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domingo, 31 de mayo de 2020

Ramón Mercader sigue vivo

 Ramón Mercader en Lecumberri, junto a María Asúnsolo 
y otras personas que no he podido identificar.


Ya que salgo citado, me parece conveniente apuntar algunas cosas que he ido descubriendo con el tiempo (porque no he abandonado, ni mucho menos, la investigación):

1. Sara Montiel y Ramón Mercader fueron amigos. Él la admiraba profundamente. Pero no fueron amantes. 

2. Sara visitaba con frecuencia la cárcel de Lecumberri porque su pareja de entonces, Juan Manuel Plaza, figura relevante del PCE, suministraba a Ramón materiales tecnológicos sofisticados para poner en funcionamiento una emisora de radio que, desde la misma celda de Ramón, brindó importantísimos servicios al espionaje soviético.

3. Ramón Mercader aprovechó las visitas de Sara a su celda para enseñarle a leer y a escribir. Ella misma lo reconoció públicamente en la televisión mexicana.

4. Sara sí tuvo amores con todo un señor Presidente de México y quizás hacía aquí haya que mirar para explicar por qué ocultó el nacimiento de su hijo (en el caso, no comprobado, de que lo tuviera).

5. ¿Participó Sara en operaciones de espionaje para los rusos en México? Sospecho que ayudó en estos menesteres a Margarita Nelken y a Mateo Papaicónomos (colaborador y amante de Nelken).

6. Sobre Caridad Mercader: Hoy sé que, lejos de empujar a su hijo al asesinato de Trotsky, intentó convencerlo de lo contrario. Ramón decidió por su cuenta su participación para ayudar a su amigo Leonid Eitingon, con el convencimiento de que todo saldría de manera diferente a como salió.

7. Sara Montiel dijo alguna vez sobre Ramón Mercader lo siguiente: "Sabía que mató a Trotsky, no que fuera un asesino".

sábado, 30 de mayo de 2020

Día ubérrimo

Home sweet home

Por la mañana he acabado, firmado y enviado satisfecho un prólogo de 10 folios para una edición de la Apología de Sócrates y del Critón de Platón. Le he pedido al hipotético lector que ponga algo de interés en comprender a los jueces que condenaron a muerte a Sócrates si quiere entender lo que ocurrió. Un admirado farero me hizo ver en una ocasión que entre su entrada en la cárcel y el Critón, Sócrates había permanecido 30 días en silencio. Ahora creo saber que ese silencio explica por qué los jueces que tanto patalearon sus discursos de defensa, hubieran aplaudido con fervor cada una de las palabras del Critón.

Por la tarde, he termindo, firmado y enviado satisfecho un artículo de 13 folios sobre la vigencia del conservadurismo a una importante revista.

Si fuéramos dueños de nuestra inteligencia, podríamos programar las horas en las que estaremos fértiles. Por ejemplo, el miércoles de 7 a 9. Pero cuántas veces no encuentro la manera de escribir un folio con sentido y cuántas veces parece que el sentido es el que escribe solo el folio. En definitiva, que Sócrates tiene razón, todos tenemos un daimon caprichoso.

viernes, 29 de mayo de 2020

Versos

Esta mañana Álvaro Petit me ha regalado este poema de Mesanza


Lucrecio nos enseñó -le he contestado- que se puede decir lo más triste de la manera más hermosa... y, entonces, ya no es verdaderamente lo más triste. 

Y él ha añadido este "bonus track" de Cirlot:

Este sonido triste que solloza 
es mi espada románica que piensa. 

Mi corazón oscuro la acompaña.

Le he respondido con estos versos del mexicano Homero Aridjis:

Buenos días a los seres
que son como un país
y ya verlos
es viajar a otra parte


buenos días a los ojos
que al abrirse han leído
el poema visible
 

buenos días a los labios
que desde el comienzo han dicho
los nombres infinitos
 

buenos días a las manos
que han tocado las cosas
de la tierra bellísima



Y entre versos nos hemos pasadoo un buen rato.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Peleando con Heidegger


Estás peleando con Heidegger
a brazo partido
y justo cuando tras dejarte los nudillos
la puerta se entreabre
para entregarte la luz
de la nada del ser y su trascendencia,
aparece tu nieto compungido
para enseñarte la tirita que tapona 
la hemorragia del cosmos en su dedo.

Vuelves a abrir el libro
tras expulsar al caos y reinstaurar el orden
y justo cuando llegas
a la plenitud y pobreza del significado del “es”
tu mujer te interrumpe 
con un consejo sobre la compra del día.

