lunes, 8 de diciembre de 2025

La Obama, cancelada.

Hay un feminismo excéntrico y faltón, que, simple y llanamente, se muestra contrario a la vida adulta y se empeña en no perder ocasión de demostrarlo. El último caso: el adelgazamiento de Michelle Obama, que ha sido visto como una traición a la causa. «¿Por qué, Michelle?», se lamentaba Najat El Hachmi en las páginas de El País el pasado día 5. «Por qué tú? ¿Por qué has decidido traicionar la causa feminista?» ¿Y en qué felonía antifeminista ha caído la señora Obama para producir tanta decepción? Pues que ha adelgazado. A mi me hubiera parecido razonable que las feministas se alegraran de la pérdida de grasa corporal de la Obama, aduciendo que su cuerpo es suyo y que si se autopercibe mejor como flaca que como gorda tiene todo el derecho a materializar su autopercepción, pero no. ¡Ha sido cancelada! 

domingo, 7 de diciembre de 2025

Nuestro tiempo

No sé si alguna vez existieron tiempos tranquilos. Posiblemente los tiempos tranquilos son una construcción del esfuerzo conjunto de la desmemoria y de la vanidad de la existencia. Hoy la desmemoria se ha convertido en un programa político y la vanidad de la existencia se muestra en esa jactancia del presente por sentirse el momento culminante de la historia, es decir, el tribunal frente al cual debe rendir cuentas el pasado por haber sido diferente a como nos gustaría que hubiera sido. Ahora bien, si el tiempo es aquello -decía Schopenhauer- en virtud de lo cual todo se convierte en nada en nuestras manos y pierde todo su valor real, la vanidad de la existencia y la desmemoria no serían más que dos vanos intentos de engañar al tiempo, de resistirnos a aceptar que todo presente histórico se construyó con la inteligencia que había disponible. También el nuestro. Y la inteligencia disponible siempre es muy escasa.

sábado, 6 de diciembre de 2025

Un borracho a caballo

Quizás las buenas intenciones sean el principal enemigo de la filosofía. Es decir, el deseo de injertar en la realidad nuestros deseos con la esperanza de que el tiempo se precipite haciéndolas realidad. Pero las buenas intenciones suelen tener mucha más prisa por cambiar las cosas que por comprenderlas; siempre piensan a favor de lo que pueda complacerlas y en contra de todo aquello que pueda hacerles daño, como si se pudiera pensar honestamente si se tiene miedo a hacerse daño. O, dicho de otra manera, las buenas intenciones se empeñan siempre en cambiar lo que muy precipitadamente se cree haber comprendido. El primer deber de quien quiera comprender y, por supuesto, el primer deber de quien quiera poseer eso que llamamos "pensamiento crítico", es aprender a describir, es decir, aprender a ver en las cosas, como decía Balmes, lo que hay en ellas, ni más, ni menos. Digo esto pensando en la incipiente filosofía de la innovación. A mi modo de ver la innovación es un caballo desbocado sobre el que cabalga un borracho. Pero los filósofos de la innovación tienden a pensar que se puede poner al servicio de nuestras buenas intenciones. Si Marx confiaba en la máquina para construir un mundo nuevo, la innovación confía en sí misma. Marx aceptó, y el mundo nuevo fue un infierno. 

viernes, 5 de diciembre de 2025

De Madrid al cielo

Yo pensaba, ingenuo de mí, que el llamado Ministerio de igualdad defendería la igualdad. ala hora de hacer, no la igualdad a la hora de padecer. Pero resulta que si ahora escribo aquí "charo", "feminazi" o "planchabragas", en el Ministerio de Igualdad decidirán que me encuentro en la franja incorrecta del espectro políticamente correcto. Pero hoy, pase lo que pase, nadie me va a quitar el buen sabor de boca que he ido acumulando estos pasados días. El miércoles llegué a Madrid, procedente de Málaga, cuando aún no eran las 12:00. Como tenía tiempo, me dispuse a caminar al menos media hora. Pero tras un cuarto de hora mi rodilla izquierda se empeñó en que parara un taxi. Llegué a Puerta de hierro a la hora convenida. Y me sometí al interrogatorio que tuvieron a bien someterme los muchachos de TheNomba gente que, ¡ya lo verán!, dará mucho que hablar. La verdad es que el interrogatorio duró dos horas y llegó un momento que me encontraba agotado. Pero llegué sano y salvo al final. De allí al hotel Don Juan de Austria y a la Tatiana, para la presentación de La dignidad el mediocre. ¡Qué tarde más memorable! El salón estaba lleno y repleto de caras amigables. Bajo la batuta de la periodista Helena Farré nos dispusimos a intercambiar razones José Luis Pardo -un genuino "maître à penser") y un servidor de ustedes. 


Creo que la realidad superó las expectativas. Después tenía previsto asistir a los festejos de los navarros residentes en Madrid que se reúnen en San Fermín de los navarros para celebrar lo que somos, pero Pedro Herrero me empujo hacia la juvenalia. En medio me comprometí a participar en un documental sobre Pío Baroja. Al día siguiente, me levanté temprano. A pesar del frío, me apetecía ir andando hasta los estudios madrileños de la COPE para dejar grabada mi intervención de los jueves en el programa de Jorge Bustos. Amaneció, cuando llegué a La Castellana, con unos colores sucios, de café con leche aguado, que fueron adquiriendo unas tonalidades grises desganadas. A la salida de la COPE me esperaba un taxi para llevarme a los estudios de la 4, para una entrevista de media hora con Miguel Manso, sobre La dignidad del mediocre


Manso me cayó muy bien. Estoy convencido de que nos volveremos a ver. Después a Atocha a coger el tren para Barcelona.  Justo al llegar a Calatayud me sonó el móvil. Era el tudelano Miguel Buttini, para ver cómo podía intervenir en el documental sobre Pío Baroja.

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Sevilla, Málaga.

El lunes en Sevilla, el martes en Málaga (invitado por la buena gente de CESUR) y el miércoles en Madrid. Todo transcurre bien y serenamente. Estoy satisfecho. Esta tarde presentamos La dignidad del mediocre en la Fundación Tatiana. He viajado de Sevilla a Málaga en un coche particular en magnífica compañía, pero al llegar al hotel me apetecía estar solo, descansar un poco y salir a picar algo, a mi aire, por las cercanías de la catedral. Callejear es algo parecido a un vicio solitario. Chispeaba y hacía fresco. Sin embargo los turistas parecían en su salsa. Me senté en una terraza cubierta, frente al Thyssen, al lado de una pareja de mi edad que estaban  en una mesa alta, sentados en taburetes. Pedí ensaladilla rusa y tortilla de camarones. Cuando me sacaron la ensaladilla la pareja -alemanes- se interesó por cómo se llamaba lo que comía. Se mostraban tan interesados que les ofrecí que la probaran, pero se negaron derramando sobre mí toda suerte de agradecimientos y ensalzando la hospitalidad hispana. A medio comer la ensaladilla me sacaron la tortilla y volvieron las preguntas y mi oferta. Esta vez la mujer dijo que sí y se hizo con una buena porción de tortilla. Tenía que ofrecerle al marido, que me miraba como pidiendo limosna. Casi se zampó otra buen trozo. Eso sí, sin parar de agradecer la generosidad hispana. Les dije que para confirmar esta hospitalidad visitaran el puente de los alemanes. Me obedecieron, se fueron, me dejaron solo, llegaron dos músicos y se pusieron a tocar en medio de la calle. Pedí otra tortilla. ¡Qué par de genios, los dos músicos!

lunes, 1 de diciembre de 2025

Anunciando despedidas

Me voy despidiendo del mundo... exterior. En octubre renuncié a un viaje -¡y qué ganas tenía de hacerlo!- por tierras de Colombia (Medellín y Bogotá) y Chile (Puerto Varas) y ayer mismo renuncié a otro por este último país (Santiago y Concepción). Hago lo que sé muy bien que tengo que hacer y por eso mismo me duele, porque no me queda otro remedio que aceptar sin aspavientos la derrota de la edad. Ya no estoy para viajes largos. ¡Si un viaje a Cartagena (la murciana) me tiene amuermado en el sofá un par de días! Pero he reservado un viaje postrero, de despedida... a México, el país más surrealista del mundo, el que más me ha dado y el que más se me ha enganchado al alma. Por supuesto, la gente que me quiere intenta desanimarme, pero no lo van a conseguir. Merezco una despedida en condiciones de mi propio pasado viajero.

domingo, 30 de noviembre de 2025

El matrimonio y los mediocres

Veo últimamente por aquí y por allá escritos de mujeres solteras que reivindican su soltería con argumentos un poco llamativos. En primer lugar niegan el amor romántico y, por lo tanto, los lazos de copertenencia de la pareja. El amor romántico, suelen decir, es un yugo afectivo con el que los hombres, tan taimados, tienen sujetas a sus mujeres garantizándose así sexo gratis. Estas mujeres, que tienen en tan poca estima la inteligencia de las mujeres que se casan, consideran que son dueñas de su vida porque son autónomas y que su autonomía, puesto que es una señal de los tiempos, es obviamente buena. En resumen: una mujer independiente, que se gana la vida y no tiene otro compromiso de fidelidad que no sea el de su autonomía, sería una conquista cultural. A mí estos argumentos (me olvido ahora de las feministas que sostienen que una mujer que goza sexualmente con un hombre está colaborando con el enemigo) me parecen propios de quien, puesto que se encuentra ocupando una determinada posición, siente la necesidad de justificar que es buena. En realidad, la soltería y el matrimonio son dos formas diferentes de ser mediocres. De lo que se trata es de saber cómo se lleva en cada caso la propia mediocridad, si con deudas de copertenencia o sin ellas.  

sábado, 29 de noviembre de 2025

In partibus infidelium

Del 25 (fecha de mi ultima entrada en este café) al día de hoy, han pasado muchas cosas. El 25 por la tarde volé a Alicante, donde me esperaba un taxista amante del riesgo en los adelantamientos que me llevó a Cartagena. ¡Qué puesta de sol! 

