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jueves, 20 de septiembre de 2007

Heidegger, el suplicante

Hans Jonas y Hannah Arendt estudiaron juntos en la universidad de Marburgo. Del trato en las clases pasaron pronto a una relación más estrecha. Iban a comer juntos y con frecuencia Jonas iba a visitar a Hannah a la fría buhardilla en que vivía y que compartía con un ratón al que había acostumbrado a salir a una hora determinada del día para darle de comer (por lo tanto podemos incluir también este post en nuestra zoosofía). En la intimidad de esta relación de amistad Hannah le confesó a Hans lo siguiente:
"Había tenido que ir a ver a Heidegger por una cuestión relacionada con los estudios. La hora de tutoría tuvo lugar cuando ya anochecía, y en la habitación se cernía una cierta oscuridad porque no había ninguna luz encendida. Cuando terminaron la entrevista y Hannah se levantó para despedirse, y Heidegger la acompañó a la puerta, sucedió algo inesperado, en palabras de Hannah: ‘De pronto cayó de rodillas ante mí. Yo me incliné hacia él, y él elevó sus brazos hacia mí, y yo tomé su cabeza entre mis manos, y él me besó, y yo le besé.’ Así empezó todo. No fue el clásico inicio de un acto de seducción de un profesor hacia una alumna, ni tampoco el espíritu aventurero de una estudiante que quiere seducir a un profesor, sino que aconteció de un modo totalmente dramático y en un plano emocional que confirió desde el principio a la relación un carácter absolutamente excepcional. Heidegger había puesto la mira en ella. No fue ni por asomo la única, pues más tarde supe que se había interesado por estudiantes en diversas ocasiones y no he sabido de ninguna que opusiera resistencia. Pero esas relaciones eran algo distinto: seguro que no comenzaron con ese arrodillamiento ni tampoco tuvieron esas consecuencias que durarían toda la vida. Allí empezó algo de lo que ninguna de las dos partes fue capaz jamás de liberarse.”
Hans Jonas, Memorias

11 comentarios:

  1. La fascinación que el nombre de ambos, por separado, produce hoy, se incrementa con el aditivo de su relación personal, que en el contenido de su obra no es sino un anecdotario enriquecedor y creativo. Curiosamente, que yo sepa, a nadie en el mundo del cine se le ha ocurrido producir la historia de este "romance", en el que buenos y melos se confunden, pero yo creo que una buena y sólida serie para televisión, que podría titularse "Martin y Hanna" podría ser de éxito recorriendo desde los inicios universitarios de su conocimiento hasta los memomentos del Reich, el exilio de Hanna a Francia y posteriormente a USA, sus tres historias de amor y matrimonios, la estancia americana, la desnacificación de los intelectuales, el retorno de Martin a la cátedra, el reencuentro y la posterior relación, etc.
    Y siempre quedará la obra de ambos, que no es complementaria, en absoluto, sino rabiosamente independiente la de la una de la del otro.

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  2. Dios, me he quedado con la intriga
    quiero saber más
    carnaza, carnaza

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  3. Luis, de acuerdo. Desde luego acción no le faltaría.

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  4. Celia: ¡Parece mentira! ¿Ve a dónde la conducen sus lecturas de Tanizaki? Como penitencia léase el "¿Qué es metafísica?" de Heidegger en alemán.

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  5. Menuda tarea reconciliar la angustia existencial y esta declaración de amor incondicional

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  6. Aro: La "Sorge" tiene razones que la razón no entiende.

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  7. Ya tiene mérito ya, con lo destrempante que es Heidegger. La Arendt andaría sobrada de líbido, de lo contrario no me lo explico.

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  8. Arrebatos: Si yo fuera Heidegger le contestaría algo así como que "el amor sólo es irresistible para el mortal, porque en la amargura de la muerte se encierra el misterio de su irresistible dulzura". Claro que usted podría preguntarme, "¿Y eso qué quiere decir?". Y en este caso yo le contestaría, con gravedad, que no acepto preguntas insolentes.

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  9. vaya , si es una escena de lo mas cinematrografica , pero ...Que mujer se resistiria ante un filosofo de rodillas ? la sabiduria a tus pies .

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  10. Yo tampoco entiendo que le vio 'la chica'... y, además, no había sido la única! Espejismos de las alumnas inteligentes. Ser profesor brillante tiene esas ventajas.

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  11. ¡Qué extraordinario viaje por todo! El drama de la vida. Incluidas las arañas... soñaré con ellas o puede que con usted :)
    Besos.

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