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jueves, 8 de noviembre de 2007

Las mil caras de Irma la Dulce

Si yo tuviese talento para la escritura, escribiría la biografía de Irma la dulce. Ya he dicho por aquí que la película que dirigió Willy Wilder con este título es para mí una de las cumbres del cine. Añadiré ahora que en la mujer que se esconde tras Irma la Dulce se cruzan no pocos de los caminos del imaginario femenino del hombre del siglo XX. Los personajes que intervendrían en esa biografía novelada que nunca escribiré serían los siguientes:

1. Sigmund Freud

No soportaba a Karl Kraus, a quien tenía por “un loco mediocre con un gran talento histriónico”.

2. Fritz Wittels

Médico vienés que fue sucesivamente amigo a Kraus y de Freud, además de protector de Irma.

3. Karl Kraus

Un genio del aforismo y del periodismo, uno de las miradas más agudas de la Europa de principios de siglo. Una de las almas de Viena. No tardó en convertir el psicoanálisis en diana de sus aforismos envenenados. En 1907 era amigo de Wittels, con quien compartía alegrías nocturnas y trabajan codo con codo en la redacción de la revista satírica que dirigía, “Die Fackel”.

Tras morir su amada Annie Kalmar cayó “extasiado” ante “la divina belleza” de una joven de 17 años, Irma Karczewska, hija de un portero de Viena. Sin embargo pronto se hartará de ella. Hablaba demasiado. Para quitársela de encima la vestirá con ropas caras y la presentará a más y más hombres, hasta que finalmente consiga casarla con un industrial austriaco.

4. Annie Kalmar

El gran amor (parece) de Kraus. Pensando en ella escribió un famoso artículo titulado “En alabanza de la prostituta”, donde defendía el derecho y el deber de cada mujer a ser puta. Según Fritz Wittels, era “promiscua, apasionada, alegre, despreocupada, borracha e inteligente sin ser culta”.

5. Irma Karczewska

La relación de Wittels con Irma fue, a la vez, la de médico, enfermero y amante. Intentó conseguir que dejase la bebida y le hacía todo tipo de regalos para que se quedara en casa, con él, alejada de las tentaciones de los cafés vieneses. “Yo la tenía -escribió en sus memorias- toda para mí, en la medida en que se puede monopolizar a una griega nacida a destiempo que no conocía más que un principio: no tener ninguno”.

En 1907 Wittels publicó en “Die Fackel” un artículo sobre Irma titulado “La mujer niña”: “Se trata de una muchacha que posee un gran atractivo sexual, desarrollado con tanta precocidad que se ve forzada a iniciar su vida sexual siendo todavía una niña en otros aspectos. Durante toda su vida sexual sigue siendo una niña hipersexuada, incapaz de comprender el mundo civilizado de los adultos”. Me imagino que más tarde o más temprano caería en manos de Nabokov.

La historia del triángulo entre Wittels, Kraus y la Karczewska está recogida en parte en el libro de Wittels, “Freud y la mujer niña” (Seix Barral).

6. Frank Wedekind

Amigo de Krauss, a través de cual conoció a Irma, inspiración de su “Lulú”.

El 29 de mayo de 1905 Kraus dio una fiesta en Viena para homenajear a Wedekind, que acababa de estrenar “La caja de Pandora”. Inició su discurso con estas palabras de Felicien Rops: “El amor de las mujeres contiene, como la caja de Pandora, todos los dolores de la vida, pero están envueltos en hojas doradas y están tan llenos de aromas y colores que uno nunca debe quejarse de haber abierto la caja. Los aromas mantienen alejada la vejez y conservan hasta sus últimos momentos su fuerza original. Toda felicidad se hace pagar, y yo muero un poco por estos dulces y delicados aromas que se elevan de la maligna caja, y a pesar de ello, mi mano, a la que la vejez ya hace temblar, encuentra aún la fuerza para girar llaves prohibidas. ¡Qué son la vida, la fama, el arte! Todo lo doy por las horas benditas en las que mi cabeza descansaba en noches de verano sobre un pecho moldeado por el vaso del rey de Thule, como éste ahora también desaparecido”.

