Buscar este blog

jueves, 22 de junio de 2006

Teoría de la no-cosa

Me ha impactado profundamente la campaña que viene realizando la Agència Catalana de l'Aigua con el lema "Les espècies més perilloses del mediterrani". No sabía, por poner unos pocos ejemplos, que una botella de plàstico puede tardar en degradarse 600 años y que los peces (quien sabe si la última lubina a la sal que nos comimos) ingieren los preservativos que lanzamos por los váteres o las bolsas de plástico, que confunden con medusas.
Me ha servido también para recuperar algunas ideas de una conferencia que di hace dos años en la Universidad Mazarik de Brno (Republica Checa) con el pomposo título de "La no-cosa". Las resumo acompañándolas de las visiones de Alessandro Bavari de quien otro día hablaré más despacio.

I

Las no so cosas son objetos materiales que no pertenecen ni al mundo de la naturaleza ni al de la cultura.

II

Son un estorbo creado por el trabajo, que de esta manera parece revelarse contra su pretensión inicial de facilitar el caminar del hombre. Con la no-cosa el trabajo crea contravalores. Introduce la paradoja en el ser.

III

La no cosa es un artificio cuyo valor de uso es negativo. Es el artificio rechazado, bien porque se le ha exprimido todo su valor de uso, bien porque se ha rebelado contra los proyectos del diseñador. La cultura busca denodadamente expulsarla de sí, porque le molesta su simple visión. Pero a diferencia de los productos naturales, que se reintegran con facilidad en el ciclo de la naturaleza y de las obras de arte, que inmediatamente forman parte del ciclo de la cultura, el mundo “descosificado” no tiene pretendientes.

IV

La no-cosa fue, sin embargo, resultado de un esfuerzo de diseño y, como tal, ganó su derecho a la visibilidad. Una vez devenida no-cosa, se aferra a esta visibilidad, aunque ha perdido por completo su valor de uso. En este sentido la no-cosa sitúa al diseño ante la consecuencia imprevista de sus pretensiones culturales.

V

En la actualidad el mundo del hombre ya no se puede explicar a partir de la dicotomía naturaleza-cultura, pues la no-cosa dejó de ser naturaleza al ser diseñada como objeto tecnológico, pero fue expulsada de la cultura al devenir un objeto “des-cosificado”. Las no-cosas pertenecen a un tercer mundo, opuesto a la naturaleza y a la cultura, y cuyo tamaño no cesa de aumentar.

VI

A las culturas sólo les gusta reconocerse en los objetos que fabrican.

VII

Una no-cosa es una paradoja es un absurdo cultural.

VII

Filosóficamente el término no-cosa es relevante al menos desde que Kant lo utilizara en la Crítica de la razón pura para designar “un objeto vacío sin concepto”, como sería el de un “objeto rectilíneo de dos lados.” Es, pues, algo que no tiene razón para ser, pero cuya imposibilidad de ser puede ser pensada. En la Metafísica de las costumbres aparece este término (“Unding”) en referencia al ideal de la paz perpetua y, también, en relación con el amor. Como no podemos amar porque queremos y mucho menos porque debemos, la del deber de amar es una idea absurda (Unding). El término es posteriormente recuperado por Brentano, desarrollando la tesis de la intencionalidad, para hablar de una representación que no es una representación de esto o de aquello, por ejemplo un color que no es ningún color concreto.

VIII

Una no-cosa no es un desecho. Todos los animales generan desechos que más tarde o más temprano se reintegran de manera armónica en los ciclos naturales. Incluso podemos decir que los desechos animales forman parte de esos ciclos. Pero a la no-cosa se le ha exprimido tanto su valor de uso cultural como su valor de uso natural. La no-cosa es la criatura de Frankenstein

IX

Las no-cosas no tienen dueño. Nadie quiere reconocer su autoría sobre ella. Es necesario apartar la vista de ella porque su mera presencia produce una profunda herida narcisista en el optimismo del hombre moderno. Pero no hay un tercer sitio, aparte de la naturaleza o de la cultura, donde la podamos colocar. Por eso su presencia crea no-sitios que van en aumento, compitiendo con los espacios tradicionales.

11 comentarios:

  1. También podríamos hablar de la no-persona (Unperson), no?

    ResponderEliminar
  2. No me atrevo a cotestar afirmativamente. Pero...