Nos acompañó un buen rato por la autopista con su dramatismo encendido de colores borrachos. Cuando cayó la noche quedó pendiente el horizonte un hilillo de luz horizontal que tardó en desvanecerse. En Cartagena he conocido a gente magnífica a la que, sin duda, volveré a encontrar en mi camino más pronto que tarde. El 26 tenía una conferencia a las 13:00, así que aproveché la mañana para recorrer la ciudad, que no conocía. Tiene Cartagena una historia impresionante, cuyo legado arqueológico creo que no conserva como se merece. Comencé mi recorrido por el parque arqueológico del Cerro del molinete, para visitar especialmente  los restos del templo de Atargatis, diosa siria de la felicidad a la que frecuentemente se la representa con cola de pez, como una sirena. 

Un vientecillo helado barría los restos solitarios de la que, posiblemente, fue diosa protectora de la ciudad en tiempos cartagineses. De allí, callejeando, me dirigí al teatro romano. 

Como llegué antes de que abrieran las puertas, pude darme el lujo de un chocolate con churros que me dejó el alma bien predispuesta para encarar el resto del día. El teatro impresiona. No me esperaba nada semejante. De allí, siguiendo el perfil del puerto, llegué cojeando al Museo de arqueología submarina, con la intención de detenerme ante la mano de Sabazios, cosa que hice con gran placer. 

Llevo siguiendo los rastros de esta extraña deidad desde mis tiempos de aficionado al mundo tracio. Después, la charla ante más de mil personas generosas y, corriendo, al hotel, donde me esperaba el taxi que me llevó de vuelta a Alicante. Como los dioses son buenos, en el aeropuerto me encontré con un exalumno que vive cerca de mi casa. Es un joven empresario muy dinámico, que me hizo sitio en su taxi. El 28, Cope (con Jorge Bustos) hablando de la falta de carácter jurídico del pueblo español (jueces incluidos), el hospital de Can Ruti (pruebas de equilibrio y audimetría) y encuentro telemático con Aparachiqui, al que tanto aprecio (¡qué bien nos lo pasamos). 

Y ayer, cuando el sol rompía el horizonte, incendiándolo de entusiasmo, tomaba el tren para Barcelona: Clínica de Remei (visita preoperatoria), Rosamerón (que tengo muy abandonados a mis socios) y Podcast por la tarde con Joan Salicrú, defendiendo el conservadurismo, creo que con éxito, en partibus infidelium. Pero lo más importante, sin duda, es que el 27 mi nieto mayor cumplió 16 años.

martes, 25 de noviembre de 2025

Al héroe no reconocido

Después de habérnoslo dado todo, aún saca, no sé de dónde, lo que le exigimos, martirizándolo para exprimirle hasta la última gota. Y así día tras día. Cada mañana mi mujer y yo comentamos que hay que comprar pasta de dientes, pero por lo que sea, cada día nos olvidamos. Y el caso es que el tubo enrollado en sí mismo sigue dándonos pasta para limpiarnos los dientes. ¡Y después dicen que ya no hay milagros! Yo le haría un monumento al humilde tubo de pasta de dientes por su magnífico ejemplo de desprendimiento, entrega y dadivosidad.

lunes, 24 de noviembre de 2025

Lo inevitable de la sofística

En Ocata no estamos preparados para tener tres días de frío invernal seguidos, por eso ayer gozamos de una mañana plácida, como un paréntesis otoñal en el invierno que nos viene adelantado. ¡Qué placer desayunar y, todo seguido, almorzar al sol de la plaza de Ocata: café con leche, torreznos, patatas bravas y cerveza. Mucho menos placer me proporciona constatar que no acabo de estar conforme con la conferencia que tengo que dar en Cartagena pasado mañana. Quiero decir demasiadas cosa, lo sé, pero todas me parecen relevantes y no sé por dónde meter las tijeras. En estos casos me resulta inevitable recordar el consejo de Josep Maria Espinàs: «No hay libro que no mejore recortándolo». Lo mismo podemos decir de una conferencia. Pero eso supone ocultarle al oyente parte de la complejidad del asunto que le estás exponiendo. Es como si quedar retóricamente bien fuera incompatible con decir la verdad. Pero como en una hora solo caben parcialidades, para quedar bien hay que ser sofista. A esta conclusión llegué con la ayuda de los torreznos.

domingo, 23 de noviembre de 2025

¡Ay, derecho!

No es muy sensato, políticamente hablando, confundir el derecho con la justicia. Lo justo podríamos decir que es darle a cada uno lo que le corresponde (no nos metamos ahora en el berenjenal de qué es lo que le corresponde), mientras que el derecho es, como dice Ciro Bayo en El lazarillo español, «lo que de cuatro quieren tres» y posiblemente no haya peor perversión del derecho que la de exigirle que haga justicia, que sería como prescindir del sentido legal de la justicia para aplicar, sin vacilaciones, el moral. Una sentencia es justa si es ajustada a derecho. Con respecto a lo de dar a cada uno lo que le corresponde... de eso sólo Dios está en condiciones.

viernes, 21 de noviembre de 2025

El Mediocre viaja a Madrid


No puedo estar más contento. Haré dos presentaciones de La dignidad del mediocre en Madrid, la primera, el próximo día 3, en la sede de la Fundación Tatiana, y la segunda, en la sede de Abante, a mediados de enero. Tengo a José Luis Pardo como uno de los dos mejores españoles vivos (el otro es el farero de la isla de Ons, que siempre anda por aquí) y a Helena Farré como un ejemplo perfecto de inteligencia cordial. Este es un libro escrito con mucho cariño, pero con la intención de proporcionarle al lector las piezas de un puzzle más que una fotografía. Cada página ha estado muy pensada, pero el resultado, claro, no depende de la voluntad del autor, sino de la recepción del lector. Ya decía Aristóteles que de la excelencia de una casa no puede decidir su diseñador, sino el que la habita. Pues bien, esta es una casa que quiere ser, a la vez, acogedora y tener algo de escape room.

jueves, 20 de noviembre de 2025

Perder la cabeza

Me dice B. que el invierno ya ha llegado a París. Pues aquí, a Ocata, ha llegado esta mañana. Veo desde mi cuarto temblar los árboles de frío y las nubes amenazadoras están asentadas en el cielo como si hubiesen venido a quedarse. Hace frío y el puñetero siempre encuentra alguna manera de colarse por una rendija y advertir de su presencia en ti.

Hoy, con Jorge Bustos, he recordado al filósofo marxista Jan Sten, al que Stalin obligó a darle clases particulares sobre la Fenomenología del Espíritu de Hegel. Como era de esperar, el pobre Jan Sten acabó fusilado. Es el día de la filosofía. Hemos recordado también a Giordano Bruno y al pobre Descartes que daba clases de filosofía a la reina de Suecia a las cinco de unas mañanas invernales mucho más frías que las de Ocata. Murió. Su cuerpo fue trasladado a Francia y al abrir el ataúd para notificar que aquel cuerpo era cartesiano, lo encontraron sin cabeza. El filósofo del racionalismo perdió la cabeza.

Ayer por la tarde tuve un encuentro telemático, muy grato, con profesores de universidades católicas mexicanas. La buena gente de Querétaro me invitó a dar una charla y acepté encantado. Me pareció ver una cierta rendición a los signos de los tiempos. Intenté demostrar que con frecuencia lo que perdura de una época es precisamente lo que se le opone. Por ejemplo, el antiestalinismo.

miércoles, 19 de noviembre de 2025

La vejez, esa ironía.

El lunes me quedé clavado, sin poder dar un paso por el dolor tan agudo en la rodilla izquierda, la puñetera. Por fortuna estaba frente a una farmacia y entré a comprarme un bastón: el que le gustó a la farmacéutica. Ahora ando como Edipo camino de Tebas. Sé la respuesta a la pregunta: "¿Qué animal camina a cuatro patas por la mañana, dos al medio día y tres al atardecer?", pero no hay esfinge que se digne hacerme la pregunta pertinente. Sé la respuesta al interrogante que a nadie interesa. Lo más que me preguntan es "¿Qué te pasa?", yo les digo que problemas del crecimiento negativo e inmediatamente el que me ha hecho esta pregunta, pasa a desgranarme sus males que, por supuesto, son siempre superiores a los míos. De vez en cuando me cruzo con alguien de mi edad y condición que también camina apoyado en un bastón y nos intercambiamos unas miradas cómplices y silenciosas que constatan la ironía de la trivialidad humana. Envejecer es la cosa más rutinaria y conviene tomarla con la misma ironía con que hemos aprendido a leer los periódicos. Mientras tanto...


martes, 18 de noviembre de 2025

Sobre el azar amigo


Estaba este pasado verano en Hoyuelos de la Sierra cuando recibí un mensaje de un italiano al que no conocía, Fausto di Biase. En muy poco tiempo aquel inicial contacto dio lugar a una invitación para viajar a Vicenza y a un proyecto común que ha acabado teniendo la forma de un libro que saldrá antes de fin de año y cuya portada les presento. Ya saben ustedes que soy un gran devoto del azar amigo. Pero este amigo es un poco especial. Hay que abrirle las puertas de casa de par en par en cuanto se presenta. Si te muestras reticente o remiso, se va a llamar a otra puerta. El azar amigo es un poco como la virtus de Maquiavelo, que está para ser conquistado sin demasiados miramientos... El azar amigo exige una sentencia en ausencia de pruebas y solo tras el veredicto aparecen las pruebas que confirman la sentencia. 

