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domingo, 30 de septiembre de 2007

Irrintzi bat entzunda / mendi tontorrean

Irrintzi bat entzunda
mendi tontorrean

Se oye un “irrintzi”
Desde la cumbre

El argumento central del nacionalismo vasco, que expresa el denominador común de sus reincidentes y diversas proclamas al derecho a la diferencia, se resume en la tesis de que la supervivencia del “conflicto” entre Euskadi y España pone de manifiesto la falta de legitimidad de las reglas de juego constitucionales españolas en Euskalherría. O, quizás dicho con más precisión, lo que pone de manifiesto son las reticencias de los vascos a dejarse gobernar por un sistema constitucional que no acaban de asimilar como propio, aunque lo aprobaron democráticamente.

Una observación preliminar: Las reglas de juego son necesarias precisamente porque existen conflictos y, evidentemente, existen conflictos porque hay normas. Es decir, es el conflicto el que funda la necesidad de la norma y la norma la pervivencia (controlada, si se quiere) del conflicto. Una norma que no provoque ningún rechazo es, simplemente, innecesaria. Aquello que todo el mundo cumple de manera espontánea, no necesita ser proclamado de obligado cumplimiento. Así pues la pervivencia de un conflicto, en sí misma, no tiene por qué poner en cuestión la necesidad de una norma, siempre que se quiera, claro está, no llevar el conflicto hasta el exterminio del antagonista. ¿Pero qué ocurre cuando una norma demuestra carecer de un consenso mínimo para garantizarse su respetabilidad –sea por convencimiento o por temor- ante la población cuya convivencia pretende regular? Este concepto de “mínimo” es evidentemente ambiguo, porque puede hacer referencia tanto a la extensión de un rechazo (el tanto por ciento de ciudadanos que se muestran descontentos con una norma) como a su intensidad (un 5% de ciudadanos dispuesto a echarse al monte puede impedir la aplicación de una norma). El descontento numérico suele solucionarse en democracia por el procedimiento electoral. El descontento intensivo tiene más difícil tratamiento democrático y por ello todas las democracias del mundo recurren a una combinación de procedimientos, incluyendo las medidas excepcionales.

No se puede negar la persistencia nacionalista en exacerbar el antagonismo con España para resaltar que su descontento con las normas de juego es tan extensivo como intensivo. Por eso es dudoso que lo haga con voluntad de encontrar el consenso superior de una norma común. En este caso no enarbolaría de continuo el derecho a la diferencia. Ahora bien la legalidad de toda proclama de antagonismo o se fundamenta en una norma que legitima esa misma proclamación del derecho a la diferencia (la constitución, en nuestro caso) o está carente de toda legitimidad (lo legítimo, en sentido estricto, no puede ser diferente de lo legal).

Si un nacionalista acepta que es la constitución la que legitima su reivindicación antagonística, estaría aceptando de facto también que ya no es el antagonismo en sí mismo el que pone de manifiesto la caducidad de la constitución. Cosa distinta ocurre cuando se fundamenta el antagonismo en una fuente distinta que la emanada de la constitución. Se diga lo que se diga, sin el amparo constitucional ningún argumento nacionalista puede reclamar fundamento legal. No lo podría reclamar ni el propio Ibarretxe, ni el parlamento vasco al completo, ni cada uno de sus parlamentarios, por muy radicales que se consideren. Por eso poner en tela de juicio la legalidad imperante equivale a reclamarse heredero de una fuente de derecho diferente de la constitucional.

La fuente de derecho constitucional es el fundamento de toda legitimidad. Cuando se niega la legitimidad de las normas imperantes se pone en cuestión aquella fuente. Y no se hace esto gratuitamente, sino en la medida en que se cree disponer de una autoridad supuestamente más fundamental (es decir, más fundante) que la propia legalidad en curso; se trataría de la soberanía decisionista de una comunidad autoproclamada como tal no por la comunidad en sí misma, sino por quienes se erigen en sus representantes naturales. En esta autoridad se encontraría la roca firme sobre la que levantar el derecho a toda reivindicación alternativa a la constitucional.

Esta tesis, sin embargo, se sujeta teóricamente en la doble ambigüedad de los conceptos de “soberanía” y de “pueblo”. Una cuestión va unida a la otra: ¿Son los individuos soberanos los que deciden cuando un pueblo es en sí mismo soberano? ¿Un pueblo soberano tiene autoridad para excluir a los individuos que no están dispuestos a ceder su soberanía individual al proyecto de una soberanía colectiva? ¿El individuo excluido deja por ello de ser soberano? ¿Es cada exclusión capaz de fundar un nuevo derecho a la reivindicación de la diferencia? Un ejemplo: ¿Es Álava un sujeto soberano? ¿Quién tiene legitimidad para decidir si lo es o no lo es?

No hay soberanía sin el apoyo de un autoproclamado soberano y, desde este punto de vista, el ejercicio de autoproclamación de soberanía ha de ser libre y autónomo. Por lo tanto, cualquiera puede autoproclamarse soberano, tanto una colectividad como cualquier grupo social o incluso cualquier persona dentro de esa supuesta colectividad. No se puede salir de ese dilema sin recurrir a la fuerza por un sitio o por otro: o bien para limitar el derecho a la indiscriminada autoproclamación de soberanías o bien para imponer el derecho a la autoproclamación de mi soberanía. Ibarretxe ha insinuado una verdad como un templo: las cuestiones relacionadas con la soberanía se acaban dirimiendo no con argumentos éticos, sino con relaciones de fuerza.

Lo que el lehendakari ha puesto sobre la mesa es un debate sobre el “fundamento de validez” de toda norma de derecho. Es decir, de una norma última, más fundante y, por lo tanto, más soberana, que debería servir de apoyo a todo orden jurídico sin apoyarse ella misma en una norma de rango inferior. Pero preguntarse por un fundamento de validez no fundado en otra norma, significa basar toda norma en la voluntad. La voluntad sería, en última instancia, el fundamento fundante de toda legitimidad. Y aquí todas las voluntades valdrían lo mismo. O sea, una suma de voluntades, fuera la que fuere, no podría tener, en el plano de los principios, más valor fundante que mi voluntad, por muy aislada que esta última se encontrase.

Claro está, también, que las voluntades son maleables y por lo tanto, sujetas a vaivenes de todo tipo. Precisamente por eso la ley tiende a alejarse del inmediato y directo decisionismo voluntarista de los individuos y basarse en una regla despersonalizada. La democracia no es –ni lo ha sido nunca, ni podría serlo aunque quisiera- la experiencia de gobierno directo del pueblo, sino un proyecto de armonía entre soberanía y legitimidad. Es decir: un compromiso entre la limitación legítima de la soberanía de mi voluntad y la limitación legítima de la soberanía de la colectividad. En el momento en que una se impone a la otra de manera absolutista la propia democracia cede su sitio o al anarquismo, o al autoritarismo o a la experiencia revolucionaria.

Tras la permanente reivindicación del antagonismo se encuentra, más o menos enmascarada, la de la reivindicación del derecho a vivir una experiencia revolucionaria. O sea: a una situación excepcional que permita la soberana modificación de unos sistemas de copertenencia por otros. Pero ocurre que en los cambios revolucionarios, cuando las voluntades juegan sus cartas libremente, se transforman inmediatamente, como hemos dicho anteriormente, en relaciones de fuerza. Y lo que acaba mostrando las orejas no es una voluntad libre, sino una fuerza bruta. Sobran experiencias históricas al respecto. Conviene no olvidar, por ejemplo, que quienes sometieron a Guipúzcoa y Vizcaya en el 36 no fueron los moros de franco, ni las tropas italianas, ni la aviación alemana, sino los tercios de requetés navarros, muchos de ellos hablando euskera, procedentes de La Barranca, Leiza, Abárzuza, Lácar, Montejurra, Artajona, etc.

