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viernes, 29 de julio de 2011

Adiós, ZP, adiós.

Siempre es mejor echarle las culpas de todo a la psicología del gobernante que a la realidad de las cosas políticas. ¡Necesitamos tanto que haya hombres malos y políticos incompetentes! Todo es mucho más fácil si el mal de muchos puede calmarse cortando unas pocas cabezas. Y ZP se ha cortado la suya ante el altar de la patria perpleja, tras verse a sí mismo como un cordero pascual. Cuentan los que aseguran que están bien enterados, que al comienzo de la crisis Solbes le sugirió que no había dinero en las arcas públicas y que él le contestó que imposible, que no podía ser que no hubiera dinero para hacer política. Pero no había dinero y sin dinero, el electorado, tu electorado, te va dando la espalda porque no entiende para qué te ha votado si se encuentra más pobre ahora que antes de haberte votado. A lo largo del camino los mojones de los cadáveres políticos de los amigos que tanto te animaban a alumbrar con la lux de Philip Pettit las oscuridades hispanas te han ido acercando a tu destino, tan alejado del Condado de Galway. Quizás ahora hayas comprendido que las cosas políticas se explican desde su específica lógica y no desde la teoría política. ¿Quién se acuerda hoy del debate entre Solbes y Pizarro en las generales del 2008? Tres años nos separan de la prehistoria. El tiempo de la política no es ni absoluto ni relativo, es el tiempo ecológico que va acumulando olvidos a su antojo. No me gustó cuando viniste haciendo de Guzman el Bueno ante los americanos y no lamento que te vayas ahora que has descubierto lo poco que tienen en común la sabiduría y la política. Los políticos románticos son aquellos que pueden subirse sobre sus propios hombros porque han sabido aprovechar el viento a favor. Con vientos favorables siempre hay magníficas travesías. Los políticos sin éxito nos dan pena, parecen criadas atolondradas, que no han aprendido a sacar brillo a los dorados del narcisismo democrático. En democracia, ZP, el electorado deposita en su voto una cantidad considerable de narcisismo. Y no le gusta nada despertarse un día descubriendo que no sabe a dónde mirar para sentirse guapo. Cuando esto ocurre acaba echándole la culpa de los malos vientos al capitán. Has sido un mal actor que no ha sabido improvisar y has aburrido al público. Lo has aburrido tanto que cuando has asumido que tu misión histórica era sacrificarte por España, tus electores estaban mirando para otra parte. Hacía tiempo que no seguían la obra. Pero no echemos la culpa de todo a la pobreza de tus recursos interpretativos. La obra exigía actores dramáticos de primera. Y no hay ningún gran actor que no sea un gran hipócrita. Un actor ingenuo en un papel dramático destroza cualquier obra. Por eso desde las butacas creemos que lo que sale a borbotones de tu yugular es salsa de tomate. El espectador, en todo caso, y este es el axioma del teatro, siempre es inocente.

sábado, 16 de julio de 2011

The Lucky Sperm Club

Buscando información sobre "The Lucky Sperm Club" para un artículo que quiero escribir sobre este tema, me he encontrado con este curioso discurso de George Bush. Lo pronunció cuando aún era candidato a la presidencia de los USA. Creo que no tiene desperdicio.
De nada.

jueves, 12 de noviembre de 2009

A vueltas con la corrupción

I
Comienzo a pensar que una sociedad democrática está realmente corrupta cuando cualquiera de sus ciudadanos se siente moralmente superior a todos sus políticos.

II
Una democracia debería ser también un hacerse cargo colectivo de que no hay soluciones definitivas para la política, por ejemplo porque cada actuación bien intencionada tiene, como los mejores medicamentos, efectos secundarios (y con frecuencia en política son completamente imprevisibles).

III
Se extiende la idea de que hay una solución milagrosa contra la corrupción: la modificación del sistema electoral. La convicción, bien intencionada que la sustenta, es que cuanto más próximo esté el poder político al ciudadano, menos posibilidades hay de corrupción. Creo que convendría pensar antes de establecer conclusiones excesivamente optimistas sobre las ventajas de la proximidad, en nuestra reciente experiencia municipal. Los ayuntamientos se han lanzado con más alegría que nadie a la economía del ladrillo porque les permitía obtener ingresos magníficos para hacer promesas insensatas, que han lastrado los presupuestos municipales para las próximas décadas de forma grave.

El ciudadano no tiene ninguna garantía de pureza por ser ciudadano. Y por lo tanto, la proximidad al ciudadano, en sí misma, tampoco.

IV
El sistema electoral británico no ha impedido la corrupción de sus parlamentarios. Más aún, cuando se les ha exigido la devolución del dinero que han cobrado de manera abusiva, algunos han preferido dejar su escaño antes que el dinero.