lunes, 17 de noviembre de 2025

Hooligans

Me da miedo leer la prensa. Los míos me deprimen y los otros me enfadan. Es lo que suelo hacer cada mañana, temprano: repasar las revistas de psicología y pedagogía a las que estoy suscrito y mirar en diagonal las portadas de varios diarios de ideas claramente contrapuestas.  Tal como están las cosas, debiéramos juzgar a la prensa española más por lo que cada medio calla sobre los suyos que por lo que cuenta sobre los otros y, desde luego, mejor no juzgarla por lo que opina. Obviamente, yo tengo mis afinidades, parcialidades y fracciones. Y cuando abro un diario de los "afines" lo hago temiendo qué noticia sonrojante me va a saltar a la cara. La política tiene una virtud insospechada en la juventud: la de fortalecer nuestra resistencia a la frustración y quizás debiéramos juzgarla por eso. No solo por eso, claro, pero también por eso. No creo que los políticos actuales sean peores que los de otras épocas. Ni tan siquiera gritan más que los de antes. En el parlamentarismo español siempre ha habido alguna manada de jabalíes. Pero uno esperaba -sin argumentos, ahora lo sé- que la práctica democrática fortalecería los hábitos parlamentarios y que la igualdad del "un hombre un voto" estaría acompañada por la dialéctica entre la razón parlamentaria y la razón de la calle. La verdad cruda, la verdad políticamente obvia es que todos somos hooligans más o menos fervorosos. No vamos al campo a ver un partido, sino a ver ganar a los nuestros, a ser posible, por goleada.

domingo, 16 de noviembre de 2025

El Valle de Josafat

Domingo luminosos, con un matinal paseo renqueante que me ha dado para 4.000 pasos. El sábado por la tarde viaje con mis hijos y nietos a Pamplona. Mi suegra cumplía 100 años y lo celebramos con una copiosa comida familiar. Mi mujer ya estaba allí, esperándonos. Cada vez que viajo a Pamplona me sorprendo de la voracidad con que esta ciudad se nutre de sus límites.  Hoy está rodeada de barrios y barrios desconocidos para mí, en los que me perdería sin la ayuda de esa brújiula moderna que es el móvil. A mis nietos les sorprende el verde -¡tantos verdes!- de los parques y a mí, como de costumbre, las variaciones caprichosas del cielo. Cumplir cien años no es poca cosa. El anciano Platón -¿cuántas veces habré contado esto?- trata a los ancianos, en su obra postrera, las Leyes, de «imágenes vivas de los dioses derruidas por el peso de la edad» y nos pide que los tratemos bien, pues si hay otra vida, ¿quién podrá interceder por nosotros con más vehemencia que nuestros padres? Una vez una mujer muy anciana, de Pamplona, por cierto, me aseguró que al morir vienen a recogernos nuestras madres, para llevarnos de la mano al Valle de Josafat, culminando así con su misión de verdaderos ángeles de nuestra guarda. 

jueves, 13 de noviembre de 2025

A mí a humilde no me gana nadie.

He llegado de Zaragoza, esa ciudad climáticamente inhóspita y humanamente tal cordial,  cansado y satisfecho. He inaugurado un congreso con una conferencia en la que, imitando al Platón de la República, he creado una escuela con palabras y en las palabras. Le he puesto el nombre de «Escuela serena». Creo que ha ido bien. Pero antes de dar la conferencia he pasado -en realidad me han llevado y traído- por la COPE, donde he defendido el Ars nesciendi de Vives y, casi de pasada, he citado a don Antonio Aparisi y Guijarro, valenciano, nacido el 29 de marzo de 1815 en la última casa de la calle que hoy lleva su nombre.  La cita es esta: «La humildad es el conocimiento de la verdad respecto de nosotros mismos». Quizás porque tengo que reconocer que de humildad ando escaso («a mí a humilde no me gana nadie», me dijo un fraile en una ocasión), no me puedo quitar estas palabras de encima. Mi día, hoy, ha sido un continuo tropezar en el desconocimiento de mí mismo.

miércoles, 12 de noviembre de 2025

¿Qué es la cultura?

Es imposible leer a Philip Rieff sin preguntarse continuamente qué es, exactamente, eso que llamamos cultura. Es imposible, sobre todo, en nuestros días, cuando hemos convertido todo en cultura y hablamos de cultura de los jóvenes, de cultura infantil, de cultura de las cárceles, de cultura digital, de cultura de masas, de cultura de las emociones, de cultura de lo cotidiano, de cultura de la noche, etc., etc. Todo es cultura porque entendemos la cultura horizontalmente, de manera plana, como lo que hacemos, como una conducta peculiar que no nos exige nada. Hemos abandonado la exigencia ascensional de la cultura vertical. Pero precisamente porque estamos asistiendo en nuestras sociedades modernas al espectáculo enorme -y deprimente- del abandono democrático de la alta cultura, es más pertinente que nunca la pregunta qué es la cultura. Para Rieff es un ejercicio de sublimación colectiva que cumple socialmente el papel que el superyó individual cumplía para Freud. Ese papel es, fundamentalmente, el de ocultar la crueldad ciega de la naturaleza y, sobre todo, ocultar nuestra soledad esencial. La alta cultura (que tanto amaban él y su mujer, Susan Sontag) no es tanto un producto como una intensidad: la intensidad con que algunos grandes hombres temerarios se interrogan continuamente, siglo tras siglo, sobre qué es la cultura y nos muestran así las puertas que se abren al vacío y a la ausencia de rostros tras nuestras máscaras. Lo hacen con tan excelsa calidad que los pequeños hombres vemos la belleza de sus obras y nos quedamos cegados por ella.

martes, 11 de noviembre de 2025

Artistas de la propia vida

Nietzsche primero y, después Wilde, Deleuze, Foucault y tantos otros han defendido que tras la muerte de Dios el reto es hacer de nuestra propia vida, autónomamente, una obra de arte, lo cual le suena muy bien a la mentalidad moderna, porque nos constituye a cada uno como artistas. Pero reconozcamos que ser un buen artista no es fácil. Como me decía hace unos días Christian García Bello, hay algunos artistas que cortan la yerba tras de sí, de manera que es imposible seguir sus pasos. Es el caso de un Picasso, de un Manzoni, de un Warhol... «Su mundo muere con ellos». No los podemos imitar porque dejaríamos de ser artistas para pasar a ser meros plagiarios. Otros, como Velázquez, Giotto o los artista povera «dejan caminos abiertos y permiten que otros cojamos su testigo». Pero a ver quien de entre nosotros coge el testigo de Velázquez. O sea, que o rebajamos las exigencias del arte o no hay manera de ser genuinos artistas de nuestra vida.

Roberto Colom, una de las voces de más resonancia internacional de la ciencia española, lleva tiempo defendiendo que somos nuestros genes. No me convence. En primer lugar, porque no es descartable la existencia de un gen que me fuerce a creer en el indeterminismo. El salto de la epistemología a la ontología no es fácil en el mundo de las cosas humanas, dado que lo primero en sí (la desnuda realidad) no suele ser lo primero para nosotros. Estoy convencido que los científicos deterministas cuando salen de copas se olvidan de que son deterministas. Lo que Zubiri llamaba «la propensión natural de la inteligencia cotidiana», que es un dato científico, no acaba de encajar con la verdad de la ciencia, que es siempre una reducción de la complejidad del mundo de la vida. Nadie le dice a la persona que ama que la ama porque sus feromonas han afectado sus terminales olfativas, aunque pueda ser esta una estricta verdad científica. Sin la confianza en la libertad se nos desmorona toda la cultura humana, comenzando por el derecho.

El mundo de las cosas humanas se sostiene gracias a la convicción de que existe la verticalidad (lo alto y lo bajo) y no solo la horizontalidad (todos somos artistas). Podemos modificar el contenido de lo alto y de lo bajo, pero no su necesidad.

lunes, 10 de noviembre de 2025

El pulpo arbóreo del noroeste del Pacífico

Daisy Christodoulou acaba de publicar un interesante artículo en No More Marking sobre la Revisión Curricular que pondrá en marcha el gobierno británico y en la que destaca la propuesta de enseñar a identificar la desinformación.

¿Han oído ustedes hablar del pulpo arbóreo del Noroeste del Pacífico? Es un sitio web que ofrece, con un aire aparentemente serio, información detallada sobre este animal inexistente. Disponemos de varios estudios que nos indican que los adolescentes que visitan este sitio creen que su información es veraz... incluso después de que se les advierta que es falsa. ¿Cómo enseñamos, pues, a poner en cuestión lo aparentemente verdadero? ¿Tenemos los adultos aprendida esta lección? Hay recursos digitales que nos ayudan a evaluar la fiabilidad de un sitio web, pero pedir a los alumnos que los consulten es como pedirles que busquen en un diccionario las palabras que no entienden de un texto. Esto solo funciona cuando un alumno, primero, no es perezoso, y, segundo, posee un vocabulario lo suficientemente amplio como para entender la definición del diccionario. Si en la definición se encuentra con palabras que no entiende, se resistirá a caer en el bucle de la búsqueda léxica. Y es comprensible. 