España, 1969


Comentaba Joseph T. en Del tiempo y del espacio: "El otro día un amigo me confesaba la envidia que sentía de nuestros padres. Se lamentaba de no haber vivido la transición, los grises y todo lo demás". Joseph a mi también intentan mentirme algunos desmemoriados de mi generación que vivimos juntos esa epopeya. La realidad, sin embargo, fue mucho más de andar por casa. El sesentayochismo hispano es una utopia retrospectiva. Aquí no vivimos nada semejante. Los cuatro gestos que hubo fueron, si los examinamos objetivamente, cuatro brindis anecdóticos a la autoconciencia militante, que era bien marginal. La verdad verdadera es que en 1969 eran muy pocos los que se sabían la letra de La Internacional, mientras todo el mundo tarareaba un himno tan escasamente épico como el "Canta con nosotros" de Voces Amigas. ¿Hay alguien que se siga acordando de Voces Amigas? Ellos eran el fenómeno sociológico. Y es que el país -es decir, todos nosotros- no dábamos para más.

Las utopías con sentido son las que funcionan como ideal. Y nuestro ideal era el seiscientos o, si se era de posibles, el ochocientos cincuenta de cuatro puertas. Las utopías que no movilizan el interés de nadie sino simplemente la curiosidad, son simplemente atopías, como ésta:

Así se imaginaban en 1910 la escuela del año 2000.

Las utopías que se sitúan en el pasado, como una especie de Arcadia perdida o Tiempo de Oro de la melancolía, son meras ucronías. Humo narcisista que expelen los descontentos con lo que son para mentirse a sí mismos lo que han sido.

sábado, 29 de septiembre de 2007

De cabras y derivados


I

La cabra unamuniana

Hoy trae el cultural del ABC dos cartas de Unamuno. Al leerlas he topado inesperadamente con la zoosofía. En este caso, con la cabra unamuniana, que, como veréis, no está muy alejada de la paloma kantiana. Escribe don Miguel:

“Los ontólogos de toda laya paréceme que llevan un inmenso caldero, enorme molde de hacer queso, pero les falta la leche y se quedan con el molde. En cambio, hay humildes pastores que en su cestito, a mano tal vez, hacen sus quesitos, con la leche de las cabras que apacientan, y se los comen. Cabras son las ciencias, cabras de que se saca leche que luego se cuaja de cualquier modo”.


II

Estar como una cabra

No es lo mismo apacentar una cabra que estar como una cabra, eso es evidente. Lo que no es tan evidente es que los que están como una cabra pasen por lo que son. A veces, a pesar de su evidente desnudez, se los corona como reyes vestidos con la sutileza de trajes transparentes. Tal es el caso de la ínclita doña Beatriz Preciado (Burgos, 1970), profesora de la Universidad París VIII, y autora de un para mí incógnito “Manifiesto contra-sexual”. Sobre ella llama hoy la atención don Joseph T., gestor “del tiempo y del espacio”. Me limitaré a transcribir algunas joyas de un artículo que publicó en La Vanguardia el 20 de mayo de este 2007 de nuestros pecados:

“En los últimos dos siglos, el cuerpo progresivamente desalojado por lo sagrado, lo metafísico y lo estatal (...) se deja okupar por las fuerzas del capitalismo global”.


"La diferencia de estatus entre una rinoplastia (operación de nariz) y una faloplastia (operación de construcción de un pene) pone de manifiesto que un mismo cuerpo se ve construido por distintos modelos políticos. Mientras la nariz es un órgano regulado por las leyes del mercado tecno-mediático, propiedad privada del sujeto, el pene y la vagina siguen siendo órganos estatales y onto-teológicos, es decir, no me pertenecen a mí, sino al Estado, pues no puedo modificarlos sin pasar por un protocolo psiquiátrico y jurídico de cambio de sexo. Dicho de otro modo, mientras nuestras narices son hipermodernas, nuestras vaginas y penes son premodernos”.

“En el año 2000 (…) el cirujano escocés Robert Smith fue objeto de una controversia bioética internacional por aceptar la petición de Gregg Furth, un paciente que había solicitado que le amputaran las dos piernas aun estando sanas. (…) Furth percibía su propio cuerpo bípedo como contrario a su imagen corporal ideal. Aunque el comité bioético impidió que la operación se llevara a cabo, Smith afirmó que ya había amputado a varios pacientes con patologías de dismorfismo corporal similares entre 1993 y 1997. (…) Furth no es un loco aislado que quiere someterse a una bacanal quirúrgica, sino uno de los creadores de un conjunto de movimientos micropolíticos que reivindican el derecho a redefinir el cuerpo vivo fuera de las restricciones normativas de la sociedad de los cuerpos hegemónicos válidos. Los defensores políticos de la mutilación electiva adoptan el eslogan de Mies van der Rohe menos es más como divisa de su proyecto de arquitectura corporal ideal”.

Me parece a mi que sobra cualquier comentario.

Añadido a las 16: 33: Eduardo me ha puesto sobre la pista de este vídeo. ¡La vena surrealista hispana sigue viva! Una muestra: ¿Erais conscientes del "absurdo científico-político de pensar el pene como un órgano masculino"?


III

Estar cabreado

Entre las muchas lagunas que mi formación arrastra, las más dolorosas son las del conocimiento histórico. Cuanto más años tengo más me voy dando cuenta que buena parte de lo que tenía por históricamente acaecido no eran sino prejuicios ideológicos. Acabo de constatarlo al leer “La guerra fría. Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991, de Ronald E. Powaski. Me he quedado con los ojos como platos al descubrir que los primeros planes quinquenales de Stalin no hubieran tenido éxito sin la colaboración de empresas norteamericanas pioneras como la Albert Kahn Company (especializada en arquitectura industrial, que proyectó unas 600 plantas en la Unión Soviética), la General Electric (que construyó el inmenso embalse de Dneiprostroy y permitió el desarrollo de la industria eléctrica soviética) y la Ford Motor Company, que

“no sólo vendió miles de automóviles, camiones y tractores, sino que prácticamente creó la industria automovilística soviética. Concedió a los soviéticos plenos derechos de fabricación o utilización de su maquinaria, sus inventos y sus avances técnicos, y les proporcionó planos detallados de una fábrica completa. También facilitó a los ingenieros rusos acceso a las plantas de la compañía en los Estados Unidos para que pudiesen adquirir formación técnica, a la vez que enviaba a sus propios ingenieros capataces a la Unión Soviética para ayudar a la planificación y el funcionamiento de las nuevas fábricas.”

Hay que añadir que en 1934, después de recibir toda la información que necesitaba para poner en marcha su propia industria, Stalin dio por terminada su relación con la Ford.

Pues lo que le iba diciendo, que me siento cabreado con mi propia formación. Y a mi edad no puedo echar la culpa a mis maestros. Tengo años suficientes para ser plenamente responsable de mi ignorancia.

viernes, 28 de septiembre de 2007

La paloma kantiana

Recupero hoy la zoosofía, que la tenía últimamente un tanto relegada por culpa de los neocon, la vaca socrática y otros asuntos menos graves. Y la recupero con placer, porque le ha tocado el turno a la paloma kantiana.

