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jueves, 31 de agosto de 2006

El hombre que mide las nubes

Jan Fabre, “El hombre que mide las nubes”

I

Estaba yo dándole vueltas y vueltas a Las Aves de Aristófanes, comedia que se representó en el año 414, cuando la larga guerra contra Esparta estaba haciendo tambalear la fe de los atenienses en sí mismos, pero aún no sospechaban que acabarían votando democráticamente la sustitución de la democracia por una dictadura. Sus protagonistas son dos hombres maduros, que, según sus propias palabras, padecen la enfermedad del desencanto político. No se encuentran a gusto en Atenas. Están hartos de la palabrería democrática. Por eso han abandonado su patria en busca de una ciudad sobre la que puedan acostarse “como sobre blancos cojines”. No quieren reproducir ninguna de las experiencias políticas existentes, sino fundar un régimen en el que no exista otro trabajo más urgente que decidir a qué baños y banquetes asistir y a qué jovencito elegir por compañía. Con la ayuda de las aves este proyecto tomará la forma de una ciudad en las nubes.

II

Y, al mismo tiempo, iba dándole vueltas a la idea de escribir un post a favor de los políticos. O, mejor dicho, en contra del grave vicio republicano que consiste en despreciar, en conjunto, y por principio a los políticos, por la sencilla razón de que no dan respuestas adecuadas a nuestros deseos particulares. Evidentemente no tengo nada que decir con las críticas dirigidas a conductas concretas de políticos con nombre y apellido. Lo que me molesta es el desprestigio franquista de la política por parte de algunos que van de vengadores justicieros. ¿Recordáis aquello que Franco les decía a sus ministros: ‘Hagan como yo y no se metan en política’”? Prefiero a un político mediocre que a un salvador infalible. La desconfianza generalizada con los políticos es una enfermedad social y el caldo de cultivo propicio para aupar a los dictadorzuelos populistas que propugnan soluciones inmediatas para problemas complejos. Si tuviera valor y no temiera pasar por un excéntrico me gustaría decir que los políticos de una generación son, con frecuencia, el resultado de la destilación práctica de los sueños políticos de esa generación. ¡Pobre pueblo el que se cree superior a sus políticos!

III

Ya veis, he comenzado hablando de las Aves de Aristófanes y se me ha ido el santo al cielo. Y ya aquí, os recuerdo que ayer fue el llamado "blogday", que no sé por qué razón coincide con la festividad de San Judas.

miércoles, 30 de agosto de 2006

En el trineo de Shopenhauer

Esta mañana he leído “En el trineo de Schppenhauer”, de Yasmina Reza y esta tarde he ido a ver “Tiempos de amor, juventud y libertad”, de Hou Hsiao Hsien. Ando, como puedo, intentando digerir todo esto. Camino de los cines Verdi, en la calle Ramón y Cajal, nos hemos topado con esta pintada que copio tal cual: “Viva la delinquencia popular!”. Inmediatamente he recordado el primer punto del ideario pedagógico de una escuela muy progre (de esto hace ya algún tiempo) que proponía “no reprimir nunca el instinto revolucionario del niño”. Un poco más adelante, en la Librería Taifa me ha llamado la atención este texto escrito con tiza en una pizarra: “Es lo bueno que tienen los malos libros, que difícilmente se dejan leer”. Estaba tentado de hablar de la identidad entre ambos mensajes. Pero prefiero concluir con una frase de Yasmina Reza: "Yo creo en la frivolidad, es una suerte que tengamos la frivolidad, la frivolidad nos salva, me sorprende que no comprendan esa superioridad que nos da el ser salvadas por la frivolidad, el día en que la frivolidad nos abandone nos morimos."

martes, 29 de agosto de 2006

"Arquitecturas celestiales"

Voy a dedicar este post a la publicidad de un acontecimiento que merece la pena tener presente. Se trata de un coloquio internacional que con el título de ARQUITECTURAS CELESTIALES tendrá lugar el próximo mes de septiembre en Barcelona, en el CCCB. Aquí está el programa de las diferentes sesiones, pero para cualquier consulta os podéis poner en contacto directamente conmigo y prometo ser diligente. Va dirigido a todos los humanistas (de ciencias, de letras, de corcheas o de pincel) que están un poco cansados de la dictadura de la ley de gravedad.

Rubén Darío creó el hermoso neologismo "Nefelibata" a partir del sustantivo griego "nephele" (nube) y del verbo "baino" (ir, caminar). Pues eso: los nefelibatas con ganas de estirar las piernas tienen la oportunidad de hacer un poco de ejercicio por las nubes de Barcelona del 12 al 15 de septiembre.

lunes, 28 de agosto de 2006

Divagación sobre el presente

I

Lo he dicho ya otras veces: España es el único país del mundo que sólo tiene fronteras interiores. De ahí que nos entren esos mareos cuando salimos al exterior. Pienso en Máximo Cajal y en Moratinos.