Wedekind estaba interesado especialmente por el sexo “en un mundo esencialmente dominado por hombres” y era adicto a un sueño de liberación integral de la mujer. Sin embargo en sus obras la mujer que pretende ser libre o, al menos, vivir libremente su feminidad (Lulú) acaba asesinada por Jack el Destripador.

Frank Wedekind –escribe Kraus- ha sido el primero que ha renunciado a las lamentaciones dramáticas por la pérdida del valor mercantil de la mujer”.

7. Willy Wilder

Una de las mayores especialidades de Kraus era la de hacerse enemigos. Entre los cientos de personas con los que se enfrentó se encontraban los redactores de “Die Strunde” (donde, por cierto, Kraus participaba subrepticiamente, puesto que le publicaban todas las cartas al director que enviaba firmadas con pseudónimos). Éstos decidieron husmear en su vida privada en busca de motivos que pudieran hundirlo. Entre los encargados de esta labor de espionaje se encontraba un joven admirador de Kraus, un tal Samuel Wilder, que más tarde pasará a llamarse Billy Wilder y que en 1963 dirigió la historia de una ingenua prostituta parisina, titulada “Irma la Dulce”.

8. Siegfried Wagner –hijo de Richard

Irma Karczewska se enamoró de Sigfried Wagner durante su aburrida estancia en Venecia, a donde la había llevado Kraus.

9. Isadora Duncan

Siegfried Wagner no parece que prestara demasiada atención a Irma. Él de quien estaba enamorado era de Isadora Duncan, a quien intentaba cortejar en Venecia.

10. Louise Brooks

El director de cine vienés Georg Wilhelm Pabst eligió a Louise Brooks, tras desechar a la Garbo y a la Dietrich, como protagonista de su obra maestra, “Lulú”, la versión cinematográfica de "La Caja de Pandora" de Wedekind. Lousie Brooks es otra de las caras de Irma la Dulce, como Mira Sorvino es otra de las caras de Lulú.

11. Mira Sorvino

La (pen)última imagen de Lulú la ha mostrado Paul Auster en su película Lulu on the bridge. El protagonista es Izzi Maurer, un músico de jazz que está a punto de morir. Pero aún no lo sabe. Faltan todavía unos minutos para que la bala que le ha sido destinada se clave en su pecho. Ahora está en los urinarios. En la pared hay varias imágenes clavadas que reclaman su atención. Entre ellas está la Ava Gardner de Pandora y el holandés errante y la Louise Brooks de Lulú. Cuando la bala que ha de matarlo desgarra su corazón, se sujeta a esas imágenes con sus últimas fuerzas. Los últimos instantes de su vida los dedicará a imaginar lo que ya no puede ser, no solamente porque ya no disponga de tiempo para intentar un futuro, sino, simplemente, porque al hombre hay cosas que no le es dado esperar en vida. Por ejemplo: encontrar a Irma-Pandora-Lulú.

Izzi muere. La ambulancia que lleva su cadáver pasa junto a Celia Bums (Mira Sorvino), que ignora que Izzi ha vivido los últimos instantes de su vida con ella, imaginándola como su imposible compañera. Ignorante de todo, contempla la ambulancia que se aleja mientras traza sobre su triste imagen de camarera una señal de la cruz. Nunca conocerá todo cuanto ha inspirado. Ignora que a su alrededor su imagen ilumina sueños imposibles.

4 comentarios:

  1. :) Es lo que decía: el amor es el colmo de los egoísmos.

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  2. ¡Qué pena Gregorio¡ Podría ser una biografía excelente... Nos pone el "dulce" en los labios y ahí nos deja. ¿Seguro que no escribirá nunca esa biografía novelada? ¡Anímese¡ Estos temas hacen vibrar muchas fibras internas, refuerzan el sistema inmunológico y además abren puertas y ventanas en el océano del corazón.
    Un abrazo y mucha salud

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  3. Sostengo la opinión de Neelam, más, más...

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  4. Que treatero que es Don Gregorio!, animese a escribir la novela, sera "el otro best seller" de los que creo mis amigos.

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