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viernes, 16 de junio de 2006

Eleanor Marx

Edward Aveling y Eleanor Marx se enamoraron en 1883, e inmediatamente comenzaron a vivir juntos. Para ella esta relación implicaba un compromiso de fidelidad; para él se trataba de un episodio más de su biografía amorosa, indefinidamente abierta. Cuando Aveling enfermó de cierta gravedad, Eleanor lo cuidó con toda diligencia. Al recuperar la salud, se casó en secreto con una tal Eva Frye. Poco después Eleanor se suicidó (el 31 de marzo de 1898). Edward Aveling murió cinco meses más tarde, completamente repudiado por el movimiento obrero británico.

A Eleanor, la hija menor de Karl Marx la describen sus contemporáneos como una de las mejores oradores de Inglaterra, brillante, inteligente, comprometida y hermosa. Nació en Londres el 16 de enero de 1855. Siempre se mantuvo activa colaborando en todos los esfuerzos por organizar la clase obrera. Insisten en que era todo un privilegio hablar con ella acerca de sus recuerdos familiares. Marx puso un especial cuidado en su educación, dirigiéndose a ella en inglés, francés y alemán. A la edad de 3 años recitaba pasajes enteros de Shakespeare. A los 16 años permitió que lo acompañara como secretaria en varias reuniones internacionales. A veces parecía estar dominada por una convicción casi religiosa de que era portadora de las esencias de la verdad del socialismo marxista, de ser la guardiana de la verdad paterna. Su suicidio sirvió, paradójicamente, para descargar sus debilidades sobre Eveling y permitió reintegrar su memoria en el redil de los Marx.

¿Fue verdaderamente Eleanor victima de la falta de escrúpulos de Aveling? Algunos biógrafos sugieren que vivió pendiente de él, ciegamente enamorada, como una adolescente caprichosa; pero otros sospechan que entre ambos existió un profundo acuerdo sobre lo que debía de ser la vida en común de dos socialistas. ¿Hasta qué punto compartía el rechazo de Eveling de toda moralidad burguesa? ¿Cuando en los círculos socialistas británicos se decía, con cierto retintín, que “los Avelings” eran gente “muy muy” inteligente, qué se estaba sugiriendo? ¿Y qué sombra proyectaban sobre ella los que la llamaban Lady Macbeth Aveling? Hay también quien lanza la duda de que sus males se originaron con la agudísima herida narcisista que le produjo el descubrimiento de que Freddie, el muchacho al que había tenido por hijo de Engels, era en realidad su hermano, hijo natural de su admiradísimo padre.

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