II

¿Qué van a hacer nuestros soldados en el Líbano? ¿Qué intereses nacionales están en juego? Los franceses, tan gallitos ellos, dijeron que sí, después que no, ahora sí pero (recordemos que los gobierna Chirac). Dicen que quieren preservar sus buenas relaciones con el Líbano. Pero los sirios se cargaron el año pasado a su mayor aliado allí, el primer ministro Rafia Hariri, y desde entonces, no se hablan con los sirios. Sin embargo parece que se llevan muy bien con Irán y están empeñados en integrar a este país en la comunidad internacional. Pero los iraníes igual no están por la labor. Saben que o llevan adelante una política de confrontación con Israel y los estados Unidos o su Revolución les dura una semana. Los italianos sacan pecho para ser más que Francia. Desde el primer momento Prodi y d’Alema han ensayado la equidistancia con la intención de jugar un rol relevante en el futuro. D’Alema sabrá lo que se trae entre manos. ¿Y nosotros? Moratinos dirá que en Siria nos quieren mucho, pero Siria va para abajo a medida que Irán va para arriba. ¿Quizás por eso el inefable Cajal es tan comprensivo con los planes nucleares iraníes? ¡Qué lío! Los militares de la FINUL que están sobre el terreno reconocen que para desarmar a Hezbolá haría falta armamento pesado, pero la ONU solo autorizará el uso de armamento defensivo. Y mientras tanto todos tiemblan recordando el doble atentado del 23 de octubre de 1983 contra las fuerzas multinacionales atribuido a la Yihad Islámica. En el cuartel general de los marines estadounidenses en Beirut murieron 241 soldados y en el puesto de mando francés en Ramlat Al Abida, 58 .

III

Pregunta ingenua: ¿Quién va a obligar a Hezbolá a desarmarse?

IV

La verdad que todo el mundo sabe es que excepto los italianos (¿y los españoles?) nadie quiere ir al Líbano, y menos que nadie los franceses.

V

Esos militares nuestros que se juegan la vida por un país que sólo tiene fronteras interiores merecen todos, todos, absolutamente todos mis respetos. Y toda mi admiración.

VI

Emmanuel Todd en Le Point: “La amenaza de un triunfo del Frente Nacional en Francia existe. En la actual situación pronostico una segunda vuelta entre el Partido Socialista y el Frente Nacional”. Otra pregunta: ¿Pero no habíamos quedado en que los fascismos se habían recluido en los USA y en Israel?

VII

Tras el artículo que publiqué el lunes pasado en la Vanguardia, he recibido una gran cantidad de mails de judíos (muchos de ellos desconocidos) que me preguntan a ver por qué los queremos tan poco. La pregunta es seria y merece ser pensada más allá de la fácil salida retórica que consiste en diferenciar entre judaísmo y sionismo. Evidentemente no podemos dejar de querer a la cultura judía sin renunciar a una buena parte de la sangre cultural que circula por nuestras venas. Por eso la pregunta me parece que en realidad es la siguiente: ¿Por qué criticamos al sionismo radical más que al islamismo radical? Tras mucho darle vueltas tengo un esbozo de respuesta: Porque los europeos, en nuestra situación actual, sólo podemos amar aquello que podemos compadecer. Y al islamismo radical lo compadecemos porque, a nuestro parecer, no es ni bueno ni malo, sino un lamentable retraso moral. Suponemos que el Islam, en general, es pre-bueno. Los pobres musulmanes aún estarían en la Edad Media y habría que darles tiempo para evolucionar. Los europeos somos historicistas y creemos en estas cosas. Estamos dispuestos a creer de buena fe que si hacemos la vista gorda con sus diabluras les daremos tiempo para alcanzar la Ilustración y hacerse descreídos, relativistas, historicistas y escépticos, como nosotros.

VIII

¿Qué le pasa a Europa? La prensa norteamericana ha ridiculizado a los franceses porque sueñan con ser una potencia mundial y, sin embargo no están dispuestos a asumir riesgos. Yo he sostenido alguna vez que Europa padece una nueva patología: el narcisismo culpable. Se siente superior moralmente porque se duele de su culpa (del colonialismo, de la descolonización, de las desigualdades mundiales, etc). Pero como la vieja dama que es, no puede renunciar a ser querida. De hecho quiere ser querida no por lo que fue , ni por lo que es, sino por lo que no está dispuesta a ser. Y no está dispuesta ni a creer positivamente en sí misma, ni a tener convicciones, ni a arriesgarse en su defensa. ¿Qué haríamos hoy con Husserl?

domingo, 27 de agosto de 2006

Máquinas de a(r)mar

La tentación de Santo Tomás de Aquino, Velázquez, 1632-1633

I

Tomás de Aquino manifestó desde muy niño una inteligencia extraordinaria. Lo que menos se podían imaginar sus padres, Landolfo, Conde de Aquino, y Teodora, Condesa de Teano, es que quisiera ser fraile dominico. Por eso su decepción fue mayúscula cuando decidió tomar los hábitos. Como a grandes males, grandes remedios, lo raptaron en las proximidades de Aquependente y lo recluyeron durante dos años en la fortaleza de San Juan de Rocca Secca. Corría el año 1240. ¿Qué joven con sangre en las venas podría resistir un periodo tan prolongado de aislamiento? Por si aún quedaba en él algún resquicio de voluntad frailil, intentaron domeñarla introduciendo en su cuarto una bella muchacha completamente desnuda. Tomás se desembarazó de ella amenazándola con destrozarle la cara con un tizón de la chimenea. Después se arrodilló e imploró a Dios que le concediera la integridad de mente y cuerpo. Dos ángeles se le aparecieron para asegurarle que había sido escuchado, y lo ciñeron con el cinturón de la virginidad perpetua. A partir de ese momento no volvió a experimentar la más mínima inquietud de la carne.