Reinicias
recuperas la senda perdida
porque el ser se manifiesta en todo caso como abismo
y suena el teléfono
o un pechirrojo se posa en el alféizar
o tienes sed
o asientes a la conveniencia 
de cambiar el color de las paredes
un azul un poco más marino
y el techo, claro, blanco.

Y Heidegger queda desplazado
porque hay cosas más urgentes
que el drama del ser y el tiempo.

Es más esencial 
la ironía de lo cotidiano
que reclama sus derechos sobre 
las gigantomaquias de la filosofía.

Y Heidegger se cabrea 
-pobre, no sabe reír
y por no saber reír 
una parte de la verdad del insondable ser
se le escapa
como una lágrima en una carcajada.

Vértigo


- ¿Cómo te has caído? ¿Has tropezado? -te preguntan los que se preocupan sinceramente por ti. Y tú asientes, porque es más fácil admitir el tropezón que la falta de sustento.

Cuando tropiezas, algo inesperado te ha sujetado el pie y caes de bruces al suelo por culpa de ese objeto que ha interrumpido abruptamente el ritmo de tus pasos. Cuando te falta el sustento ocurre otra cosa: pierdes el sentido de la verticalidad, así, de pronto, y sabes que lo has perdido porque sin tropezarte con nada caes estrepitosamente contra el suelo. Mejor dicho, caes contra algo que no debiera de estar ahí y que sólo con el golpe descubres que es el suelo.  Por eso las caídas son tan aparatosas y la mirada de los que te rodean tan perpleja. Así que, en realidad, cuando te preguntan si has tropezado quieren decir: "¡Pero, hombre! ¿Con qué has tropezado si no hay nada con lo que tropezar?"

Podría escribir la historia de mis muchas caídas.

Notable fue la vez que caí rodando por las escaleras mecánicas de la estación de Sants, pero me levanté con el traje roto, que ya comenzaba a mostrar manchas de sangre en varios sitios porque teneía que ir a Madrid a rodar un capítulo de un programa de televisión que, por cierto, emiten los sábados por la 2. 
 
Más sonada fue una caída en Puebla (México). Me caí en lo más llano, como un saco de patatas, sin elegancia ninguna. Mi cabeza rebotó contra el suelo y mis gafas salieron disparadas. La gente, amabilísima, me rodeó y se interesó por lo que podían hacer por mí, pero yo sólo quería encontrar mis gafas. Cuando entré en el aula de la conferencia noté la sorpresa de todos. No podía mantenerme de pie. Iba hecho un Ecce Homo. Pero di la conferencia y al acabar, pedí, por favor, que me llevaran a la enfermería, donde, por cierto, me atendió con la mayor amabilidad una doctora de Vic que, literalmente, me envolvió en bolsas de cubos de hielo, ya que cada vez que tocaba un punto de mi cuerpo y me preguntaba si me dolía, yo asentía.
Una vez en Madrid, en medio de un chaparrón...

La última fue hace dos días, en una de nuestras excursiones a la naturaleza. Resistí como pude, terminamos la caminata y volví a casa creo que con dignidad, pero llevo dos días sin poder moverme por las magulladuras.

Esto es lo que hay. Que conste que no me lamento. Lo constato. Si es el precio que tengo que pagar por hacer las cosas que hago, no me parece excesivo.

martes, 26 de mayo de 2020

Recuperando el tiempo perdido

Hoy han pasado el día en mi casa mis dos nietos, Bruno y Gabriel, de diez y seis años, respectivamente. Con el mayor he mantenido un trato frecuente durante el confinamiento, pero al pequeño hacia tanto que no lo veía... Ellos, nada más reencontrarse, han reanudado sus juegos habituales. A media tarde se han presentado en mi cuarto con un par de mantas y unos cojines y han convertido mi mesa de trabajo en una cabaña. Los he dejado hacer porque el niño que sigue habitando en mí se ha despertado con sus susurros y era perfectamente capaz de comprender cada uno de sus gestos. Hay mucha melancolía en la comprobación de las tantas y tantas cosas que permanecen latentes en nuestra memoria, esperando el estímulo adecuado que venga a despertar a este o aquel de los que fuimos. Pero con los nietos delante es una melancolía alegre. Viéndolos jugar he recordado escenas que parecían tan olvidadas en mí que ya no las echaba en falta, pero allí estaban, con sus mínimos detalles, esperando un poco de agua para reverdecer.

domingo, 24 de mayo de 2020

La camisa del hombre feliz



La historia es hermosa porque, aunque no sea verdadera, es consoladora, ya que nos sugiere la existencia de una justicia distributiva que todos quisiéramos cierta.

 
Un rey, enfermo desde hacía mucho tiempo, dijo un día:

- Daré la mitad de mi reino a quien me sane. 