    ResponderEliminar
  3. Hay un cuento muy kafkiano de Kafka (humorístico y tristísimo a la vez), un cuento muy corto "Odradek". Te paso la referencia porque la "no cosa" está ahí, inquietante, persistente, al final el narrador, con rabia y perplejidad, dice las palabras clave ante la no cosa: "me sobrevivirá".
    De hecho, si la especie humana desaparece por obra y desgracia de si misma el mundo cultural entero será una no cosa.

    Lola

    ResponderEliminar
  4. Franz Kafka: "Las preocupaciones de un padre de familia"


    Algunos dicen que la palabra «odradek» precede del esloveno, y sobre esta base tratan de establecer su etimología. Otros, en cambio, creen que es de origen alemán, con alguna influencia del esloveno. Pero la incertidumbre de ambos supuestos despierta la sospecha de que ninguno de los dos sea correcto, sobre todo porque no ayudan a determinar el sentido de esa palabra.

    Como es lógico, nadie se preocuparía por semejante investigación si no fuera porque existe realmente un ser llamado Odradek. A primera vista tiene el aspecto de un carrete de hilo en forma de estrella plana. Parece cubierto de hilo, pero más bien se trata de pedazos de hilo, de los tipos y colores más diversos, anudados o apelmazados entre sí. Pero no es únicamente un carrete de hilo, pues de su centro emerge un pequeño palito, al que está fijado otro, en ángulo recto. Con ayuda de este último, por un lado, y con una especie de prolongación que tiene uno de los radios, por el otro, el conjunto puede sostenerse como sobre dos patas.

    Uno siente la tentación de creer que esta criatura tuvo, tiempo atrás, una figura más razonable y que ahora está rota. Pero éste no parece ser el caso; al menos, no encuentro ningún indicio de ello; en ninguna parte se ven huellas de añadidos o de puntas de rotura que pudieran darnos una pista en ese sentido; aunque el conjunto es absurdo, parece completo en sí. Y no es posible dar más detalles, porque Odradek es muy movedizo y no se deja atrapar.

    Habita alternativamente bajo la techumbre, en escalera, en los pasillos y en el zaguán. A veces no se deja ver durante varios meses, como si se hubiese ido a otras casas, pero siempre vuelve a la nuestra. A veces, cuando uno sale por la puerta y lo descubre arrimado a la baranda, al pie de la escalera, entran ganas de hablar con él. No se le hacen preguntas difíciles, desde luego, porque, como es tan pequeño, uno lo trata como si fuera un niño.

    -¿Cómo te llamas? -le pregunto.

    -Odradek -me contesta.

    -¿Y dónde vives?

    -Domicilio indeterminado -dice y se ríe. Es una risa como la que se podría producir si no se tuvieran pulmones. Suena como el crujido de hojas secas, y con ella suele concluir la conversación. A veces ni siquiera contesta y permanece tan callado como la madera de la que parece hecho.

    En vano me pregunto qué será de él. ¿Acaso puede morir? Todo lo que muere debe haber tenido alguna razón be ser, alguna clase de actividad que lo ha desgastado. Y éste no es el caso de Odradek. ¿Acaso rodará algún día por la escalera, arrastrando unos hilos ante los pies de mis hijos y de los hijos de mis hijos? No parece que haga mal a nadie; pero casi me resulta dolorosa la idea de que me pueda sobrevivir.

    ResponderEliminar
  5. Exacto. Había ido a buscar el libro, y venía a decirte el título exacto del cuento. Es magnífico: "No parece que haga mal a nadie".

    Lola

    ResponderEliminar
  6. Me ha gustado mucho este post. Tal como la defines, la no-cosa la veo como el opuesto de la artesanía (como cosa que forma parte de la cultura, que es útil y bella a la vez, que tiene un propósito, un uso, una presencia que a menudo va más allá de su utilidad, por ejemplo, como objeto artístico).
    Así que en el contexto, esta no-cosa estaría en las antípodas de esas creaciones de la cultura popular y sería excrecencia de la era tecnológica.
    Esta no-cosa es útil, pero nunca bella, ni tampoco reciclable o utilizable más allá del momento...
    Me has recordado (vagamente) algunos artículos de Néstor García Canclini -que tuve cmo profe en mis lejanos tiempos del CIS-INAH de México-, y de Octavio Paz sobre el tema del concepto de lo útil en la cultura popular, cuyos valores y formas de ser se opondrían del todo a los de la no-cosa.
    A la mejor lo que estoy diciendo es un disparate, por lo que pido anticipadas disculpas.
    Saludos codiales.

