Ayer, querida B., súbitamente, entendí el significado de esa nueva palabra que me enseñaste: natalofobia. Aquí, en casa, n tuvimos tiempo para eso. Vinieron a cenar mis hijos, mis nietos y una pareja de amigos y yo, se lo aseguro, fui feliz entre fogones desde primera hora de la tarde, porque comencé los preparativos de la cena temprano, con unos buñuelos de manzana. La cena, por supuesto, fue generosa. fritos varios, almejas en salsa verde, berberechos y rodaballo al horno receta Chez Luri. Mis nietos me pidieron que a ellos les hiciera su cena preferida y. obviamente, acepté encantado y cada uno tuvo su flamante tortilla de patatas. Nos despedimos a punto de dar las doce y cuando se fueron todos, mi mujer y yo echamos el cerrojo de casa y nos dispusimos a recoger la mesa y a poner un lavavajillas. Mientras andaba trasteando pensé que para el cristiano la cena de Navidad no termina nunca, porque la Navidad no es un punto y aparte, sino un comienzo. Si no creyéramos que lo bueno viene después, todo lo que quedaría, tras los villancicos, sería un lavavajillas limpiar y el silencio tras las despedidas.
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