") de las diferentes dinámicas del cuerpo, mientras que la enfermedad es el resultado del predominio ("mon-arkhía") desequilibrante de una sobre las otras. En cierta forma la epimeleia es una labor democratizadora de las energías del cuerpo y, en este sentido, puede leerse políticamente. La "isonomía", la "autarquía" y la reflexión sobre la participación más adecuada de los diferentes componentes del todo cívico en la "arkhé" (la legitimidad y la soberanía) son lugares comunes en el pensamiento político griego antiguo. No tiene nada de particular el que Platón usara la analogía entre el alma y la ciudad como argumento central de su República, ni es casual que le conceda a Asclepeio (e Hipócrates era un asclepíada) el calificativo de "politikón" (República 407).
Cualquier historia de la filosofía antigua con pretensiones filosóficas debería tener muy en cuenta la relación entre filosofía y medicina. No en vano es en los textos hipocráticos (Medicina antigua 51,9) donde por primera vez encontramos formulada, con plena conciencia de su problematicidad, esta pregunta: "¿Qué es el hombre?."
Intentando obtener respuestas a este interrogante, la medicina antigua ensayó diferentes métodos. Uno de ellos fue el de la "autopsia" (literalmente: observación directa de sí mismo). Galeno, siguiendo a Hipócrates, subraya que gracias a la autopsia el médico lleva a cabo un conocimiento de sí mismo por sí mismo del que ha de guardar memoria (anámnesis).
El camino iniciado por Hipócrates animará a Galeno a estudiar de qué manera la salud del alma puede conseguirse médicamente (El alma y sus pasiones), para compaginar así la higiene física y la psíquica y, por lo tanto, la salud y la ética.
viernes, 19 de diciembre de 2008
Sobre el alma II
En los últimos años Pierre Hadot ha basado en la “epimeleia” su interpretación de la filosofía antigua. Él habla preferentemente de “ejercicios espirituales”, que son las formas culturales de la “epimeleia”. Defiende –y es esta su tesis central- que las obras filosóficas de la Antigüedad no estuvieron compuestas para dar forma a un sistema, sino para generar una acción formativa en el lector. Lo que quería el filósofo era modelar el alma de sus lectores. Al hablar de "ejercicios espirituales", Hadot quiere resaltar que la “epimeleia” filosófica afectaba a la integridad del psiquismo del individuo y, en consecuencia, la filosofía antigua era una oferta de un modo de vida, una elección vital.
Este planteamiento le permite a Hadot diferenciar entre el mero discurso filosófico y la filosofía en sí misma. Si bien las escuelas filosóficas podían dividir el discurso filosófico en varias partes (por ejemplo: lógica, física y ética), la mera teoría del discurso (de la lógica, la física y la ética) no se confundía con la forma de vida filosófica. Sólo la coherencia entre discurso y vida merecía el nombre de filosofía. Al que defiende un discurso filosófico sin preocuparse de poner en relación su vida y sus palabras, se le ha denominado tradicionalmente sofista. El filósofo llega a serlo tras haber vivido una conversión (una “epistrophé”).
El famoso “conócete a ti mismo” es el primer programa filosófico de ejercicio espiritual. Aunque el sentido original de la frase sea difícil de discernir, es evidente que propone una relación de uno consigo mismo que constituye el fundamento de todo ejercicio espiritual. Ahora bien, conocerse a uno mismo puede significar diferentes cosas:
- Descubrimiento de la propia ignoracia y de la instatisfacción que comporta, acompañado de la decisión de amar el saber, de querer ser un “philo-sophos”, de situarse en el camino hacia el saber.
- La voluntad de descubrir la propia esencia, separando aquello que no nos pertenece de forma esencial de aquello que constituye nuestro identidad (el “mí mismo” sobre el que recae el conocimiento).
- La pretensión de conocer el propio estado moral y examinar la propia conciencia.
