Cada viernes recibo un mail de Michel Desgranges, “Président du Conseil de surveillance des Éditions Les Belles Lettres” en el que nos propone (a todos los destinatarios de su lista de correos) un paseo literario por alguna obra o algún autor singular. De esta manera conocí el viernes pasado la existencia de George Daniels (nacido en 1925), el mejor relojero del siglo XX, que
Alguna vez os he hablado de mi absoluta inutilidad para el bricolage y cualquier actividad relacionada con la mecànica, por eso me ha llamado poderosamente la atención esta frase de George Daniel: “Poseía una afinidad natural con las leyes de la mecànica”. Sé lo que quiere decir, perfectamente.
Aprovechando esta “afinidad natural” se hizo relojero. Yo diría que no sólo eligió el reloj como objeto de su trabajo, sino que hizo de su oficio una ética. Solamente construía un reloj por año. Él mismo diseñaba y construía la totalidad de sus componentes. En cada reloj invertía exactamente tres mil horas de trabajo, que distribuía en cuarenta semanas de 75 horas. Así disponía de tiempo libre para reparar automóviles antiguos, tocar la armónica, aconsejar a Sotheby’s y recorrer el mundo en busca de relojes únicos. Además, como estaba convencido de que “escribir es un agradable pasatiempo cuando llueve”, escribió varias obras de relojería.
Nacido en una familia numerosa “en la pobreza más abyecta”, tuvo que esperar a ser llamado a filas para saber qué era dormir en una cama que no tenía que compartir con nadie.“ Por eso su vida es, como dice Michel Desgranges, un modelo de ‘success story’. Es una vida ejemplar en la medida en que merece ser presentada como ejemplo de lo que un hombre solo, pero armado de curiosidad, perseverancia, confianza en su propio trabajo y que, (no lo olvidemos) posee una afinidad natural con el objeto de este trabajo, es capaz de hacer.
“Hay hombres –concluye Michel Desgranges- ante los cuales me siento minúsculo; nosotros, los humanos, no somos iguales entre nosotros”.
España, José Antonio, no es una unidad de destino en lo universal, sino una unidad de imitación en lo particular de personajes nada ejemplares que son presentados impúdicamente por todos los medios como modelos de vida.
Se trata sin duda de un hombre hecho para la vida, en lugar de una vida hecha para un hombre. Cuestiones de medidad y de talla, de prisa, de tiempo, de indiferencia por lo indiferente (hay tanta gente que no es capaz de ser indiferente ante aquello que lo merece realmente, y hablan y hablan). En fin, a ver si aprendemos algo, ahora que es tiempo y lo tenemos.
ResponderEliminarSi la ética de nuestros días tuviera la exactitud de un reloj viviríamos mejores tiempos.
ResponderEliminarAmén (al último párrafo me remito)
ResponderEliminarDon Gregorio: estoy de paso, voy y vengo...hoy he vuelto de un curso intensivo de doce días dirigido por Claudio Naranjo.(ha sido el cuarto curso) En éste trabajo se potencia la salud mental con una serie de técnicas integradoras útiles para el desarrollo humano, es decir, una máquina demoledora de egos. Claudio Naranjo es uno de esos sabios-filósofos que todavía pueden dar muchos valores a la humanidad: ética, precisión, valores... y sobre todo Amor compasivo, admirativo e instintivo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Casi de diario entro en la página de la cartuja; son mis referentes.
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