V
Josu Jon Imaz, hablando de la creación de circunscripciones electorales, ponía en guardia, aquí mismo, en Barcelona, hace unos meses, contra la ingenuidad. ¿Seguro que es siempre más conveniente que los cargos electos sean más fieles al electorado que a sus partidos? Ponía el ejemplo de la Alemania de Helmut Kohl, especialmente pertinente estos días de celebraciones murales. En contra de la opinión de la inmensa mayoría de sus ciudadanos y de la mayoría de su propio partido, Kohl se atrevió a ser impopular y a aceptar el despliegue de los llamados "euromisiles" de EEUU en su país tras la modernización por parte de la URSS de sus misiles (los SS-20). La valentía de Kohl fue decisiva para el derrumbamiento del muro. Él, y no los pacifistas, tenía razón. Fue el alejamiento del deseo inmediato de sus ciudadanos lo que se demostró, en este caso, inteligente.

jueves, 21 de mayo de 2009

A vueltas con la interferencia

Ya sé que de esta manera despersonalizo la respuesta, pero precisamente por esto prefiero responder a los comentaristas del apunte anterior (a los que agradezco, sinceramente, el tono empleado) con uno nuevo.

Lo que realmente me preocupa de las palabras de ZP es la ideología que transmiten. Cuando dice "no privemos ni interfiramos en la decisión libre e íntima de la mujer", yo pienso en una hija mía de 16 años y en mi concepción de la familia como unidad básica de interferencia social y se me ponen los pelos de punta, porque percibo en la -sin duda alguna- buena voluntad de ZP un tufo totalitario que me sorprende que no tenga una respuesta social contundente.

Partamos de una situación en la que abortar no sea un delito sea cual sea el momento en que se lleve a cabo. En estas condiciones -incluso en estas condiciones- tampoco sería delito no abortar. Así pues, unos padres que intentasen convencer a su hija de llevar adelante su embarazo no estarían delinquiendo. Esto parece obvio, ¿o no?

Para entendernos: Unos padres contrarios al aborto no estarían empujando a su hija a cometer ningún delito por el hecho de intentar transmitirle sus convicciones sobre el valor de la vida humana.

Si unos padres partidarios del terrorismo indiscriminado animasen a sus hijos a poner bombas en el metro, el gobierno haría muy bien en interferir para proteger la legalidad. Lo mismo en el caso de unos padres que empujasen a sus hijos a ningunear a sus compañeros en el colegio, etc.

Pero lo que me cabrea de las palabras de ZP es ese "no privemos ni interfiramos" en el caso de que nuestra hija de 16 años decida optar por una u otra conducta legal. ZP (o quien quiera que le aconseje en estos asuntos) se considera moralmente capacitado para darnos este consejo tan poco inocente. ¿Qué extraña moralidad es esa?

Esta ley me preocupa especialmente porque intenta imponer la moralidad del gobierno sobre la moralidad de las familias. Y aquí está, a mi humilde modo de ver, el escándalo. Lo que se nos está diciendo es que el poder es más clarividente que los padres cuando se trata de aconsejar a nuestras hijas.

Había un ministro de Franco que se sentía orgulloso de la cantidad de almas que la legislación moralista del régimen había encaminado hacia el cielo. ZP no es tan pretencioso. Sólo quiere evitarnos problemas en esta tierra.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Soy un "elemento de interferencia"

Yo soy un carcamal. No solamente he descubierto que soy un "elemento de interferencia" en mi familia, sino que, ingenuo de mi, hasta ayer mismo estaba tan satisfecho de serlo. Y no solamente esto. Incluso me parecían tan bien que mi mujer quisiera ser "un elemento de interferencia en mi vida". Sin embargo gracias a ZP he visto la luz.

Ya saben ustedes que ZP, que es progre, optimista antropológico y filántropo como nadie en el mundo mundial, está empeñado en proteger a las niñas de 16 años de sus padres, porque "podrían tener una interferencia determinante en su decisión, y es su decisión" (tomo las citas de la Vanguardia de hoy). La decisión a la que se refiere es abortar, un asunto en el que los padres, por lo que parece, no debemos interferir. Y, obviamente, si no debemos interferir en esto, ya me dirán ustedes si debemos interferir en algo. La decisión de la niña de 16 años que quiere abortar debe ser "libre e íntima". Nada de sacar el tema en casa, un espacio en el que, a la mínima, se pierde la intimidad. "No privemos ni interfiramos en la decisión libre e íntima de la mujer, que es la que tiene una responsabilidad para toda la vida de asumir el embarazo". Claro que la mujer puede ser mi hija de 16 años y quizás a los carcamales nos gustaría enterarnos de que nuestra niña va a abortar clandestinamente. Va a resultar que ser padre es, ontológicamente, ser un elemento de interferencia.

Mejor no protestar. Ya nos advierten desde la fortaleza moral de Ferraz que quien se opone a este asunto es un hipócrita.

Así que soy un carcamal interfiriente e hipócrita.

