Parece que Navidad es la época de la postergación de compromisos. Son muchas las cosas que podríamos hacer durante estos días pero que relegamos para después de Reyes. No sé qué implicaciones económicas tiene esto, pero me gusta esta invitación navideña a crearse como una burbuja existencial de indecisión y así estar atentos a la que salga. ¿Que te llaman para una entrevista?, ¡Ya concretaremos después de Navidad! ¿Que se trata de una conferencia? ¡Me reservo la fecha y ya veremos! Etc. En Navidad metemos nuestra vida dentro de una bola dorada y la colgamos de una rama del árbol de la inminencia, dejando el resto en estado de demora. Las luces de nuestras calles son como una invitación a no caminar insensibles por ellas, a olvidarse de la meta y pararse a llevar alguna decoración interior a nuestras propias vidas. Estoy tentado de hacerles a mis nietos para la cena de Navidad el plato que más les gusta: una gran tortilla de patatas para cada uno.
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