Solo podemos decir que una información es fiable si poseemos suficientes conocimientos previos sobre ella. Si no poseemos ningún dato sobre el pulpo arbóreo podemos revisar la web que nos habla de su existencia buscando índices de fiabilidad. En este caso hallaremos que está relacionada con la Universidad Kelvinic y la Sociedad para la Conservación del Haggis Silvestre. ¿No es esto sospechoso? Busquemos, para orientarnos, qué hay en internet sobre la Universidad Kelvinic. Google nos dice en su primer resultado que es una institución de educación superior independiente y totalmente acreditada que ofrece programas de licenciatura, maestría y doctorado. Suena bien, luego... el pulpo arborícola gana entidad.

Ocurre algo parecido con el pensamiento crítico. Es universalmente alabado, pero muy escasamente practicado, a pesar de la gran cantidad de métodos que aseguran garantizar su adquisición. Podemos insistirle a un alumno que analice un problema desde múltiples perspectivas. Posiblemente aprenderá la conveniencia de hacerlo, pero si le faltan conocimientos específicos sobre los datos del problema, no sabrá cómo. Prueben de analizar la Teoría de cuerdas desde diferentes perspectivas. O den su opinión sobre la elaboración de la leche de tigre para ceviche si este asunto les resulta completamente desconocido. El juicio crítico sobre una información o se basa en los conocimientos previos sobre el tema, o es una opinión sin fundamento.

Todos estamos expuestos a la seducción del pulpo arborícola. Nos seduce aprovechándose de nuestra ignorancia.

domingo, 9 de noviembre de 2025

Fellow Teachers

Aunque Philip Rieff es hoy el padre de David Rieff y el marido ocasional de su alumna Susan Sontag, yo lo tengo por el más agudo de los tres. Si bien en los tres aprecio la influencia de Leo Strauss. Es bien estraussiana, por ejemplo, la tesis de Philip Rieff sobre Freud: era un moralista que estaba reintroduciendo la moral en la sociedad sin que sus pacientes se percataran de sus intenciones. Necesitaba dar un barniz científico a su terapia porque la ciencia es la máscara que el moralismo moderno acepta una vez perdida su capacidad para tener fe. Como Strauss, Rieff es un firme defensor de la privacidad de la vida filosófica, la única que merece la pena ser vivida. La privacidad es la condición imprescindible para una imprudente libertad intelectual.

De Rieff aprendí que el principio represor (la dialéctica del Sí y del No que caracteriza una cultura) no puede ser reprimido. No hay escapatoria a la autoridad. Siempre hay algo ajeno que nos convoca ante lo real y lo posible, si bien nuestra cultura terapéutica quiere creer que se puede sustituir el principio represor por unas cuantas palmaditas en la espalda. Es decir, por el bienestar. Con George Orwell y Hannah Arendt, ve en la destrucción de la capacidad de mantener creencias firmes, el fundamento del totalitarismo. Tiene a la primera como «una de las guías más fiables de nuestro tiempo» y con ella sostiene que el objetivo de la educación totalitaria nunca ha sido inculcar convicciones, sino destruir la capacidad de formarse». Destruida esa capacidad, la acción queda desprovista de motivación» (Fellow Teachers).

Señalo por último que Rieff se empeñó en resaltar la necesidad de la categoría «de lo sagrado». El intelectual es un individuo «con una sensibilidad inusual hacia lo sagrado, una reflexión poco común sobre la naturaleza del universo y las reglas que rigen la sociedad». 

sábado, 8 de noviembre de 2025

La edad del paciente

Cuando Philip Rieff escribió The Triumph of the Therapeutic: Uses of Faith After Freud (1966), intuía que el animal político aristotélico estaba dejando paso al animal terapéutico, de manera que nuestra sociedad se había convertido en una sociedad terapéutica. La disolución de la cultura cristiana (que, como judío, no le quitaba el sueño) y el creciente predominio de la sociedad abierta (en el sentido de Bergson, no de Popper) nos ha llevado a renunciar, por una parte, a «la vida buena» a cambio de la aspiración a «vivir mejor», y, por otra, a la sustitución de la virtud por los valores, entendiendo por valor lo que se espera al final de la terapia. Rod Dreher (La opción benedictina) resume así la cuestión: «El hombre religioso nació para su salvación. El hombre psicológico nació para su satisfacción». Todo esto era para mí una teoría interesante, pero teoría, al fin y al cabo, hasta que me he enterado de que, en una especie de congreso terapéutico celebrado esta misma semana, se ha proclamado con orgullo y alegría que estamos en «La edad del paciente». Obsérvese bien: hay gente que celebra como un ascenso cultural colectivo el haber dejado de ser agentes. Lo que no saben es que, para Freud, todo lo que era legítimo esperar del final de la terapia era la transformación de un miserable neurótico en un infeliz trivial.

viernes, 7 de noviembre de 2025

La Plaza del milagro del mocadoret

Hay en la plaza del Milagro del Mocadoret, en Valencia, una librería de viejo interesante, a la que visito cada vez que ando por la ciudad. Esta vez me ha sido imposible cruzar su umbral. El propietario la abre cuando le da la gana -y en estos días he comprobado que de gana anda muy escaso- y el encargado de abrirla y cerrarla no está dispuesto a dejar entrar a nadie mientras el propietario esté ausente. Me insiste en que no sabe cuándo vendrá, si dentro de un minuto, de cinco, de dos horas... o si vendrá o no. La escena se repite durante tres días, mañana y tarde. Finalmente, al tercer día desisto y me voy con malas caras. Entonces el empleado displicente me grita que si quiero algo concreto, que se lo diga. Pero no, no busco algo concreto. Con lo concreto e inesperado es con lo que me gusta encontrarme en las librerías de viejo. 

Llego de Valencia a mi sofá, que siempre me acoge solícito y desbordante de amor. Es bueno tener en la vida algo que siempre tiene la forma de tu deseo. Llegué a casa a eso de las 15:30,, con las rodillas que parecían cáscaras de huevo vacías. Me arrojé a sus brazos y ya no me moví de ellos hasta que el sueño me condujo de la mano hasta la cama. Hay repartidas por el mundo magníficas habitaciones de hotel, con vistas espléndidas e interiores de lujo, pero ninguna es tu casa. Me despierto cuando comienza a amanecer y hago un repaso a la prensa del día. Un repaso superficial y en diagonal, que el interés por la actualidad no me da para más. Me encuentro en un diario con este titular: «La educación sigue siendo el único escudo para frenar la marea de emociones y liturgias que está marcando el curso de la política actual». Dejo de lado la consideración de que educar es armarse de un escudo y, también, la «marea de emociones y liturgias» porque eso es, básicamente, la política. No hay partido político que no juegue con emociones y liturgias, propias y ajenas. ¿Y con qué me quedo entonces? Pues con la sospecha de que los educados son los que comparten mi visión del mundo. A esta concepción sectaria de la educación se le llama también «pensamiento crítico», que ya saben ustedes que es el pensamiento que coincide con el nuestro.


miércoles, 5 de noviembre de 2025

La vida es bella

Me gusta Valencia. En esta ciudad me siento como en casa. Siempre me han tratado bien. Y vengo con la certeza de que me tratarán estupendamente. Me ponen el clima que me gusta, la luz perfecta, los atardeceres más cordiales y magníficos restaurantes me reciben en sus mesas. ¿Qué más se puede pedir? Pues tratándose de Valencia se puede pedir lo inverosímil. Hoy he estado hablando de Aristóteles a doscientos empleados de una fábrica de trenes. Y, después, mientras me enseñaban las enormes instalaciones en las que trabajan la friolera de 4.000 empleados, pensaba que la vida es bella por todo lo insólito que hay en ella.

martes, 4 de noviembre de 2025

La maison vide

Mi idolatradas amiga B., que anda, como yo, con achaques propios de nuestra edad, me lo advirtió: «Le prix Goncourt. Je lis  actuellement le livre d'un des grands favoris, "La maison vide" de Laurent Mauvignier.  Moi, je vote pour lui, c'est de la grande littérature.  On verra le résultat.» El resultado, conociendo a B., solo podía ser uno:

La investigación pedagógica

Me suelo levantar temprano. Hay días que no han dado las 6:00 y ya estoy danzando por la casa. Bien es cierto que también me gusta ir a dormir temprano. Hay días que antes de las 23:00 ya he caído plácidamente en brazos del dulce Morfeo. Lo primero que suelo hacer por las mañanas es dar un repaso a las revistas de psicología y pedagogía internacionales a las que estoy suscrito por internet. Me interesa ver qué estudios se publican. A lo largo de los años ya llevo leídos unos cuantos y me he hecho con la suficiente información como para permitirme dos conclusiones. La primera es que si los resultados de un estudio no te gustan, sigue leyendo, que siempre encontrarás algún otro que te proporcione conclusiones a tu gusto; la segunda es la constatación del abismo que separa la investigación pedagógica de las preocupaciones efectivas de los profesores en las aulas. En pedagogía la investigación está impregnada de moralina y, con frecuencia, de wokismo. En las aulas las cosas son mucho más inmediatas, concretas y, no pocas veces, dolorosas. Ahora que el mundo empresarial anda creando spin-off para poner en directa conexión el mundo de la investigación con el de la empresa, no me imagino que spin-off se puede crear para poner en relación la investigación -de alguna forma hay que llamarla- pedagógica y los centros educativos. Mientras tanto, el desconcierto y el malestar docente no paran de crecer.

