Buscar este blog

martes, 13 de junio de 2006

La bomba del Corpus

Día del Corpus de 1878. La procesión alcanzó la calle de Cambios bajo una lluvia de pétalos de rosa que caían de los balcones filtrando la mansa luz de la mañana. Ascheri, desde el terrado de la Fonda Mataró, encendió la mecha de 10 centímetros con el cigarro y tiró la bomba al vacío. El día era magnífico y el cielo puro azul, que resaltaba la blancura de las sábanas hinchadas por la brisa en los terrados, perfumadas de algas, salitre, cera, rosas... Aturdido por el entusiasmo, creyó estar saboreando las primicias de la libertad. Oyó la detonación cuando ya se encontraba en la Plaza de Palacio. Subió a un tranvía y se alejó martilleado por un jadeo profundo y exaltado. El pecho, como la esperanza, se le escapaba por la boca. Tenía 27 años. Y había nacido en Marsella. Aunque encorvado, era alto y no muy feo. Vivía del amor que le profesaba la viuda Borrás. Lo detuvieron pocos días después, junto a Antonio Nogués, Josep Molas y Joan Alsina. El 17 de febrero de 1879, víspera de la ejecución, pidió hablar con el padre Martorell. Tras la confesión, ante la luz de una vela, acabó abrazando una estampita en la que se leía: Hoy estarás conmigo en el Paraíso. Durmió intranquilo. Muy de madrugada, con el estómago desconsolado, oyó misa y comulgó. Vestía pantalón de pana, chaqueta negra y alpargatas nuevas que le compró la viuda Borrás. Los otros, blusones negros. Hasta el desolado foso de la batería de Hornabeque, en el castillo de Montjuic, llegaba el viento cortante del Pirineo, susurrando lo que sólo Ascheri comprendía, abandonado a la merced de su palabra: Hoy estarás conmigo en el paraíso. Con el son helado de esta letanía apagaba el estruendo de su corazón batiente y un bulto de cemento en el estómago. Frente al pelotón, Nogués gritó un ¡Viva la anarquía! Alsina, animó a los soldados a ser certeros y Molas suspiró un imperceptible ¡Fuego! Ascheri respiraba a grandes bocanadas el aire helado, devorando el presente como un depredador furioso su presa más esquiva. Solícitos, los Hermanos de la Cofradía de los Desamparados depositaron su cuerpo en un ataúd negro y entre sus dedos, cruzados sobre el pecho acribillado, introdujeron una estampita como viático para el más allá. Un coche fúnebre llevó sus restos al cementerio. A los otros los pusieron en un carro aparte.

1 comentario:

  1. Lástima que no hayas considerado relevante mencionar los 12 seres humanos asesinados y los 64 mutilados y heridos por el "desconsolado" Ascheri y sus valientes acólitos.

    ResponderEliminar

Perillán

 I Contestándole un mensaje a Jorge Freire me emerge espontáneamente de no sé donde, pero directo y contundente, el adjetivo "perillán&...