A la amiga Carmen C*
Se me olvidaba contar la que protagonizó mi entrañable amigo, el Gran C*, en el hospital, a donde acudió desesperado a que le extrajeron un pedrusco arisco que tenía incrustado como un pulpo de púas en el riñón, y que lo tenía postrado con cólicos de repetición. Pero claro, ni los hospitales están hechos para acoger a gentes como el gran C* ni el Gran C* está hecho para estar modosito en un hospital. Ya escandalizó a todo el mundo cuando pidió que le dejaran fumarse un puro en el quirófano antes de la operación. Se lo negaron y él armó una buena. “¿No los esterilizan después, o qué? ¡Pues qué cojones importa si fumo o no!”. Por lo visto, para no alargar la discusión le endiñaron aviesamente la anestesia y ahí acabó su primera tentativa de sublevación paciente. La segunda tentativa la puso en marcha nada más recobrar la conciencia en su habitación: Pidió un puro. Se lo negaron, pero como no tenía ni fuerzas ni ganas para enredarse en una bronca, prefirió hundirse en el limbo de los justos del postoperatorio. Con la primera comida, volvió a pedir un puro y le dijeron que ni hablar; con la segunda, lo mismo, y también con la tercera. Así que tras dar cuenta de su tercera comida (que bueno es el Gran C* para estas cosas), se desconectó de todos los aparatos, cogió su ropa bajo el brazo y se decidió a marcharse a casa. Por lo visto el revuelo que armó fue considerable. Las enfermeras no entendían que se quisiera marchar sin que le hubiesen dado el alta y él no entendía que quisieran retenerlo sin permitirle fumar. Que conste que no estoy hablando de hace treinta años, sino de hace dos semanas, justas. Y todo esto ocurrió aquí mismo, en Barcelona.
- ¿No ve usted que no se puede ir en ese estado, sin el alta?
- ¿Me vais a dejar fumar!
- No, eso no.
- ¡Pues aquí os quedáis.
Salió del hospital, paró un taxi y de fue a su casa.
Su mujer me cuenta que está pasando un largo, largo postoperatorio… pero con el puro en la mano.
Esto es un hombre valiente y consecuente y lo demás son historias, es que parece que los médicos sean dios, últimamente. Bueno, habrá de todo, pero demasiados dogmas, ahora que habiamos superado los religiosos nos llegan los de la salud y sus aledaños y parece que hay que obedecerlos a la fuerza.
ResponderEliminarLa voluntad de decisión sobre nuestra propia vida es algo sagrado .....incluso para decidir una lenta forma de suicidio , muy respetable , la esencia humana el libre albedrío .
ResponderEliminarsignifico , tres semanas sin fumar , aun luchando con los demonios de la adicción , así que no soy imparcial .
Oido cocina!
ResponderEliminarCreo que si Don C, esta encantado con su post-operatorio en casa fumando,¿ que mas se puede pedir? tiene todo el derecho de hacer lo que quiera con su vida, sin perjudicar a los demas.
Feliz recuperación Don C.!!!!!
Julia, la prohibición de fumar en lugares publicos, no es cosa de Dioses, creo que lo han decidido los gobiernos de casi todos los paises, no se si decir civilizados, alienados u otros adjetivos que conocen mejor que yo.
Por lo que su mujer me insinúa está, sobre todo, manteniendo el tipo. Es decir: jodido. Pero no lo reconocerá ni aunque lo maten.
ResponderEliminarMi padre clasificaba a los médicos en:
ResponderEliminar-Inteligentes
-No inteligentes
Los inteligentes eran los que le dejaban fumar, tomar café constantemente, comer de todo y más... Me parece que ya no quedan, los han extimguido.
Una vez que lo operaron, puso un cartel a los pies de la cama: "No me hables de tus males y yo no te hablaré de los míos". Ese tipo de caracteres también se están extinguiendo.
Lola
Lola
"No me hables de tus males y yo no te hablaré de los míos". Me lo apunto.
ResponderEliminarLa verdad es que lo peor que te puede ocurrir es tener una enfermedad de esas de "sang i fetge", todo el mundo está dispuesto a meterte la mano en a herida, hurgar por sus profundidades y sacar algo que es mucho menor de lo que el hurgador indiscreto tuvo. Al final uno se siente un quejica de tener tan poco mal.