II

Alberto Magno El secreto de los filósofos

III

Hay unanimidad en considerar a Alberto Magno, el maestro de Tomás de Aquino, como el hombre más sabio del siglo XIII. Era conocido como “Doctor universalis” y se lo tenía por “Magnus in magia, maior in philosophia, máximus in teología”. Una de las pruebas más asombrosas de su saber fue el autómata que construyó tras treinta años de sutiles trabajos y que sabía andar y hablar con tanta ciencia que era capaz de responder a todo tipo de preguntas. Dicen que Tomás de Aquino lo destruyó al tenerlo por obra del diablo.

IV

El filósofo franciscano Roger Bacon construyó una cabeza parlante con la intención de que le ayudase a resolver los grandes misterios de la ciencia. Pero cuando este autómata finalmente habló, sólo dijo una frase: "El tiempo pasa". Y a continuación se autodestruyó. William Godwin, el padre de Mary Shelley, la autora de Frankenstein o el Moderno Prometeo, estuvo fascinado por esta historia.

V

Acabo de leer La Venus mecánica, una novela de José Díaz Fernández (1898-1941) que fue tan completamente ignorada en su época como en la nuestra y no sin razón. El autor la dedica “A mi hija que tiene quince meses”.

VI

Escribe Rousseau en una nota a pie de la Profesión de fe del vicario saboyardo: “Amato Lusitano afirmaba que había visto metido en un vaso a un hombrecillo de una pulgada de alto, que, cual otro Prometeo, había hecho Julio Camilo con la ciencia alquímica".

VII

Paracelso, en De Natura Rerum, enseña el modo de producir homúnculos, y sostiene que los pigmeos, los faunos, los tiros y las ninfas fueron engendrados por la química.

VIII

La Rachel de Blade Runner es el único replicante que posee aquella propiedad que, según el Prometeo de Esquilo, era el regalo más precioso que habían recibido los humanos: la esperanza ciega. Es la única que desconoce la hora de su muerte, su fecha de caducidad. La esperanza ciega es manifestación de nuestra miseria, porque nunca tenemos la certeza de poder recolectar las ilusiones que sembramos en el presente. Pero, pero por otra parte es la causa de la agridulce singularidad de nuestra vida. Por eso a veces los dioses descienden del Olimpo y se pierden entre las viñas, que son siempre nuevas, recisamente porque no son divinas. Solamente como hombre se puede disfrutar del sabor del mundo.

IX

Nathanael, el protagonista de El hombre de arena, de E.T.A. Hoffmann, se hallaba confundido porque tenía que decidirse entre dos mujeres. Una era Clara, su prometida, a la que consideraba "un autómata maldito y sin vida"; la otra, Olimpia, era una auténtica autómata, pero sólo a ella la tenía por un alma gemela. "Sólo en el amor de Olimpia -le dice a un amigo- me reencuentro a mí mismo".

X

Ese gran lector de Hegel que fue Jean Marie Villiers de l’Isle Adam escribió La Eva futura en 1885. En ella un gran científico, Edison, crea la mujer autómata perfecta para su amigo, el joven millonario Lord Ewald.

- ¿Sabrá ella quién es? –le pregunta Lord Ewald a Edison.
- Sabemos nosotros quiénes somos y lo que somos? ¿Vas a exigir de la copia lo que Dios no ha querido del original?
- Pregunto si esa criatura llegará a tener sentido de sí misma.
- Sin duda.
- ¿Decís…?
- He dicho: “sin duda”, porque es cosa que depende de usted, y sólo de usted, el que se cumpla esa fase del milagro.

Eva Futura, la mujer eléctrica, también necesita ser reconocida por un humano para ser completamente humana. La Galatea del Pigmalión de Rousseau exclama cuando su creador la acepta como humana: "¡Al fin he nacido!".

Lord Ewald se embarcó con Eva en el vapor The Wonderful con destino al Nuevo Mundo. Pero no tenían futuro. Un incendio incontrolado provocó el desastre. ¿Cóno no recordar a Descartes y a su autómata Francine? La Eva Futura tendrá que esperar a Thea von Harbour y a Fritz Lang para resucitar en Metrópolis.

XI

Le Désir d’être un homme Jean Marie Villiers de l’Isle Adam es la biografía de un actor que, tras una vida dedicada a la representación de lo ajeno, olvidó quién era él.

sábado, 26 de agosto de 2006

Descartes y nosotros I

I
Nací –cuenta Cristina de Suecia en sus Memorias- con buena estrella; tenía una voz ronca y fuerte y todo el cuerpo cubierto de bello. Al ver todo eso, las comadronas creyeron que era un niño. Llenaron el palacio con sus errados gritos de alegría, que durante un tiempo engañaron al mismo rey. El deseo y la esperanza se aliaron para embaucarlos a todos, y las mujeres se hallaron en gran aprieto al ver que se habían equivocado. Apuradas, no sabían cómo decirle la verdad al rey.”

