De los veinte dedos posibles, Anton Francesco Gori fue a elegir el dedo corazón de la mano derecha para exponerlo como una reliquia profana, la reliquia más orgullosamente profana, más provocativa y más irónica que conozco. Y no se puede alegar para dulcificar la cosa que Anton Francesco Gori no conocían el significado del gesto que estaba inmortalizando, pues es un gesto heredado de los romanos. Y ahí esta, el dedo corazón de la mano derecha de Galileo Galilei, riéndose del mundo, en el Istituto e Museo di Storia della Scienza de Florencia. Él, que creía que Dios había creado el mundo con el lenguaje de las matemáticas, que sería el auténtico verbo divino, va y nos deja de legado esta impertinencia postrera. Tanto poner en cuestión el geocentrismo, para acabar en el gesto más antropocéntrico y falócrata que uno pueda imaginarse.
Fue un 12 de marzo de 1737, 95 años después de la muerte de Galileo, cuando Anton Francesco Gori, decidió perpetrar esta fechoría arrancando este dedo impertinente de los restos del sabio difunto. Los optimistas interpretan que ese dedo simplemente está señalando el cielo, el cosmos al que tendía el afán científico de Galileo, pero es difícil reprimir la sospecha de que hay en él un desafío a la Iglesia. Ya he dicho anteriormente que ya los romanos alzaban el dedo corazón de la mano derecha, que reproduce un pene erecto, como gesto de afrenta.
Ahora que andas de reposo -consejos la galaxia- deberias leer si no has hecho, o releer, la saga/fuga de Jb de Torrente Ballester; es la historia de España, es nuestra historia y es la mejor novela de los tiempos.
ResponderEliminarY lo de la reliquia te sería revelado.
Eppur non si mueve.
ResponderEliminarLola
Gracias, don Ignacio, por recordarme a Castroforte del Baralla. Y debo reconocer que sí, que tiene usted razón.
ResponderEliminarLola: ¡Qué hieráticos se quedan los muertos!
ResponderEliminarDesde el cielo o el infierno, estoy convencido que Galileo se lo agradeció, por poco sentido del humor que tuviera
ResponderEliminarPues vaya birria que sólo tuviera veinte dedos. Los santos de verdad, los de la Santa Madre Iglesia, Católica Apostólica y Romana, tienen muchos más. Y hasta seis o siete brazos y docenas de manos.
ResponderEliminar¡Eso sí que son relíquias!
El dedo corazón alzado o erecto, mostrado al oponente acompañado de un gesto breve y seco de agitación de abajo para arriba, sigue siendo, a la romana, un claro y evidente "metételo por ahí". Pero bien está ese dedo para abrir un museo de los horrores, junto al del brazo incorrupto de Santa Teresa o a la momia que velaba los instantes postreros de Felipe en El Escorial. Yo prefiero las astillas de la vera cruz, los lignum crucis debidamente impresos en la cara del cristo agónico o los rastros del caliz de la cena, que ya no se sabe por donde debe andar. Los restos de la tumba deberían volver a ella, aunque hay que aceptar que siempre han habido gilip... que creen hacer un bien a la humanidad troceando cuerpos y envolviéndolos en plata.
ResponderEliminarDicho esto, un resto no es digno de ser llamado reliquia, atea o no, sino huele a rtosas perfumadas o si no contiene sangre seca que se licúe un día al añó, hecho que sucede en Madrid y en Nápoles, con sorprendente puntualidad.
Solo cabe venerar lo imposiblke, aún cuando sea hijo de la razón.