La prosa de Kant –diga lo que diga Juan de Mairena- es de un tecnicismo seco, que no concede al lector no digamos ya el respiro de un mito platónico, sino ni tan siquiera el descansillo de media página con una alegoría. Una sola vez –que yo sepa- se deja llevar por una imagen poética: en “La crítica de la razón pura”. Pero el arrebato lírico le dura apenas línea y media. Así que el lector, desacostumbrado, más que descansar tropieza al encontrarse de súbito con un aleteo:

“La ligera paloma, que siente la resistencia del aire que surca al volar libremente, podría imaginarse que volaría mucho mejor aún en un espacio vacío”.

Quiere decir Kant que así como la paloma alza el vuelo gracias a la resistencia que le ofrece el aire, porque es la capacidad de vencer esa resistencia lo que le permite elevarse hasta las nubes, la razón, sólo puede ascender hasta los dominios de la metafísica luchando a brazo partido con los datos de la experiencia. A veces, cansada, quisiera liberarse de todo lo empírico y descansar en la pureza noética de las formas, pero si hace esto, sólo atrapa aporías.

“De esta misma forma –continúa Kant- abandonó Platón el mundo de los sentidos, por imponer límites tan estrechos al entendimiento. Platón se atrevió a ir más allá de ellos, volando en el espacio vacío de la razón pura por medio de las alas de las ideas. No se dio cuenta de que, con todos sus esfuerzos, no avanzaba nada, ya que no tenía punto de apoyo, por así decirlo, no tenía base donde sostenerse y donde aplicar sus fuerzas para hacer mover el entendimiento”.

Por cierto, a propósito de “entendimiento”, esta es la definición que encontramos en “El Diccionario del diablo” de Ambrose Bierce: “Secreción cerebral que permite a quien la posee distinguir una casa de un caballo gracias al techo de la casa. Su naturaleza y sus leyes han sido expuestas en detalle por Locke, que cabalgó una casa, y por Kant, que vivió en un caballo”.

Antonio Machado recogió varias veces al vuelo esta paloma kantiana. No en vano defendía que los poetas deben aprender de los filósofos que han creado grandes metáforas y alegorías, como el río de Heráclito, la lira de Pitágoras, la caverna de Platón o la paloma de Kant. Juan de Mairena intuía detrás de cada poeta a un metafísico y detrás de cada gran metafísico a un poeta. De ahí que en sus clases animase a leer a Kant:

“Si leyerais a Kant -en leer y comprender a Kant se gasta mucho menos fósforo que en descifrar tonterías sutiles y en desenredar marañas de conceptos ñoños- os encontraríais con aquella su famosa parábola de la paloma que, al sentir en las alas la resistencia que le opone el aire, sueña que podría volar mejor en el vacío. Así ilustra Kant su argumento más decisivo contra la metafísica dogmática, que pretende elevarse a lo absoluto por el vuelo imposible del intelecto discursivo en un vacío de intuiciones. Las imágenes de los grandes filósofos, aunque ejercen una función didáctica, tienen un valor poético indudable, (…) existe -creo yo- una paloma lírica que suele eliminar el tiempo para mejor elevarse a lo eterno y que, como la kantiana, ignora la ley de su propio vuelo".

En sus Proverbios y cantares hallamos también estos deliciosos versos:

Dicen que el ave divina,
trocada en pobre gallina,
por obra de las tijeras
de aquel sabio profesor
(fue Kant un esquilador
de las aves altaneras;
toda su filosofía
un sport de cetrería),
dicen que quiere saltar
las tapias del corralón,
y volar
otra vez, hacia Platón.

¡Hurra! ¡Sea!

¡Feliz será quien lo vea!

Más sobre Leo Strauss

Leo Strauss como neo-Satán
No tengo dudas de que la principal aportación de Leo Strauss no reside en esta o aquella tesis de filosofía política, sino en su permanente preocupación por revitalizar en pleno siglo XX la centralidad de la noción de “vida filosófica””.
Esto es lo que defendía recientemente uno de los últimos discípulos de Strauss, Nathan Tarcov. Coincide letra por letra con lo que siempre ha sostenido uno de los primeros, George Anastaplo, que en 1950, en pleno macarthysmo se jugó su futuro profesional por enfrentarse al tribunal ideológico que lo estaba juzgando.

Situémonos en una mañana de mediados de noviembre de 1950. Anastaplo, que se acababa de licenciar en derecho con el número uno de su promoción, estaba siendo entrevistado por el “Comité of Character and Fitness”, que debía evaluarlo ideológicamente. Uno de los miembros del comité le preguntó rutinariamente, esperando recibir también una respuesta rutinaria, si creía que los comunistas podían ejercer como abogados. Anastaplo podía haber contestado que no y hubiera salido de allí inmediatamente con la autorización para ejercer de abogado. Pero su respuesta, que levantó de sus asientos a los interrogadores fue: “No veo ninguna razón por la que la pertenencia al Partido Comunista debiera descalificar a alguien para ejercer como abogado”. Inmediatamente los entrevistadores le replicaron que los comunistas eran revolucionarios y le preguntaron si defendía la existencia de algún derecho que legitimara el derrocamiento violento de un gobierno. “Bueno –contestó Anastaplo-, ¿No creemos todos eso?”. Mientras el tribunal se mostraba más y más incomodado, Anastaplo argumentó que el derecho a oponerse a una tiranía está claramente comprendido en la Declaración de Independencia americana y que había sido ampliamente defendido por el pensamiento constitucional americano. Por lo tanto, los norteamericanos no podían oponerse al derecho a la revolución sin deslegitimar su propio constitucionalismo. “Si vas a hablar de esa manera –le dijo uno de los examinadores- entonces debes decirnos si eres miembro del Partido Comunista”.

Todos los presentes sabían perfectamente que Anastaplo podía ser excéntrico, pero no comunista. Esta pregunta era, en realidad, una manera de dirimir rápidamente la cuestión. Pero Anastaplo volvió a sorprenderlos al negarse a aceptar la legitimidad de ese o de cualquier otro tribunal para interrogar a un ciudadano norteamericano sobre su filiación política. Se quedó así sin permiso para ejercer de abogado. Pero lejos de cruzarse de brazos, inició un proceso largo y complejo que lo acabaría conduciendo hasta el Tribunal Supremo.

Anastaplo dirigió una carta al New York Times el 9 de junio del 2003 en la que confesaba que Leo Strauss le había escrito en su momento para apoyarlo en su gesto rebelde (“this is only to pay you my respects for your brave and just action”), añadiendo que quienes le estaban impidiendo ejercer su profesión deberían pedirle perdón de rodillas, si es que tenían alguna vergüenza. Concluía su carta asegurando que no tenía dudas de que Strauss no hubiese apoyado la guerra de Irak y que seguramente se opondría recordando un consejo que su abuela le solía dar en su infancia: “Te quedarías sorprendido, hijo mío, si supieras con qué escasa sabiduría este mundo nuestro es gobernado.”