La Reina Cristina de Suecia a Caballo. Sebastian Bourdon. 1653. Museo del Prado

II

Cristina de Suecia: “Te doy gracias, Señor, por haberme creado mujer. Tanto más cuanto que me mostraste tu gracia alejando de mi alma las debilidades de mi sexo: la creaste enteramente viril, como el resto de mi ser.”

¿Hace falta decir algo?

III

La relación entre Cristina de Suecia y Descartes se inició formalmente cuando la reina le dirigió al filósofo la siguiente pregunta: “Se trata de saber cuándo se emplean mal el amor y el odio, cuál de estos dos desórdenes es más devastador.”

Lui Liu, "Puzle"

IV

D’Alembert escribió en 1787 un pequeño entretenimiento titulado Diálogo entre Descartes y Cristina de Suecia en los Campos Elíseos. La reina y el filósofo se reencuentran en el Más Allá después de un siglo de muertos. No es sorprendente su escaso trato, pues, como dice Descartes, “tampoco en la tierra los príncipes y los filósofos viven juntos. Si se buscan algunas veces es por un sentimiento pasajero de necesidad recíproca. Los príncipes quieren instruirse, los filósofos, ser protegidos, y; ambos, la celebridad, pues ni entre reyes ni entre sabios escasea la vanidad”. Cristina recrimina a Descartes su excesivo gusto por la soledad. Un sabio como él hubiera sido mucho más útil a la humanidad si en lugar de encerrarse en sus metafísicas se hubiera dirigido a los ejércitos y las cortes para convencer a los poderosos a vivir en paz. “¡Hubiera sido recibido con los brazos abiertos! –ironiza Descartes- ¡Persuadir a los hombres para que no se degüellen, cuando ni ellos mismos saben por qué se degüellan! Recuerdo lo que según Tácito le ocurrió a cierto filósofo durante la guerra entre Vespasiano y Vitelio. Se interpuso entre sus ejércitos intentando frenar con sus argumentos la riada de sangre. Fue ridiculizado y molido a palos. Después lucharon con más fiereza que nunca”.

Lui Liu, "Paseando el perro"

V

Ortega: “No, señor Descartes: vivir, existir el hombre, no es pensar (...) No existo porque pienso, sino al revés: pienso porque existo.”

Lui Liu, "Narciso"

VI

Esta noche he soñado que me llamaba alterado Javier Pérez Andujar para avisarme que a los robots les había entrado una epidemia de misticismo. “¿A todos?” le preguntaba yo. “¡A todos! ¡Saltándose todas las leyes!” –me contestaba él. Inmediatamente me vestía y lo acompañaba a la oficina central de la fábrica de Robots Universales Rossum. Evidentemente Javier estaá muy afectado. Por alguna extraña razón se siente un poco culpable de lo que está sucediendo. Nos ha recibido el director general, Domin, sentado en una silla giratoria frente a la gran mesa de su despacho. No pierde el tiempo. Nos ha dejado bien claro que no está dispuesto a asumir ninguna responsabilidad sobre los robots que no ha fabricado y que no le preocupa, ni poco ni mucho, si los robos están padeciendo una epidemia de misticismo, porque en algo hay que creer en esta vida, “además de en los dados, amigo Javier”. He salido de allí sintiéndome un poco ridículo. ¿Quién me manda a mí meterme en camisas de once varas? Sin embargo Javier está más preocupado que antes. Piensa que Domin ya está infectado. Y que quizás nosotros también, porque hemos estado con él en la misma habitación.

- Yo…

- ¿Qué quieres decir con eso? –me pregunta Javier.

- ¡Y yo que sé!.

- Así no va a haber manera de entendernos, Gregorio.

Yo (algunas veces)

viernes, 25 de agosto de 2006

Descartes y (el) yo III

Györgi Galantai, "Ego problem"

I
Se dice que fue un capitán de la guardia sueca quien se quedó con la cabeza de Descartes. No salió del país hasta que el filósofo Berzelius compró en 1809 lo que quedaba de ella y, convencido de su autenticidad, se la entregó a Cuvier. El cráneo se conserva actualmente en el Musée de l'Homme. Algunas veces ha sido expuesto al lado del de un hombre de Neanderthal. Sorprendentemente los frenólogos que lo estudiaron meticulosamente dedujeron, tras considerar el tamaño de las regiones en las que se asienta la facultad racional, que Descartes no pudo haber sido tan inteligente como ha sido considerado.

Bijou, "Ego"

II

En 1817 Berzelius, dio una conferencia en la Escuela Politécnica de París sobre la rarefacción del aire. En el transcurso de un experimento introdujo un gorrión vivo en una máquina neumática para demostrar que no se puede vivir sin oxígeno. Pero como los estudiantes le rogaron que no sacrificase al pajarillo, lo dejó libre. A partir de ese día el gorrión acudía cada mañana a la Escuela y se posaba poco antes de la hora de entrada sobre el gran reloj de la fachada. Para demostrar su gratitud, cuando a algún alumno se le pegaban las sábanas, se apoyaba con todas sus fuerzas sobre la aguja del minutero para inmovilizarla hasta que el rezagado cruzaba la puerta de entrada.