Voy a dejar el asunto del aborto de lado. Se supone (o supongo yo, ingenuo de mi) que si un padre o una madre deciden interferir en la vida de su hija (dejo de lado también el hecho de que vivir en familia es vivir en una continua interferencia) no es por amargarle la existencia, sino porque tienen algo que decirle. Porque, por ejemplo, tienen unos determinados valores (que no entro a juzgar) de acuerdo con los cuales guían su conducta familiar. Pero nuestro gobierno no solamente se considera plenamente legitimado para controlar las interferencias morales en el seno de una familia, sino que, por ello mismo, se autoerige en la única institución capacitada para interferir familiarmente. ¡Toma ya! Se autoconcede a sí mismo una dignidad moral superior, puesto que es capaz de discriminar entre las buenas y las malas interferencias. Con lo cual ZP parece estar convencido de que es su visión moral del mundo la única que puede salvarnos de nuestras retorcidas e hipócritas intenciones interfirientes.

Debemos estarle, por lo tanto, agradecidos.

¿Qué sería de nosotros sin este noble prócer?

Añadiré dos cosas.
1. No soy partidario del aborto.
2. Con frecuencia el griterío de algunos antiabortistas me pone tan nervioso como las prédicas morales de los proabortistas.

domingo, 9 de marzo de 2008

La moral fashion ataca de nuevo

Javier Gomá abría ayer el suplemento cultural del ABC con un extenso artículo de cuatro páginas titulado “La vulgaridad, un respeto”. Y yo, lo respeto, de verdad. Javier Gomá tiene todo mi cabreado respeto y, como, obviamente, esto no le quitará el sueño, me explayaré un poco poniéndolo de manifiesto.

El texto de Gomá me parece un hito muy notable en el ascenso de la “moral fashion” a los altares de la posmodernidad. Al final los intelectuales vuelven encontrar en el pueblo una causa que dignifica el reclinatorio: la del elogio de la vulgaridad. Así, tal cual.

Los grandes pensadores líquidos (Virilios, Baumans y demás) ya nos venían predicando que las fronteras eran cosas del pasado (¡y los de Kosovo, tercos ellos, sin enterarse!) porque todo es fluido y nada permanece.

Sí, ya sé que Heráclito los precedió a todos, pero fue coherente con su pensamiento: renunció a la política, escribió un libro que no entendía nadie, lo depositó en el templo de Artemis efesia y se retiró a sus melancólicas oscuridades intelectuales, a expresar con su silencio la coherencia de su pensamiento y su obra. Un heraclitiano no puede reírse sin refutarse. A diferencia de Heráclito, los heraclitianos posmodernos no dejan de vocear el “todo fluye” con una enorme sonrisa de oreja a oreja.

El axioma de Gomá es que todo lo democrático es noble.

Por lo tanto, si la cultura democrática ha ido eliminando las fronteras entre lo culto y lo popular y, por extensión las jerarquías sociales y estéticas, esta eliminación es noble.

Si la cultura democrática ha impuesto la democratización del gusto y la vulgaridad se ha convertido en norma de comportamiento, la vulgaridad es noble.

¡Un respeto, oigan, para la vulgaridad, que es democrática! ¡No vayan ustedes a faltarle el respeto a la democracia criticando la vulgaridad!

Gomá defiende una teoría de la democracia que haría partirse de risa al comediógrafo griego Aristófanes. La democracia, dice, resalta lo que une a los hombres y en lo común a todos encuentra el estatus ontológico de lo humano. Esto tan bonito ya lo estudió Platón en la República y encontró que ciertamente, hay algo común a todos los hombres: un cierto sentimiento de la justicia. Tanto es así que incluso puede encontrarse en una banda de ladrones. Hasta una banda criminal necesita realizar alguna idea de la justicia para mantenerse unida. El problema reside, dice Platón, en que una ciudad que se estime a sí misma debe aspirar a tener una moralidad muy superior a la de una banda de ladrones. Y, por lo tanto, necesita algo más que una moralidad natural. Necesita leyes propias.

Siguiendo el argumento de Gomá, la defensa de la jerarquía, es antidemocrática, por elitista. Yo me creo la sinceridad de sus palabras. ¿Por qué habría de ponerlas en duda? Y estoy convencido de que cuando tiene que ir a un dentista busca lo común a todos ellos, el título, y con eso tiene suficiente. Y lo mismo hace cuando tiene que ir a un cardiólogo o buscar un electricista o una escuela para sus hijos. No me imagino a Gomá preocupado por las referencias, que siempre marcan diferencias entre los mejores y los peores. Con las páginas amarillas, tiene bastante, seguro.

Me cuesta más imaginarme sus argumentos a la hora de votar. Yo sé que votaré a los que me parecen mejores, porque me gusta pensar que es bueno que gobiernen los mejores (los mejores entre los disponibles, claro está). Pero no me imagino cómo puede ser la jornada de reflexión de un vulgarista.

La democracia, según Gomá, ha hecho de los rangos de estatus algo accidental que remite al ámbito de lo privado. O sea, que el buen dentista, el dentista excelente, que lo sea en privado. Y, por supuesto, el artista. Las particularidades debemos dejárselas a cada uno junto a sus vicios solitarios.

