La filosofía se ha visto a veces sí misma como una terapia capaz de liberar al hombre del miedo. Este es el caso de Epicuro, que pretendió disolver en la nada el miedo a los dioses, a la muerte y a la fortuna.
II
Pero no es menos cierto que en otros casos se ha propuesto lo contrario: forzar la mirada del hombre hacia su propia inconsistencia y aceptar la angustia inapelable. Heidegger increpó a Cassirer en el famoso debate de Davos precisamente con esta cuestión: "¿A cuento de qué la filosofía ha de tener como fin liberar al hombre de la angustia?"
III
Para Séneca el miedo y esperanza hacían imposible la serenidad del alma. Para él –y en general para el estoicismo- el miedo y la esperanza distraen del gozo del presente.
IV
Al descubrir la relevancia del miedo y la esperanza, Spinoza y Goethe las entendieron como los grandes mecanismos del control político.
V
Para Spinoza el miedo y la esperanza forman una pareja inseparable. El miedo es una pasión hostil a la razón, y la esperanza una fuga del mundo. Son, en definitiva, instrumentos de resignación y de obediencia. Mientras duran, dominan el cuerpo, la mente y la imaginación del individuo, dejándolo a merced de la incertidumbre.
VI
Montesquieu: El miedo es típico de los gobiernos despóticos, mientras que la virtud lo es de los gobiernos republicanos. El miedo implica el predominio del puro arbitrio.
VII
Robespierre: "Quien tiene miedo y cualquiera que tiembla en este momento es culpable".
VIII
El Fausto de Goethe: "... el miedo y la esperanza, del consorcio civil yo los segrego".
IX
Los psicólogos acostumbran a entender el miedo como una emoción más primaria que la esperanza. Las emociones primarias (o innatas), que supuestamente dependen del sistema límbico, son para W. James, la felicidad, la tristeza, la ira, el miedo y el asco.
X
Precisamente porque el miedo es una emoción primaria, puede modelarse y orientarse, como demostró J.B. Watson con el experimento de Albert (probablemente la prueba más famosa del condicionamiento clásico): A Albert, un niño de nueve meses, le enseñó a tener miedo de una rata blanca asociando su presencia al ruido que producía un martillazo sobre una plancha de hierro.
XI
Un tema que se me escapa, pero que sin duda es de gran relevancia antropológica, es el de la atracción del miedo. No hace mucho vi por la tele a un grupo de monos que era incapaz de resistir la atracción (potencialmente fatal) de una serpiente que se había acercado hasta ellos en busca de una presa. Los monos, asustados, como es de suponer, se alejaban pero no tardaban en volver a contemplar a su enemiga mortal.
XII
Freud: Las necesidades religiosas derivan del desamparo infantil y de la nostalgia por el padre que aquél suscita
XIII
Freud: Los comunistas creen haber descubierto el camino hacia la redención del mal. Según ellos el hombre sería bueno de todo corazón, abrigaría las mejores intenciones para con el prójimo, pero la institución de la propiedad privada habría corrompido su naturaleza. Si se aboliera la propiedad privada desaparecería la malquerencia y la hostilidad entre los seres humanos. Puedo reconocer como vana ilusión esta hipótesis psicológica. El instinto agresivo no es una consecuencia de la propiedad. La agresividad la encontramos también en el primitivo o en el niño.
A quienes creen en los cuentos de hadas no les agrada oir mentar la innata inclinación del hombre hacia lo malo, a la agresión, a la destrucción y con ello también a la crueldad. Pero junto a Eros existe también el instinto de muerte. La tendencia agresiva es una disposición innata y autónoma del ser humano y constituye el mayor obstáculo con que tropieza la cultura.
XIV
XV
Publicidad y miedo
XVI
Cuando se paga por tener miedo...
A mi me ocurre lo que a los monos. La curiosidad tiene en mí más poder que el miedo. Besos, querido amigo. (Y ojo, no te vaya a caer encima la S.F.)
ResponderEliminarLlevo ya un par de semanas leyéndote, pero hoy tenía que comentar porque tu entrada me encantó. Maravillosamente armada. En que viajes nos metes a tus lectores: Epicureo, Heidegger, Seneca, Montesquieu, Freud... Sólo otro punto quiero comentar, como mi experiencia personal con respecto a la filosofía, la de un simple lector. A mi la filosofía nunca me ha traído angustia, siempre luz. Incluso la lectura de los más pesimistas de los filósofos, por llamarlos de alguna forma, me ayuda a ver y entender partes de mi y del universo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola,
ResponderEliminarel enlace directo al texto sobre cuanqificaciones en el cine de miedo es este: http://absencito.blogspot.com/2007/07/la-importancia-de-cuantificar-el-miedo.html
Porque sino dentro de unos días la gente no va a saber de qué va el asunto, auqneu eso tampoco sea cosa necesariamente mala.
http://absencito.blogspot.com/2007/07/la-importancia-de-cuantificar-el-miedo.html
ResponderEliminarIsabel: Hegel veía la serpiente (la tentción de Adán y Eva) presente en cada uno de los grandes momentos de la humanidad. Sin sacrilegio no hay progreso.
ResponderEliminarEmiliano: Encantado de verte por aquí. Recuerda que esto es un café, no una cátedra de filosofía. Y todo el mundo con sentido común es bien admitido. En realidad es sentido común es el sentido más difícil de conquistar.
ResponderEliminarRespecto a lo que dices de la filosofía, yo no estoy nada convencido de sus efectos terapéuticos. Uno cae con ella inevitablemente en el laberinto.
Absence: Te agradezco la puntualización y la presencia.
ResponderEliminarJusto ayer, a la salida del cine (una grata comedia que nos hizo olvidar miedos y esperanzas), les decía a unas amigas que la vez en que más estaba justificado que pasase ya no miedo sino terror, me quedé impávida, con una íntima y absurda convicción de que no me iba a pasar, después de todo, nada, que aquello no podía ser, era irreal, imposible. Con lo cual, creo que la utopía del presente de los estoicos tiene mucho sentido; que el miedo es por definición anticipatorio.
ResponderEliminarAh, que conste que yo soy muy miedica.
Lola
Lola: Heidegger, inevitablemente: Los estados de ánimo se apoderan de nosotros, nos arrastran, no dependen de nuestra voluntad. Más bien tendemos a justificar nuestras acciones con ellos cuando, en cierta forma, no hay nada menos nuestro que una invasión extranjera de un estado de ánimo en nuestra alma.
ResponderEliminarInteresante antología. La tendencia desde la infancia a 'gozar' del miedo y la crueldad siempre me ha inquietado.
ResponderEliminarJúlia: precisamente porque nos inquieta tendemos a olvidarla inventando teorías sobre la bondad natural del hombre.
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