Ayer fue el día de la conferencia sobre “Fenomenología del instante”. La Maga se empeñaba en que tenía que cambiar el título. ¿A dónde iba con esa palabreja, “fe-no-me-no-lo-gí-a”, tan poco poética? Pero es que esa era la clave de la conferencia. Tenía bastante claro lo que me proponía y unas cuantas ideas perfiladas. Sin embargo el ensamblaje se me resistía. No había manera de hincar el diente a un par de problemas, más duros de roer de lo que había supuesto, pero como no había más remedio, me dirigía a la conferencia con el texto tuerto bajo el brazo, insatisfecho con su contenido, pero esclavo de la palabra dada. Le había prometido a Conxa Peig que iría a su seminario sobre “La cultura del temps i processos de la memòria”. Y allá iba, temerario de mi.
La conferencia era a las 3, pero como tenía que hacer un par de cosas antes, salí pronto de casa con la intención de comer en Barcelona. Y fue comiendo cuando se presentó ante mí el instante decisivo y me abrió las puertas de sus secretos. “Mírame bien –me dijo- éste soy yo”. Y lo vi, y lo entendí, e inmediatamente me puse a rehacer la conferencia, a tachar, a trazar flechas de aquí para allá, a escribir por los márgenes y el dorso de las hojas. Y, finalmente, me quedé satisfecho.
¿Que qué forma tenía el instante?
Pues la de una mancha de aceite que fue a caer, redonda y oronda, sobre mi camisa azul celeste, tan mona ella, y se incrustó en mi pecho como un lamparón filosófico. La camarera incrementó mi inspiración al aparecer rauda y solícita sacudiendo un spray y dejando medio dedo de espuma blanca sobre la mancha. Me advirtió que debía secarse bien, pues de lo contrario, quedaría marca.
Claro está que no le conté nada de esto ni a Conxa ni a los que me escuchaban, que uno tiene su orgullo académico. Pero es lo que ocurrió. Tal cual.
Entre los asistentes se encontraba Josep Olives Puig, autor de un libro impresionante, “La ciudad cautiva. Ensayos de teoría sociopolítica fundamental”, editado por Siruela el año pasado. Es hijo de Jaume Olives Canals, traductor del Fedón de Platón al catalán para la
Y como estaba con una compañía entrañable el tiempo se me fue en un voleo y de repente eran las siete y veinte, estaba en un rincón de Barcelona, en
Tuve la suerte de dar con un suicida que mientras me contaba sus cuitas de pintor argentino transmutado en taxista barcelonés, voló en línea recta de las faldas del Tibidabo al centro de la ciudad, dejando a su paso un reguero de cláxones enloquecidos.
Con el corazón aún encogido me senté al lado de Zlatina y escuché encantado su propuesta. Quiere que me vaya con ella la próxima primavera a Bulgaria a rodar una película sobre los tracios.
De vuelta a casa, en el tren, de pie, como de costumbre, me fijé que había quedado en la camisa un fondo de perfiles difusos de la mancha del mediodía. Tengo la camisa guardada sin lavar. Posiblemente le recorte la huella de la mancha y la conserve como recuerdo de este día.
Mi hijo, que siempre me tiene pegada a Internet viendo barbaridades, me enseñó hace un par de días al deportista de la bolera. Nos partíamos de risa. El instante de la caída da para mucho también. ¿Por qué nos reímos, casi inevitablemente, cuando no somos nosotros quiénes damos de bruces contra el suelo?
ResponderEliminarLola
Yo aún guardo las bambas con las que hice cien o doscientos metros lisos delante de los carabinieri cabrones que me querían matar, ahí en Génova 2001. Instantes de gas lacrimógeno.
ResponderEliminarPor cierto. No eran esos momentos de sacar la cámara de fotos, pero le juro que entre carabinieri y manifestantes había una pobre vaca, seguramente de algún colectivo de agricultores, o vaya usted saber.
Lola: porque la risa brota en el instante en que lo inesperado nos sobresalta y trastoca el equilibrio en que vivimos.
ResponderEliminarSalvo cuando caemos, que lo que queda es el ridículo.
La risa es la única defensa que tenemos ante la vergüenza del ridículo. Gregorio ¿Hubo o no risa como la de Bloom en el café de Flore?
ResponderEliminarLola: La risa (o, al menos, la ironía) es la lógica de lo cotidiano.
ResponderEliminarSubaL: ¿Por qué "una pobre" vaca? ¿Qué sabe usted de la pobreza de las vacas? ¿Acaso sabe algo de su riqueza?
ResponderEliminarTuvo usted frente a sus narices una epifanía... y lo pilló corriendo.
Yo sospechaba que usted tendría alguna afinidad oculta con Tumbaito. ¡Ya lo tengo! ¡El fetichismo del propio calzado!
Luis: Cuando caemos, se rompe lo cotidiano. Y se abre la tragicomedia. Fernando Esteso representando a Esquilo.
