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martes, 6 de junio de 2006

Respuesta evasiva a R. Cuxart

¿Y si las ideologías que nos justifican ante nosotros mismos no tuviesen como función describir el mundo, sino hacernos creer en la superioridad moral de nuestra perspectiva? ¿Y si el pensamiento que se refugia en fórmulas lo que busca es blindar su perspectiva? ¿Y si -en última instancia- al otear el mundo sólo somos oteadores de nosotros mismos? Como tengo bastante claras las respuestas, me limitaré, R.C., a ofrecerte un prejuicio: Si tuviera que elegir para vivir entre, digamos, Riad o Nueva York, eligiría Nueva York. De hecho considero que Nueva York es mi capital cultural (en el mismo sentido que lo fueron, en su tiempo, Roma, Alejandría o Atenas para todos los mediterráneos. Y considero, además, que tengo suerte de que sea así y de que mi capital cultural no sea Moscú o Pekín (aún) o Riad. En política soy un schmittiano convencido: es la fe la que crea las fronteras y el sentido de copertenencia. Y la fe es un prejuicio. Después es la sangre la que legitima los status quo. Por eso quienes están dispuestos a derramar más sangre tienen más posibilidades de escribir la historia. El Estado de Israel está haciendo exactamente lo que ha hecho cualquier fe política: crear fronteras a mamporrazo limpio. Para ser un honesto narcisista -especialmente para ser narcisista ideológico- hay que saber el precio que uno está dispuesto a pagar. En política no hay narcisismo sin cañones que protejan un determinado ámbito de copertenencia. Claro que los europeos creemos lo contrario. Nosotros vivimos en la fe postmoderna de que si todos dejamos de tener convicciones desaparecerán las fronteras. Lo cual sería cierto si la premisa no fuera evidentementeme idiota (en el sentido etimológico del término). O los demás decretan con nosotros el fin de las convicciones o los europeos, si queremos seguir sin convicciones, deberemos estar dispuestos a batirnos por nuestra flojera ideológica, cosa, evidentemente, bien improbable. Así que, mucho me temo, seguiremos permitiendo que la pax americana continúe protegiendo militarmente nuestra única convicción firme: la de que todos los males del mundo están originados por la maldad intrínseca del capitalismo y de sus adláteres: Los EEUU.

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