No sé si alguna vez existieron tiempos tranquilos. Posiblemente los tiempos tranquilos son una construcción del esfuerzo conjunto de la desmemoria y de la vanidad de la existencia. Hoy la desmemoria se ha convertido en un programa político y la vanidad de la existencia se muestra en esa jactancia del presente por sentirse el momento culminante de la historia, es decir, el tribunal frente al cual debe rendir cuentas el pasado por haber sido diferente a como nos gustaría que hubiera sido. Ahora bien, si el tiempo es aquello -decía Schopenhauer- en virtud de lo cual todo se convierte en nada en nuestras manos y pierde todo su valor real, la vanidad de la existencia y la desmemoria no serían más que dos vanos intentos de engañar al tiempo, de resistirnos a aceptar que todo presente histórico se construyó con la inteligencia que había disponible. También el nuestro. Y la inteligencia disponible siempre es muy escasa.
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