Todos los sabios del país se reunieron y buscaron una forma de curarlo, pero nadie sabía qué hacer. Finalmente uno de ellos dijo que si un hombre realmente feliz se desprendía de su camisa y si se la daba al rey, éste sanaría. 

El rey ordenó buscar a un hombre feliz por todo su reino. Pero los emisarios no pudieron encontrarlo. A pesar de haber buscado con meticulosidad, no habían encontrado a nadie que fuese completamente feliz. Uno era rico, pero a menudo estaba enfermo. Otro, rico y saludable, tenía una mala esposa o malos hijos. No hubo ni uno que no se quejara de alguna miseria. 

Pero un día, el príncipe, al pasar junto a una cabaña, escuchó estas palabras:

- ¡Bendito sea el cielo! Hoy he trabajado bien, he tenido suficiente para comer y me voy a dormir. ¿Qué más necesito? 

El príncipe ordenó que le comprasen a aquel hombre su camisa por el dinero que pidiera. Pero el hombre feliz era tan pobre que no tenía camisa.

Leon Tolstoi. 


sábado, 23 de mayo de 2020

Érase que se era

Cuando me pongo a escribir un libro necesito correr. Y corro cuanto puedo. Quiero tener lo antes posible el esbozo, a veces confuso y enredado, de mis ideas, ante mí, negro sobre blanco, para poder pensarlas. Es decir, no escribo siguiendo el dictado de mis pensamientos, sino el de mi escritura. He reconocido muchas veces que no sé pensar. Quiero decir con esto que soy incapaz de aislarme en el silencio concentrado de la meditación para ir ensartando con orden mis razonamientos. A veces lo he intentado y después cuando me pongo escribir lo que he pensado, he olvidado la mitad. Por eso llevo siempre papel y lápiz en los bolsillos. Así que para pensar necesito discutir mis propios pensamientos objetivados en la escritura. Pero necesito también dos cosas más. Una, hallar el título provisional que me ayude a centrarme. Después ya se verá cuál es el definitivo, pues el propio proceso de la escritura lo irá perfilando. La otra, comenzar con una cita. El título de lo que tengo entre manos es "El poshumano en tiempos de pandemia" y la cita, de Sancho, ese hombre prudente que acompaña eternamente a don Quijote, es la siguiente: "Érase que se era, el bien que viniera para todos sea, y el mal, para quien lo fuere a buscar". Amén.

Ayer no salí a pasear. Di una conferencia por zoon. Me fui a la cama con la sensación de que me faltaba un plus de cansancio para completar satisfactoriamente el día y disfrutar plenamente del sueño.

viernes, 22 de mayo de 2020

La plácida luz de la tarde

Se ha dicho alguna vez que la filosofía de Platón es una filosofía de la mirada. Algo de esto hay, efectivamente, pero es más justo decir que es un filosofía de la luz. Es una filosofía que nace de la admiración de que las cosas no nos sean indiferentes, de que podamos conocer, aunque sea parcial y precariamente el mundo gracias a la luz. La luz es el lazo de unión entre el objeto y el sujeto al mismo tiempo que los crea a ambos.

Los egipcios tenían una gran diosa, Maat, que fue la creadora, a la vez, de la luz y de los perfiles de los objetos, de los límites de las cosas. Antes de la luz había una oscuridad indefinida, donde nada tenía ni comienzo, ni fin, ni límite alguno.

Para Heideegger, el gran acontecimiento, el fenómeno que debe llenarnos de admiración, es la aparición de un ser, el hombre, que al mismo tiempo ve y delimita, es decir, hace metafísica. 

La actividad de delimitar -la actividad metafísica inherente al hombre- lleva implícita la gran pregunta por el horizonte que hace posible toda delimitación. Si delimitamos, siempre hay algo en el interior de lo cual delimitamos. Por lo tanto, podemos preguntarnos por aquello que es la condición de posibilidad de toda delimitación, por el horizonte de todos los horizontes posibles.


Y en esa pregunta nos acecha, agazapado, lo que, con Santo Tomás, podemos expresar de esta manera: "Et hoc dicimus Deum".