III

Para Descartes el cuerpo es una máquina hidráulica por donde circulan fluidos. Todo en él se puede explicar mecánicamente. Al escribir en el Traité de l’homme sobre el cuerpo humano y sus funciones, tenía en mente, sin duda, a los autómatas que había visto en las grutas y jardines de Saint-Germain-en-Laye, diseñados por un ingeniero italiano llamado Thomas de Francine (o Francini).

IV

Lydie Salvaire resalta en Descartes la "cara insípida", la "frente plana" y la "nariz vulgar" y añade que escribía “a lo tonto”. Usted –le reprocha- no nos ayuda a atrapar lo imprevisto, lo diferente, lo absurdo. Usted propone lógicas inertes, rígidas jerarquías, clasificaciones áridas." Descartes habría matematizado el universo, ignorado el influjo de la melancolía en el hombre, sus caprichos y "sus malvaviscos y sus pequeñas grescas interiores". Sobe todo es incapaz de perdonarle que haya situado el alma en el cerebro. “Tenemos la obligación de refutarlo punto por punto. Hacerle comprender que el pensamiento necesita tanto el desorden, el caos y el rupturismo como la disciplina. Tenemos que demostrarle la importancia del corazón, de la poesía, de lo fugitivo y del sueño".

V

Quizás en su estancia en Suecia Descartes leyera un best-seller de la época, la Historia gentibus septentrionalibus, escrita por el sueco Olaus Magnus (1490-1557) y publicada en 1555. ¿Si es así, cómo reaccionaría al descubrir lo fácilmente que un hombre se degrada en licántropo? Basta una jarra de cerveza y un sortilegio. Porque a los hombres lobos lo que realmente les gusta es la cerveza. “Los licántropos penetran en las bodegas para beberse la cerveza o el hidromiel de los toneles Y después los amontonan cuidadosamente en el centro de la bodega”. Olaus Magnus puntualiza que esto es lo que diferencia a los licántropos de los verdaderos lobos, porque estos últimos dejan por cualquier sitio los toneles vacíos, sin orden ni concierto.

VI

Y hablando de licantropías, ¿cómo ignorar al amigo Günter Grass, fulminantemente cesado de su puesto de vigía cabreado de Occidente? No seré yo quien recrimine a un venerable anciano lo que aquel que fue a los 17 años hizo o dejó de hacer. Pero ya no se aguanta en pie su imagen de castillo de proa de sí mismo. Por cierto su editorial acaba de sacar al mercado 100.000 ejemplares de su libro de memorias “Pelando las cebollas” que hay que sumar a los 150.000 de la primera edición. ¡Qué imagen la de la cebolla, esa hortaliza sin corazón! Carece por completo de yo. Por eso anda en tanta salsa. Todo en ella es epidermis. Uno escarba y escarba y lo único que encuentra es lagrimones corriendo por sus mejillas. “Mi yo de entonces –cuenta Grass- no me es totalmente extraño, pero sí desconcertado y distante, como un pariente lejano”.

Descartes y (el) yo II

I

Basta un humilde paréntesis para dejar al descubierto el abismo que separa “el yo” de “mi yo”.

II

Descartes y Cristina de Suecia

La reina Cristina de Suecia, prima de Isabel de Bohemia, estaba interesada en conocer de primera mano las opiniones de René Descartes sobre el Bien, así que invitó al filósofo francés, nacido en los jardines de Turena, a su gélida corte (y yo creo que a esta invitación no era ajeno el interés que ambos compartían por los autómatas). Descartes llegó a Estocolmo a primeros de octubre de 1649, a las puertas del que habría de ser uno de los inviernos más crudos de todos los registrados en Europa. Se heló todo el Mar del Norte. Pronto descubrió que la reina estaba más interesada en estudiar griego que en huronear por los vericuetos de la nueva filosofía. “¿Qué hago yo en este infierno helado?”, se preguntaba. Él mismo se respondía con una sinceridad meridiana: deseaba ser conocido por todos.

III

A principios de febrero de 1650 Descartes enfermó. Se trataba, probablemente, de una pulmonía. No fue un buen paciente. Se resistió a las sangrías porque no entendía su sentido, pero no dudaba en administrarse él mismo sorprendentes brebajes a base de vino y tabaco. El médico que lo atendía llegó a escribir que “salvar a alguien contra su voluntad es matarlo.” Sabiéndose moribundo, intentó solventar los asuntos que le preocupaban, como el referente al futuro sustento de Helena, la madre de Francine. Murió el 11 de febrero a las cuatro de la mañana. Tenía 53 años.

IV

Siendo católico en un país protestante, fue enterrado en un cementerio destinado a las víctimas de plagas y a los niños sin bautizar. Tras la abdicación de María Cristina su cuerpo fue reclamado por Francia. Sus restos fueron exhumados en 1666 y enterrados primero en la iglesia de Sainte Genevivève-du-Mont y después en Saint Germain-des-Prés. Al abrir el ataúd antes de depositarlo en su última morada, se descubrió que había desaparecido el cráneo.

V

Fransienke, como sería conocida Francine en holandés, fue bautizada el 28 de julio de 1635. Pero no estamos del todo seguros, quizás fuera el 7 de agosto o el 19 de junio. Descartes había hecho planes para ella. Tenía previsto llevarla a Francia para darle una buena educación, pero murió de escarlatina, con el cuerpo cubierto de úlceras, en septiembre de 1640. No sabemos qué pasó con Helene. Entre el nacimiento y la muerte de Francine Descartes escribió su Discurso del Método. La muerte lo pilló escribiendo las Meditaciones.