Prometeo, continúa Gomá, se ha desencadenado y ha liberado la fuerza de su vulgaridad sin límites. Ya no hay lugar para el cultivo de la excelencia. Lo que debemos hacer es apoyar sin reservas la rebeldía de lo trivial. En esto, precisamente, consistiría el “humanismo democrático”, en el anhelo de las delicias de la vulgaridad.

En tiempos menos beatos que los nuestros Javier Gomá sería tratado de demagogo. Pero hoy todos somos beatamente demócratas.

Desde mi humilde punto de vista, la dignidad de la democracia reside, precisamente, en lo opuesto a lo que defiende Gomá: En que valora la diferencia y por eso nos permite ser diferentes y, sobre todo, interrogarnos autónomamente sobre el sentido de nuestra vida. La democracia que defiende Gomá nada tiene que ver con la mía. Tiene que ver tan poco como la democracia popular con la democracia liberal.

martes, 19 de febrero de 2008

Legalidad y cinismo

El ecosistema de la política internacional es, como cualquier otro ecosistema, un equilibrio inestable entre relaciones de fuerzas. Tanto es así que en política internacional los principios tienen el valor de un arma arrojadiza.

Hoy ya se ve claro que toda la retórica occidental en favor de los derechos humanos formaba parte de la estrategia de la guerra fría.

Cayó el telón de acero y los derechos humanos pasaron a ser argumentos filantrópicos de las ONGs.

La legalidad es en política internacional una táctica. De ahí que la defensa de los principios convenga cedérsela a las ONGs, que para eso las subvencionamos.

¡Ya ven, hoy estoy empapado de cinismo!

Pero el cinismo es a la naturaleza lo que la ironía a la cultura.

Y la política internacional tiene mucho, mucho que ver con la naturaleza. ¿Verdad Hobbes?

¿Quién se acuerda hoy de los argumentos de Villepin en el Consejo de Seguridad de la ONU durante las discusiones previas a la Guerra de Irak, defendiendo la supremacía de la legalidad internacional sobre cualquier otra consideración? Desde luego el actual ministro de Asuntos Exteriores francés, no. De ahí que sea tan singular ver al Señor Moratinos recogiendo los argumentos de Villepin para defender la posición española respecto a la independencia de Kosovo.

Y Kosovo es un acto de fuerza que se pasa la legislación internacional por los principios.

El espectáculo sería interesante si no nos tocara tan de cerca.

Los grandes países son los que pueden permitirse subvencionarse sus principios estratégicos con sus propias fuerzas. Los países pequeños son los que no pueden pagarse el lujo de tener principios y por eso en lugar de política internacional, tienen comercio exterior. Que no es lo mismo.

Trasímaco ha salido del Libro I de la República de Platón y ha tomado la palabra en la ONU: La ley, nos ha recordado, nunca es independiente de la voluntad del más fuerte. O si lo preferimos, que sea Maquiavelo quien lleve la voz cantante. ¿No fue él quien dijo que las buenas leyes dependen de buenas armas?

sábado, 12 de enero de 2008

El presidente llorón

Por lo visto, George W. Bush les ha salido a los americanos muy llorón. Y para su desgracia, sus lagrimones carecerán del poeta que les conceda la dignidad del drama, mientras le sobrarán los cómicos que los rebajen a sainete.

“Tengo los hombros de Dios para llorar, y yo lloro mucho”. Esto es lo que dicen en Le Monde que Bush le ha confesado a Robert Draper, que acaba de publicar Dead Certain: The Presidency of George W. Bush.

Bush no solamente llora. Cree que ha derramado como presidente más lágrimas de las que se pueden contar.

Mala cosa. No me gustan los políticos llorones. Y ahora pienso también en Hillary. En general no me gustan los políticos emotivos, de esos que llegan al corazón del electorado, porque tienden a querernos demasiado. Y yo no quiero que los políticos me quieran o me soluciones la vida. Me conformo con que no me odien y no me creen problemas. Y esa es una tarea titánica.

Ah, tampoco me gustan los optimistas antropológicos, que me acomplejan por no estar a la altura de sus expectativas. Y George W. Bush, que en esto se parece a ZP, es un optimista compulsivo. “Sólo me da miedo una cosa –dicen que le dijo Aznar en las Azores-, tu excesivo optimismo”.

Lo que no es Bush es ese imbécil, intelectualmente borderline que hemos creado los europeos. La periodista que escribe el artículo de Le Monde al que me refiero, Lila Azam Zanganeh, habla con toda naturalidad de su “flagrante impopularidad” pasándose todos los datos comparativos por debajo de sus prejuicios, no en vano lo “flagrante” es lo que de tan evidente no necesita pruebas. Efectivamente, los europeos no necesitamos pruebas para ponerle a Bush orejas de burro. Mejor: orejas de burro llorón. Pero ahora que estamos entrando en la campaña electoral americana podemos darnos cuenta de lo difícil que es, en las sociedades individualistas modernas, crear grandes coaliciones. Quien las crea, gana. Y para ello se necesita algo más que ser un burro llorón: se ha de ser un gran elefante llorón.