Para que el cuidado de sí sea posible se ha de tener consciencia de algún tipo de autonomía del “yo”. Esta consciencia se fue formando a lo largo de los siglos VII y VI a. de C., como lo pone de manifiesto, por ejemplo, el uso en la literatura erótica de los pronombres personales de primera persona. La poesía de Safo, de Teognis y en general los versos eróticos de los poetas dramáticos de los siglos V y IV nos proporcionan abundantes ejemplos. De forma paralela la medicina, como veremos, se apropia del hombre como objeto de investigación científica.
Es en este contexto de formación de la conciencia de la identidad donde hay que situar, para hacerla comprensible, la filosofía de Heráclito, con quien, por primera vez aparece el hombre como objeto de investigación filosófica: “Emprendí la búsqueda de mí mismo”, leemos en el fragmento B101. Heráclito nos ofrece también el primer testimonio filosófico de esta dificultad: no consigue hallar los límites del alma (fr. 45) y, por lo tanto, no logra dotarla de forma. Esta es su diferencia con el cuerpo. Pero a pesar de las dificultades, no renuncia a buscarse a sí mismo (fr. 101), porque en esta búsqueda tan irrenunciable como dificultosa se encuentra la humanidad del hombre (fr. 116), su destino (fr. 119).
De una u otra forma –la carencia de fuentes nos obliga a ser muy cautos- el pitagorismo y el orfismo (en el caso de que sea posible discriminar con claridad entre ambos movimientos) también prestó una atención especial al “cuidado de sí”, a la “epimeleia”. Cuenta Plutarco (Sobre la virtud moral, 441 e) que si Pitágoras mostró tanto interés por la música fue porque descubrió que no todas las partes del alma son igualmente susceptibles de enseñanza y de sujeción a la razón, por lo que era necesario emplear con ellas formas de persuasión no discursivas si se quería domesticar a los recalcitrantes a la filosofía.
Todo este proceso se vio concretado de manera plástica en el siglo IV a.C con la aparición de la retratística.
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Almas de bar
Añado una foto más con la única -y vanidosa- pretensión de no permitir que Arrebatos tenga la última palabra sobre las almas de bar o de café:
Obligado, de nuevo, por Arrebatos, añado dos fotos más. Me ha atacado con un arma de destrucción masiva, así que para defender mi honor, recurro a la resistencia activa. Ya sé que no puedo igualar su apuesta, Arrebatos, pero no por ello dejaré de presentar batalla:
martes, 16 de diciembre de 2008
Sobre el alma I
Leyendo a Hipólito de Roma he recordado una de las rimas sacras de Lope:
"Entro en mí mismo para verme, y dentro
hallo, ¡ay de mí!, con la razón postrada
una loca república alterada,
tanto que apenas los umbrales entro."
lunes, 15 de diciembre de 2008
No ha habido manera
Añadido a las 10:49 del martes:
Tras el acerbo comentario de Júlia, tan desalmado, me veo en la obligación de salir en defensa de la belleza y aporto como pruebas estas fotos de cuanto ELLA aún no era ELLA
Sólo de una Rita Cansino se podía modelar una Rita Hayworth.
domingo, 14 de diciembre de 2008
Volviendo a la normalidad
Me he pasado el día intentando recomponerla, al menos en sus grandes rasgos. Es mi manera de recuperar la normalidad. ¡Ya ven ustedes!
Por razones en las que ahora no voy a entrar, es especialmente en los dos primeros siglos de nuestra era cuando este diálogo platónico es leído con más interés. Entre los comentaristas de esta época se encuentran los relevantes nombres de Clemente de Alejandría (patrística), Epicteto (estoicismo), Alejandro de Afrodisia (aristotelismo) Plutarco de Queronea, Albino, Apuleyo, Máximo de Tiro (autores encuadrados en lo que se suele llamar "platonismo medio"), Filón de Alejandría (judeohelenismo) y el inclasificable Cicerón.