VI

Descartes fue acusado por un teólogo holandés de haber tenido hijos ilegítimos. Se defendió contestando: Soy un hombre, nunca he hecho voto de castidad y tampoco he fingido ser más sabio que los demás. Sin embargo los más beatos de entre los cartesianos nunca le perdonaron haberse comportado como un hombre. Algunos, como Clerselier, intentaban consolarse jurándose a sí mismos que un espíritu como el suyo sólo pudo ensuciar el honor de su celibato una vez en toda su vida, y que durante el resto de sus días se estuvo arrepintiendo de su debilidad. Otros biógrafos sugieren que un espíritu científico nunca deja de repetir un experimento.

VII

En el epitafio de Descartes puede leerse que fue “el primero que, después del Renacimiento, reivindicó y aseguró los derechos de la razón humana”. Y también que “está disfrutando de la Verdad que persiguió durante toda su vida”.

VIII

Frédéric Pagés, estudioso de Descartes, ha escrito un documentado libro (Descartes et le cannabis, 1996) en el que afirma que el filósofo fumaba marihuana. Yo sospecho que efectivamente, algo entonado debía de andar cuando en carta a Chanut (1 de noviembre de 1644) dice que los monos podrían hablar si quisieran, pero prefieren mantenerse en silencio para que nadie los ponga a trabajar. O cuando, en el Tratado de las Pasiones del alma, afirma que muchos viudos que guardan luto por sus mujeres se llevarían un disgusto si estas resucitaran.

IX

Y, saliéndonos del derrotero cartesiano (o quizás no), me vais a permitir una frivolidad. Una gran frivolidad, es cierto. Me he enterado de que un escritor sudanés llamado Kola Boof acaba de escribir una biografía de Osama Bin Laden en la que confiesa que está completamente colado por la pop star norteamericana Whitney Houston. Vamos que bebe los vientos por ella. A quien no puede ni ver es al marido de la Whitney, Bobby Brown. Podéis encontrar más información en http://blog.wfmu.org/

X

Y para terminar, y con la intención de hacerme perdonar la publicidad que le he hecho a Bin Laden, permitidme que recupere las raíces de la civilización occidental, y más en concreto, el Festival de Eurovisión. ¿Quién de vosotros recuerda que en 1979 la representante de Grecia, llamada Elpida, compitió con una canción sobre Sócrates? ¡Sócrates Superstar! Nada menos. Lamentablemente quedó en la octava posición. Podéis escuchar está noética melodía aquí.

miércoles, 23 de agosto de 2006

Descartes y (el) yo

I

Se cuenta en voz baja que Descartes amó tanto a los autómatas que construyó uno a imagen y semejanza de su hija, Francine. Lo llevaba con él en cada viaje, dentro de un inmenso baúl de marinero, hasta que se vio obligado a tirarlo al mar cuando un capitán supersticioso descubrió su secreto en medio de una tormenta.

II

El finísimo y minucioso relojero Pierre Jaquet-Droz fue el autor del ingenioso autómata llamado El Escritor, que con ajustada mecánica caligrafiaba un hermoso “Pienso, luego existo”. Se dedicó a refutar a Descartes por todas las cortes europeas del dieciocho, de Madrid a Moscú.

III

¿Y qué decir de Iván Ilich? ¿No refutó él también a Descartes al demostrar que el único absoluto es la caída en el tiempo?

IV

El Descartes que me conmueve es el que le abre el corazón a la princesa Isabel de Bohemia. El Descartes racionalista, el relojero del razonamiento, se relaja y aconseja buscar fármacos para los males del alma en la botica de la alegría de vivir. Para serme, basta con pensarme, pero para vivirme necesito la alegría de mi autoafirmación gozosa.

V

Descartes a la princesa Isabel: Cuando la mente y el alma rebosan de alegría, ello ayuda mucho a la mejor salud del cuerpo y a que los objetos presentes parezcan gratos. Es preciso pensar que el final de lo que emprendemos será feliz si lo hacemos con cierto íntimo sentimiento de gozo, mientras que, por el contrario, acabaría mal si lo iniciamos con pesadumbre.

VI

En El único y su propiedad, Stirner le lanza también una puya al sujeto cartesiano: “El infortunado Meter Schiemilh, que había perdido su sombra, es el retrato de ese hombre hecho espíritu, porque el cuerpo del espíritu no hace sombra”.

VII

Pigmalion y Galatea, Jean-Léon Gérôme, 1824-1904,

Rousseau escribió Pygmalion en 1762. Dicen que es una obra menor, pero yo la tengo por la puerta de acceso a su pensamiento. Pigmalión está frente Galatea, su última creación, contemplándola inquieto. Es tan bella… Siente que su corazón quiere abandonar su cuerpo para ir a calentar el de la estatua. Su delirio le hace creer que es posible salir de mí mismo, darle su propia vida y animarla con su alma. Pero no hace falta. De repente, la estatua comienza a respirar, desciende de su pedestal y, tocándose, dice:

- ¡Yo!
- ¡Yo! -exclama a su vez Pigmalión, admirado.
- ¡Soy yo! -repite Galatea volviéndose a tocar. Después da algunos pasos y palpa un bloque de mármol- ¡Ya no soy esto!