Ayer nos pusimos a andar cuando faltaban quince minutos para las 8 de la tarde, y, yendo de horizonte en horizonte, ya sabéis, "un poco más allá, hasta aquel recodo", subimos a Sant Mateu, desde donde disfrutamos, iluminada por la placida luz de la tarde, que caía en diagonal, la declinación del mundo. Allá a lo lejos, Barcelona, y, más allá, tras las montañas, el perfil difuso de Montserrat (penúltima imagen). 13 kilómetros de paz que nos regalaron ese sueño profundo en el que te dejas caer desmoronándote en la indefinición como un castillo de naipes.

jueves, 21 de mayo de 2020

Héroes y villanos circunstanciales



Se lamentaba Karl Kraus en La antorcha de que se habían clausurado los tiempos heroicos. En nuestros días parece no haber oportunidad para la epopeya. Eso sí, a cambio disponemos de informaciones periodísticas que pueden hacer de cualquier hombre un héroe en veinticuatro horas, aunque, claro está, será héroe por un día. 

Ocurre lo mismo -esto lo digo yo- con el villano. Aquí nadie es villano dos días seguidos. Sea cual sea su villanía, el alud de nuevas informaciones periodísticas, el ascenso cotidiano de héroes efímeros, nos ayudará a olvidarla rápidamente.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Cosas que pasan...

... entre las hojas de acanto:

La primera:

La segunda:
Ayer recogía la prensa catalana una noticia que para mi ha tenido un significado muy especial: que el Teatre Nacional de Cataluña (TNC) abrirá la próxima temporada con un espectáculo en torno al Decamerón de Pasolini que consistirá en diez monólogos que están "ya escribiendo una serie de autores del país y extranjeros entre los que se cuentan Valère Novarina, Najat el Hachmi, Narcís Comadira, Cristina Morales, Perejaume, Marta Marin-Dòmine o Gregorio Luri". Este encargo suñpuso para mí una fomidable sorpresa que me permitió volver a afirmarme en mi convicción de que siempre hay que decir que sí  lo inesperado, porque es el azar amigo llamando a tu puerta.

La tercera: esta pobre barca varada en el abandono con la que me encontré ayer en mi paseo vespertino:



martes, 19 de mayo de 2020

Conclusiones provisionales sobre la educación telemática

He ido recogiendo muchas informaciones de centros educativos de diferentes lugares de España. Aun siendo consciente de que estadísticamente no dan para hacer afirmaciones tajantes, sí creo que, dada su reiteración, nos ofrecen algunas indicaciones interesantes:
  • A algunos alumnos les ha ido muy bien. Han trabajado metódica y disciplinadamente y han adquirido conocimientos nuevos. Cuando se les pide que valoren lo que les ha ocurrido suelen comentar que trabajando individualmente pueden seguir su propio ritmo sin tener que esperar a los alumnos más lentos. Podrían llegar al 10%.
  • Si exceptuamos a los alumnos del grupo anterior, se han adquirido menos conocimientos en casa que en la escuela.
  • En general, los alumnos que han trabajado bien han sido aquellos cuyas familias se han implicado directamente en sus aprendizajes, convirtiéndose en una prolongación del centro educativo. Estas familias han dedicado en torno a 6 horas diarias a las tareas escolares. Podríamos estar hablando de un 20% de familias, porcentaje que incluiría a los alumnos del primer punto.
  • En el resto de las familias, la educación telemática se ha vivido como una carga, debido a la incapacidad de los padres para ayudar a los hijos, ambiente familiar alterado, etc. Estas famílias han dedicado menos tiempo a las tareas escolares (en torno a 4 horas) y este tiempo no siempre ha sido de calidad.
  • El porcentaje de alumnos cansados con la educación telemática ha ido creciendo a lo largo del confinamiento y posiblemente supera hoy el 80%. En estos momentos, muchos alumnos y muchas familias dan claras muestras de agotamiento.
  • Cuanto más pobre culturalmente es el medio familiar, menos contenido nuevos se han aprendido y más conocimientos se han olvidado. El proceso, sin duda, se acelerará en verano.
  • En torno al 10% de alumnos desconectó de la escuela el primer día del confinamiento. El goteo de desconexiones ha sido permanente. Probablemente ahora esté por el 15%.
  • Más relevante que la brecha tecnológica ha sido la brecha cultural.
  • Han abundado las actividades en las que se les pide a los alumnos que busquen información para hacer un trabajo. Han funcionado bien cuando los alumnos han tenido alguien al lado que les ha podido ir ayudando paso a paso, corrigiendo al momento sus errores.
  • Los profesores, sin duda, han trabajado mucho. ¿Pero han trabajado bien? Creo que con frecuencia han dado a las familias la imagen de que sus actividades no estaban bien coordinadas, que podían pasar de un trabajo a otro un poco arbitrariamente y que no calibraban bien la dificultad de las tareas. No sé si esta sensación se ha correspondido con los hechos, pero sí que ha sido real. 
  • No todos los buenos padres son buenos padres de alumnos. Ni todos los buenos padres de alumnos han podido compaginar su trabajo diario y el seguimiento teleformativo de sus hijos. Como me dice un padre, "si no llegamos ni a poder llevar la cotidianeidad de comida, limpieza, lavadoras, cenas, con nuestros respectivos horarios, cómo vamos a ponernos con los deberes, como no sea el fin de semana?"
  • Creo que hubiera sido más adecuado, en estas circunstancias, haber diseñado actividades de enseñanza-aprendizaje bien secuencializadas, en las que se progresase de manera ordenada y clara, paso a paso, y en las que el feedback hubiera sido lo más cercano posible a la actividad. Pero no sé si nuestros actuales recursos tecnológicos dan para tanto.
  • La educación telemática parece funcionar mejor cuanto mejor reproduce la educación presencial. 
  •  Ayer un gruppo de estudiantes universitarios españoles me envió una copia de la carta que han dirigido al rector de su universidad. Entre otras cosas, dice lo siguiente: "Para el curso que viene si sigue siendo necesaria la docencia online (...), recaben las experiencias y opiniones de los profesores y estudiantes que hemos pasado por todo esto -que no haya sido en vano-, formen a los docentes, unifiquen los criterios de actuación para ejercer una docencia online de calidad, investiguen sus límites para poder examinar a los alumnos con equidad, proporcionalidad y justicia."
     