lunes, 3 de noviembre de 2025

Cogito, ergo sumus

Lo acabo de escribir en otro sitio: «Cuando hoy llega un niño al mundo lo reciben dos personas que marcarán su desarrollo: un coach padre y una coach madre» Y nada más terminar de escribir la última letra me he preguntado de dónde ha salido esta frase. Ha salido, sin duda, de algo mío, puesto que no me ha saltado a la conciencia desde fuera de mí. Pero no sé de qué parte de mí ha ha saltado. Me gusta porque resume mucho de lo que pienso sobre la atrabiliaria educación familiar de nuestros días. ¿Pero qué ha estado trabajando en mí para dar con este aforismo sintético, que parece el resultado de exprimir muchas ideas? Concluyo que, sea la que sea mi inteligencia, solo es parcialmente mía. El resto es de mi sombra, a la que no conozco nada bien. Solo sé de ella que es caprichosa, ya que hay situaciones en las que debería saltar inmediatamente para estar al quite de algo que me dicen y, sin embargo, se calla y me deja con cara de lerdo. Y hay veces que sale a superficie como un corcho que se desenredase del lodo del fondo para flotar en la conciencia. El famoso «Cogito ergo sum», tiene sus revueltas. Habría que decirlo así: "Algo cogita en mí y sobre ese algo flota lo que sé de mí".

domingo, 2 de noviembre de 2025

Sobre la excelencia

Siempre me han resultado irresistibles las invitaciones a hacer algo que no he hecho nunca. Entendámonos, no se trata de lanzarme al vacío empujado por una pulsión suicida, sino de explorar vías que hasta ese momento estaban muy lejos de mi horizonte de intereses. Nunca he sentido miedo al decir que sí a una invitación arriesgada, sino emoción y unas ganas enormes de leer todo lo que pudiera sobre el asunto y de preguntar a los que saben. Lo último: Una empresa multinacional me pide que dé una charla a sus empleados sobre la excelencia. Y, por supuesto, ya estoy en máquinas, descubriendo mundos, preguntándome qué queda de la areté griega o de la virtus romana; cuál es la diferencia entre la excelencia artística y la tecnológica; por qué hemos abandonado la excelencia moral en los tiempos del «emotional turn»... Y lo más importante: ¿es la mediocridad un capital ignorado de potencial excelencia?  La jubilación está siendo para mí más emocionante, en muchos aspectos, que la juventud. 

sábado, 1 de noviembre de 2025

Sobre el final de la misa

La misa es mucho más que un espectáculo, pero como espectáculo, es perfecto. Todo está en su sitio. Y todo es puntual. En la misa no se guardan los cinco minutos de cortesía para los tardones. Todo comienza y acaba cuando toca. Todo es pulcro y ordenado y cada gesto remite a algo más allá del gesto mismo. Hoy, mientras el cura realizaba el proceso de purificación del cáliz (limpiar los bordes, verter el agua, limpiar patena, beber, secar el cáliz con el purificador), pensaba que mientras los cuentos infantiles acaban mal, ya que nos aseguran que los protagonistas «fueron felices y comieron perdices», pero nos ocultan quién se quedó a barrer y fregar; la misa acaba fregando la vajilla, que es lo que se hace en cualquier casa pundonorosa. Al final, en la despedida y cierre (la bendición), lo que se nos está diciendo es «ya os podéis ir, pero no os olvidéis de la pulcritud en ningún momento».

Lo inacabado

Si hay algo inacabado e inacabable es la ropa que espera ser planchada.

 

viernes, 31 de octubre de 2025

El puente férreo

Viaje de ida y vuelta a Madrid. A las 8:30 salía de Sants y a las 18:30 estaba en Barcelona. Ha habido un momento de inquietud y de bromas fáciles cuando un operario se ha puesto a revisar algo relacionado con las catenarias (según ha dicho un pasajero a mi lado), por si los planes se nos trastocaban por una avería. Finalmente, todo ha ido a pedir de boca. He grabado un video-podcast y he hecho una visita a la editorial Encuentro, donde me han invitado a comer. Por culpa de su cordialidad por pocas pierdo el tren de vuelta. El taxista que me ha llevado a Atocha no ha parado de despotricar con los que tenemos prisa por llegar a la estación porque, según su dogmático parecer, somos los culpables de los atascos de Madrid. Este mundo de los pod-cast es fascinante. Son una auténtica revolución en los medios de comunicación. Mejor: ahora son los verdaderos medios de comunicación de masas. Escribes un libro y con mucha, mucha suerte llegas a cinco mil lectores. Escribes un artículo y quizás, si los dioses te son propicios, llegues a los 10.000. Haces un pod-cast para la buena gente de Aprendemos Juntos y alcanzas en poco tiempo las 500.000 visualizaciones, llegando lugares que no sabías ni que existían. Intento aceptar las invitaciones cuando vienen de gente que me parece seria. Solo pido una cosa: no quiero conocer las preguntas que me harán y, si es posible, tampoco quiero que el entrevistador siga un guión preestablecido. Lo que propongo es seguir la invitación platónica a ir por donde la razón nos lleve, que suele ser lo más divertido.

jueves, 30 de octubre de 2025

El gran sofista, Sánchez.

Allá por el año 2008, cuando comenzaba a tener relaciones con la prensa, Jose Maria Espinás me dio este valiosísimo consejo: «No importa lo que te pregunten. Lo que importa es que les des un titular. Si se lo das, se quedarán más que satisfechos». Desde entonces he acudido a una llamada de la prensa con dos o tres frases redondas preparadas. Y he de confesar que siempre funcionan, aunque a veces, el periodista, seducido por la frase, se empeña en darle contundencia modificando mis palabras. A uno le dije que «la sobreprotección es una forma de maltrato» y él tituló: «La sobreprotección es la peor forma de maltrato». En otra ocasión un periodista de un medio conservador madrileño me entrevistó con relación a La imaginación conservadora. Me  preguntó si había algo que quisiera resaltar del libro. Le dije que sí, «la Escuela de Salamanca». El periodista tituló: «Gregorio Luri resalta la cueva de Salamanca». Esta perorata viene a cuento de la intervención de Sánchez esta mañana en la comisión de investigación del Senado, pero es aplicable a cualquiera de sus intervenciones públicas. Siempre lleva algún titular que echar a los sabueso. Esta mañana han sido dos frases de desprecio hacia la comisión de investigación. Y, por supuesto, las han recogido por todos los medios. Y de esta manera ha quedado sepultado el resto.

¿El retorno de la democracia orgánica?

Tengo la sensación de que estamos volviendo a la democracia orgánica, es decir a una democracia en la que el ciudadano solo cuenta en tanto que miembro de una fracción social, preferentemente de una fracción que se autodefine por la singularidad de sus padecimientos y la necesidad de visualizarlos. Las pugnas políticas actuales se explican en gran parte por la voluntad de sumar esas fracciones al caudal heterogéneo de los propios votantes. En los partidos deben estar visibles todas esas fracciones, y en el Parlamento, y en los debates públicos. Así que el ciudadano que se huele que si está solo, sin otra condición que la de simple ciudadano, es transparente y no cuenta nada, corre a identificarse con un malestar para ser parte de algo que represente su herida y poder presentarse en sociedad bajo un paraguas identitario. La historia del español se resume en el paso del hijodalgo a me duele algo. La democracia orgánica, por cierto, antes de formar parte del ideario franquista, había sido una reivindicación krausista.

miércoles, 29 de octubre de 2025

Los cerdos tienen alas

Sobre la confusión entre correlación y causación, tan frecuente en ese mundo mítico que es la pedagogía (en ningún otro se es más reacio a pasar del mito al logos) decía yo en un reciente artículo en El Mundo que las calles mojadas no anuncian lluvia. Bertrand Russell propone varios ejemplos para señalar los límites de lo que él llama «la inducción corriente». Uno de ellos es este: «Si los cerdos tuviesen alas, entonces algunos animales alados serían buenos para comer; ahora bien, algunos animales alados son buenos para comer, luego los cerdos tienen alas». Otro es el del pavo que reúne a todos los animales de la granja para proponerles un manifiesto de agradecimiento a los granjeros que tanto cuidan de ellos. Les proporcionan alimentos cuando tienen hambre, un cobertizo cuando llueve, paja para envolverse en ella cuando hace frío, veterinarios si están enfermos... lo que no sabía el pavo era que aquel día era la víspera de Navidad y el amo estaba afilando en aquel mismo momento el cuchillo. Esta es la falacia conocida como «afirmación del consecuente». Es muy común en los artículos supuestamente científicos de pedagogía.

martes, 28 de octubre de 2025

Voyerismo de sofá

He decidido hacerme una artroscopia de la rodilla izquierda. Hoy apenas puedo caminar. Tengo el menisco roto y parece que alguno de los fragmentos anda haciendo travesuras por ahí adentro. Para compensar, le he comprado un buen cucurucho de castañas al castañero de la Plaça Nova. En casa he estado haciendo naderías de aquí para allá. He puesto una serie y me he cansado pronto de ella. ¿Qué demonios nos pasa para que, sea en una película o en una serie, los personajes hayan de estar todos marcados por desgracias existenciales?  Si no hay traumas parece que la trama no está a la altura de nuestro tiempo. Todo gira en torno a la sordidez de gente que ha sido maltratada por la vida y anda arrastrando por el suelo sus dolores. Hace unos meses me sorprendí a mí mismo viendo The White Lotus y advertí que lo que me interesaba era el voyerismo de sofá. La serie no hace más que exponer gentes emocionalmente trastocadas que buscan la manera de no salir muy mal paradas de su propia impericia a la hora de trapichear con ellas mismos. Ya no hay héroes sino convalecientes de escaparate. Y la audiencia va -vamos- de escaparate en escaparate protestando de que en todos está expuesto lo mismo.



