Inquietante y magistral recreación visual del tema clásico del "doble" o del "otro", y que en algún instante me ha recordado las escenas finales de la película 2001. Pero lo más acertado es la etiqueta: NIHILISMO. No creer en nada (o en nadie) conduce a cosas como estas.
¡Está muy bien la película! Pienso que lo que plantea es el esfuerzo necesario para mantener unidos en un individuo real (con su nombre e identidad) al conjunto de vivencias de un hombre. Al final le resulta imposible y, significativamente, se sumerge en una marea de humanidad indiferenciada, no individual.
Ya lo decía Buñuel: "miles de valleinclanitos me corren por el cuerpo" jeje
a) La irrupción indiscriminada de un mecanismo técnico de copiado que termina engullendo a su operador.
b) El vaciamiento de la identidad del operador. La confrontación del sujeto con el hecho de que su sustancia puede residir solamente en un nombre de bautizmo. (Lease designador rigido segun Kripke o Significante Amo segun Lacán)
Es como si la más avanzada de nuestras herramientas técnicas nos llevara a una regresión psiquica (muy afín como advirtiera ud. a la paranoia y la megalomanía)
Algunas contribuciones al caso.
- The Prestige (Tanto el libro y la pelicula)
- La Obra de Arte en la epoca de su reproducción técnica. Benjamin (En particular las secciones finales en las que se habla del "aura" de la figura humana)
- Sin duda Kafka, como bien indica Don Luis. A proposito de esta referencia está también el capitulo "El obsceno objeto de la postmodernidad" del libro "Mirando el sesgo" de S. Zizek
Bueno, un placer como siempre pasar por aqui y muchas gracias por sus saludos al restaurante, de verás que uno se resustancializa con ello bastante.
Saludos desde Lima la gris (La "única" hasta que se pruebe lo contrario)
Amigos: Cuando la vi por primera vez me recordó a Kant: la diferencia entre el yo empírico (ese que ahora soy) y el trascendental (ese que está mirando al que ahora soy y le dice: "tu eres yo"). Como, en cierta forma, siempre podemos situar al yo trascendental como yo empírico ("tú eres el yo que mira al que mira al que ahora soy)... en realidad el yo trascendental se escapa, es siempre el sujeto que dice "yo", y nunca el "yo" que es dicho. Y es que el gran Kant, les guste o no a los kantianos de profesión, está en todos los cruces que conducen al nihilismo.
Pero claro, después de leer lo que decís, las cosas se vuelven más complejas. Por eso me gusta esta cosa que hacemos entre todos y que se llama bloguear.
Tumbaíto: Yo tenía 21 años cuando vino Dios (es decir, Borges) al Aula Magna de la Universidad de Barcelona. Por supuesto me las arreglé para colocarme a sus pies. Recuerdo muchas cosas de lo que dijo, pero especialmente esta: "Si no pueden con un libro, déjenlo. Ni todos los libros están hechos para nosotros y nosotros estamos hechos para todos los libros". Pues eso.
Y la falacia del "tercer hombre". Y, más que nunca, "el infierno son los otros". Estoy de acuerdo en que el pobre Kant -no era su intención,tan buena, lo cual destroza su ética por irrelevancia- lleva a cuestas todo el nihilismo.
Qué pesadilla para nuestro ego, para nuestra vanidad. Aunque imagino que lo más traumático para el pobre (o pobres) personaje habrá sido la desaparición de la hermosa floristera. Peor que desaparición: substitución por si mismo.
No conozco bien la historia de Dionisio y los trozitos de espejo. Pero algo me hace sospechar que los dioses gozan con la convivencia de sus replicas. Son los hombres los que necesitan ser nombrados como "únicos y esperados" para ser extraidos del barro. Desde luego, hubo un pasado en el que también se sabía que el nombre de bautizmo era una mascara...Y eso era tambien motivo de fiesta.
Estoy completamente de acuerdo con la referencia al Gran Kant. El Yo es una construcción que debe tolerar una alienación fundamental, una primera identificación inexplicable y fascinante con un Otro "trascendental".
Inquietante y magistral recreación visual del tema clásico del "doble" o del "otro", y que en algún instante me ha recordado las escenas finales de la película 2001. Pero lo más acertado es la etiqueta: NIHILISMO. No creer en nada (o en nadie) conduce a cosas como estas.
ResponderEliminarCierto: magistral. Un abrazo Don Gregorio.
