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martes, 18 de septiembre de 2007

¡Qué razón tienen!

I

Tenía un alto concepto de la razón, pero bajo de su distribución entre las personas” (Hans Jonas refiriéndose a su tío Leo).

II

He llegado a la conclusión de que en ningún caso es cierto que aquellos que pueden aducir motivos racionales contra algo lleguen a convencer siempre a los demás” (Leo Horowitz a su sobrino Hans).


Añadido a las 19:35
Las citas anteriores están extraídas de las Memorias de Hans Jonas, donde encuentro también -y parece que no desentona con lo anterior- esta joya:

"La señora Husserl [es decir, la mujer de Edmund Husserl, fundador de la fenomenología] también asistía a las clases [de su marido] y vigilaba como un lince que los alumnos atendieran. Cuando ella estaba allí sentada, había que tomar notas y escuchar con ahínco, y si alguien cencerreaba, ella se chivaba."

15 comentarios:

  1. Cierto el texto de Horowitz (es el pianista? uno de los personajes de la fabulosa novela el malogrado?).

    Me gusta especialmente que lo resalte en un momento en el que cualquiera pretende cerrar la boca con candados científicos sin caer en la cuenta de que està recreando el entorno de matrix

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  2. Dampyr: Se trata de otro Horowitz, tío de Hans Jonas, que era médico y murió en Chile. En cualquier caso, era un tipo interesante.

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  3. Por cierto, Dampyr, ¿Cómo es que le interesan a usted tanto los vampiros?

    http://vampiriadeprofundis.
    blogspot.com/

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  4. El profesor y la Venus
    18 de Septiembre de 2007 - 13:30:02 - Pío Moa
    Si bien se mira, la actitud del profesor ciencista ante la Venus de Milo es de lo más instructiva. Pocos ciencistas se atreverían a razonar abiertamente como él, así como pocos marxistas se atreverían a proponer la quema del museo del Prado por contener arte burgués y reaccionario, pero es solo por inconsecuencia: se quedan a medias en su razonamiento, por indecisión u oportunismo. El profesor va hasta el final, y defiende:

    A) que el carácter pétreo de la Venus de Milo es perfectamente claro y demostrable, mientras que su carácter femenino, no digamos ya religioso, es demostrablemente falso, un puro y simple engaño. Nadie podría dejar de darle la razón, vistas así las cosas;

    B) que, de modo análogo, el ser humano es un conjunto de células en el grado de evolución del primate, si bien, la mayoría de los primates no haría tonterías tales como modelar un pedrusco y darle un significado animal (femenino) y, mucho menos aún, religioso. Ese grado de sandez queda referido solo al ser humano inconsciente de sí mismo, ajeno a la ciencia.

    Podríamos extender la analogía con la de aquel otro profesor de ciencias que incitaba a los alumnos de letras a tirar a la basura las obras literarias, ficticias, esto es, falsas por definición.

    Cabría objetar lo siguiente: la Venus de Milo remite de un modo u otro al carácter moral del ser humano. Al contrario que el hombre, el primate, como el resto de los animales, guía su comportamiento casi exclusivamente por el instinto, es decir, por reacciones semiautomáticas de las que no puede hacérsele responsable. En cambio el ser humano es para sí mismo responsable de sus actos, salvo situaciones extremas, lo cual constituye la base de la moral. Ello significa que su conducta, aunque mantenga en parte su base instintiva, sobrepasa ese nivel. Esta diferencia crucial separa al ser moral –o animal moral, si se prefiere–, del primate y de los demás animales con tanta profundidad como los animales se separan de las plantas.

    El carácter moral, responsable, y la libertad y la culpa implícitas, son al mismo tiempo una pesada carga, a veces un verdadero tormento. Por ello una tendencia ancestral del ser humano ha sido también la de rehuir su condición y retornar al paraíso de la conducta instintiva, inocente, sin responsabilidad ni culpabilidad ni, por tanto, libertad. Tal es la clave de la ideologías utópicas y ciencistas: la conducta humana puede hacerse tan previsible, y por ello manipulable, como la de un animal, una vez conocemos “científicamente” o “racionalmente” sus imperativos fisiológicos bajo la “impresión ilusoria” de la libertad y la dignidad.