La tradición de comentaristas más relevante es la del platonismo medio, que se encuentra en el origen de los comentarios de Plotino y de su discípulo Porfirio. Los comentaristas se suceden entre los discípulos de este último, como Nemesio de Éfeso, Plutarco de Atenas y Jámblico (de la escuela neoplatónica de Siria). Siriano siguió los cursos tanto de Plutarco de Atenas como de Jámblico y transmitió la pasión por el comentario de este diálogo a Hermias y Proclo (sucesor de Siriano en la Escuela de Atenas y uno de los principales artífices de la fusión entre neoplatonismo y pitagorismo). Entre los comentaristas neoplatónicos posteriores podemos citar a Zenódato, Marino (sucesor de Proclo en la dirección de la Escuela ateniense), Damascio (último escoliarca ateniense), Ammonio y Olimpiodoro, el escoliasta más notable de la Escuela Neoplatónica de Alejandría.
Y así me han dado las once de la noche, matando moscas con el rabo.
sábado, 13 de diciembre de 2008
Confesión
Pequeña aclaración, por si hace falta, a las 2:09 del domingo (por cierto: felicidades, Tania): Cuando somos jóvenes nos imaginamos que los acontecimientos y personajes relevantes de nuestra vida anunciarán su llegada con una educada antelación, para pillarnos en casa y dispuestos. Pero en realidad, como sabemos bien una vez que podemos alcanzar, mirando hacia atrás, una perspectiva suficientemente amplia, todo lo que ha resultado importante ha llegado súbitamente, de sorpresa, sin hacer ruido, a hurtadillas, por la puerta de atrás, cogiéndonos o fuera de casa o completamente indefensos.
miércoles, 10 de diciembre de 2008
Sinécdoque ...
martes, 9 de diciembre de 2008
L'escola contra el mon
lunes, 8 de diciembre de 2008
Esa persona puede ser usted
"Recuerde que detrás de usted viene otra persona. Esa persona puede ser usted. Deje los servicios como les gustaría encontrárselos".
domingo, 7 de diciembre de 2008
Sin moraleja
Basado en uno de los Cuentos filosóficos de Kostas Axelos
viernes, 5 de diciembre de 2008
Ayer
jueves, 4 de diciembre de 2008
Campaña de apoyo al Sr Boix
miércoles, 3 de diciembre de 2008
An Obama Realignment?
Y como si le quisieran dar la razón a Podhoretz, algunos progres patrios ya se están lamentando de que las cosas no sean como ellos habían previsto que fueran y se llevan las manos a la cobeza porque Obama ha dado -según ellos - un "giro a la derecha antes de empezar".
lunes, 1 de diciembre de 2008
De Aristóteles a Pascal
"La naturaleza del hombre puede verse de dos maneras: una, según su fin, y entonces es grande e incomparable; otra según la multitud (...) y entonces el hombre es abyecto y vil. Y estos son los dos caminos que hacen que se le juzgue diversamente, y que tanto hacen discutir a los filósofos".Pascal, Pensamientos
Si se postula un fin noble para el hombre, se podrá afirmar que se aleja del mismo cuando incurre en acciones viles; si, por el contrario, la medida del hombre es la conducta de cualquier hombre, entonces cualquier comportamiento, sea el que sea, estará de acuerdo con su naturaleza. Esto es lo que supieron Platón y Aristóteles antes que Pascal. Y aquí radica la diferencia que los separa de, por ejemplo, Maquiavelo y Hobbes. A mi modo de ver, Platón y Aristóteles sabían todo cuanto sabían Maquiavelo y Hobbes, pero Maquiavelos y Hobbes no sabían todo cuanto sabían Platón y Aristóteles.
Añado, a las 7:39 de la mañana una cita de Más allá del bien y del mal, de ese admirador de Pascal que fue Nietzsche:
"Quien no quiere ver lo elevado de un hombre fija su vista de un modo tanto más penetrante en aquello que en él es bajo y superficial -y con ello se delata"
Conciencia de clase
Le comenté a mi dilecto Ferran Sáez que vi en El Callao, el barrio más humilde de Lima, una enorme pintada que decía: «Aprender a aprender: ...