ResponderEliminar¡Está muy bien la película! Pienso que lo que plantea es el esfuerzo necesario para mantener unidos en un individuo real (con su nombre e identidad) al conjunto de vivencias de un hombre. Al final le resulta imposible y, significativamente, se sumerge en una marea de humanidad indiferenciada, no individual.
ResponderEliminarYa lo decía Buñuel: "miles de valleinclanitos me corren por el cuerpo" jeje
No he podido acabarla. Supongo que tiene que ver con que me gusten los films del señor de los anillos.
ResponderEliminarKafka.
ResponderEliminarQue maravillosa pesadilla!
ResponderEliminarPlantea un recorrido fascinante entre
a) La irrupción indiscriminada de un mecanismo técnico de copiado que termina engullendo a su operador.
b) El vaciamiento de la identidad del operador. La confrontación del sujeto con el hecho de que su sustancia puede residir solamente en un nombre de bautizmo. (Lease designador rigido segun Kripke o Significante Amo segun Lacán)
Es como si la más avanzada de nuestras herramientas técnicas nos llevara a una regresión psiquica (muy afín como advirtiera ud. a la paranoia y la megalomanía)
Algunas contribuciones al caso.
- The Prestige (Tanto el libro y la pelicula)
- La Obra de Arte en la epoca de su reproducción técnica. Benjamin
(En particular las secciones finales en las que se habla del "aura" de la figura humana)
- Sin duda Kafka, como bien indica Don Luis. A proposito de esta referencia está también el capitulo "El obsceno objeto de la postmodernidad" del libro "Mirando el sesgo" de S. Zizek
Bueno, un placer como siempre pasar por aqui y muchas gracias por sus saludos al restaurante, de verás que uno se resustancializa con ello bastante.
Saludos desde Lima la gris
(La "única" hasta que se pruebe lo contrario)
Amigos: Cuando la vi por primera vez me recordó a Kant: la diferencia entre el yo empírico (ese que ahora soy) y el trascendental (ese que está mirando al que ahora soy y le dice: "tu eres yo"). Como, en cierta forma, siempre podemos situar al yo trascendental como yo empírico ("tú eres el yo que mira al que mira al que ahora soy)... en realidad el yo trascendental se escapa, es siempre el sujeto que dice "yo", y nunca el "yo" que es dicho.
ResponderEliminarY es que el gran Kant, les guste o no a los kantianos de profesión, está en todos los cruces que conducen al nihilismo.
Pero claro, después de leer lo que decís, las cosas se vuelven más complejas. Por eso me gusta esta cosa que hacemos entre todos y que se llama bloguear.
ResponderEliminarPierrot: ¿Y qué me dice usted del dios Dioniso contemplándose en los infinitos trocitos de un espejo roto?
ResponderEliminarTumbaíto: Yo tenía 21 años cuando vino Dios (es decir, Borges) al Aula Magna de la Universidad de Barcelona. Por supuesto me las arreglé para colocarme a sus pies. Recuerdo muchas cosas de lo que dijo, pero especialmente esta: "Si no pueden con un libro, déjenlo. Ni todos los libros están hechos para nosotros y nosotros estamos hechos para todos los libros".
ResponderEliminarPues eso.
Interesante, un poc de 'mal de cap' provoca...
ResponderEliminarY la falacia del "tercer hombre".
ResponderEliminarY, más que nunca, "el infierno son los otros".
Estoy de acuerdo en que el pobre Kant -no era su intención,tan buena, lo cual destroza su ética por irrelevancia- lleva a cuestas todo el nihilismo.
Lola
Qué pesadilla para nuestro ego, para nuestra vanidad. Aunque imagino que lo más traumático para el pobre (o pobres) personaje habrá sido la desaparición de la hermosa floristera. Peor que desaparición: substitución por si mismo.
ResponderEliminarEstimado Gregorio:
ResponderEliminarNo conozco bien la historia de Dionisio y los trozitos de espejo. Pero algo me hace sospechar que los dioses gozan con la convivencia de sus replicas.
Son los hombres los que necesitan ser nombrados como "únicos y esperados" para ser extraidos del barro. Desde luego, hubo un pasado en el que también se sabía que el nombre de bautizmo era una mascara...Y eso era tambien motivo de fiesta.
Estoy completamente de acuerdo con la referencia al Gran Kant. El Yo es una construcción que debe tolerar una alienación fundamental, una primera identificación inexplicable y fascinante con un Otro "trascendental".
!Qué bueno haber visto a Borges!
Como siempre, un placer pasar por aqui
Saludos desde Lima