miércoles, 19 de septiembre de 2007

Melancolías septembrinas

Es cierto que los navarros somos un pelín fanfarrones, pero una miaja, casi nada, y si hay una jota que parece sugerir otra cosa,

Cante Navarra sin miedo
cante Navarra y más cante
si se hunde el mundo que se hunda
Navarra siempre p´alante,

piénsese, antes de hacer imputaciones gratuitas, que fue escrita por un aragonés, Eusebio Blasco, y que tuvo serios problemas de censura eclesiástica por algún que otro versico:

Navarrico valiente
nadie puede con ti
que ni Dios pué contigo
pues que Dios te hizo así

Y es que las relaciones de Navarra con Dios, aun siendo íntimas, no son exclusivas, cosa que se encarga de aclarar esta otra jotica:

Lo primero y principal,
oír misa y almorzar,
pero si el hombre tiene prisa,
antes almorzar que misa.

Las prioridades, son las prioridades, eso está claro. Y he sentido un íntimo placer al descubrir que hay prioridades entre los navarros que permanecen, bien arraigadas, mientras en otros lugares todo lo sólido se les va desvaneciendo en el aire. Esto es lo que he pensado al leer en las memorias de Baroja su descripción de un viaje que realizó al pueblo navarro de Larumbe: “la gente comía constantemente desde las nueve de la mañana hasta las diez de la noche, sin parar. El desayuno se mezclaba con un segundo desayuno de las once, éste con la comida, la comida con la merienda y la merienda con la cena.” Ese segundo desayuno es nuestro copioso almuerzo. Pero, si he de decir la verdad, estos de Larumbe me han decepcionado un poco: ¿Por qué no practicaban la recena? ¡Viva el apetito foral!

Ya he contado en otro lugar de este blog que un médico del Hospital de Sant Pau me diagnosticó “navarrismo” y pretendía sanarme con anticuerpos que, combatiendo mi mal nativo, me enseñaran a comer a las horas, masticando y con agua. ¡Habrase visto!

Habla Baroja también, con malas pulgas y evidente falta de objetividad de la “brutalidad y violencia bárbaras” de los chicos navarros. “Los de Madrid, aunque bastante brutos, no tenían comparación con los de Pamplona”. Se refiere a nuestro sentido espartano de la “paideia”. Todos sabemos que la vida en la escuela, en el fondo, se reduce a pegar o ser pegado, que así se forja el acero. En mi casa nunca les preocuparon mis peleas, sino si había recibido o había dado. Si era lo primero, volvía a recibir, porque no había nada más vergonzoso que ser vencido en batalla. Y claro, hay cosas que se aprenden pronto. Por ejemplo: que si alguna vez te arrean, en casa no tiene que enterarse nadie. “El que se entregaba –continúa Baroja- estaba perdido. En aquella lucha por el prestigio había que ser bruto, jactancioso, sin compasión ni piedad”. No se da cuenta, él que se las daba de medio filósofo, de que entre los navarros la “Fenomenología del Espíritu” de Hegel se hace carne, al menos en su capítulo dedicado a la lucha por el reconocimiento, a la que él da el nombre de “dialéctica del amo y del esclavo”.

Recojo finalmente la barojiana referencia a “las fenomenales pedreas que se organizaban en la Vuelta del Castillo, en las que salían, a veces, algunos chicos descalabrados”. ¡Hay va Dios! ¡Pues claro! ¿Qué mejor crianza que la que permite sobrevivir entre ruejazos? En mi pueblo llamamos “ruejo” a los cantos rodados, los mejores para estas peleas. Yo no solamente medí, como todo azagrés que se precie, la dureza de mi cráneo con la de los ruejos, sino que sentí una profunda satisfacción cuando, allá por los primeros años sesenta, descubrí que en Pamplona no era difícil hacer amigos, puesto que compartíamos el lema del "Vivere pericolosamente".

Nota: Por cierto, ¿cómo se escribe, "hay va Dios" o "ahi va Dios"? En este último caso sería sin acento en la "i", puesto que se pronuncia "ahiva".


Añadido del viernes a las 10:00

Ricard Sentís me saca de dudas con un mail en el que dice:

Tal y como recoge M. Seco en su Diccionario del español actual, ahí va es una interjección coloquial que expresa admiración o sorpresa: ¡Ahí va! ¡Qué bonito! ¡Ahí va, me he quedado traspuesto!

Esta es su escritura correcta, independientemente de que normalmente se pronuncie en una sola unidad haciendo átono el primer elemento [aibá], o incluso con desplazamiento acentual [áiba].