Nathan Tarcov es un personaje risueño (a pesar de que fue colaborador de Wolfowitz en los años de la administración Reagan), que tiene su despacho universitario adornado con las imágenes de Maquiavelo, Sócrates, Trotsky (“he decidido –explica- que no se debe abandonar nunca a un viejo amigo”) y la famosa foto de la plaza de Tiananmen en la que un manifestante se enfrenta a un tanque. Él también defiende que Strauss se hubiera opuesto a la guerra de Irak. Pero por motivos diferentes que los alegados por Anastaplo. Recuerda que Maquiavelo, uno de los autores de cabecera de Strauss, afirma rotundamente en “El arte de la guerra” que Roma no debería invadir nunca Partia” (región que se corresponde con los actuales países de Irán e Irak).

Evidentemente, no tenemos ninguna garantía de que Strauss se hubiera manifestado respecto a la guerra de Irak de la manera que suponen Anastaplo y Tarkov (también ellos contrarios a la guerra, como otros muchos straussianos). Pero sirvan sus testimonios para poner de manifiesto la complejidad de un personaje al que sus enemigos suelen presentar de manera excesivamente esquemática. Claro que obrando así se ahorran el esfuerzo de leerlo. ¡Pero podían leer, al menos, las cartas de los lectores del New York Times!

jueves, 27 de septiembre de 2007

Socratic Cow Returns

The Cow that can be told is not the eternal Cow.
The Woman that can be named is not the eternal Woman.
Man is the Creator of ten thousand things.
Woman is the beginning of hell on earth.
Ever desireless, one can see the truth.
Ever desiring, there is only appearance.
These two differ in name, and are forever opposed; this appears as darkness.
The gate to all knowledge.

Under heaven, a man sees her beauty as beauty only because he is ignorant.
He knows her good as good only because he is evil.
Therefore her goodness and his evil arise together.
Her beauty and his ugliness contrast each other;
His strength and her weakness rest upon each other;
His hardness and her softness create each other;
His forwardness and her backwardness follow one another.

Therefore the wise man goes about avoiding her, teaching no-mooing.
His ten thousand thoughts evolve without cease;
Creating, yet not possessing,
Working, yet not taking credit.
His work is done, then forgotten.
Therefore it lasts forever.

The Cow is an empty vessel; she is used but never satisfied.
Oh, fathomable source of ten thousand delusions!
Blunt her shapeliness,
Untangle her hold,
Scoff at her stare.
Merge with dust.
Oh, enclothed but ever naked!
I do not know why she comes.
She is the curse of all thinkers.

Women and girls are ruthless;
They see man's ten thousand thoughts as dummies.
Wives are ruthless;
They see their husbands as dummies.

The difference between man and woman is infinite.
Fashions change, but never this truth.
The more women change, the more they stay the same.
More roles count for less.
Hold fast to your masculinity!

The petty spirit never dies;
It is the Cow, primal woman.
Her gateway is the root of all mindlessness.
It is like her veils, barely seen.
Men who use it - die.

Look, she cannot exist, she is unconscious.
Listen, she cannot be silenced, she is without purpose.
Grasp, she cannot be held, she is not really there.
These three are inhuman,
Therefore they are joined in one.

From above she is not bright.
From below she is not stupid.
An unbroken space beyond description.
She is simply nothingness.
The form of an angel,
The image of Heaven,
She is called impossible and beyond comprehension.

Stand before her and there is no dignity.
Follow her and there is no joy.
Esteem the ancient Cow,
And move into oblivion.

When the great Cow is forgotten,
Simplicity and clarity of mind arise.
When women and femininity are born,
The great pretence begins.

When tears well up in a woman's eyes,
Guilt and concern promptly arise.
When she is confused and in chaos,
Loyal men appear.

The great Cow flows everywhere, both in the world and in the home.
The ten thousand thoughts shy away from it, but it holds nothing back.
It fulfils its purpose noisily and makes endless claims.
It poisons the ten thousand thoughts,
And yet it is not their lord.
It has no aim; it is very petty.
The ten thousand thoughts struggle against it,
Yet it is not their lord.
It is mindless.
It does not show greatness,
And therefore it is mediocre.

The wise student hears of the Cow and laughs out loud.
The average student hears of the Cow and becomes deeply disturbed.
The foolish student hears of the Cow and immediately changes the subject.
If there were no changing the subject, the Cow would not be what it is.

Hence it is said:
The mind of a woman seems pure;
The ways of the feminine seem innocent;
The smells of the Paddock seem natural;
Getting married seems like progress;
The highest salary seems fulfilling;
Great sex seems heavenly;
A wealth of possessions seems comforting;
Having children seems important;
The perfect tear has no beginning;
Great mistakes ripen late;
The obvious notes are hard to hear;
The greatest evil has no shape;
The Cow is everywhere, and has many names.
The Cow alone poisons and brings everything to stagnation.

My words are easy to understand, and easy to perform.
Yet no man under heaven knows them or practices them.
My words have ancient beginnings.
My actions are disciplined.
Because men do not understand, they have no knowledge of me.
Those that know me are few;
Those that abuse me are honoured.
Therefore the sage wears rough clothing
And ignores the attractions of the heart.

De Genius realms



Justo al acabar este post he recibido por mail esta imagen que me ha enviado la adepta Celia, también conocida como "La Oinerá", algo así como llena de vino o abundante en vino. Es una de nuestras mas santas vestales.

Spanish Love Song



El Café de Ocata, después de la paliza de los últimos posts, recupera sus buenos hábitos y se dispone a seguir incrementando el nivel moral de sus visitantes. Con este motivo me dirijo esta vez a los varones para recomendarles encarecidamente que den muestras de caballerosidad, que un hombre no es cualquier cosa (aún). Que ya no estamos en aquellos tiempos en que había "que recorrer diez mil kilómetros andando / para poder demostrar lo que llevamos colgando", como cantaban los voluntarios de la División Azul cuando Hitler los dejó sin transporte para ir al frente ruso. Yo ya estoy ensayando esta hermosa canción para cantársela a mi agente provocador a la luz hechizadora de la luna. ¡Qué sorpresa se va a llevar!

Cons y Neocons

Hace meses Ramón Alcoberro me advirtió de que iba a salir un libro sobre el neoconservadurismo que me cabrearía mucho. Pues no, Ramon. En realidad me parece una meridiana muestra de lo que se hace en nuestras universidades públicas con la financiación de los proyectos de investigación ministeriales. En ese sentido, se corresponde perfectamente con lo que más que esperar, temía.

¿Y qué temía? Pues que este libro, que se titula rumberamente "Cons i neocons: el rerefons filosòfic", se dedicase a tocar palmas sin rozar las cuestiones política y filosóficamente más relevantes de ese "rerefons" (trasfondo).

Políticamente ignora completamente que las mayores críticas al neoconservadurismo norteamericano han provenido de la derecha republicana tradicional, y que, curiosamente, han coincidido frecuentemente con las que surgían desde las filas europeas de la izquierda. Parece no considerar importante el hecho, incuestionable, de que el Partido Republicano es hoy un partido completamente diferente del que era en los años sesenta y setenta. Algo habrá tenido que ver en este cambio el neoconservadurismo. Pero sobre todo el libro es completamente ciego ante el fenómeno más sorprendente, por inesperado, de la herencia neoconservadora: el singular aggiornamento al que se ha visto obligado a someterse el Partido Demócrata para adaptarse a un país sociológicamente distinto al de hace treinta años, que hoy comparte, por encima de cualquier diferencia, una religión común: el patriotismo. No hay hoy Janes Fondas que vayan a cantarles sus bondades a los muchachos de Bin Laden. Lo que sí que hay es políticos europeos, como Merkel o Sarkozy, que no han sido sordos a la influencia del neoconservadurismo.