lunes, 27 de octubre de 2025

El bullying y la indignación moral

Oía hace unos días por la radio las tremendas reacciones de los comentaristas de un programa a propósito de un caso dramático de bullying y, mientras sentía que estaban cayendo sobre mí toneladas de indignación moral (que posiblemente hacían creer a muchos oyentes que este sí que era un programa con conciencia), me preguntaba si no nos falta una palabra para nombrar la competición por la capacidad de escándalo. Si el bullying es el desprecio agresivo contra el que crees que no encaja, la indignación moral es el desprecio agresivo contra los que ponen en cuestión la imagen idílica de una sociedad de encajes emotivamente perfectos. Los tertulianos veían todo diáfano, aquí estaba la víctima, aquí los agresores, aquí los consentidores y aquí los negligentes, pero era obvio que no tenían información objetiva de nada. La culpa era del director de la escuela o "del jefe de estudios", puntualizó otro y, por supuesto, de los padres de los agresores, incapaces de controlar el matonismo de sus hijos.  Y después, al finalizar el programa, se despidieron con la conciencia rebosante de emotividad dulzona -la mermelada sentimental que lo pringa todo-, hasta que la realidad les proporcione otro motivo para lucir su capacidad de escándalo. Pero la indignación moral, que convierte la sociedad en un infierno de salvadores y plañideras, no ayuda a comprender y, por lo tanto, no ayuda a solucionar... Si es que hay soluciones fáciles, en un sistema que cree en la bondad innata del niño y en la escolarización obligatoria, contra los matones de patio. No lleva bajo la luz de la objetividad los hechos a analizar, sino que pone al escandalizado en el pedestal de la bondad, reclamando para sí todos los focos. 

domingo, 26 de octubre de 2025

El otoño monta casa

Se ha instalado el otoño. Lo ves en la desesperación de los barrenderos -en Ocata, todos negros-, incapaces de amontonar las hojas secas porque el capricho del viento anda jugando con ellas; en ese relente de las mañanas, que te obliga a salir de casa sin saber muy bien qué ponerte; en que el café con leche que ya apetece un poco más caliente... y en la imperativa presencia de las castañas. Las peores castañas que he probado en la vida me las vendió una gitana en la Calle Sierpes de Sevilla. Eran tan rematadamente malos que volví a protestarle, pero la mujer, muy decidida me lanzó un argumento definitivo en defensa de su honorabilidad: «¡Pero quillo, que no has comprado castañas, has comprado el sitio!». Reculé pensando que la vida es como las castañas. Por una parte, tiende a oler mejor que lo que sabe y, por otra nos da lecciones de vida cuando ya no tenemos la posibilidad de aplicarlas. Estos frutos de invierno son melancólicos. Tanto, que solo nos entregan todo su sabor cuando se saborean en familia alrededor del fuego del hogar, sintiendo que afuera, allá donde está el mundo, hace un frío que pela.  Pero si nos ponemos a contar, pasa el tiempo y nos sobran dedos.

sábado, 25 de octubre de 2025

Una inquietante alegría

Siento como si de repente el destino estuviera dando un giro imprevisto a mi vida. Todo comenzó cuando desde Valencia me comunicaron que me concedían el Premio Acción Cívica de HumanidadesPor supuesto, me alegré. Pero pocos días después me concedieron el Premio Educatio a la Enseñanza (que recibí el sábado pasado en Toledo). Obviamente, me volvía a alegrar. ¿A quien le amarga un dulce? A mí, que soy tan laminero, no. Pero debo reconocer que me sorprendieron dos premios seguidos, pero pensé que no era sensato presentarle objeciones al azar amigo. Ayer me comunicaron que me daban otro premio, del que informaré cuando se haga público. Y ahora la alegría, intensificada, viene acompañada de una cierta preocupación. ¿Qué está pasando aquí? Premios como estos me parece que invitan más a mirar al pasado (a lo que has hecho) que al futuro (a lo que harás). Y yo tengo ahora más proyectos que nunca.

viernes, 24 de octubre de 2025

Cosas que pasan

Welch’s Fruit Snacks ha comercializado un dispositivo que transforma los sentimientos de los padres en mensajes pedagógicamente correctos. Mientras preparas el almuerzo del niño le escribes en la bolsa de Snacks «No me avergüences hoy». Y una IA traduce: «Intentemos tener un día en el que todos nos sintamos tranquilos y seguros». Snorble es un robot de 300 dólares que vigila el sueño de los niños. Si uno se despierta con una pesadilla, Snorble le sonríe y le dice: «No pasa nada, estoy aquí contigo». ¿Y qué decir de MILO, la herramienta de IA que se encarga de organizar todas las tareas familiares y cuyo lema es, según me aseguran, «No le preguntes a mamá, pregúntale a Milo»? Ya se comercializan «abrazaderas para teléfono móvil con cuello de cisne para cochecito». Los fabricantes aseguran que los móviles liberan « al niño de la irritabilidad y la impaciencia» y le permiten entretenerse «mientras los paseas» viendo películas o dibujos animados». 

jueves, 23 de octubre de 2025

Hugo el bonobo

Hugo se llamaba la víctima. Se ensañaron con él durante 25 minutos. Mientras todo el clan observaba la escena sin intervenir, las hembras saltaban sobre su cuerpo y le mordían en la espalda, las piernas, el cuello, los dedos… Todo lo que él podía hacer era intentar cubrirse la cabeza. Una le arrancó de un mordisco parte de una oreja. Otra le desgarró un pie y masticó el tejido arrancado. Después le mordió los testículos. Contemplando la escena hemos aprendido que el bonobo es un lobo para el bonobo y esto es lo que lo humaniza. Creíamos que la de los bonobos era una sociedad pacífica en la que las hembras están al mando y se practica el amor alegremente como si se estuviera poniendo en práctica el Kama Sutra; en la que se ignoraba la guerra, se practicaba la sororidad y no se recurría al poder para resolver problemas sexuales, sino que se recurría al sexo para resolver problemas de poder. Suponíamos que el matriarcado bonobo ponía en cuestión los mecanismos ancestrales de poder y liderazgo entre los humanos y que entre ellos la empatía era la norma de conducta. Pero todo era un cuento y ahora no sabemos qué hacer con el 14 de febrero, día del bonobo y de los enamorados. Al menos para Hugo se ha demostrado que Hobbes tenía razón: «la vida en estado de naturaleza es solitaria, pobre, grosera, brutal y corta». Lo que solemos llamar «vivir de acuerdo con la naturaleza» se reduce a imponerle a la naturaleza una moral. El Aquinate tenía razón: la ley natural no emana de la naturaleza, sino de la naturaleza del hombre, que es quien pone nombres propios a los animales. ¿Qué demonios hacemos con la naturaleza? Una alternativa nos la ofrece John Huston en La Reina de África (1951). Me refiero al momento en que Bogart defiende ante la Hepburn que «un hombre se emborracha de vez en cuando, está en su naturaleza». Ella le replica: «La naturaleza es lo que hemos venido a superar». La otra alternativa nos la ofrece Leopardi en su Diálogo de la Naturaleza y un Islandés (1824). Ante la naturaleza no debemos hacer nada, porque no podemos hacer nada. Un islandés muy culto se encuentra con la naturaleza en los desiertos de África meridional. Es una mujer descomunal, con unos enormes pechos y todo en ella tiene un aire sacro. Pero es la figura más impía del universo. «La naturaleza –dice ella misma- no se ocupa de la felicidad o de la infelicidad de los hombres. El hombre no es nunca su objetivo: no lo cuida, no le presta atención. Cuando hiere a uno no se da cuenta de ello ni tampoco cuando le proporciona placer. Es tan indiferente como ciega. No sabe lo que hace». Este diálogo, dice Leopardi, tiene dos posibles finales. En el primero, mientras el islandés y la naturaleza están hablando, llegan dos leones, «tan arruinados y miserables por el hambre» que se comen al islandés, con lo que aún pueden mantenerse con vida aquel día. En el segundo, mientras el islandés está hablando con la naturaleza, se levanta un fortísimo viento que lo tira al suelo y edifica sobre él un «soberbio mausoleo de arena, bajo el cual, perfectamente disecado y convertido en una momia estupenda, fue encontrado por unos viajeros, y fue trasladado más tarde a un museo de no sé bien qué ciudad de Europa». 

miércoles, 22 de octubre de 2025

5 bonobas


Resulta que los bonobos no vivían en el Paraíso, ni eran empáticos, solidarios, cariñosos y acogedores. Ni tan siquiera reducían sus tensiones con sexo. Es decir: resulta que los bonobos no son siempre así. Hemos descubierto que pueden matarse entre ellos. Pueden ser, incluso, muy crueles. 5 bonobas han matado a un macho y su ataque ha sido grabado. Ahora sabemos que el matriarcado tampoco garantiza la felicidad. Una vez más se demuestra que cuando se habla de la moral de la naturaleza se está hablando en realidad de imponerle a la naturaleza una moral. La naturaleza, amigos, es eso que los humanos intentamos ocultar con lo que llamamos cultura.

martes, 21 de octubre de 2025

El Galeón de Roberto Cataldo

Las nuevas tecnologías han sido para mí una bendición del cielo. Ayer, por ejemplo, me escribió un entrañable y sabio librero de viejo desde Montevideo. Ni más ni menos que Roberto Cataldo, el propietario del Galeón de Roberto Cataldo. ¡Qué. buenos ratos he pasado con él y entre sus libros! Me dice, entre otras muchas cosas, que Pablo da Silveira pasó por el Galeón y estuvieron hablando de mi. A Pablo lo conocí hace ya no sé cuántos años, en un viaje inolvidable a Uruguay. Gracias a él traté con Antonio Mercader, pariente de Ramón Mercader, que me ofreció información valiosísima sobre su familia. Pablo llegó a ser ministro de educación de Uruguay, lo cual me permitía presumir de que tenía un amigo que era ministro de educación y tenía las ideas claras. Obviamente nadie me creía. Una rara avis de este calibre resultaba inverosímil. Gracias a Cataldo he recuperado el contacto con Pablo, que me cuenta que está escribiendo una historia de la educación de su país. Yo ando preparando la charla que tengo que dar mañana en la UIC junto al grandísimo Higinio Marín. Ando... pero ando mal. Mis rodillas aúllan. Si siguen el proceso de degradación que estoy experimentando no sé qué será de mí de aquí a un par de años. Hace años, gracias a Philip Rieff, comencé a ver claro que estamos viviendo en una sociedad terapéutica. El homo politicus ha sido sustituido por el homo therapeuticus. Hoy leo en la prensa que la venta de libros de autoayuda ha aumentado en España un 50% en los últimos dos años y que grandes grupos de inversión internacionales ha descubierto el filón del negocio del malestar. En este sentido, hasta estoy contento de tener un mal tan fácil de objetivar como el de unas rodillas descascarilladas. Os dejo que voy a poner en el fuego unas alubias blancas.  

lunes, 20 de octubre de 2025

¿Es posible pensar la cultura en la era de la IA?