martes, 2 de octubre de 2007

Referendum constitucional

El amigo Rubén, frecuentador de nuestro café, ha tenido la amabilidad de pedir al Congreso los datos oficiales del resultado del referendum constitucional. Me los ha remitido por mail con el consejo de que echemos una mirada a las "provincias vascas".
Gracias mil, Rubén,

lunes, 1 de octubre de 2007

Espaniar Konstituzioari EZ

Imaginemos que en un hipotético referendo por la independencia de Euskadi el resultado se correspondiera con el de la Constitución española, es decir: 28% afirmativo, 16 % negativo y 56% de abstención. ¿Se podrían descalificar esos resultados con los mismos argumentos con los que el nacionalismo vasco descalifica la Constitución Española?

domingo, 16 de septiembre de 2007

Rusia dinamitada

Estamos tan ocupados en poner de manifiesto lo malos malísimos que son los gobernantes de los Estados Unidos (cuando no, la maldad intrínseca de su régimen político), que tendemos a olvidar en qué mundo vivimos. Por muy malo que sea un presidente norteamericano (es decir si es tan malo como muchos europeos suponen que es) no durará en el poder más de ocho años, porque los Estados Unidos son el país que más se ha protegido contra las tentaciones bonapartistas de los gobernantes poderosos. Una mezcla de desprecio y odio a lo norteamericano empuja a algunos a minimizar las amenazas reales a las que ha hecho frente (con mejor o peor fortuna) para así poder expandir todo tipo de sospechas sobre la perversidad de sus verdaderas (y ocultas) intenciones. Los islamistas radicales son para algunos intelectuales con buena prensa “una docena mal contada de conspiradores” y, por lo tanto, son menos culpables de los males del presente que la reacción exagerada de los norteamericanos. ¡Con qué rapidez nos hemos olvidado que nosotros continuamos estando en el punto de mira de Bin Laden!

Mientras tanto, nos crecen los enanos. A mi -¿qué queréis que os diga?- me da más miedo el expansionismo islámico que el imperialismo americano; el poder creciente de China que el poder -relativamente- menguante americano; me parece muchísimo más siniestro Putin que Bush. ¡Ya perdonarán ustedes estas opiniones tan desviadas!

Sobre lo que está sucediendo en Rusia, Alba Editorial acaba de publicar un libro que hace poner los pelos de punta pensando que pueda ser verdad el diez por ciento de lo que cuenta. Se trata de la denuncia escrita por Aleksandr Litvinenko y Yuri Felshtinski con el título de“Rusia dinamitada. Tramas secretas y terrorismo de Estado en la Federación Rusa” (408 págs., 16,00 euros). Conviene echarle una mirada aunque sólo sea para no olvidar el asesinato por envenenamiento, en noviembre de 2006, de uno de sus autores, el ex agente de los servicios secretos rusos Aleksandr Litvinenko. Este libro sí que da miedo. Sobre todo cuando se piensa que Putin no sólo sobrevivirá a Bush en el poder, sino que sobrevivirá –si Dios no lo remedia- a los próximos presidentes norteamericanos, sean del color que sean.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Un abrazo, Josu

Josu Jon Imaz, después de recibir una soberana paliza política en el seno de su partido, el PNV, abandona la política. Lo siento. Siento que sus posiciones hayan salido derrotadas y siento, especialmente, que abandone la política, dejando el campo libre a quienes siguen dispuestos a pensar con los cojones. Este es su mensaje de despedida.

Un abrazo, Josu. Te tenía por el único político con cabeza del país.


Apostar por el futuro

JOSU JON IMAZ

Hay momentos en la vida en los que las personas debemos enfrentarnos a decisiones complejas. Dar importancia a los proyectos en los que creemos o apostar por vincular esos proyectos a nuestra propia participación en los mismos. No quiero ocultar que en las últimas semanas he vivido esta disyuntiva. Y he tomado una opción. No seré candidato a la presidencia del EBB del Partido Nacionalista Vasco, para la que fui elegido hace cuatro años. Volveré a la actividad profesional después de más de trece años de compromiso intenso con aquellas funciones que EAJ-PNV me ha encomendado: diputado al Parlamento Europeo, consejero de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno Vasco y presidente de nuestra ejecutiva, el Euzkadi Buru Batzar.

Siempre he creído en la política como servicio a la sociedad. He recibido mucho de esta sociedad desde niño, y he entendido la actividad política como compromiso personal con ella y sus ciudadanos. Como forma de devolver, aún a costa de más de un sacrificio, lo mucho que este país me ha dado. Por eso, siempre he defendido la política como un camino de entrada y salida. Finalizado este servicio, lo normal es que salgamos sin perpetuarnos en la actividad política. Ello sirve para mantener viva la conexión entre clase política y sociedad civil, tan necesaria en los tiempos que vivimos.

He trabajado en la medida de mis posibilidades por una Euskadi en paz, en la que la violencia, la amenaza y la extorsión sean para siempre desterradas desde el firme compromiso con los valores de la persona como clave de bóveda para construir la sociedad vasca. Y me siento muy orgulloso de haber mamado desde joven estos valores a través de mi militancia en el Partido Nacionalista Vasco.

