Sí, ya sé que los políticos son humanos y que tienen derecho a descubrir de vez en cuando sus flancos débiles, y todas esas cosas. Pero, hombre, puesto a ser gracioso, el señor Martínez Pujalte como mínimo debería aspirar a superarse a sí mismo. Juega a representar la farsa de la farsa y resulta patético. Y triste. No quiero añadir nada más... si acaso os invito, para continuar en este tono de gracieta universal a ver algunas imágenes del último desfile de John Galliano, que se está convirtiendo a pasos agigantados en el Martínez Pujalte de la alta costura.
Periodistas y políticos, tal para cual.
ResponderEliminarNo es nada nuevo que el Parlamento es un burdo teatro, un circo más bien. Baste con el ejemplo: hace poco asistí a una sesión de control del miércoles y pude comprobar como los parlamentarios se limitan a desarrollar unos monólogos prefabricados y autorizados por sus correspondientes partidos. El debate es nulo. El insulto abundante. La bajeza, la norma. A la salida del Congreso, un diputado por Sevilla de un partido de los nacionales (que empieza por P) nos admitió la vergüenza y nos dio alguna clave: "el Parlamente está sujeto a las reglas de los medios de comunicación [...], la única forma de salir en la portada del telenoticias es con un exabrupto [...] la mayoría de los que hay ahí dentro no tienen ni estudios obligatorios y son pueriles", etc.
ResponderEliminarEl Parlamento, sobre todo el Congreso, se ha convertido en un triste espectáculo circense que sirve de entretenimiento a la vez que de vergüenza para el pueblo.
Saludos. Resulta que el sr Martínez Pujalte, como cualquier político demócrata mínimamente significado, le cae gordo -¡ya ven vds que cosas! -a un porrón de gente y -¡por favor, estimadísimos contertulios... POR FAVOR, no seamos, dicho sea con toda, incluso con EXCESIVA suavidad, rematada e imperdonablemente ilusos! -: el sr Martínez Pujalte lo sabe, sí, perfectamente.
ResponderEliminarAdemás el hombre es feo, habla en murciano, y no se ahueva, aunque todo ello salte a la vista, a la hora de decir verdades como sandías murcianas... o a la hora de departir con periodistas antes de una comparecencia pública.
No seamos, insisto, cien veces más ridículos que los mismísimos -sean cuales, y como sean - deje y hechuras del (por otro lado, CON estudios -«obligatorios» y no «obligatorios» -) parlamentario popular.
Va, xe... que aquí todos, quien más quien menos, tenemos ojos para ver, oídos para oír, y sesos para algo más que atiborrar la sesera como un cuezo de albañil. Atentamente,
Haces bien, Luri, en resaltar que lo patético es el esfuerzo en ser gracioso, repitiendo hasta tres veces a una audiencia que parece no escucharle demasiado, una broma que no le hace ningún favor a él: es un ejemplo de estupidez, (en el más puro sentido de la palabra). El hecho de que los demás puedan hacer lo mismo no quita interés a esta muestra antropológica del comportamiento del "homo sapiens politic0" cuando actúa como tal.
ResponderEliminarPues yo reivindico mi derecho a la ilusión de unos políticos que se crean no solamente su papel de representantes públicos sino el de modelos del comportamiento político. Es decir, que asuman su estatus republicano. Esta es mi utopía. Y no estoy dispuesto a aplaudir ciertas gracias, vengan tengan el color político que tengan, sean azul PP o blanquiño PSOE. Llevo bastante tiempo sintiendo vergüenza ajena contemplando debates parlamentarios.
ResponderEliminarEn política y, especialmente en democracia, las formas, lejos de ser irrelevantes, son el mensaje.
ResponderEliminar"Pues yo reivindico mi derecho a la ilusión de unos políticos que se crean no solamente su papel de representantes públicos sino el de modelos del comportamiento político".
ResponderEliminar¡Y yo en los Reyes Magos de Oriente! ¡En el ratoncito Pérez! ¡Y en los epiciclos de Tolomeo!
Tumbaíto: Mire usted, yo creo que la política y, especialmente, la democrática, necesita tomarse muy en serio su mitología (o, si lo prefiere en términos platónicos: su noble mentira). Este es el drama de la política. Cuando los políticos representan mal su papel, la gente deja de asistir al teatro. Ya me imagino que a usted esto le parecería magnífico, a mi, sin embargo, de dan miedo las algarabías callejeras, porque es muy contagioso eso de matar al padre.
ResponderEliminarTambién me dan miedo las algarabías callejeras a mí. ¿Sin política hubiese habido la semana trágica? ¿Cuántas algarabías callejeras conoce usted que no tengan detrás un grupo de iluminados "ideólogos políticos"?
ResponderEliminarLas algarabías políticas surgen en situaciones de convivencia desequilibrados y, la única manera de que exista un desiquilibrio "enloquecedor" es que la convivencia se esté construyendo con información falsa.
Ahora bien, ¿qué en este mundo es el mayor proveedor de información falsa?
Pues sí, más bien un circo y de mala calidad, lástima porque algunos actores dignos quedan por ahí.
ResponderEliminarSobre la moda, no entiendo como le conceden tanta audiencia ni en qué se ha convertido, y tampoco que la incluyan en los telenoticias como una cosa seria. Tampoc entiendo de qué viven en realidad esos modistos, ya que, evidentmente, nadie suele vestir así, es un verdadero misterio para mi ese mundo...