Entre los muchos mitos relacionados con Dionisio, los órficos son, sin duda, los más cargados de sentido trascendente, por eso llamaron muy especialmente la atención de los filósofos neoplatónicos (nunca debe olvidarse, dicho sea de paso, que Hegel fue el último de ellos). Destacan especialmente el mito de Dioniso y el espejo y el de Dioniso devorado por los titanes.
Como en la discusión sobre el post anterior “De la necesidad de sustentar la realidad” apareció el mito del espejo de Dioniso, no parece inoportuno contar resumidamente de qué va. Este mito cuenta, básicamente, que el dios Dioniso se miró en un espejo que le había construido Hefesto como un juguete. Durante un instante levísimo se contempló a sí mismo y se encontró, perplejo, más allá de su ser, en una forma inasible que era un simulacro de su unicidad. El espejo, incapaz de recoger la contradicción que reflejaba, se rompió en mil añicos. En el mismo instante el dios, incapaz de entenderse a sí mismo como una copia, explotó en mil pedazos. Dioniso no pudo resistir su propia especulación, a diferencia del dios aristotélico que con toda naturalidad y armonía no hace más que especularse. Cada trozo del espejo guarda una huella de la divinidad que reflejó y, en conjunto, todos los trozos reunidos forman el cosmos, que es un reflejo de Dios.
La otra versión lleva este mito de la ontología a la antropología y cuenta que fueron los titanes los que abandonaron taimadamente el espejo entre los juguetes del niño Dionisio y que mientras éste se contemplaba distraído, se lanzaron sobre él y lo descuartizaron en siete partes. Posteriormente lo cocinaron y se lo comieron. Zeus, encolerizado los fulminó con su rayo y con sus cenizas nos modeló a los hombres que compartimos, por lo tanto, una parte titánica y terrestre (la parte que nos liga a una culpa que nos precede) con una parte dionisíaca y divina en la que hay guardada una promesa de inmortalidad.
Y ya puestos en el mundo antiguo, permitidme que os recomiende un libro a los que este verano pensáis viajar a Roma:
"Ancient Rome on Five Denarii a Day"
Don Gregorio
ResponderEliminarMuchas gracias. Aqui como es habitual, aprendiendo de usted.
Ya sospechaba que aquella tesis del "Estadio del espejo" no podía haber salido "solamente" de la observación de los infantes o de la clínica.
Los lacanianos sostienen que la propia unicidad del Yo es un simulacro necesario (una identificación alienante)para la formación de la personalidad a espaldas de su deseo y su multiplicidad. Se trata de un simulacro que puede resultar insoportable en nuestro camino psiquico de dioses a hombres.
Sin embargo, es otro acto de fé (y aquí tomo prestado sus comentarios sobre el sujeto de la religión) el que evita que el espejo se nos rompa en mil pedazos.
Da para darle cientos de vueltas al asunto...
Por ahora, me temo que Roma esta un poco lejos de mi presupuesto. Razón extra para recurrir al libro que recomienda
Saludos y agradecimientos desde Lima
Don Pierrot: Creo que usted ya sabe que sus atinados comentarios son siempre sibaríticamente degustados en este café. Gracias por ellos.
ResponderEliminarAlgún día mi presupuesto alcanzará para aterrizar en Lima. Cuando llegue el día le pediré consejo.
Un abrazo.
Laing, en El yo dividido, recurre a esa misma imagen para describir qué pasa en la mente de alguien que pierde la razón: estar mirándose en el espejo y que se rompa en mil pedazos.
ResponderEliminarEl "estadio del espejo", seguro que tiene resonancias culturales múltiples. A Lacan se le puede acusar de muchas cosas, pero no de inculto. Sin embargo creo que es de lo más empírico -y sugerente- de su teoría: sólo hay que mirar los ojos de una madre y la sonrisa del niño al reconocerla. El resto, con un poco de Kojève por aquí y mucho de Freud por allá, sale sólo, casi.
Lola
Tomo nota de su reseña bibliografica ,en breve viajare a Roma ...y en Pompeya recordare los misterios de Dionisio, estas religiones salvificas , mistericas , exotericas , son muy atractivas .
ResponderEliminarEn un plano más popular, a la madrastra de Blancanieves también se le rompe el espejo en pedazos, que van repitiendo 'ya no lo eres', 'ya no lo eres'... La mucha mala suerte que traen los espejos rotos debe venir de todas esas míticas histories, siete anyos de 'mala astrugança' decían las abuelas.
ResponderEliminarEl espejo ha dado mucho de sí. Dióniso inicia la tragedia del reconocimiento. ¿No es conocerse y reconocerse una tragedia? O mejor aún, ¿no es el principio de la tragedia. Narciso a si mismo se ve en el curso del agua del río. El Calígula camusiano muere mirándose en un espejo para reconocerse mientras se apela desde la historia. Antes, los demás se han aterrorizado al verlo en el espejo, más terrible aún que en carne. De todos los mitos griegos, de todas las historias, es la de Dióniso la que me produce un mayor goce. Nacido de seno de mujer y dos veces renacido, demente, violento, ebrio, fuerza de la naturaleza. Y de sus ritos, un verso apàrecido en una tablilla:
ResponderEliminar"vengo pura de entre los puros, reina de los infiernos"
Por cierto, si alguien no encuentra ese libr, recomiendo buscar una "Guida Insolita ai luoghi, ai monumenti e alle curiooooooositá de Roma Antica" de Romo A. Staccioli, editada por Newton & Compton Editori. El italiano nunca es barrera insalvable, y recorrer Roma con ella en la mano es una delicia.
Estimados todos:
ResponderEliminarEstimada Lola:
Un gusto intercambiar comentarios.
Desde luego, Lacan de inculto, no tenía nada. Sucede que por momentos su temprana tesis del espejo- anterior a los trabajos sobre el lenguaje y el inconsciente- genera una sensación de "eurekaismo", como si no hubiese ningun tipo de mediación en su hallazgo.
Y sin embargo, me parece que es en este mismo texto aparece una descripción del proceder cientifico-positivista (en el que la verdad tiene que estar solo afuera de la muralla del Yo) como un accionar "paranoide".
Sin duda Kojeve (y a gracias él, todo el tandem reconocimiento-autoconsciencia en Hegel) han sido una fuente importante en Lacan en su tarea de "despositivizar" a Freud.
Por lo demas, no tengo muy claro aún si "el espejo" marca el inicio, el medio o el fin del vinculo entre madre-hijo. Sin embargo, reconozco la importancia de cuando en vez de someterse sin miramientos a este tipo de identificaciones.Reconozco lo crucial de no mediar mayores explicaciones, de guardar silencio y sonreir ante la mirada del Otro.
Estimado Luis:
No crea que no he estado pendiente de sus periplos. Espero comentarle más en breve.
Encuentro excelente que vincule el tema el nacimiento del "Yo especular" con la tragedia, pues eso es lo que también es.
Nietzsche, quien era devoto de Dionisio, sabía cuánto castigo olvidado hay detras de la construcción de la consciencia. Por ello dejaba una saludable recomendación (en forma de imperativo): "Un hereje serás para ti mismo"
Saludos a todos desde Lima
y cuidado con los vidrios rotos.