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sábado, 3 de junio de 2006

Mary Wollstonecraft

Henri Fuseli, "Pesadilla"

Muy sensible a los aromas revolucionarios que atravesaban el Canal de la Mancha, Mary Wollstonecraft abandonó en Londres a su amante, Henri Fuseli y se fue a Francia en junio de 1793. En París conoció al escritor americano Gilbert Imlay e inició con él una relación basada en el amor libre que rechazaba orgullosamente cualquier tipo de control social de su amor. Parece que inicialmente él estaba dispuesto a casarse, pero ella “sólo” estaba dispuesta a adoptar su apellido y hacerse pasar por su mujer.

Carta de Mary Wollstonecraft a Gilbert Imlay: “Acaríciame con esa noble dulzura que sólo he encontrado en ti.” No hubiéramos sabido nada de su vida en Francia si William Godwin no la hubiese contado al enviudar. Él fue el artista de la reputación de Mary como una libertina inmoral.

No tardó ni
en quedarse embarazada ni en comprender que él no la quería tanto como ella (y seguramente él) se había imaginado. Imlay entendía el amor libre como una práctica, no como un hermoso postulado teórico Tuvo una niña, Fanny, y regresó a Londres. El 10 de octubre de 1795 sorprendió a Gilbert en brazos otra mujer. Inmediatamente le escribe una carta que se inicia con estas palabras: “Te estoy escribiendo de rodillas, implorándote”. Continúa con las siguientes: “Nada, excepto mi estupidez extrema me ha podido mantener tanto tiempo ciega. (…) Preferiría mil muertes a una noche como la pasada. Tu trato ha arrojado mi alma al caos.” Tras confesarse “víctima de tu desviación de la rectitud”, concluye asegurando que va a tirarse al Támesis para encontrar la muerte que busca.

Llovía
copiosamente. Camino del Puente de Putney, Mary siente cómo sus ropas se van empapando y piensa que de esa manera se hundirá con más rapidez. Fue rescatada de la corriente del Támesis milagrosamente. Pero ya se habían ahogado algunas de sus convicciones, como su fe en la revolución, su confianza en las virtudes del pueblo o su esperanza en una vida independiente de la mujer.

Eleanor Marx tenía Vindication of the Rights of Women entre sus libros de cabecera. En sus páginas aprendió a atacar las restricciones educativas que mantenían a la mujer en un estado de ignorancia y dependencia esclavista y a considerar el matrimonio como una “legal prostitution”. Compartía también de todo corazón el lema de Mary Wollstonecraft: “¡La razón no tiene sexo!”.

Tanto Mary
Wollstonecraft como William Godwin se habían manifestado repetidamente en contra del matrimonio. Sin embargo a principios de 1797 se casaron. Mary parecía haber hallado un plácido equilibrio emocional en el que se sentía satisfecha. Pero antes de acabar el año (el 10 de septiembre de 1797), a la edad de 38 años, sucumbió a una fiebre puerperal tras el nacimiento de su segunda hija, que heredó su nombre y apellido, la futura autora de “Frankenstein o el Moderno Prometeo”.

Tras la muerte
de su esposa, Godwin le escribió a un amigo: "Creo firmemente que no hay otra mujer igual en el mundo. Sé por experiencia que estábamos hechos para hacernos mutuamente felices”.

Mary Wo
llstonecraft protagonizó su vida con la convicción de que estaba dinamitando los esquemas del imaginario femenino. Estaba dando forma a nuevas posibilidades de ser mujer. Siempre la he tenido por la auténtica Frankenstein de la familia. Virgina Wolf también lo sospechó y por eso escribió que “la vida de Mary Wollstonecraft fue un experimento”. Según William Godwin, puso todo su “Amazonian temper” al servicio de su biografía.

Fanny
Imlay fue una niña melancólica. Siempre se sintió completamente sola en un mundo extraño. Su intenso sentimiento de desarraigo la hundió en profundas depresiones. En octubre de 1816, tras comprender que nunca le pertenecía a nadie y que nunca nadie le pertenecía a ella, decidió suicidarse ingiriendo láudano en un “inn” de Swansea. Dejó esta nota inconclusa: “Hace tiempo que decidí que lo mejor que podía hacer es poner el punto final a la existencia de un ser cuyo nacimiento fue desgraciado y cuya vida ha consistido en una serie de desdichas para aquellas personas que han dejado su salud intentando promover su bienestar. Quizás le resulte doloroso saber que he muerto, pero pronto podrá olvidar que ha existido una criatura como …”. Nadie reclamó su cuerpo. Fue enterrado de forma anónima sin que ningún conocido asistiera a las exequias.

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