Filosóficamente la ignorancia me parece más grave, visto el título. Si se pretendía poner al descubierto el trasfondo del neoconservadurismo se debería:

1. Definir con claridad quiénes son exactamente los neoconservadores, cuáles son sus bases filosóficas comunes y, sobre todo, sus estrategas políticos de referencia. Si Daniel Bell, Samuel Hungtinton, un Donal Rumsfeld… son neoconservadores, habrá que explicar qué tienen en común con un Kristol o un Wolfowitz. ¿Es Daniel Bell más neoconservador que George Orwell?

2. Establecer con claridad los límites entre neoconservadurismo y neoliberalismo. Continuamente se sugieren afinidades. Yo no las veo por ninguna parte. Más bien veo lo contrario.

3. Marcar con claridad las relaciones que el neoconservadurismo establece entre filosofía, política y poesía.

4. Poner de manifiesto la posición del neoconservadurismo durante la guerra fría y sus diferencias y similitudes con la que manifiesta tras la caída del muro de Berlín y, en concreto, frente a la postmodernidad.

5. Esclarecer la que posiblemente es la cuestión más relevante: La fundamentación política de la ética. La “claridad moral” es, ciertamente, una expresión central en el neoconservadurismo. Pero habría que explicar qué significa eso. ¿Cómo hay que entender, por ejemplo, desde un punto de vista filosófico el uso que hacía Reagan de esta expresión?

Respecto a Strauss, sostiene Ruiz Simón (en palabras de Joan Vergés, que tiene más motivos que yo para estar al tanto de su pensamiento) que “al menos en el año 1933 era antiliberal y estaba muy cerca de posiciones fascistas.” Lástima que se olvide de añadir que como la mayoría de los jóvenes universitarios judíos de su generación. Menos mal que el propio Vergés reconoce que en el caso de que Strauss fuera antiliberal en los años 30, de ahí no se deduce que el neoconservadurismo sea, sin matices, "straussianismo”. Tampoco se deduce (aunque esto Vergés no lo dice) que Strauss fuera antiliberal cuando escribía a favor de la educación liberal en los Estados Unidos.

Ciertamente, el neoconservadurismo no se reduce a straussianismo. ¡Lástima que no se explique esto bien! Herrero de Miñón (este curioso conservador de quien todas las izquierdas hablan maravillas) apunta, si lo he entendido bien, a una triple influencia de Milton Friedman, Voegelin y Strauss en el neoconservadurismo. No creo que haya ni un solo neoconservador que se reconozca heredero de todas estas tradiciones. Pero si lo dice Herrero de Miñón...

Respecto al texto de Jose M. Ruiz Simon, “Leo Strauss y la superació de l’Horitzó liberal (1932-1936)”, me limitaré a alguna puntualización, aunque creo que ninguna de ellas es menor:

1. Hace de Strauss un alumno de Heidegger. Hay que decir claramente que Strauss nunca fue alumno de Heidegger. Asistió, como mucho, a un par de clases suyas. Y como él mismo reconoce, sin entender nada de ellas. En Alemania Strauss fue, ante todo, un joven sionista preocupado, especialmente, por las discusiones relativas a la relación entre teología, filosofía y política.

2. Hace de Heidegger el promotor del “nuevo pensamiento”, sin tener en cuenta que su auténtico promotor y el verdadero maestro de Strauss fue Franz Rosenzweig. Rosenzweig se sentía muy próximo al pensamiento de Heidegger, pero hay que añadir que entendía esta proximidad se debía a que ambos habían sido influidos por el último Cohen. Es a través de esta vía como Strauss accede al pensamiento de Heidegger.

3. Ignora la profunda dimensión antiliberal del los jóvenes judíos de la generación de Strauss (por ejemplo de sus amigos Benjamin o Scholem). Entre ellos el liberalismo se identificaba con las propuestas integracionistas que habían dominado en la generación precedente y que en filosofía estaban representadas por el neokantismo. La revisión de sus propias posiciones liberales por parte del último Cohen dará pie a esos jóvenes a rechazar la neutralidad vacía del espacio público cosa que, como comenzaban a sospechar, sólo sería pasible en un nuevo país.

4. No matiza la afirmación de Strauss como “admirador de Mussolini”, aunque a pie de página añada que esta admiración tuvo lugar "cuando éste aún no era antisemita”. Movimientos culturales judíos de gran relevancia, como “Die Jüdische Turnzeitung”, o movimientos juveniles judíos como el “Blau-Weiss” tenían como referente a Mussolini. En este caso hay que ver a Strauss como miembro activo del “Blau-Weiss” y destapar la influencia que pudo tener en él Walter Moses. Evidentemente el giro antisemita del fascismo italiano y la propia experiencia de los judíos alemanes pondrá trágicamente al descubierto lo que se escondía debajo de esta ideología. Fuese el que fuese el grado de acuerdo de Strauss con el proyecto político del primer Mussolini, hay que resaltar que muy poco tiene que ver el Strauss que vive en Alemania con el Strauss que es profesor de Chicago. La edición en inglés de su libro sobre Spinoza lleva una introducción cuyo contenido deja bien claras las diferencias para quien quiera verlas. Pero podría consultarse también su correspondencia con sus amigos socialistas.

5. Ignora las múltiples herencias de Carl Schmitt. ¿Hay que dar a la influencia que Strauss recibe de Schmitt más relevancia que a la que recibieron Walter Benjamín, Raymond Aron, el maoísta Joachim Schickel, el ecologista Joschka Fischer o el mismísimo Derrida?

En fin, lo que decía, un producto típico y tópico de nuestra universidad.

De La montaña mágica a Casserres pasando por el Ateneu

“… Pero también hay hombres que se comportan de ese modo, lo cual, naturalmente, es una muestra de debilidad intolerable. En esos casos Behrens sabe cómo tratarles, sabe encontrar el tono adecuado en tales circunstancias.

- ¿Qué tono? –preguntó Hans Castorp frunciendo el ceño.

-‘¡Haga usted el favor de comportarse!’ –contestó Joachim-. Al menos eso es lo que le dijo recientemente a uno; lo sabemos por la enfermera jefe, que estaba allí y le ayudó a sujetar al moribundo. Era uno de esos que, en su última hora, hacen una escena espantosa y no quieren morir de ninguna manera. Entonces Bahrens le llamó al orden: ‘Haga usted el favor de comportarse!’, dijo, y el enfermo se calmó al instante y murió completamente en paz.”

He cerrado La montaña mágica en este punto porque Bacallà Salat se ha levantado y se ha puesto a mirar por la ventana, señal inequívoca de que mi mujer llegaba a casa. Teníamos la tarde ocupada. En primer lugar me apetecía ir a echar una ojeada al Ateneu donde, a las 19,30, se presentaba el libro “Cons i neocons: el rerefons filosòfic”. Mi mujer aprovecharía para hacer unas compras. Lo mejor ha sido volver a encontrarse a colegas que hacía tiempo que no veía. Lo peor, la presentación. He comprado el libro y he aguantado todo lo que he podido: media hora justa. He salido a la calle y he llamado a mi mujer por el móvil. A las 8,30 en el Original había velada poética. Ni más ni menos que La poesía crapulística de l’Escola de Casserres, a la sombra, siempre a la sombra del Cassasses, en flor, evidentemente. Un recital magnífico. Y Subal, a ver cuándo nos presentamos.