Creo en una Euskadi en la que los diferentes sentimientos de pertenencia de quienes componemos la sociedad vasca convivan compartiendo un proyecto de país, cuyo futuro construyamos entre todos. Creo en una Euskadi en la que la voluntad democrática de sus ciudadanos sea la base de la mutua convivencia y en la que los acuerdos amplios entre diferentes sirvan para hacer frente a los retos de futuro. Un país pensando en nuestras hijas e hijos, en el que encuentren las mejores oportunidades para desarrollarse como personas en su integridad. Trabajo por una Euskadi en la que nuestra identidad vasca se construya en base a valores en un mundo cada vez más abierto y complejo, en el que el amor a lo propio no nos lleve a construir el futuro contra nadie. Como ese árbol al que equiparaba su obra el universal escultor Eduardo Chillida, enraizado en tierra vasca pero con sus ramas y hojas abiertas al mundo.

Me siento orgulloso de haber tenido esta responsabilidad en un Partido cincelado con la talla humana y política de personas como José Antonio Agirre, Manuel de Irujo, Juan Ajuriaguerra, Javier Landaburu o tantos otros. De personas que con su trayectoria construyeron un patrimonio llamado EAJ-PNV, con un activo que ha servido para que centenares de miles de vascos nos den su confianza y hayamos contribuido al autogobierno, a la convivencia, al bienestar y la estabilidad de Euskadi. Pero este patrimonio no es nuestro. Nos toca gestionarlo. La pluralidad de discursos, la división y la tensión que en algunos momentos ha trasladado EAJ-PNV a la ciudadanía, contribuyen a debilitar nuestro proyecto, a confundir a la sociedad vasca y a perjudicar la capacidad de este partido para articular en torno a él a las mayorías sociales vascas necesarias para construir el modelo de país que queremos.

Hoy, el esfuerzo por conseguir la unión en el seno del Partido Nacionalista Vasco nos obliga a todos. A mí también. La reproducción de la división que hace cuatro años se produjo en una transición de liderazgos compleja puede debilitar de forma importante a EAJ-PNV. Siempre he creído que en la vida no debe esperarse a lo que hagan los demás. Uno mismo debe dar los pasos que estima necesarios. Por ello, mi decisión de no ser candidato responde a una contribución que facilite un proceso interno que cohesione y una a nuestra opción política. Creo, con respeto al resto de opciones políticas, que EAJ-PNV tiene un papel de cohesionador y moderador de la política vasca, que puede verse perjudicado con la división y su debilitamiento. Por tanto, sin pretender patrimonializar ningún activo que sólo nos corresponde en el porcentaje de voto que tenemos, entiendo que por encima de actitudes cortoplacistas, el riesgo de división en el Partido Nacionalista Vasco añadiría dosis de inestabilidad y radicalidad a la política vasca.

Hay otra reflexión que no puedo pasar por alto. El nacionalismo vasco democrático ha jugado y juega un papel primordial en la construcción de nuestro país. El mundo está cambiando aceleradamente y, al igual que otras generaciones han hecho un esfuerzo ímprobo por modernizar y actualizar nuestro proyecto, también nuestra generación debe llevarlo a cabo. Conceptos como estado-nación, soberanía o independencia adquieren hoy tintes necesariamente diferentes de lo que en el pasado representaban. Las fronteras se debilitan e incluso desaparecen en nuestro entorno, y desde el nacionalismo vasco democrático tenemos que ser pioneros en las reflexiones de actualización de nuestro bagaje fundacional, de un partido que nace para preservar un pueblo que perdía su identidad y su régimen de libertades histórico. Pero un partido no puede llevar adelante una modernización necesaria en un contexto de competición por el discurso. La reflexión serena exige liderazgos no cuestionados y partidos unidos y sólidos.

Quiero terminar mostrando mi plena confianza en las personas que componemos el Partido Nacionalista Vasco, así como en la propia sociedad vasca. En la capacidad de avanzar con éxito a través de los retos presentes y futuros, así como la convicción de que mi decisión será un pequeño grano de arena en este camino. Agradezco de todo corazón el apoyo de los que tanto desde el seno del partido como del conjunto de la sociedad me han ayudado en mi labor. Y también, sinceramente, a los que desde la crítica interna o externa, han contribuido a hacer más contrastadas y reflexivas cada una de mis decisiones. La cohesión de EAJ-PNV saldrá fortalecida. Y creo honradamente que es un capital para el conjunto de la sociedad vasca. Incluso para muchos que no comparten nuestras ideas y proyectos.

* Presidente del EBB de EAJ-PNV

lunes, 2 de julio de 2007

¡Qué risa, la política!