El Instituto Cultura y Pensamiento (CIP) de la UIC ha programado para el próximo miércoles un encuentro titulado “¿Es posible pensar la cultura en la era de la IA?

Allí nos veremos las caras Higinio MarínMontserrat Nebrera y un servidor.

Este es el programa

  • 14.30 h · Café
  • 15.00 h · Bienvenida del rector, Dr. Alfonso Méndiz
  • 15.05 h · Presentación del CIP, Dra. Andrea Rodríguez
  • 15.20 h · “El origen de la universidad y el valor del pensamiento en la universidad”, Dr. Higinio Marín
  • 16.00 h · “Cultura y pensamiento crítico ante los retos de la actualidad”, Dr. Gregorio Luri
  • 16.40 h · Diálogo moderado por la Dra. Montserrat Nebrera
  • 17.15 h · Fin del acto

Por si gustan. 

Juan del Val

Conocí a Juan del Val hace, creo, tres años, en la gala del Premio Planeta que ganó Carmen Mola, cuyos componentes estaban en la mesa adyacente a la nuestra. Estas galas son impagables, Son las galas de los cuellilargos. Todo el mundo anda jirafeando a ver si ve a alguien que merezca ser visto y, sobre todo, a ver si ve a alguien de valor que se quiera dignar a reconocerlo. En fin, esa cosa tan pedestre y elemental de la vanidad humana. Me cayó bien. Es un seductor que sabe manejar muy bien el florete florentino. En mi mesa estábamos varios autores a los que no nos hubiese importado nada que los chinos compraran nuestras obras y regalaran un ejemplar a cada familia. Si escribes es con la esperanza de que te lean. Que Juan del Val quiera ganar dinero con Planeta, me parece trivial; que Planeta quiera ganar dinero con Juan del Val, también. Que cada uno se compre el libro que le dé la real gana, me parece plusquamperfecto. Si hay personas que confunden la feria del libro con la feria de la literatura, allá ellas. Pero las editoriales que quieran publicar exquisiteces para lectores de morro fino, deberán sufragar su ambición haciendo dinero con libros quizás poco exquisitos pero que dan dinero precisamente por dar respuesta a la demanda de fast-book. Ver triunfar a del Val desde la condición de proletaria intelectual y dolerse de ello, eso sí que es vanidad.

domingo, 19 de octubre de 2025

El hombre de palo

La buena gente de Educatio Servanda decidió darme un premio. «A toda una vida dedicada a la enseñanza», me dijeron cuando me lo comunicaron. Hay algo conclusivo, definitivo y fatal en eso de darle a alguien que cree tener aún vida por delante el premio a una vida. Es como decirle que ya no merece tener esperanzas. Pero los de Educatio Servanda son buena gente, están haciendo una labor impresionante y, sobre todo, me caen muy bien. Así que lo acepté encantado. El viernes por la noche lo recibí en Toledo. Me encontré allí, entre otros locos, con viejos conocidos con los que comparto la admiración por ese rarísimo libro de Jesús Fueyo que es La vuelta de los Budas. En la cena tuve a mi izquierda a Cayetana I de España. Aproveché el viaje para volver a recorrer con mi mujer esta ciudad inigualable, incluyendo la calle del Hombre de Palo, que recuerda el robot creado por el ingeniero Juanello Turriano, el primer flanêur de la ciudad. Aproveché también para ir a sacar unas fotos de la asombrosa Sinagoga mayor de Toledo y enviárselas a B. Bien entrada la medianoche viajamos en taxi a Madrid, porque el sábado por la mañana tenía un compromiso. No me di cuenta de lo cansado que estaba hasta que al atardecer me senté en mi asiento en el AVE. Me suelo repetir a mí mismo que la vida es como el hierro, que si no se usa se oxida. Sigo creyéndolo, pero mis rodillas se han empeñado en convertirse en un lastre que me cuesta arrastrar por las calles. Para recompensarme, el azar amigo ha querido que tenga cuatro aciertos en la Primitiva del sábado.

jueves, 16 de octubre de 2025

El Efecto de amnesia Gell-Mann

Michael Crichton es el autor de la expresión «efecto de amnesia Gell-Mann». Este efecto consiste en lo siguiente: Cuando lees en un periódico una información absolutamente distorsionada sobre un hecho que conoces bien, hasta el punto de que altera la relación causa-efecto (Chrichton habla de las historias de «las calles mojadas causan lluvia»), concluyes que es pura basura y sigues leyendo el resto del periódico, dando por supuesto que la información falaz no contamina el resto de informaciones. ¿Pero por qué lo damos por supuesto? En la vida real si una persona te miente, la pones en la cuarentena del escepticismo. En los tribunales de justicia se sospecha que quien miente en una parte, miente en el conjunto. Pero cuando se trata de los medios de comunicación, decidimos no extender la duda y suponer que el resto de la información es verídica y fiable. Para Crichton, la única explicación posible de nuestro comportamiento es la amnesia. Pero si nos curásemos de la amnesia, ¿seguiríamos leyendo periódicos? Esto viene a cuenta de estos dos titulares sobre un mismo hecho:

1. «Sánchez saluda por primera vez a Trump, que elogia "el fantástico trabajo" de España en la cuestión de Gaza».

2. «La regañina pública de Trump a Sánchez por el PIB militar».

miércoles, 15 de octubre de 2025

Empáticos y otras bestias

 Conclusiones tras un muy flojo debate sobre la inteligencia emocional.

1. Confía en la inteligencia emocional, pero desconfía seriamente de los inteligentes emocionales.

2. No cambies tus malestares personales e intransferibles por bienestares de serie.

3. Las emociones no pueden educarse a sí mismas. Necesitan de un principio no emocional que les sirva de guía.

4- El fomento de la incontinencia emocional debería estar castigado con trabajos forzados.

5. Desconfía de los empáticos, enseguida te venden un coche de segunda mano. Nada emocional impide que un empático sea un muy eficiente maquiavélico.

6. La empatía no es una virtud cristiana. Lo cristiano es ayudar a cruzar la calle al pelma con el que te resulta imposible empatizar. Y no ir con él más allá.

martes, 14 de octubre de 2025

Catasterismos

¡Qué despiadado es el tiempo moderno, que nos hace asistir a los entierros de nuestros mitos! Los antiguos, los griegos y romanos, tenían mitos inmortales, que ni envejecían ni sucumbían al peso de la edad. Transformados en estrellas, gracias al catasterismo, nunca dejaban de brillar. Nosotros hemos visto a nuestros mitos, boquiabiertos, en las pantallas del cine y de la televisión, en las portadas de la prensa, en nuestros mismos sueños. Pero son mitos frágiles que si bien no envejecen en el celuloide, han sido ya acogidos por sus tumbas y sus pobres estrellas del Paseo de la fama de Holliwood Boulevard. Nuestros mitos son generacionales, es decir, de un brillo precario y con fecha de caducidad, Estoy tan hecho ya a los entierros que más de una vez he enterrado a personas que gozan de buena salud y, tras dar por hecha su desaparición, me topo con ellas en las calles. Algunos me preguntan por mi cara de sorpresa y nunca sé muy bien qué decirles. 

lunes, 13 de octubre de 2025

La dignidad del mediocre

Me acaba de llegar, recién horneado:



Pedagogía y evidencia: el agua y el aceite

Me comenta la directora de una escuela y, lo que es peor, me lo comenta con orgullo, que a los niños que tienen problemas para deletrear les hacen deletrear mientras saltan en una especie de cama elástica en miniatura para que reciban una instrucción multidimensional y, de esta manera, alguna de sus inteligencias se sienta interpelada. Cada vez lo tengo más claro: el discurso pedagógico es completamente refractario a las evidencias. Se alimenta de buenas intenciones y de prácticas alérgicas a los codos que algún chiflado ha considerado milagrosas. No importa lo desacreditadas que estén la teoría de las inteligencias múltiples o la de los estilos de aprendizaje, ahí siguen, impasible el ademán. No importan las críticas que recibiera Piaget, porque, simplemente, se ignoran. No importan las críticas de Bruner al constructivismo, porque se desprecian. Pero lo que me subleva es que la misma escuela que está permanentemente abierta a las ocurrencias pedagógicas defienda, machaconamente, la importancia del pensamiento crítico.

domingo, 12 de octubre de 2025

El faquir Harry Wieckede, andaluz


Chocolate con churros en el barrio de Miraflores, en Lima


El vasco Juan Larrea sintió vivamente que en México renacía el Espíritu europeo que había muerto en los campos de batalla de España. Defendió esta tesis en una obra singular titulada Rendición de espíritu, que vio la luz en 1943, el mismo año que se exhibió en el café La Blanca de la ciudad de México el triste espectáculo de la crucifixión de un faquir conocido como Harry Wieckede. Cuando lo visitó el ministro Maximino Ávila Camacho, hermano del Presidente de la República, Wieckede, que permaneció crucificado 488 horas y 45 minutos, le solicitó la nacionalidad mexicana. Murió poco después de ser desclavado a causa de un trombo en la vena cava, causado por su prolongada inmovilidad. El faquir Harry Wieckede era en realidad un exiliado andaluz que no había encontrado otra manera de no morirse de hambre. No he conseguido saber su verdadero nombre.

sábado, 11 de octubre de 2025

12 de octubre


Los hispanoamericanos y los hispanoeuropeos no somos extranjeros entre nosotros. Por esta razón los hispanoamericanos no son inmigrantes cuando vuelven a España. En todo caso serán trasterrados o empatriados, como el filófoso José Gaos se definía a sí mismo en México. 