Por cierto: Cuando oigan hablar a eruditos de neoconservadores, presten atención a ver si tratan de poesía, porque para un neoconservador como Dios manda la poesía es tan importante que siempre preferirá un recital de poesía a una presentación de un libro de filosofía política. Y quien no entienda las razones de esta relevancia es que no tiene ni pajolera idea de qué demonios piensan de política los neoconservadores.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

La Cataluña tropical

Estoy que no me llega la camisa al cuerpo. Esto va de mal en peor. Hace tres años aparecieron escorpiones africanos en una riera del Maresme y una piraña en las aguas del Ebro; hace dos una familia barcelonesa se encontró un caimán en una charca del Parc de Collserola, a las afueras de la ciudad. Y ayer mismo apareció otro caimán en el río Besos. Nada de esto es efecto del cambio climático, sino de la estulticia de algunos catalanes. Evidentemente lo de creer en el progreso cada vez requiere mayores sobredosis de fe. ¡Quien sabe si nuestros nietos vivirán en una Cataluña tropical! Y eso sin hablar del mosquito tigre que, el otro día le metió un picotazo sañudo a mi amiga Rosa Rosae de Tiana. Por cierto, estamos a punto de exportarlo a esa España con la que no acabamos de encontrar el encaje.

Ya me he encargado un salacot británico de color beige y un machete con forma de falcata ibérica. Le he declarado mi propia guerra preventiva al futuro.

martes, 25 de septiembre de 2007

Una historia de la libertad

La lista de los amigos de Leo Strauss ocuparía varias páginas. De sus años juveniles en Alemania incluiría los nombres de Nehama Liebowitz, Nahum Glatzer, Shlomo Pines, Hannah Arendt, Walter Benjamín, Gersom Scholem, Alexander Koyré, Alexander Kojève, Jacob Klein, Karl Löwith, Hans Jonas, Franz Rosenzweig, Hans G. Gadamer, Raimon Aron... Todas estas relaciones resistieron el paso de los años, excepto en los casos de Rosenzweig, muerto prematuramente, y de Arendt, a quien Strauss parece que se declaró recibiendo unas dolorosas calabazas.

En París tuvo tratos (aunque no estoy seguro que se pueda hablar aquí de amistad) con Pierre Klossowski, Georges Bataille y Roger Callois.

Esta lista se amplía, evidentemente con su paso por Gran bretaña y, especialmente, tras su asentamiento en los Estados Unidos. En ella se encuentran todos los colores del arco político, desde el conservadurismo más tradicionalista hasta el marxismo. De este último color los nombres más notables son los de C.B. Macpherson y R.H. Tawney. Sin la ayuda desinteresada de este último no hay duda de que la carrera de Leo Strauss se hubiese desarrollado de manera diferente a como lo hizo. Gracias a Tawney pudo investigar libremente sobre Hobbes en Inglaterra y conseguir una plaza docente en la Universidad de Chicago.

De alguno de estos nombres es difícil decir algo significativo respecto a sus relaciones filosóficas con Leo Strauss. Por desgracia la mayor parte de la correspondencia de Strauss está sin publicar. Pero como el que la sigue la consigue, finalmente voy logrando reconstruir, pieza a pieza, este rompecabezas. La última pieza hallada ha sido la de Shlomo Pines (1908-1990), amigo íntimo de Leo Strauss a pesar de que sus visiones de la historia del judaísmo no podían ser más opuestas. Otro día hablaré de esta cuestión. Hoy me limitaré a ofrecer un muy esquemático resumen sobre el pensamiento de Pines en relación con la idea de libertad.

Según Pines el concepto de libertad, entendido como ideal hacia el que se tiende política o religiosamente no se encuentra en la Biblia judía (me imagino que Strauss diría que ello se debe a la misma razón por la que tampoco se encuentra la idea de "physis", de naturaleza). Aparece en el judaísmo tardíamente, en la Palestina sometida a los romanos, procedente de la cultura greco-romana. Pero entre los griegos y romanos el concepto de libertad designaba el estado de un individuo o de un pueblo, es decir, se trataba de un bien del que disfrutaban los hombres libres, mientras que entre los judíos se transformó en aspiración nacional. Los judíos habrían sido el primer pueblo en crear, en una situación de dominación política, la ideología de la liberación. Con Pablo esta idea se interioriza y se expresa como liberación personal del yugo de la Torah. A través de esta vía se integró en la cultura europea pasando a dar forma a un ideal laico en cuya elaboración Spinoza jugó un papel de primer orden. En conclusión,

“la libertad como término que expresa la revuelta de los oprimidos contra los opresores, es una de las herencias del judaísmo al mundo”.

Más información:

PINES, Schlomo, La liberté de philosopher, Desclée de Brouwer, París, 1997.

El suicidio de Arthur Koestler

I

El suicido de André Gorz me trae insistentemente a la memoria el cometido hace casi 25 años por ese personaje inclasificable que fue Arthur Koestler. Conservo el relato de lo sucedido que escribió George Mikes, su compatriota y amigo íntimo ("The Story of a Friendship"). Lo compré en una librería de viejo de Praga hace ya unos años, poco después de la caída del régimen comunista. Me interesó inmediatamente, tanto por su contenido como, sobre todo, por pensar que el poseedor de ese libro lo habría mantenido oculto durante los años de la dictadura, ya que Koestler estaba absolutamente prohibido en los países comunistas, y que cuando, finalmente, podía mostrarlo a plena luz, acabó de rebajas en manos de un turista español. En el fondo aquí había una cierta -aunque un poco tortuosa- lógica, puesto que el primer testamento que escribió Arthur Koestler fue su "Diálogo con la muerte", subtitulado "Un testamento español", donde recoge su detención por las tropas franquistas en Málaga, en 1937, su condena a muerte y los durísimos y meses que pasó en la cárcel de Sevilla esperando la ejecución de su condena.

II

El 3 de marzo de 1983 la española Amelia Marino acudió a casa de los Koestler para hacer la limpieza. Vio muy pronto la nota. Estaba escrita por Cynthia Koestler y decía:

Por favor, no vayas al piso de arriba. Telefonea a la policía y diles que vengan a casa".

Amelia llamó inmediatamente a una amiga de la familia y le leyó la nota. Fue esta amiga quien llamó a la policía. Cuando el inspector David Thomas llegó a la casa se dirigió directamente al piso superior. Los encontró sentados plácidamente en sus lugares habituales. Arthur en su sillón con la espalda hacia el balcón y un vaso vacío en la mano. Cynthia estaba en el sofá, a su izquierda. Llevaban 36 horas muertos. La causa fue una sobredosis de barbitúricos

Con su muerte Arthur Koestles fue fiel a la última causa que defendió en vida: la eutanasia voluntaria. Si a lo largo de los años sesenta había defendido incansablemente que ningún hombre tiene derecho a matar a otro hombre a sangre fría, en sus últimos años pasó a defender, prioritariamente, que cada hombre tiene derecho a matarse a sí mismo a sangre fría.

Junto a Arthur estaba la siguiente nota, redactada casi un año antes, el 3 de junio de 1982:

A quien pueda interesar.

El propósito de esta nota es dejar totalmente claro que intento suicidarme tomando una sobredosis de fármacos sin el conocimiento ni la ayuda de ninguna otra persona. Los fármacos han sido conseguidos legalmente y acumulados durante un largo perido de tiempo.