  • Por último, una imagen de una clase de Harvard:

lunes, 18 de mayo de 2020

El Maresme

Conserva el Maresme, la comarca de Cataluña en la que vivo, paisajes aún preservados a la invasión del tiempo, suaves y dulces, que caen en una ondulada pendiente hacia el mar. Es un regalo del cielo pasear por ellos un domingo por la tarde. No te encuentras con nadie, porque nadie deja hoy en día un camino por una senda, y uno siente la bendición de la tarde y de la luz declinante como una oración. Vistos desde aquí, todos los hombres son buenos y todo observador, un filántropo. El paseante regresa a casa con los ojos llenos de paz. Después, sentado frente a la noche con un vaso de vino en la mano, siente su interior más amplio, como si algo que estaba recluido se hubiera desplegado para impregnarse de luz "no usada".










domingo, 17 de mayo de 2020

Kojève

Unos meses antes de su repentina muerte, Kojève concedió su última entrevista a Gilles Lapouge. Se puede encontrar en El emperador Juliano y su arte de escribir, Grama ediciones, 2003. Hoy, al abrir este libro para consultar otra cosa, me he detenido a leer lo que en su momento había subrayado de esta entrevista:

  • Hay en Kojève un extraño desplazamiento de la vanidad: el mundo lo admira porque lee a Hegel como quien lee Tintin y él se enorgullece de haber inventado un sistema de preferencias tarifarias y de haber logrado imponerlo.
  • ¡Ah, sí! Fue muy bueno, lo de la Ecole de Hautes Etudes. Allí fue donde introduje la costumbre de fumar en clase. Y luego íbamos a comer con Lacan, Queneau y Bataille a un restorán griego del barrio que todavía existe, el Athénes.
  •  ¿Los filósofos? ¿Heidegger? Como filósofo, no siempre ha acertado. Y aparte de Heidegger ¿quién? Por otra parte, los filósofos no me interesan, busco sabios. Y encuentre usted un sabio
  • Sobre el fin de la Historia: La famosa aceleración de la Historia de la que tanto se habla, ¿no ha notado usted que al acelerarse cada vez más el movimiento histórico avanza cada vez menos?
  • Se puede morir por snobismo, como los kamikazes. Conoce sin duda la historia de Federico II, en el campo de batalla, cuando escucha los gritos de un joven herido mortalmente en el vientre: “Hay que morir como es debido”, y pasa. 
  • Este discurso filosófico, que nació en Grecia, junto a un hombre llamado Thales, conoció enseguida dos vertientes extremas: Parménides, cuyo discurso conduce al silencio, y Heráclito, que prefiere un discurso ininterrumpido, un discurso infinito en el que cada frase puede seguirse de otra. De ese discurso provienen los retóricos y los sofistas. Y bien, los sofistas modernos, hijos de Heráclito, son los sociólogos e historiadores cuyo discurso se caracteriza principalmente por ser infinito. Es el río de Herádito.
  • Si un antropólogo nos explica que todo proviene del neolítico y que todo estaba ya en el neolítico, olvida que algo faltaba en el neolítico y que es el antropólogo mismo.

Ayer llovió

Ayer llovió y me quedé sin mi paseo vespertino. El día se hizo muy, muy largo y aunque trabajé muchas horas, aproveché muy poco. 

- ¡Que aproveche! - se decía antes cuando pillabas a alguien comiendo.