Conclusión: Siempre es ventajoso conocer a personas inteligentes.


15 comentarios:

  1. La azotea del Petit Café y la del edificio contiguo ¿agrupación sardanística? fueron una vez dos barcos enfrentados donde chiquillos furiosos de alegría nos lanzábamos las bolas de los plátanos ¡mierda, no había ruejos!
    La bola o fruto del plátano tenía sin embargo su lado estratégico: desmenuzado e introducido en la espalda o calzón enemigo tenía efectos bárbaros!
    Creo que hoy en día la Plaza de Ocata ha perdido las batallas navales, por suerte para sus apacibles cafeteros y tal vez para desgracia del bravo ímpetu infantil.

    ResponderEliminar
  2. Hace unos días, en uno de esos periódicos gratuitos donde siempre salen encuestas basada en estudios etéreos, escribían, más o menos (cito de memoria): el 97 por ciento de los españoles prefiere un buen desayuno antes que hacer el amor por las mañanas. Posiblemente, leyendo el post, lo han basado en una mayoría navarra, jejeje. Aunque meditando en aquello de la trempera matinera... en fin, que me voy del tema, perdones.

    ResponderEliminar
  3. Claudio.

    Por si interesa.

    http://blogs.periodistadigital.com/electroduende.php/2007/09/19/emiliocalatayud_menores8794

    ResponderEliminar
  4. Claudio

    Segunda parte del enlace

    electroduende.php/2007/09/19/emiliocalatayud_menores8794

    ResponderEliminar
  5. Después de estudiar a los llamados Berones, siempre he pensado que los navarros eran los daimones de los jacetanios. Eso de sustituir la la "ll" de ruello por la "j" de ruejo, es el más claro ejemplo demoníaco de lo que digo.
    No obstante, el Rio Oja siempre me ha caído bien.
    Enrri

    ResponderEliminar
  6. Tomás: Ya no surcan os bergantines las frondosas ramas de los plátanos de la Plaza de Ocata, ni hay capitanes intrépidos capaces de enfrentarse a a galerna de esas bolas.
    No hay duda: La infancia degenera.

    ResponderEliminar
  7. Júlia: No son cosas completamente incompatibles. De hecho nuestra generación fantaseó mucho con la mantequilla.

    ResponderEliminar
  8. Anónimo: Más de uno diría qe, en todo caso, seríamos los dáimones de los várdulos, caristios y austrigones. Pero yo no tengo inconveniente en incluir a los jacetanos. Basta observar el recorrido del río Aragón, que es tan navarro.

    ResponderEliminar
  9. Es que según mi teoría, los várdulos son los primos de los Berones. Ambos se asentaron en Uarakós, y de allí se marcharon unos pocos para establecerse en Vareia (la otra) a pocos kilómetros.
    Pero eso, es una largo historia.
    Enrri

    ResponderEliminar
  10. Don Gregorio, yo lo he visto escrito como ahí va y como ahivá. No estoy seguro, pero abogo por la primera opción aunque la segunda me gusta más.

    ResponderEliminar
  11. ¿Se trata del mismo "Hay va, ahiva, ahiBa-bi-lo-nio que maaareeo"?
    Con contorneo de caderas, por supuesto.
    Lola

    ResponderEliminar
  12. Bueno, don Gregorio lo sabrá mejor, pero entendido que allá por el norte lo escriben ahivalahostia así todo junto.

    ResponderEliminar
  13. Lola: Es usted una iconoclasta. Mi madre, con sabiduría solía decir que "de los tuyos hablarás, pero no oirás". Así que yo me puedo meter con Navarra si quiero, pero mucho ojito con lo que dice usted. Confundir Navarra con "La corte del faraón" le puede costar caro. Soy capaz de pasarme siete noches seguidas cantando jotas navarras bajo su balcón.
    El que avisa no es traidor.

    ResponderEliminar
  14. Arrebatos: ¿Y "¡Ay va!"? Ahora me decantaría por esta alternativa.

    ResponderEliminar
  15. Años más tarde las peleas a pedradas eran entre los pilletes de las casas militares y los de la muralla.Batalla desigual.Me calló algún pedrisco.Era tan inocente que no recibí indemnización.Pobreta!

    ResponderEliminar

La Isla de Siltolá

 I Finalmente, después de varios intentos fallidos, el mensajero nos ha encontrado en casa y me ha entregado los ejemplares de Una triste bú...