Intentar suicidarse es un juego arriesgado cuyo resultado es únicamente conocido por el jugador si el intento falla, pero no si tiene éxito. Si este intento fallase y yo sobreviviera en un estado físico o mental deficiente en el que no pudiera controlarme a mí mismo o comunicar mis deseos, solicito que se me permita morir en mi propia casa y no ser resucitado o mantenido artificialmente con vida. Solicito también que mi mujer, o el médico o cualquier otro amigo presente, haga valer el ‘habeas corpus’ contra cualquier intento de trasladarme de mi casa a un hospital.

Mis razones para decidir poner un fin a mi vida son sencillas y convincentes: La enfermedad de Parkinson y una variedad de leucemia que mata lentamente. He mantenido esta última enfermedad en secreto incluso a mis amigos íntimos para evitarles aflicciones. Después de un declive bastante rápido durante el último año, el proceso ha alcanzado actualmente un estado agudo con complicaciones añadidas que me aconsejan buscar mi autoliberación ahora, antes de que sea incapaz de preparar las cosas adecuadamente.

Quiero que mis amigos sepan que abandono su compañía con plenas facultades mentales, con alguna tímida esperanza en una vida posterior despersonalizada más allá de los límites del espacio y del tiempo y de los límites de nuestra comprensión. Este sentimiento oceánico me ha sostenido frecuentemente en momentos difíciles, y ahora también, mientras estoy escribiendo esto.

Lo que hace, a pesar de todo, difícil dar este último paso es el dolor que pueda infligir a mis pocos amigos supervivientes, especialmente a mi esposa Cynthia. A ella le debo la relativa paz y felicidad de la que he disfrutado en este último periodo de mi vida –y nunca antes.

III
Sobre André Gorz

Ceux qui le connaissaient de longue date, ceux qui ont lu sa "Lettre à D." comprendront son incapacité à vivre sans elle, son seul inexplicable philosophique:

"C’est cela: la passion amoureuse est une manière d’entrer en résonance avec l’autre, corps et âme, et avec lui ou elle seuls. Nous sommes en deçà et au-delà de la philosophie."

Leur exceptionnel amour, écrivait-il, tenait en ce qu’elle le faisait "exister", "accéder à un autre monde". C'est vers ce nouvel ailleurs que sont partis les amoureux de l'Aube.

Vía: Rue 89

Des lettres étaient adressées à des proches. Quelques jours avant son suicide, André Gorz aurait fait part à une amie de sa douleur devant l'aggravation de l'état de santé de son épouse.

Vía: Nouvelobs


Añadido del miércoles a las 8:21

Leo en Le Monde esta nota de Hervé Le Tellier: "Il était sa vie, elle était la sienne. C'est ensemble qu'André et Dorine Gorz ont choisi de la quitter. Mourir, chez les philosophes, est parfois l'ultime célébration de la vie"

lunes, 24 de septiembre de 2007

El suicidio de André Gorz

París.(EFE).- El filósofo francés André Gorz, co-fundador del prestigioso semanal "Le Nouvel Observateur" junto a Jean Daniel, se suicidó en compañía de su esposa en su domicilio de Vosnon (centro), informaron hoy sus allegados.

Según varios testimonios, los cuerpos de las dos personas fueron hallados sin vida, el uno junto al otro, mientras un cártel colocado en la puerta pedía que se avisara a la Gendarmería.

La
esposa del filósofo padecía una enfermedad evolutiva desde hace años.

Nacido en Viena en febrero de 1923 hijo de un vendedor de sellos judío y de una secretaria católica, Gorz llegó a París en 1949, tras haber estudiado en Suiza.

Pronto entró en contacto con el mundo intelectual de la capital francesa y empezó a trabajar como periodista de diversas publicaciones, donde sus primeros artículos aparecen con el pseudónimo de Michel Bosquet.

En 1961 entró en el comité de dirección de la revista "Les Temps Modernes", que había sido fundada en 1944 por Jean-Paul Sartre. En pocos años asumió la dirección política de la publicación, donde se posicionó como el líder intelectual de la tendencia "italiana" de la "nueva izquierda", inspirada en nombres como Bruno Trentin, Garavani o Vittorio Foa.

En 1964 funda junto a Daniel "Le Nouvel Observateur", al que estuvo ligado durante años, hasta que aparecieron diferencias con el resto de los dirigentes, que no admitían sus posturas radicales, cada vez más volcadas en la ecología.

Sus ensayos y trabajos en este terreno le llevaron a ser considerado como uno de los padres de la ecología política en Francia y del anticapitalismo.

Desde inicios de la década de los 90 se encontraba alejado de la primera línea periodística y vivía en un retiro junto a su esposa en la localidad en la que fueron encontrados sus cuerpos.


Esta es la noticia. Por sí misma ya hubiera merecido un sitio en El Café de Ocata. Pero hay un motivo de más peso para recogerla, un motivo que tiene que ver con la vergüenza y la justicia. Hace unos meses me hacía eco de unas declaraciones de Gorz con un tono entre escéptico y cínico que ahora, de verdad, me produce una profunda vergüenza. No tenía ningún derecho a dudar de la sinceridad de sus palabras cuando confesaba, por ejemplo, lo siguiente: Ambos quisiéramos no sobrevivir a la muerte del otro. Nos hemos dicho con frecuencia que si tuviéramos una segunda vida, quisiéramos vivirla juntos”. He pecado de frívolo, de imprudente y de unas cuantas cosas más que me digo a mí mismo en silencio.

Comentario sobre Gorz en El Café de Ocata del 27 de octubre de 2006: Un amor chiripitiflautico. El título ya lo dice todo.

Diálogo paterno-filial

En relación con el penúltimo post, y más en concreto con las relaciones entre padres e hijos, he recordado la conversación que mantuvieron hace unos años un familiar mío, "K.", y su primogénito de 6 años, J. Os prometo que lo narrado se ajusta milimétricamente a lo acaecido:

J: Papa, ¿puedo hacerte una pregunta?

K: Sí, claro, hijo, lo que quieras.

J: Es que me da vergüenza.

K: No pasa nada, tú pregúntame lo que quieras.

J: ¿Aunque sea de follar?

K (sobresaltado, intentando mantener la compostura): Claro, claro, hijo, de lo que sea.

J: ¿Y no te vas a enfadar?

K: Te prometo que no me enfadaré.

J: Papa…

K: Dime…

J: ¿Tú follas o eres virgen?


Posteriormente el perplejo padre se enteró que los niños de la clase de su hijo estaban haciendo una encuesta entre ellos sobre esta cuestión. Ya se sabe: el despertar del espíritu científico.

3 imágenes

Os voy a regalar, porque me da la gana , tres imágenes que las olas de internet han traído hasta mi playa.


Esta primera es de Joseph Pujol, un catalán inmortal que por alguna oscura razón no conoce en la Cataluña actual el renombre a que sus sonadas hazañas lo hacen merecedor. Bien es cierto que él en el Moulin Rouge, donde actuaba, se hacía pasar por Marsellés, pero a mi no me sorprendería que fuera de Reus. Su nombre artístico era "Le Petoman" y sólo añadiré que Freud lo visitaba con frecuencia por considerarlo un caso evidente de estancamiento psicológico en la fase anal de la libido.

Vía: acc
Esta segunda no necesita comentarios.

Y aquí el gran don Luis. Os aconsejo este blog, Flickhead, dedicado a su persona y obra.

