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miércoles, 31 de octubre de 2007

Correspondencia con Leyre

El día 29 dirigí el siguiente mail al Monasterio de Leyre, en el corazón de Navarra:

Quisiera, simplemente, rendirle un sincero homenaje a Miguel Gil Imirizaldu, a quien espero que las cardelinas de Leyre le concedan la salud que le concedieron a San Virila. He leído emocionado su libro.

Por cierto, ¿cómo se encuentra de salud corporal?

Hoy he obtenido respuesta:

Estimado Amigo:

En nombre del P. Plácido Miguel Gil, le agradezco mucho su mensaje, a la vez que me alegro de que le haya gustado su libro. Él actualmente se encuentra bastante mermado de salud, prácticamente sin salir de su habitación.

Cuente con nuestras oraciones. Atentamente.

Hay que decir que cuando Miguel Gil Imirizaldu tomó los hábitos, cambió su nombre por el de Plácido, lo cual, vista su biografía, me parece un gesto de heroicidad moral.

2 comentarios:

  1. Es la humildad de los grandes. Abrazos.

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  2. Sí efectivamente. Y en esta humildad hay una práctica del cuidado de sí que pone en cuestión todos los escepticismos postmodernos sobre el yo, o sobre el sujeto, o sobre el alma... como se prefiera.
    Pero precisamente por el campo conceptual que abre a la práctica del cuidado de sí, yo prefiero "alma", con mucho, al "yo" o al "sujeto".

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