Sí, ya sé que los políticos son humanos y que tienen derecho a descubrir de vez en cuando sus flancos débiles, y todas esas cosas. Pero, hombre, puesto a ser gracioso, el señor Martínez Pujalte como mínimo debería aspirar a superarse a sí mismo. Juega a representar la farsa de la farsa y resulta patético. Y triste. No quiero añadir nada más... si acaso os invito, para continuar en este tono de gracieta universal a ver algunas imágenes del último desfile de John Galliano, que se está convirtiendo a pasos agigantados en el Martínez Pujalte de la alta costura.

viernes, 22 de junio de 2007

De amigos y enemigos

Ha levantado considerable revuelo entre los bienpensantes el reciente trato dado al déspota saudí por nuestras máximas autoridades. De hecho regresa a sus arenas de oro y sangre con un Toisón de Oro que le ha impuesto nuestro rey. No es un regalo cualquiera. Se lleva la condecoración mayor de la monarquía.

Que quede claro que no soy para nada simpatizante de ese país de cimitarras sangrantes y justicias incomprensibles. En cuestiones de la política exterior, ustedes me perdonarán, soy cada día un poco más hobbesiano. Los años no ayudan a mantener intactas las utopías. Tiendo, incluso, a desconfiar de quienes se jactan de querer hacer política exterior a base de armamentos morales y exportaciones masivas de códigos éticos. Fíjense ustedes si soy simple en estas cuestiones, que considero que son mis amigos aquellos países en los que no me importaría ir a vivir y enemigos aquellos otros en los que no se me ocurre ni ir a hacer turismo. He generado así una relación de filias y fobias que a mi me sirve para ir tirando. Por ejemplo: antes vivir en Tel Aviv que en Riad y, desde luego, mi hija me daría un tremendo disgusto si me dice que se casa con un talibán o un chico de Hamás, mientras podría hacerme hasta ilusión que se casara con uno de Nueva York, fuera republicano o demócrata. ¡Ya veis qué simpleza!

Pero si como ciudadano puedo permitirme tener preferencias y decidir quiénes son o no los míos; los países prudentes tienen la obligación de actuar de otra manera. Los países serios no tienen amigos, sino intereses. Y estos intereses se definen de acuerdo con relaciones de fuerzas, no por afinidades éticas. Yo ya sé que otro mundo es posible. Y eso me da bastante miedo.

Claro que sé que no todo el mundo está de acuerdo conmigo. Son, por lo que parece, muchos los que consideran que la ética debe ser el criterio primero de la política exlas 12:00terior y parecen convencidos de la posibilidad de crear un gobierno universal de las buenas voluntades. Lo suelen poner de manifiesto ruidosamente cuando nos visita algún presidente norteamericano. Lo que me sorprende es que no sean coherentes y se lancen a la calle cuando nos visita el monarca saudí.

Añadido:

A las 12:00 vuelvo a leer este post y me doy cuenta de que peca de ingenuidad. Para decir las cosas como son hay que añadir algo más, algo que, precisamente, es lo sustancial: Sólo los países grandes pueden permitirse tener intereses ideológicos en su política exterior. Los países pequeños no puedes sufragarse estos lujos. Bastante tienen con gestionar con criterios empresariales sus intereses económicos.

sábado, 2 de junio de 2007

La insoportable levedad de los tríos

El 6 de agosto de 2006 decía en El café de Ocata que para muchos europeos la propuesta neoconservadora de exportar la democracia es, sencillamente aberrante. "Me imagino -añadía- que quienes defienden esto lo hacen de buena fe y en modo alguno son partidarios de un retorno puro y duro a la geoestrategia a lo Kissinger, es decir, a la exportación americana de dictaduras".

Hoy veo con agrado que Enric Juliana en La Vanguardia casi dice lo evidente.

En tiempos del doctor Henry Kissinger, José Luis Rodríguez Zapatero no hubiese retirado las tropas españolas de Irak ni después de una noche de farra en el casco viejo de León, donde la cecina es generosa y el whisky se bebe en vaso largo. León, de noche, tiene su punto. En tiempos de Breznev, no retiraba Zapatero de Iraq ni a la cabra de la Legión aunque Pablo Iglesias se lo pidiese en sueños. En aquella era glacial de la doctrina de la contención, quedarse sentado ante el paso de la bandera estadounidense en un desfile militar se podía pagar caro.

Lo que le falta decir a Enric Juliana, para decir lo evidente, es que si ZP pudo sacar impunemente las tropas españolas de Irak fue porque quienes regían los hilos de la política exterior norteamericana eran los neoconservadores, tan malos ellos. ¿Qué es exactamente lo que le pedimos a la política exterior norteamericana, geoestrategia, neoconservadurismo o aislacionismo?

Hay que pararse a pensar despacio lo que está pasando. Si bien es cierto que de la famosa foto de las Azores pronto ya no quedará en ejercicio ninguno de sus protagonistas, no es menos cierto que del famoso trío opositor europeo, formado por Chirac, Schröder y ZP, ya no queda en ejercicio más que ZP.