Pigmalión, que apenas puede contener su agitación, sigue todos los movimientos de Galatea. La escucha y la observa con una atención tan ávida que apenas puede respirar. Galatea se le acerca y lo mira. Él le ofrece sus brazos y la contempla extasiado. Coge su delicada mano y la lleva a su corazón. Después la besa ardientemente.

-¡Ah! Todavía soy yo -exclama Galatea con un suspiro.

VIII

Cuenta Claudio Eliano en La Historia de los animales que a Ptolomeo II le regalaron una cría de elefante que aprendió a hablar en griego, conducta ésta que constituyó un formidable acontecimiento porque hasta entonces se tenía por fuera de toda duda que la única lengua que entendían los paquidermos era la de la India. Plinio en su Historia Natural, alaba a los elefantes porque gustan del amor y de la gloria y poseen cualidades que con frecuencia se hallan ausentes entre los hombres, como la honradez, la prudencia, la ecuanimidad, el culto a los astros y la veneración al Sol y a la Luna. Añade que el cónsul Luciano se ponía a sí mismo de testigo de que un elefante había aprendido a escribir con su trompa la siguiente frase en griego: “Yo mismo he escrito esto”. Es una hazaña que, a mi modo de ver, supera la del autómata de Pierre Jaquet-Droz.

VIII

Según Carl Schmitt, generalmente los hombres no solemos buscar ni la verdad ni la realidad, sino tan sólo la sensación de hallarnos seguros.

IX

Josep Pla: ¿Sentido de la vida? Aquí lo tienes, el sentido de la vida… ¡Ármate de tu zurrón y de tu escopeta de caña y sal a la caza de las melodías de este mundo, que cada vez vuelan más altas.

X

Tiene razón Nietzsche: Hay que conocerse en la acción, no en la contemplación.

martes, 22 de agosto de 2006

El rostro del creyente

El rostro del creyente, obra de Wang Guangyi

I

Alfredo Abián, director adjunto de La Vanguardia recordaba ayer, día 22, que hace 66 años el estalinista catalán Ramon Mercader asesinó a Lev Trotsky hincándole un piolet en la cabeza.

Resulta revelador -añadía- que los restos del naufragio de la otrora llamada izquierda revolucionaria sean poco propensos a las revisiones históricas. Aquellas múltiples izquierdas no eran miembros desavenidos de una misma familia. Se consideraban enemigos que batir. Primero, se insultaron hasta el escarnio. Y, después, se mataron unos a otros. Pocas batallas ideológicas han dejado tras de sí tantos cadáveres como las purgas internas y los ajustes de cuentas protagonizados por organizaciones izquierdistas. Fueran una minúscula secta nihilista o un partido de masas, el procedimiento siempre era igual. El camarada o compañero jefe atribuía a sus adversarios la creación de una tendencia o una fracción a la que endosaba conspiraciones inverosímiles. Las purgas desembocaban en procedimientos sumarios, deportaciones masivas, paseíllos, fusilamientos…

II

Al contrario de lo que piensa Alfredo Abián, tenemos con qué comparar. Podemos recordar, por ejemplo, la s historias del cristianismo y del Islam, que tampoco andan escasas de purgas internas y de ajustes de cuentas. Y eso es para mí lo más significativo. Estos tres ejemplos comparten una incapacidad patológica para soportar la divergencia con respecto a los dogmas fundamentales, especialmente los relativos a las figuras sagradas y la salvación.

III

La extraordinaria capacidad de la izquierda para autoamnistiarse es también semejante a la de las religiones monoteístas. Quien está decidido a salvar a la humanidad sabe que su causa es demasiado grande como para que tal o cual conducta humana la ensombrezca.

IV

Yo conocí al hermano de Ramón Mercader, Luis. En Pamplona. Estaba a punto de jubilarse y era profesor de telecomunicaciones en la Universidad Pública de Navarra. Había trabajado en la URSS en sistemas de comunicaciones con satélites, llegando a ser un miembro muy relevante del sindicato de científicos. Una navidad de hace –no sé, quizás más de quince años- mi hermana se empeñó en que tenía que conocer a un catalán que vivía en su mismo portal, en la Calle Río Urrobi de Pamplona. Asentí de mala gana.

Se presentó como Lluis. “¿Y el apellido?, le pregunté ingenuamente. “Mercader”, me contestó. “¿No serás pariente de Ramón?”. “Sí, su hermano”. Como era evidente que en aquel momento no le apetecía hablar de este tema, me las arreglé para ir tirándole poco a poco de la lengua, muerto de curiosidad, invitándolo cada día a almorzar a las tascas relevantes de la ciudad. No os voy a contar ahora nuestras conversaciones. Pero creo que puedo resumirlas en las que, a su parecer, eran las dos diferencias más notables entre el capitalismo y el comunismo.

"En el capitalismo puedes elegir lo que no quieres comprar. Y no puedes hacerte ni idea hasta qué punto es eso importante”.

"¿Y la confianza que hay aquí entre la gente? Me acaban de pintar el piso y los pintores se han despedido diciendo que ya pasarían a cobrar otro día. ¿Y como están tan seguros de que les voy a pagar?”