    Sin embargo la vuelta a la inocencia instintiva es imposible, la impide “el ángel con la espada flamígera”, dicho en plan simbólico. Las opciones utópicas, que, no por casualidad, se han pretendido casi siempre científicas y racionales, tienen una doble consecuencia: a) obligan a una aceptación general de ellas, excluyendo así la libertad, que es una pura ilusión, desde su punto de vista; b) permiten la eliminación de los elementos antisociales y anticientíficos que rehúsan aceptar esas conductas. Después de todo, la “dignidad humana” no pasa de ser otra ilusión presuntuosa de un animal que “se miente mucho a sí mismo”, como ha descubierto la señora Margulis. ¿Qué impide liquidar en masa a los disconformes, tal como en Inglaterra se mataron millones de “vacas locas”, un sacrificio económico lamentable, pero visto como necesario y que nunca provocó mayor remordimiento? Las vacas locas, los primates humanos inadaptados, seres enfermos, pueden ser liquidados sin mayor problema, pues, en definitiva, ¿son algo más que simples conjuntos de células con un orden determinado? No por casualidad ha pasado lo que ha pasado en el siglo XX.

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  5. Sarónico, me parece importante dejar clara (en la medida de que sean claras mis ideas) mi postura sobre la relación ciencia-filosofía:

    1. Yo tengo un enorme respeto por la ciencia y, a decir verdad, también le estoy muy agradecido. A veces incluso me gustaría que estuviese más desarrollada, especialmente cuando voy al dentista.

    2. Pero no sólo por sus resultados la ciencia me parece admirable, también me lo parece el método científico que, si lo es de verdad, es necesariamente autocrítico. No tengo la menor duda que los cientificos se critican más severamente entre sí que lo que podamos criticarlos los legos.

    3. Ello no evita para que halla científicos que, por mil diversos motivos, puedan tener más respeto por su amor propio que por la ciencia, pero me parece que en cualquier grupo humano medianamente grande, sea de científicos, maquinistas de RENFE o masajistas, encontraremos un porcentaje de listillos con pcoos escrúpulos. Y, en cualquier caso, estos listillos no pueden determinar con su mal uso del método científico, nuestros juicios sobre el método científico.

    4. Eso no significa que yo crea que la ciencia es capaz de explicar la complejidad del ser. Tampoco se lo propone la ciencia, por cierto. Hay siempre en la realidad más de lo que puede ser explicado científicamente. Pero de eso hay que dar razón con criterios racionales.

    5. La complejidad de lo real es especialmente relevante en el caso de los asuntos humanos y, en concreto, de los políticos. Aquí la ciencia parece tener menos capacidad de convicción que una metáfora. Pero no se equivoque, nos matamos por metáforas, no por algoritmos.

    En cualquier caso, bienvenido al Café de Ocata.

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  6. Moa se olvida del mito y a la ciencia no le interesa, que son dos cosas diferentes.

    Pero el hombre científico está sujeto, por lo general, al mito que subyace en su cultura.

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  7. Perdónenme pero me perdí. Por lo visto hay dos verdades, la científica , que parece más irrefutable y la que constantemente dirimimos los unos contra los otros. El lío se crea cuando se intentan mezclar. En cualquier caso ¿yerro si digo que razón y verdad son complementarias? Antes de alcanzar la razón hemos de conseguir la verdad. Sigo pensando que cada cual tiene sus razones colgando de sus verdades. Por otra parte, las verdades o razones aceptadas como comunes por la mayoría de la sociedad no veo que tengan otra bondad, que no es poca, que ser las de la mayoría.

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  8. Cerillo: La razón y la verdad han de ser comunes si es que hay alguna posibilidad de ponernos de acuerdo... siempre que seamos personas razonables.

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  9. Nietzsche decía, exagerando como siempre, que las verdades son "metáforas que se han olvidado que lo son".

    Hace poco llegué a un vídeo sobre ingeniería evolutiva que desvelaba algunas cosas inquietantes. Resulta que los programas que se dedican hoy al diseño y la ingeniería evolutiva son capaces de generar soluciones a problemas que los humanos ni siquiera podemos entender. Es decir, son "verdades" a su manera, soluciones que realmente funcionan, pero a nosotros se nos aparecen como cajas negras, como metáforas -justo al revés de lo que pensaba Nietzsche.

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  10. me facinaron en su tiempo, ahora el tema me divierte y entretiene. A nivel de blog, este mito además me permirte abordar con otra perspectiva diferentes aspectos de nuestra realidad. Espero que pueda llegar a ser de su interés

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