"Aprovechar", leo en el diccionario, es sacarle el máximo rendimiento a algo, adelantar en virtud (estudios o artes) y "orzar cuanto permite la dirección del viento reinante".

Hoy hace un día magnífico, aunque el cielo, enharinado, parece reservarse la última palabra sobre la evolución del "astro".

- ¿Qué astro se espera? -se preguntaban los viejos de mi infancia, en mi pueblo, para informarse de la evolución previsible del tiempo.

El diccionario, que de esto sabe menos que los viejos de mi puieblo, sólo entiende por "astro" o bien un cuerpo celeste o bien una persona que sobresale en su profesión ("un astro de la pantalla).

Hoy, cómo no sé cómo acabará el día, para traer aquí la foto primaveral correspondiente, me he ido a visitar al único platanero que tenemos en Ocata, que es el platanero menos altanero del mundo, pero es el nuestro, aunque sea un platanero tullido y desgarbado.
 
"Desgarbado": Falto de garbo, es decir, de gallardía, "desinterés y generosidad". Hay que reconocer que en esto del generoso desinterés, las plantas, con las excepciones inevitables, nos ganan por goleada.

viernes, 15 de mayo de 2020

Sigue la primavera haciendo de las suyas




El mensaje de los bordes de los caminos: que en toda meta hay una pérdida, que hay grandes satisfacciones en la demora, que la mirada satisfecha no es la que busca, sino la que casualmente encuentra; que en la contemplación de la belleza efímera se resume todo Platón. 

Dicen que el diablo se puso a llorar cuando oyó a un niño interpretar una sencilla melodía con una flauta. Quiso detener las notas y no pudo, se le disolvían en el tiempo, y entonces comprendió que estaba condenado a enamorarse de las cosas que pasan y que sólo Dios permanece. 

¿Dios permanece? Según Leo Strauss, la respuesta que Dios le dio a Moisés cuando éste le preguntó por su nombre, fue la siguiente: "Seré lo que seré".

jueves, 14 de mayo de 2020

Una palabra que falta en el diccionario

Dice mi nieto Bruno que al español le falta la palabra "inorgulloso". De hecho, no ha comprendido por qué una palabra tan necesaria no se encuentra en el diccionario. ¿Qué sentido tiene un diccionario si no están las palabras que se necesitan para nombrar las cosas con precisión?

Creo que esta ha sido su primera gran decepción cultural. Quizás algún día descubra que la cultura es un mantel más pequeño que la mesa que pretende cubrir.

Por cierto, hoy nos hemos escapado los dos de casa y hemos ido a ver a mi otro nieto, Gabriel, al que hemos llamado desde la calle para que se asomara al balcón.

A la vuelta hemos descubierto que en el "bosquet" (un pequeño parque próximo a mi casa) las flores que florecen son blancas.

Esta mañana, tenía programa en RNE y he contado los detalles de aquella vez en que mi nieto Bruno tosió. Tenía 6 días. Y lo llevé a urgencias. El pediatra, amabilísimo, me explicó que los bebés también tosen.

"Todo es muy complicado"

I
Ayer por la noche participé como invitado en una tertulia de una radio catalana para hablar del presente educativo. Participaba también un alto cargo de la administración educativa catalana que me sorprendió mucho por su vacuidad. Según nos dijo, "todo es muy complicado", "no tenemos apenas certezas", "hay que actuar con cuidado para no ser imprudentes", "habrá que ver"... No le oí ni una palabra de confianza, algo que sonase como "tranquilas, familias, que vuestros hijos están en buenas manos". Esto del "paradigma" de la complejidad sirve para justificar mucha pereza. La pregunta es obvia: ¿Si no saben qué hacer, qué hacen ahí? Daba la sensación de que no tenía ni un dato seguro al que aferrarse para planificar el nuevo curso.

Los datos internacionales que van apareciendo nos muestran un panorama altamente preocupante. Cuanto más pobre es el medio de un centro educativo, menos contenidos nuevos se han trabajado. Añadamos que, mientras alrededor de un 11% de los alumnos está  aumentando sus conocimientos, en torno al 60% los está reduciendo.
En mi opinión las diferencias entre los que aprenden y los que olvidan no se explican por su diferente acceso a las nuevas tecnologías, sino por su diversa implicación en el aprendizaje. Hay familias que, por decirlo así, se han autoinstituido en sujetos de aprendizaje colectivos y todos, padres e hijos, trabajan conjuntamente las tareas escolares e incluso las superan con actividades culturales que se procuran autónomamente. Hay familias en las que el prendizaje está siendo un motivo de roces permanentes entre el niño que está viendo la tele y los padres que le dicen que tiene que trabajar. Hay familias que han dejado al niño a su aire.

