martes, 13 de junio de 2006

Antoni Ibàñez

Estoy en deuda contigo Antoni Ibáñez Ros, desconocido. No se si ya o aún no entrañable desconocido. He recorrido algunos paisajes de tu mundo y me he perdido. Y eso es lo mejor que puede darnos un mundo nuevo: geografías inéditas en las que los mapas sólo sirven para hacer enormes gorros de barcos de papel. No sé quién eres y, sin embargo, más de una memoria compartimos. Creo compartir contigo, Toni, algo que no sé si tu compartirás conmigo: un cierto sentimiento de desarraigo, una secreta convicción de que estábamos hechos para un mundo un poco más salvaje, algo así como una Cataluña homérica en la que Josep Pla ejerciera de Tiresias y en la que acechasen en las áreas de descanso de las autopistas bacantes ninfómanas, en los pasillos de los hospitales sátiros itifálicos y en las bibliotecas llorasen por los rincones angelitos rococós con las manos manchadas de sangre. Me lo has hecho pasar bien, e incluso mal, y, sobre todo, me has interesado-irritado e interesado-admirado, so fauno melancólico. Y por todo ello te doy, sinceramente, las gracias, Tonibàñez.

3 comentarios:

  1. Hostia, Goyo, esto no me lo esperaba! Te aviso que mi EGO es ENORME... Y tú lo estás empeorando. Me alegro que hayas sobre-vivido a mis textos. Un socrático abrazo.

    ResponderEliminar
  2. "Intentando describir la impresión que le causó su encuentro en Buenos Aires con Luigi Pirandello, Ramón Gómez de la Serna acuñó un calificativo certero y corrosivo: fauno melancólico. Pocas veces merecido de nuevo, este singular epíteto resulta perfectamente aplicable a los caracteres emanados de la mente de quien es definitivamente uno de los más dignos sucesores del prolífico Nobel italiano: Harold Pinter, autor por excelencia de la nostalgia, el recelo, la frustración y el desencanto de la vida en el siglo XX."

    http://www.jornada.unam.mx/2001/06/10/sem-columnas.htm

    ResponderEliminar
  3. Uno nunca sabe los fantasmas que lo habitan a través de su lenguaje.

    ResponderEliminar

La Isla de Siltolá

 I Finalmente, después de varios intentos fallidos, el mensajero nos ha encontrado en casa y me ha entregado los ejemplares de Una triste bú...