Séneca es uno de los padres de la zoosofía. Siguiendo las indicaciones de Aristóteles investigó con atención el sorprendente hecho de que el único animal capaz de encolerizarse sea el hombre. "Las fieras -escribió- carecen de ira, como el resto de los seres vivos, excepto el hombre; pues aunque la cólera es enemiga de la razón, sólo echa raíces donde habita la razón".
En De la cólera presenta un ejemplo de hasta que punto la cólera puede apoderarse de la razón del hombre. Cuenta que Praesepes, uno de los cortesanos del rey Cambises, tuvo la poca sensata idea de sugerir que quizás el monarca bebía en exceso.
Cambises, con la sangre fría que sólo son capaces de mostrar los que se saben completamente impunes, le replicó:
- Te demostraré que, tras beber, mis ojos y mis manos siguen en perfectas condiciones.
Y sin dejar de beber copiosamente ordenó que el hijo de Praesepes se presentara ante él. Sin apartar sus labios de la copa de oro, cargada de vino, le ordenó que se detuviera en un extremo del salón del trono y que se colocara la mano izquierda sobre la cabeza. Vaciando otra copa más, tomó su arco, apuntó y disparó una certera flecha que atravesó el corazón del muchacho.
- ¿Crees Praesepes, que he sido suficientemente certero?
- Ni un dios -contestó el padre, impasible- podría haberlo sido más.
Aunque Séneca observa en un primer momento que aquel disparo fue más criminalmente ensalzado que realizado, sugiere también que quizás el padre se mostró prudente al sofocar la cólera de Cambises, pues si se hubiese comportado como un padre encolerizado, nada podría haber hecho.
En De la cólera presenta un ejemplo de hasta que punto la cólera puede apoderarse de la razón del hombre. Cuenta que Praesepes, uno de los cortesanos del rey Cambises, tuvo la poca sensata idea de sugerir que quizás el monarca bebía en exceso.
Cambises, con la sangre fría que sólo son capaces de mostrar los que se saben completamente impunes, le replicó:
- Te demostraré que, tras beber, mis ojos y mis manos siguen en perfectas condiciones.
Y sin dejar de beber copiosamente ordenó que el hijo de Praesepes se presentara ante él. Sin apartar sus labios de la copa de oro, cargada de vino, le ordenó que se detuviera en un extremo del salón del trono y que se colocara la mano izquierda sobre la cabeza. Vaciando otra copa más, tomó su arco, apuntó y disparó una certera flecha que atravesó el corazón del muchacho.
- ¿Crees Praesepes, que he sido suficientemente certero?
- Ni un dios -contestó el padre, impasible- podría haberlo sido más.
Aunque Séneca observa en un primer momento que aquel disparo fue más criminalmente ensalzado que realizado, sugiere también que quizás el padre se mostró prudente al sofocar la cólera de Cambises, pues si se hubiese comportado como un padre encolerizado, nada podría haber hecho.
No sé cuales pidieran ser las indicaciones de Aristóteles pero creo que Séneca se equivocaba. Como se equivoca Punset en su libro cuando nos refiere el criterio de Desmond Morris, al decir que el hombre es el único animal que conserva características de neotenia. O bien son contagiosas y estas se manifiestan en sus animales, los que ha logrado domesticar. La cólera del rey era segura. La frialdad del padre instinto de conservación o tal vez dignidad. No acabo de sentirlo
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