La administración educativa tiene el deber de conocer con detalle lo que está pasando y plantear alternativas que ayuden a compensar estas diferencias y, si hace falta, trabajar en diferentes escenarios, ofreciendo, a la sociedad la seguridad que esta necesita.

II

Ayer asomé a la primavera, que estos días está girando hacia el violeta, a mi nieto Bruno. Él me preguntaba por cosas de mi infancia y yo le preguntaba por cosas de la suya.


III
En El Subjetivo hablo del psicosocialismo.





miércoles, 13 de mayo de 2020

Esplendor en la hierba

I

William Wordsworth:

Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos
porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo.

Yo no estoy tan seguro de esto como el poeta, pero es dulce mentirnos a nosotros mismos con palabras hermosas. 

II 


Me llegó ayer esta maravilla, editada por primera vez en Pamplona en 1575. ¡Qué rica es la historia de la filosofía política española! Y está ahí, a nuestro alcance, como una herencia disponible para el que la quiera reclamar.

III

Lo dije ayer públicamente en el diálogo que mantuve con Armando Pego por Youtube y lo repito hoy. Muchas son las cosas que se han visto en esta pandemia, pero a mí las que más me han llamado la atención son estas tres:

1. El retorno de las fronteras como instituciones terapéuticas en un mundo que hasta ayer creía que la mundialización era imparable.

2. El redescubrimiento de la familia como ámbito de acogida en el que la solidaridad no caduca. Cuando a los jóvenes se les han puesto las cosas cuesta arriba, han vuelto a la casa de sus padres, porque saben que nunca les faltará un plato en la mesa. Visto que ese marciano que tenemos de Ministro de Universidades, además de alabar la modernidad del alumno que copia en los exámenes, promueve la existencia de créditos en todas las facultades sobre perspectiva de género, yo, teniendo en cuenta el papel que en las horas críticas cumple la familia, propondría créditos de perspectiva familiar.

3. La presencia de la muerte, esa impertinente, empeñada en recordarnos que hay muerte porque hay vida.

martes, 12 de mayo de 2020

Corriendo

Esto de internet es una ruina existencial.

No paro de dar charlas y entrevistas. 

Creo que nunca había trabajado tanto y aquí, además, los horarios no importan.

El propósito para el nuevo año será: aprender a decir no.

Passeo imposible

Pensando que el furor por hacer deporte que nos ha entrado a todos tras el confinamiento se habría calmado un poco, me he atrevido a dejar mis viñas y bajar hasta el paseo de la playa, el mismo que me he hecho tantas veces en solitario con mis auriculartes, siguiendo con el ritmo de los pasos el de la música. Además me he seleccionado algo especial: la música pura de los últimos cuartetos de cuerda de Beethoven.

Pues bien, la experiencia ha sido deprimente. 

Todo el mundo tiene derecho a salir a pasear, pero mi paseo estaba irreconocible. Parecía las Ramblas. Había que caminar regateando para no chocar con nadie y en algunos tramos casi te daban ganas de abrirte paso a codazos. Así que, en cuanto he opodido me he alejado de allí y he vuelto a las viñas. Lo floración ha cambiado. Ahora dominan los amarillos en las flores silvestres.

Ayer, leyendo a Rousseau tras haber pasado unos días con Foucault, se me ocurrió que hay unos cuantos filósofos que no aman la vida, que huyen de la vida o se dedican a jugar con ella a la ruleta rusa. A los dos citados podríamos añadir al incomprensible Agamben, a Deleuze, a Althusser...

lunes, 11 de mayo de 2020

Comunicando

- ¿Nos grabarás con el móvil un vídeo de unos cinco minutos y nos lo mandas?
- No tengo inconveniente, siempre que tenga algo que decir.
- ¡Seguro que sí!
- ¿Sobre qué tema?
- Sobre la salida de todo esto.
- De acuerdo.

Lo grabo y lo envío.
- ¿Qué título le ponemos'
- Parerga pandémica.
- Pero eso no lo va a entender nadie. ¡Es para twitter! ¡Por favor!
- Pues ponle el que quieras.

A mí me gustaba, pero claro, si hay que aspirar a que te entiendan...

sábado, 9 de mayo de 2020

Días de coronavirus, 75. La despedida

Cierro aquí este diario del coronavirus. 

En primer lugar, me sugiere el cierre el fetichismo del número 75. Mejor acabar aquí que en el 83, por ejemplo, ya que en algún momento hay que acabar. 