Quizás para alguien esto no es más que una anécdota que no se puede hacer pasar por categoría. Pero yo veía las caras de Luis y de su mujer, comiendo a dos carrillos toda clase de pinchos en el bar Urricelqui; unas caras de niños estrenando un juguete, y me conmovieron profundamente.

V

Vamos ahora al día en que el hermano de Lluis, Ramon Mercader, mató a Trotski.

Yo estaba en México por entonces, y una conocida del Viejo, una señora europea a quien yo había conocido en Taxco, me organizó una entrevista. Trotski accedió a recibirnos a mi amigo Herbert Passin y a mí en Coyoacán. Lo abatieron en la mañana de nuestra cita (...). Cuando nos presentamos en su casa nos tomaron por periodistas extranjeros y nos invitaron directamente al hospital. En la sala de urgencias reinaba el desorden. Sólo tuvimos que preguntar por Trotski. Nos abrieron una puerta en una pequeña sala lateral, y allí lo vimos. Acababa de morir. Un cono de vendajes ensangrentados le cubría la cabeza. Tenía las mejillas, la nariz, la barba, la garganta surcadas de sangre y de iridiscentes hilillos de tintura de yodo.”

Quien describe esto era en aquel momento un miembro importante del troskismo americano. Este hecho fue decisivo para él y para el resto de jóvenes, fundamentalmente judíos, que nutrían la organización. A partir de este momento comenzaron a deslizarse (en línea paralela a la seguida por Orwell, que quizás alguna vez se cruzó con la madre de Lluis y Ramón, María Mercader, por las calles de Barcelona) hacia posiciones radicalmente antisoviéticas. Con el tiempo acabarían formando la que podemos llamar la primera generación del neoconservadurismo americano.

Se me olvidaba, la descripción anterior es de Saul Bellow. Se encuentra en un artículo que con el título de “Los escritores, los intelectuales y la política: reminiscencias”, publicó en el órgano portavoz del neoconservadurismo, The Nacional Interest, en la primavera de 1933.

El autor de las ilustraciones es el artista chino Wang Guangyi

lunes, 21 de agosto de 2006

Futesas III

Os propongo hoy un post más liviano que el de ayer. Se trata de un paseo por diferentes rincones de esta mundo sin fronteras (excepto las que ponen los países totalitarios) que es la WWW. Ya sabéis que estas futesas son una especie de cajón de sastre en el que voy recogiendo lo que encuentro por aquí y por allá.

De tarde en tarde me doy un paseo por diferentes blogs rusos. Me sorprende el furor exhibicionista que muestran, pero de vez en cuando encuentro –entre lo que comprendo- cosas interesantes.

Defiende la peculiar artista Patricia Piccinini que “in Another Life is all about possibilities. In another life it would be different, we might say, in another life it might be better, or perhaps worse, in another life we could get it right. In imagining another life we can remake the world as we would prefer, we can create a perfect life without having to see whether it would actually work, we can just trust that it would all turn out”.

Carteles de propaganda política de Corea del Norte.


Para todos los que se consideran moralmente superiores cuanto más desprecian a los americanos, o, como dicen aquí, a “The Imperial States of America”, aquí va esta beata postal. Puede proporcionar indulgencia plenaria a quienes la impriman y se la pongan en la cabecera de la conciencia política. Algún día os contaré mis razones para amar a los Estados Unidos, lo que no incluye, evidenemente, a todos los estadounidenses..

Una web curiosa dedicada a las estatuas más raras del mundo

Hace unos días habábamos en El Café de Ocata de unas supuestas pirámides en Bosnia. Con vuestro permiso, os ofrezco alguna “información” (de alguna manera hay que llamarla) complementaria sobre este "caso" arqueológico. Que no se sorprenda nadie. Hay quien no solamente sostiene que estas pirámides fueron construidas hace 12.500 año sino que teoriza sobre una conexión entre Bosnia y Atlantis.

Ahora una página que sólo recomiendo a los muy desesperados o a los muy, muy, pero que muy adictos al café. Esta era una deuda que el Café de Ocata tenía con los visitantes más cafeteros. Pero aseguro que aquellos que tengan aunque solo sea un hilillo de apego a la vida no encontrarán aquí nada de interés.

Y para finalizar unos cuantos aforismos

Decía Goethe que la felicidad es un asunto de plebeyos. Por eso se administra con recetas médicas.

Nuestra primera obligación con el mundo es no empeorarlo. Pero para eso se necesita una sensatez extraordinaria.

Quien se miente a sí mismo tiene siempre motivos para creerse.

En la soledad acude a visitarnos lo más cursi de nosotros mismos.

No hay mayores antídotos contra la soledad que el amor y el odio.

Cualquier tarugo sabe reírse de sí mismo, lo difícil es tomarse en serio, para eso se necesita la más fina de las ironías.

Cada nación se burla de las otras y todas tienen razón.

La principal materia escolar debería ser el aprendizaje del fracaso.

El árbol de la ciencia y el árbol de la vida

I Byron, Manfred : «El árbol de la ciencia no es el árbol de la vida».  II Me molesta mucho, cuando un periodista me entrevista, que dé por ...