ResponderEliminarQuerido Aristó: Hubo la imprescindible ironía académica. Hubo, eso sí, una risa nerviosa cuando fui conducido por ese taxista-pintor-argentino (cualquiera de las tres cosas es por sí sola ya temible)hacia el vacío temporal a través de las calles repletas. ¿Son todos los taxistas argentinos tan obedientes y fielmente temerarios? Y sin embargo pudimos hablar del perro de Goya y de Tiépolo. ¡Lo que puede dar de sí un bucle espacio-temporal!
ResponderEliminarAh, felicidades por tus tramas búlgaras.
ResponderEliminarLola
¡Mecahis! Me lo volví a perder.
ResponderEliminarYa sé que la culpa es mía por despistado, pero ¿sería posible introducir en el blog un 'calendario de próximas actuaciones' del Sr Luri?
Claudio: Esta actuación tuvo lugar en el marco de un seminario interno de la UIC. NO me parecía adecuado asumir más protagonismo que el de invitado.
ResponderEliminarLola: Búlgara no para de darme motivos para la aventura y la alegría. Me ha proporcionado, en primer lugar, buenos -muy buenos- amigos. Y lo demás viene por añadidura.
ResponderEliminarYa veremos si esto llega a buen término. Se trata de un documental de una hora que está patrocinado íntegramente por una cadena de televisión francesa. Ya os tendré informados.
Me sorprende reconocer, cuando le he leído , la existencia de esos instantes de "iluminacion" que aparecen con lo mas trivial ...quizás las respuestas están larvadas y aparecen ante "ciertos acontecimientos " ...inexplicable , pero verídico
ResponderEliminarLa inspiración está en el instante, pero a uno debe encontrarlo dispuesto a escuchar.
ResponderEliminarUna vez más, se demuestran las propiedades lubricantes del aceite. Seguro que era de oliva, sin colesterol.
Le pido por favor, por curiosidad, si no es mucho pedir que nos cuelgue aquí, ese misterioso relato sobre el instante.
ResponderEliminarEstá bien, me identificaré.
ResponderEliminarPero entonces, le pido y le exigo que por favor, cuelgue la conferencia.
No, si por mucho que se empeñe usted Don Gregorio de las excelsidades del aburrimiento, el que se aburre es que es idiota, !jope¡ que estrés entre la conferencia que no encaja,la mancha de aceite, la iluminación sublime, el reclamo de sus admiradores, el taxista bulgaro y la directora de cine Argentina.
ResponderEliminarMe sumo a la petición que al menos en boceto, tenga la bondad de colgar la conferencia
Saludos cordiales
Ennri, Rubén: es muy largo, pero veré qué se puede hacer.
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ResponderEliminarJaja jaja. Rara especie la de los taxistas argentinos. No le voy a negar que es una experiencia temeraria. Decir que la Argentina es la Nación trágica por excelencia es pecar de soberbia, pero uno debe realmente preguntarse cómo es que todavía resiste. En otro tiempo hubiésemos sido vencidos y erradicados de la faz de la tierra hace mucho tiempo!!
ResponderEliminarAro: Comienzo a sospechar que Argentina nunca existió.
ResponderEliminarCuando yo iba a la escuela y tenía que hacer un mapa político, siempre me quedaba algún espacio despoblado. Eso se podía solucionar ampliando las fronteras de los países vecinos y esperando la generosidad correctora del profesor.
Con respecto a Argentina, sospecho que al primero que hizo el mapa de América le quedo un espacio en blanco y no atreviéndose a recurrir a los países vecinos, le inventó un nombre precioso para un no-lugar.
Los siguientes mapas están basados todos en este y nadie se ha preocupado en ir a averiguar si realmente Argentina existe o no.
Esta es una simple teoría.
Si usted me asegura que todos los que dicen ser argentinos, lo son, yo me lo creo. Pero...
Jaja jaja, usted me hace reír. Que yo sepa, nunca conocí a un argentino. Conozco italianos, españoles, polacos, rusos judíos y no. Pero alguien que dicese argentino en mi vida. Mire el lado positivo, el nuestro es un lugar de paso donde uno que otro se queda a pasar una temporada y reflexionar sobre qué es el hombre.
ResponderEliminarLo de la pelicula bulgara me parece fascinante, usted tiene un perfil entre Tracio fino y Helenico, creo deberia participar en el reparto! Me podria pedir el papel de chica de la carreta!!!
ResponderEliminarAro: MI madre tenia una tía, la tía Petra, que como era tan alta en el pueblo la llamaban la Petra y Media, que se fue a Argentina y nunca más se supo de ella. Siempre me pareció curioso que una mujer tan alta en Argentina se hiciera invisible.
ResponderEliminarGlauka: Me lo apunto. Rezo a todos los dioses tracios, y en especial a la diosa Bendis, para que todo vaya para adelante. Sueño con que en el futuro se me presente un día que sea el primero del resto de mi vida.
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