Me suelo levantar temprano. Hay días que no han dado las 6:00 y ya estoy danzando por la casa. Bien es cierto que también me gusta ir a dormir temprano. Hay días que antes de las 23:00 ya he caído plácidamente en brazos del dulce Morfeo. Lo primero que suelo hacer por las mañanas es dar un repaso a las revistas de psicología y pedagogía internacionales a las que estoy suscrito por internet. Me interesa ver qué estudios se publican. A lo largo de los años ya llevo leídos unos cuantos y me he hecho con la suficiente información como para permitirme dos conclusiones. La primera es que si los resultados de un estudio no te gustan, sigue leyendo, que siempre encontrarás algún otro que te proporcione conclusiones a tu gusto; la segunda es la constatación del abismo que separa la investigación pedagógica de las preocupaciones efectivas de los profesores en las aulas. En pedagogía la investigación está impregnada de moralina y, con frecuencia, de wokismo. En las aulas las cosas son mucho más inmediatas, concretas y, no pocas veces, dolorosas. Ahora que el mundo empresarial anda creando spin-off para poner en directa conexión el mundo de la investigación con el de la empresa, no me imagino que spin-off se puede crear para poner en relación la investigación -de alguna forma hay que llamarla- pedagógica y los centros educativos. Mientras tanto, el desconcierto y el malestar docente no paran de crecer.
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