Para comenzar compartimos el Siglo de Oro, que es tan hisopanoeuropeo como hispanoamericano y para continuar compartimos a nuestros abuelos. Miguel de Cervantes estuvo a punto de ser nombrado corregidor de La Paz, donde vivían sus amigos Juan de Salcedo Villandrando y Rodrigo Fernández de Pineda. O sea, El Quijote estuvo a punto de ser escrito en tierras americanas. Desde 1962, Cervantes es «Corregidor Perpetuo de La Paz». 

Cuando oí a un indio de Bolivia el verbo «tristear», inmediatamente pensé que teníamos que importarlo a España, porque las vetas del español están tanto en La Paz como en Vallecas. Lo mismo pensé cuando en la ciudad de México escuché «cantinflear» y, a la inversa, cuando en Montevideo la hija de unos amigos me dijo que había aprendido a hablar en español y para demostrármelo elevó la voz y me dijo: «¡Jo, tío, eso mola! Pero es superdifícil, o sea. Que no te vacilo, ¿eh? Que no voy sobrado».

Ni en La Paz me he sentido boliviano; ni en México, mexicano; ni en Montevideo, uruguayo. Pero en ningún lugar de Hispanoamérica me he sentido extranjero. Ni tan siquiera en Antinomia, una ciudad próxima a Escalante, en la frontera de Arizona con Utah, por donde sor María Jesús de Ágreda practicaba su arte de la bilocación. 

¿Te puedes sentir extranjero en Montevideo, donde las señales de Stop dicen lo que hay que decir, PARE, y no Stop? ¿Y en el Galeón de Roberto Cataldo, una memorable librería de viejo en la que encontré un ejemplar de De los nombres de Cristo, de Fray Luis de León con una dedicatoria manuscrita de Federico García Lorca y una primera tentativa del soneto Yo sé que mi perfil será tranquilo

¿Cómo sentirse extranjero en la Ciudad de México, donde vive mi amigo Luis Moctezuma, nieto de navarros? ¿Cómo sentirse extranjero en las librerías de viejo de la calle Donceles, donde uno se encuentra con todo el exilio republicano español? ¿Cómo sentirse extranjero mientras te cuentan en una pulquería la historia del anarquista Mariano Sánchez Añón, nacido en 1909 en Mas de las Matas, Teruel, cuya compañera se llamaba Armonía del Vivir Pensando? ¿Puede un navarro sentirse forastero en la ciudad de Huamantla -Tlaxcala-, donde celebran anualmente La Pamplonada, unos encierros a imitación de los de Pamplona? ¿Cómo sentirse ajeno a lo que te rodea cuando visitas en Puebla la magnífica biblioteca de Juan de Palafox y Mendoza, beato, obispo y Virrey de Nueva España y -también- navarro, cuyos restos mortales se encuentran en El Burgo de Osma? 

¿Cómo sentirse extranjero en Lima cuando cruzas «el viejo puente del río en la Alameda”? ¿Cómo sentirse extranjero entre los descendientes de los indios mapuches que tan denodadamente lucharon a las órdenes del Virrey Joaquín de la Pezuela manteniéndose fieles a Fernando VII? ¿Cómo no conmoverse siguiendo los avatares de esa larga guerra civil que dio lugar a la independencia de las repúblicas americanas? ¿Cómo explicar una guerra que duró más de quince años, en una extensión tan enorme y tan alejada de una metrópolis dividida y desorganizada? ¿Cómo sentirse extranjero cuando en el Museo Pedro de Osma, de Lima, se contempla el enorme cuadro que representa la boda de dos importantes princesas incas con Martín de Loyola (sobrino nieto de San Ignacio) y Juan de Borja (pariente cercano de San Francisco de Borja)?

Dejo en el tintero a mis amigos de Venezuela, Chile, Ecuador, Honduras… A Costa Rica y su «¡Pura vida!» y su verbo «tontolear» con el que se refieren a los singulares quehaceres de los enamorados, a mi entrañable Cúcuta, por donde discurre el río Pamplonica, a Barichara a Manizales, donde se mantiene en pie el Hotel El Escorial...

Me cuesta pasar de largo de la cordialidad de la República Dominicana y de las ruinas del convento de San Francisco, el primero que se fundó en América. Aquí residió Tirso de Molina y aquí conoció la vida y milagros del erotómano don Luis Colón, tercer Almirante de las Indias y nieto del Descubridor, que presenta no pocas similitudes con la de don Juan Tenorio. 

Si los amigos son aquellas partes del alma que tenemos repartidas por el mundo, les aseguro que merece la pena repartir los trozos de nuestra alma por Hispanoamérica, en primer lugar, para conocernos mejor a nosotros mismos como españoles. Este es un deber urgente y gozoso.

Todo despernado cree en Hobbes

La voracidad con la que los despernados por el mucho andar -especialmente si tenemos las rodillas como una bolsa de calderilla- tomamos el tren de cercanías al asalto dice mucho sobre nuestra cosa en sí. Todo son caras de buena gente en el andén... hasta que se acerca el tren. Entonces desparecen los vecinos del pueblo, los conocidos y hasta los amigos. Nos apresuramos a sacar los codos y a ocupar el con aire marcial el espacio hipotético en el que quedará la puerta de acceso del vagón. Si acertamos, es la felicidad. ¡Estamos salvados! ¡Nos tocará asiento! Si no acertamos, hemos de ponernos a la cola de los que han calibrado con exactitud dónde se pararía el tren. Pero la frustración nos hace más agresivos dando cumplida fe con nuestra conducta de que el «bellum omnium contra omnes» sigue vigente. La moral kantiana, amigos, está bien cuando hay pocas personas esperando al tren, pero en situaciones desesperadas, que son las habituales, todos nos hacemos hobbesianos. Si has pillado asiento no se lo cedes ni a un herido de guerra. También hay que decir que la RENFE no nos pone fácil la generosidad. Ir de pie hasta tu destino es como ir a galeras: sangre, sudor y lágrimas en una humanidad compactada en la que la suma de las gravedades individuales pone de manifiesto la relatividad del espacio. Y cuando ya no cabe ni una aguja más, llega corriendo el de la bici, empeñado en subirla al tren.

viernes, 10 de octubre de 2025

El pie bueno de un rey malvado

Hasta el muy socarrón Voltaire tiene sus momentos de ternura. Aparecen en los pasajes más insospechados de su obra. Por ejemplo en el Diccionario filosófico. Aquí nos cuenta que Dios llevó a Zoroastro al infierno para que viera cómo eran castigados los malos reyes. Zoroastro observó que a uno de ellos le faltaba un pie y preguntó a qué se debía esta falta tan notable. Dios le contestó que ese rey había hecho una buena acción en toda su vida. Solo una. En una ocasión le acercó con el pie un poco de cebada a un pobre asno que se moría de hambre. Dios, compasivo, llevó al cielo el pie dignificado por el gesto caritativo del rey malvado y dejó en el infierno el resto de su cuerpo, que era insalvable. Conté ayer por la tarde esta historia en Vigo al comienzo de una charla a un grupo de estudiantes de magisterio. Al finalizar les pregunté si la recordaban. Me contestaron que sí. Les hice observar que ahí tenían la prueba de lo fácil que es recordar historias y les aconsejé que aprovecharan este recurso tan barato y eficaz que tenían continuamente a la mano. 

12:36. Me cuenta @arauna_jorge que hay «una versión americana de esa historia: Benedict Arnold, general de Washington, se pasó a los británicos, traicionando la causa por la que había sido gravemente herido en la pierna. En 1887 se erigió un monumento a dicha extremidad por ser lo único noble en Arnold».

miércoles, 8 de octubre de 2025

Un momento culminante.

Llego con la lengua afuera a una conferencia. Sudoroso y desaliñado, jadeante. Me encuentro a mi querido publico, un grupo de encantadoras monjas de algo más que mediana edad, rezando por mí. Una de las monjas especifica: «Rezábamos para que no se lo pasase mal, porque sabemos lo que se sufre cuando se llega tarde». Me han enternecido. Para que yo no me lo pasase mal han revuelto el cielo con sus oraciones. Me apunto el hecho, que pasa a ser uno de los momentos culminantes de mi vida. Recuerdo esto en una «casa mariñeira» de Aldán, en Pontevedra. Galicia es el trampolín de España.

La Obama, cancelada.

Hay un feminismo excéntrico y faltón, que, simple y llanamente, se muestra contrario a la vida adulta y se empeña en no perder ocasión de de...