«Ya bajan rodando / por las escaleras / nueces y castañas / turrones y peras». Recuerdo que este villancico lo cantaba mi madre, pero no recuerdo cómo seguía. Me pasa lo mismo con muchos cuentos infantiles que me contaba en la cama y de los que guardo algunos detalles inconexos que no me permiten rehacer su totalidad. A veces quisiera saber cocinar en estas fechas como cocinaba ella aquellas comidas tan sencillas y tan sabrosas. Era una artista de los fogones. Pero aquellos sabores forman parte de mi biografía melancólica, no de las de mi mujer o mis hijos. En cualquier caso ¡qué no daría yo por un plato de aquellos suyos de patatas cocidas con raspa de bacalao! Vamos sumando cenas y comidas de navidad porque aunque ya no pidamos nueces, castañas, turrones y peras, sino platos sofisticados y ridículamente caros, necesitamos reunirnos en torno a una mesa. Los que cantaban este villancico se imaginaban, probablemente, la edad de oro como un tiempo en que comidas tan sencillas como nueces, castañas, turrones y peras bajaban ellas solas por las escaleras y se subían autónomamente sobre la mesa, sin requerir ningún esfuerzo humano. Se imaginaban la Edad de Oro como unas navidades eternas. Feliz Navidad, amigos.
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