Si en algo insistió Leo Strauss es que el político es incapaz de dominar el azar. Más aún, el político nunca es completamente dueño de los efectos de sus intenciones (buenas, malas, ingenuas o maquiavélicas). Y, sin embargo, en una democracia, sólo él es responsable. Por eso quien quiera dedicarse a la política ha de estar bien curtido en el duro arte de sobrellevar dignamente la decepción.

miércoles, 30 de mayo de 2007

Maragall tiene pupa

El niño más mimado de la política catalana, el señorito de casa bien, pero que no hubiese llegado a ningún sitio sin el apoyo incondicional de las bases socialistas, deja a los suyos a través de una carta en La Vanguardia. Sigue haciendo lo que ha hecho siempre: lo que le ha dado la gana, siguiendo el norte de sus antojos. En estos últimos tiempos mientras era presidente de su partido andaba por conciliábulos creando otro partido. ¡Qué muestra de honestidad! Se va, al fin, despidiéndose por carta pública, pero no se despide de los suyos, sino contra ellos. Este es el momento de recordar que el alcalde de las olimpiadas heredó el proyecto de su antecesor, Narcís Serra. Que suyo, lo que se dice suyo, ha sido el Forum de las Culturas, ejemplo magnífico de lo que este gran prócer de la patria da de sí. Añadamos también la Barcelona convertida en parque temático y la convicción de que ser catalán es poseer un destino propio en el cielo del diseño universal. Siempre decidió lo que le dio la gana, sin consular con nadie, encantado de poder soprender a propios extraños con cada ocurrencia. La última fue la del Estatut. No le oiréis analizar sus equivocaciones. Si algo ha salido mal han sido los otros los culpables. Aquí tenéis un ejemplo perfecto de un Alcibíades a la catalana.

sábado, 17 de marzo de 2007

Navarra, hoy

Hay en el actual espectáculo político hispano algo que me parece muy digno de observación y estudio: La capacidad de la derecha para jugar con simulacros y la incapacidad de la izquierda para enarbolar con fe y firmeza sus convicciones en la plaza pública. Mientras el PP inventa en Navarra la manifestación preventiva, el PSN-PSOE intenta, a toda prisa, no quedar descolocado. Y este es, precisamente, el juego. El PP está jugando al juego de las sillas con el PSOE. Y el PSOE como contrapartida se manifiesta contra la guerra de Irak o saca a Blanco por la tele.

Claro, claro, también sigue legislando. Y ese es parte del problema. Los socialistas miran perplejos a la realidad porque parecen incapaces de comprender que los hechos no tienen suficientemente fuerza, por sí mismos, para proclamar la bondad de la gestión gubernamental. Pero un teorema elemental de la política reza que todo hecho sumergido en la caverna experimenta un empuje hacia la visibilidad directamente proporcional a su capacidad para competir por el espacio de la luz publicitada.

A estas alturas parece claro que Miguel Sanz, el presidente de Navarra, el mismo que le prometió a Aznar que, llegado el caso “Navarra sabrá ser generosa” está jugando –legítimamente- en clave electoral. Tiene la vista puesta en el próximo gobierno de Navarra, que tendrá, sin duda -y gobierne quien gobierne en Madrid- una importancia enorme. Sabe que la radicalización del electorado beneficia a UPN y a ARALAR (la plataforma electoral nacionalista) y perjudica seriamente al PSN.

Imaginemos, por un momento, que efectivamente se cree algún tipo de super-gobierno con capacidad de gestión sobre los asuntos comunes de las comunidades vasca y navarra (no muchos, no se vayan a creer ustedes que las diputaciones cederán fácilmente sus competencias). Pues en ese caso, a no ser que se produzca un vuelco espectacular de la tendencia electoral que, hoy por hoy, no prevé nadie, las mayorías electorales globales (animo a quien lo dude a sumar los resultados de municipales, autónomicas y generales) estarían a favor de la suma PSOE, PP y UPN. Y aquí está la cuestión de fondo: ¿Cuánto quiere sumar cada uno? Es mucho más fácil que haya un hombre del PP dirigiendo ese hipotético gobierno que el de la Generalitat. A no ser que... (que cada cual piense en las coaliciones alternativas posibles).

Por otra parte mientras la constitución siga en vigor, es de aplicación la famosa “disposición transitoria cuarta” que estableció el mecanismo para la posible unión de estas dos comunidades, único caso, por cierto, en que se contempla esta posibilidad.

Literalmente dice lo siguiente:

1. En el caso de Navarra, y a efectos de su incorporación al Consejo General Vasco o al régimen autonómico vasco que le sustituya, en lugar de lo que establece el Art. 143 de la Constitución, la iniciativa corresponde al Órgano Foral competente, el cual adoptará su decisión por mayoría de los miembros que lo componen. Para la validez de dicha iniciativa será preciso, además, que la decisión del Órgano Foral competente sea ratificada por referéndum expresamente convocado al efecto, y aprobado por mayoría de los votos válidos emitidos.

2. Si la iniciativa no prosperase, solamente se podrá reproducir la misma en distinto período del mandato del Órgano Foral competente, y en todo caso, cuando haya transcurrido el plazo mínimo que establece el Art. 143.

Marañas

Tengo que admitirlo: soy demasiado viejo para aprender ciertas cosas, por muy fundamentales que sean. La más importante de todas: aprender a...