Por otra parte, echo la persiana con la repetida constatación de que sigue en nosotros bien vivo el tipo de persona que éramos antes del pasado mes de marzo. Vengo de hacer la compra y en el mercado me he encontrado con esas mujeres, muy señoras de su casa ellas, que sólo eligen lo mejor para los suyos y que para elegirlo bien se vuelcan sin mascarilla sobre el género expuesto para indicar que este no, sino aquel de allá o, mejor, aquel otro. 

Echo el cierre también porque quiero rumiar todo lo escrito en estos días, ya que me han hecho una propuesta muy interesante sobre este diario y tengo que valorar lo que da de sí. En su momento, si la cosa sale, que es lo que parece, les mantendré informados. 

La vida sigue y yo recupero mis particulares manías. Por ejemplo, la de despertarme a horas intempestivas con el convencimiento de que eso que he escrito antes de irme a la cama no está bien. Hoy me he levantado a las cuatro para revisar un texto sobre Foucault. Una frase leída sin darle aparentemente importancia se me había quedado atravesada y ha sido la culpable de mi desvelo: "Foucault gleefully hurled stones at the police, he was nonetheless careful not to dirty his beautiful black velour suit." 

Ya he dicho más de un vez por aquí que yo no soy el que pienso mis pensamientos, sino que alguien que sólo en parte soy yo, es el que me piensa a mí corrigiéndome. Mi conclusión, ya avanzada la mañana, es que el pensamiento de Foucault sólo es comprensible si no se lo aleja mucho de las tendencias suicidas y masoquistas del mismo Foucault.

Esto de despertarme a horas monacales es el índice más claro de mi personal vuelta a la normalidad. Les tengo que confesar que a lo largo de estos días pasados he dormido como un lirón.


viernes, 8 de mayo de 2020

Días de coronavirus. 74. Las viñas

Ayer, al atardecer, tomamos de nuevo el camino de las viñas.

Por algún sitio cuenta Pavese que, de vez en cuando, los dioses olímpicos, aburridos de tanta previsible felicidad como la que están condenados a disfrutar eternamente, bajan a las viñas de los hombres, a sentir la belleza de lo que la muerte ha tocado. Caminando entre ellas sienten lo que sólo entre los hombres se siente: las sorpresas de la fragilidad.




Ahí están las uvas nuevas.

jueves, 7 de mayo de 2020

Días de coronavirus. 73. Caminos de la tarde.


Continúan preguntándome por el mundo tras el confinamiento. Comprendo a los periodistas, hay que publicar algo. ¿Pero no podrían ser un poco más creativos con sus preguntas?

- ¿Cómo cree usted que será nuestra sociedad en la nueva normalidad?
- ¿Qué cree que hemos aprendido?
- ¿Qué cambios debemos hacer para que no vuelva a pasar?

Los periodistas parecen tener un repertorio único de preguntas del que, por lo visto, no pueden salir.

Lo único que sé sobre el futuro es que, pase lo que pase en el presente, el futuro suele confirmar los prejuicios que nos dominaban en el pasado porque estaban tan bien sedimentados que las turbulencias no hacen sino enturbiar el agua de la superficie.

Cuando voy caminando por la sierra litoral, envuelto entre pinos  prímulas y aromas florales, asombrado del florecer de esta primavera extraordinaria, me encuentro con frecuencia con "runners" y paseantes. Lo que caracteriza a todos es que parecen  no tener ojos para la belleza circundante. Los "runners" sólo se preocupan de llegar a punto a su cita con el cronómetro y los paseantes hablan por el móvil. Nunca había sentido lo que siento estos días: que la primavera es para mí solo. Me imagino que más de una de las personas con las que me encuentro considerarán a la famosa Greta la salvadora de esa misma naturaleza que ellos se niegan a ver.

Pasear hoy al atardecer por los senderos de la sierra, teniendo por encima los pinares y por debajo el mar y allá, sobre Collserola, unas puestas de sol de una luminosidad de plata, es la confirmación de que todo sigue igual. 

miércoles, 6 de mayo de 2020

Días de coronavirus. 72. Más flores.

Yo ya querría no dar más la lata con fotos de flores, pero es que nunca había disfrutado tanto de la primavera. Voy por los caminos de mi desconfinamiento a esa hora última de la tarde en que nos permiten salir, deteniéndome a cada paso a contemplar los bordes, repletos de esas florecillas humildes, franciscanas, pero que en su fragil discreción anuncian el milagro de la belleza gratuita, la oferta imediata de la vida. Sí, todo está tocado por la muerte, pero por eso mismo es más bello.
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Conciencia de clase

Le comenté a mi dilecto Ferran Sáez que vi en El Callao, el barrio más humilde de Lima, una enorme pintada que decía: «Aprender a aprender: ...