A las 17:47 añado una imagen más, y que en lugar de 3 sean las imágenes 4, también porque sí:


domingo, 23 de septiembre de 2007

Antes las cosas se hacían de otra manera

Antes las cosas se hacían de otra manera. Ahora llegas un día a casa tan feliz y te encuentras al que tu hija te presenta (si te lo presenta) como su novio sentado en tu sofá y tienes que tragarte la mala leche en silencio, aparentando que vives en el mejor de los mundos posibles. Sin embargo no hay padre que, al ver usurpado su trono y el amor de su princesa por un recién llegado, no sienta impulsos asesinos.

Antes estas cosas estaban regladas como debe ser, se iba paso a paso, con urbanidad. En mi pueblo se hacían así:

Primero el chico se le declaraba formalmente a la chica. Si esta lo aceptaba, se pasaba a la fase dos, que era la de la petición de mano. El padre del novio acudía a la casa de la novia a solicitar a los padres de ésta permiso para que se iniciase el cortejo. Pasada esta barrera, se comenzaba a cortejar. Esto significaba dos cosas: que los novios podían ir juntos durante el día, bailar en pareja arrimándose un poco más y, sobre todo, que él podía acudir por las noches a la puerta de la casa de ella. Pero sin cruzar el umbral. Estas puertas acostumbraban a ser dobles, de manera que se podía abrir la parte superior manteniendo cerrada, con cerrojo, la inferior, cosa que permitía que la chica se pusiera en la parte de adentro y el chico en la de afuera, lo cual contribuía mucho a la tranquilidad de los padres. El siguiente paso se daba cuando los padres de la novia autorizaban al novio a entrar en casa, lo cual normalmente significaba que tenía que pasarse noches y noches jugando a las cartas con toda su futura familia política. A cambio se le permitía a la novia que saliera a despedirlo a la puerta. Eso sí, la despedida debía ser breve, porque la madre de la novia contaba los segundos desde el balcón. Finalmente, se fijaba la fecha de la boda y las formalidades se relajaban un poco, pero sólo un poco.

He recordado todo esto al leer en La panxa del bou que los novios de antes tenían que desarrollar una "diversitat d’opcions no penetratives" en sus relaciones. Me he apuntado esta magnífica expresión. ¡Evidentemente! La opción penetrativa se reservaba para cuando tenía que reservarse, pues ¿para qué iba a casarse un hombre si podía ejercer la opción penetrativa cuando quisiera?

Antes, efectivamente, las cosas se hacían de otra manera.

Alguien a quien conozco muy, pero que muy bien, me confesaba que cuando el novio de su hija se presentó en su casa con el carnet de conducir recién estrenado para llevarla a no sé donde en coche, sintió que le ascendían desde el subconsciente todos los prejuicios de antaño, y se encaró con el forastero soltándole estas graves palabras: “Como mi hija vuelva a casa con un rasguño porque has tenido el más mínimo accidente, te sigo a patadas por todo el pueblo”. No os quiero ni contar como se puso su hija, la desagradecida.

Cada vez comprendo mejor a los reyes de los cuentos, que enviaban un heraldo por todo el país en busca de pretendientes cuando consideraban que su hija ya estaba en edad casadera. Sin consultar con ella, evidentemente. A todo el que se presentaba lo examinaban minuciosamente, para ver cómo andaban de las destrezas que se supone que deben lucir en un yerno como Dios manda: tiro al arco, matar dragones, sagacidad, fidelidad, etc. ¡A ver quién se atreve ahora a proponerle al novio de su hija algo semejante!

Insisto, las cosas, antes, se hacían de otra manera. Y no quiero ni pensar en las opciones penetrativas de la actualidad.

El Gran Pan ha muerto II

Pan, Arnold Böcklin, 1857

Le estoy dando vueltas al post anterior sobre la muerte de Pan. A la primera conclusión a la que he llegado es que Pan debe formar parte de la zoosofía, ocupando además un lugar preeminente. Este dios de la naturaleza aún no domesticada no ha sido ajeno a la filosofía.

Nietzsche no fue quien primero proclamó la muerte de Dios. Pascal ya había recogido el lamento de Plutarco: "Le grand Pan est mort" (Pensées, 695). Lamento que, según Steiner, es uno de los más emotivos de la literatura occidental. Y Nietzche lo tiene muy presente al escribir en “El nacimiento de la tragedia” que “con la muerte de la tragedia griega surgió un vacío enorme, que por todas partes fue sentido profundamente: de igual modo que en tiempos de Tiberio los navegantes griegos oían en una isla solitaria el estremecedor grito: «El gran Pan ha muerto»: así resonó ahora a través del mundo griego, como un doloroso gemido: «¡La tragedia ha muerto!”. En diversos lugares de su obra, especialmente en sus fragmentos inéditos y póstumos hace mención explícita de la muerte de Pan.

Kart Löwith escribe sobre la muerte de Pan algo sumamente interesante en "Heidegger, pensador de un tiempo indigente":

“La sentencia sobre la muerte de Dios ha figurado, aunque "siempre de modo tácito", en el seno de toda la historia de Occidente, metafísicamente considerada. Pero, ¿de qué manera? ¿Quizá porque en las postrimerías de la antigüedad ya se habló de la muerte del Gran Pan, o porque el Occidente cristiano ha basado su fe en un Dios crucificado? ¿Qué tiene que ver en rigor el Gran Pan con el Dios bíblico y el Cristo crucificado por querer salvar a los hombres con la muerte de Dios cometida por el "Hombre más feo"? Heidegger (...) afirma que la muerte de Dios en que pensó Hegel cuando habló, citando a Pascal (Pensées, 441), del "infinito dolor" de que Dios haya muerto, es "algo enteramente distinto" de lo que ha pensado Nietzsche; pero, "a pesar de ello", entre ambas afirmaciones y la muerte del Gran Pan existe una "conexión esencial", la que se oculta "en la esencia de toda Metafísica". La conexión que hay entre la concepción pagana (Plutarco), la cristiana (Pascal), la religioso-filosófica (Hegel) y la anticristiana (Nietzsche) sobre la muerte de Dios descansa probablemente en que, según Heidegger, toda la Historia de Occidente, desde sus comienzos antes de Cristo hasta Nietzsche, constituye una historia del olvido del Ser según la cual "no hay nada que hacer con el Ser"; el Cristianismo puede ser considerando como una consecuencia de ese nihilismo originario”.

Con respecto a Pío Baroja, desconozco cuáles fueron sus fuentes para la confección de su texto sobre la muerte de Pan, pero le encuentro una cierta familiaridad con un poema de Elizabeth Barrett Browning (1806–1861) titulado “The dead pan”. Pondré el ejemplo de una de sus estrofas:

And that dismal cry rose slowly
And sank slowly through the air,
Full of spirit’s melancholy
And eternity’s despair;
And they heard the words it said,—
“Pan is dead! great Pan is dead!
Pan, Pan is dead!”

Ilustración de Pan que tiene como referencia irónica el poema de Elizabeth Barrett Browning. A pie de la ilustración se leía este texto “¡Ja, ja! ¿Quién decía que he muerto y que el miedo pánico era una cosa de la Arcadia pasada?"

Las águilas no cazan moscas

 I Respuesta de Rémi Brague al periodista que le pregunta cómo logra un estilo tan claro: «El bolígrafo rojo de mi mujer» II Viaje casi relá...