    ResponderEliminar
  7. Una cosa es el desecho no sólo inútil sino perverso. Un ejemplo: el preservativo usado que va a la deriva en el mar. Otro: el aceite de un coche una vez agotada su utilidad. Etc... Lo preocupante, en este sentido,sería el crecimiento de un no-mundo.
    No entiendo por qué has de disculparte por dar tu opinión en un blog abierto a las opiniones. Por lo que a mi respecta te deberías disculpar cuando te la calles.
    Me interesa lo que dices de Paz. ¿Puedes darme un poco más de información?

    ResponderEliminar
  8. Muy provocador. Gregorio Luri, hay muchas cosas de tu texto que me superan y que no logro ver con claridad. En una primera lectura han aparecido muchas preguntas que no marcharán si no son respondidas.
    Una que puede guardar a las otras es: ¿donde puedo leer más de esto?

    Gracias

    ResponderEliminar
  9. No entiendo por qué consideras este texto provocador. Lo provocador, en todo caso, es la realidad. Respecto a tu pregunta, te diré que mi conferencia en Brno tenía por objeto hablar a los alumnos de Historia de la Filosofia Checa –materia impartida por el profesor Zouhar- de un filósofo checo del que, sorprendentemente, apenas habían oído hablar: Vilem Flusser, uno de los padres de la filosofía del diseño. Yo lo tengo por un filósofo muy irregular, pero que apuntó algunas intuiciones muy brillantes, entre ellas la de “Unding” referida al desecho tecnológico. Puedes encontrar más información en una selección de artículos suyos editada con el título de “The Shape of Things” (Reaktion Books, 1999) que ha sido traducida al español como “Filosofía del diseño” (Editorial Síntesis, Medrid, 2002). Pero, en mi opinión, las ideas básicas que presenta Flusser tanto en estos artículos como en sus obras sobre la fotografía o la ética del diseño industrial son, básicamente, orteguianas. Espero haber contestado a tu provocadora pregunta.

    ResponderEliminar
  10. No se lo que me digo. Me provocó la no-cosa.
    No seremos todos en el fondo una no-cosa, un nada?
    La esencia de la cosa no será la no-cosa?
    Al nacer, no seremos para nosotros mismos una no-cosa? Somos un yo, pero sin saberlo?
    Hasta que esa no-cosa es reconocida por terceros no empieza a ser una cosa. Y al ser reconocido, no perderá la esencia, su propia vision de él mismo desde dentro, desde la no cosa?
    O quizas , ser sea ser no-cosa. Quizas al convertirte en cosa,dejas de ser.

    ResponderEliminar
  11. Se supone que frente a las cosas las personas tienen la posibilidad de preguntarse. Y de preguntarse no si son o cosas, si no si son o no alguien. A mi manera de ver la respuesta humana a la pregunta "¿soy alguien?" es la biografía de cada uno y su valor. Lo que dices me ha hecho recordar, por una parte, a Adam Smith, que hablando de la pobreza señala que el auténtico pobre es aquel a quien no ve nadie. Por otra parte nuestra necesidad de ser vistos (de no ser pobres)nos puede llevar o bien a reclamar un valor (a ganarnos el aprecio ajeno) o simplemente a llamar la atención. Improviso: una no-persona sería aquel ser humano que intentando llamar la atención (como alternativa a su fracaso a la hora de obtener respuestas positivas a su demanda de valor)es despreciado por aquellos a quienes se dirige. De nuevo aparece ante mí la imagen del monstruo de Frankensein rechazado por su creador. Sí, me reafirmo: la no-persona es una creatura del doctor Frankenstein (que son los otros).
    Al final entre todos acabaremos elaborando una teoría consistente de la no-cosa.

    ResponderEliminar

Un amor perdurable a fuerza de no serlo

I En las últimas décadas del siglo XIX vivió en Oviedo un hidalgo llamado don Pepito Alegre, unánimemente tenido en la ciudad por «cumplido ...