Amigo Luri, no sé ni en la ironía tuya (potencialmente poderosa) o en mi desesperanza (de igual enraizamiento) hay un punto de estilo que difiere. Nada del pasado irregular que tuvimos, y acepto que 11 años creo que son los que te llevo ya perdidos de esta vida, hay algo tan ridículo que merezca la pena el no aceptarlo y aún el desterrarlo del territorio de la razón. Yo digo que si, que Antonioni y Bergman, y Godard, y Bertolucci, y Ordet (Y Dreyer, por dios, ¡La palabra!) tuvieron una importancia tal que nos han hecho, con otras tantas cosas. Se pierden, se mueren y con ellos el presente que fué. Cuando todos hayamos salido de aquí, todos los de esa memoria, no habrá otra cosa que Diccionario Enciclopédico, pero fueron de tal importancia, de tan grande acción beneficiosa para unos pobres sobrevientes en una dictadura, que cabe agradecerles que enfrentaran sus propias congojas con su cine. Lo siento, pero Las amigas, La Noche, L'aventura, Blow Up, El Desierto Rojo y más, aún más, nos hicieron como somos y reivindico una afirmación: no gilipollas. Que nadie quiera verlos ahora no les invalida. Es bueno enterrarlos, pues han muerto, como todos nos iremos. Son parte de nuestra memoria que agradezco. "Polvo serás, más polvo enamorado"... dice Quevedo, y de ese pasado no cabe abjurar, ni de ninguno. El problema real es que las noticias nos digan que han muerto, cuando deberían haberse ido sin noticia, como los Fuller, Pekinpah, Cukor, Mankiewitz y no pares de contar. El mismo Truffaut de Jules et Jim o el perdido Godard, o el Fellioni de Otto y mezzo, o el proidigioso Bellochio de La China e Vichina, o el Visconti de Senso, Rocco, Obsesione, Gatopardo, Muerte en Venecia, Ludwig i La Caida.... Nuestros clásicos estaban en la pantalla, y los mitos griegos revivían en el western, desde Eldorado o Rio Rojo hasta Sin Perdón. Somos hijos del mito y de la nada, de la angustia de ser y de desear no ser. Douglas fué a la vez Ulises y Espartaco... ¿No aprendidmos nada?
¿Ha leído usted el artículo de Sánchez Ferlosio de hoy en El País sobre la educación? De ser así, le agradecería cualquier comentario que le pareciera oportuno. Disculpe mi atrevimiento: ya sabe, nos dan la mano y nos tomamos ...
Luis, amigo, esa nimiedad de años que nos separan son suficientes para que tú eligieras ese cine porque te apetecía, mientras yo me lo imponía como penitencia en un proceso de aculturización forzada y sin sentido. Si ahora, con todo lo que ha llovido desde entonces, nos ponemos a hablar de cine, posiblemente coincidiremos en más de una película. Porque mientras tanto he tenido tiempo de elegir verlas. Ahora bien: en mis altares están en lo más alto John Ford y Billy Wilder por su capacidad de mezclar tragedia y comedia en unas estructuras narrativas perfectas. Por ejemplo, soy incapaz de resitirme a "Irma la dulce" o "La diligencia" si haciendo zaping me encuentro con ellas, aunque las haya visto mil veces. Mientras que, por poner otro ejemplo, con "Fanny y Alexander" no me pasa lo mismo.
Valga la repugnancia
ResponderEliminarNo me importaría releer (y voy y lo apunto), "Antonioni, pelmazo,...", porque con Bergman me provocó una carcajada.
ResponderEliminar¿No andarás haciendo vudú en estas noches calurosas de luna llena?
Lola
Amigo Luri, no sé ni en la ironía tuya (potencialmente poderosa) o en mi desesperanza (de igual enraizamiento) hay un punto de estilo que difiere. Nada del pasado irregular que tuvimos, y acepto que 11 años creo que son los que te llevo ya perdidos de esta vida, hay algo tan ridículo que merezca la pena el no aceptarlo y aún el desterrarlo del territorio de la razón. Yo digo que si, que Antonioni y Bergman, y Godard, y Bertolucci, y Ordet (Y Dreyer, por dios, ¡La palabra!) tuvieron una importancia tal que nos han hecho, con otras tantas cosas. Se pierden, se mueren y con ellos el presente que fué. Cuando todos hayamos salido de aquí, todos los de esa memoria, no habrá otra cosa que Diccionario Enciclopédico, pero fueron de tal importancia, de tan grande acción beneficiosa para unos pobres sobrevientes en una dictadura, que cabe agradecerles que enfrentaran sus propias congojas con su cine. Lo siento, pero Las amigas, La Noche, L'aventura, Blow Up, El Desierto Rojo y más, aún más, nos hicieron como somos y reivindico una afirmación: no gilipollas. Que nadie quiera verlos ahora no les invalida. Es bueno enterrarlos, pues han muerto, como todos nos iremos. Son parte de nuestra memoria que agradezco. "Polvo serás, más polvo enamorado"... dice Quevedo, y de ese pasado no cabe abjurar, ni de ninguno. El problema real es que las noticias nos digan que han muerto, cuando deberían haberse ido sin noticia, como los Fuller, Pekinpah, Cukor, Mankiewitz y no pares de contar. El mismo Truffaut de Jules et Jim o el perdido Godard, o el Fellioni de Otto y mezzo, o el proidigioso Bellochio de La China e Vichina, o el Visconti de Senso, Rocco, Obsesione, Gatopardo, Muerte en Venecia, Ludwig i La Caida.... Nuestros clásicos estaban en la pantalla, y los mitos griegos revivían en el western, desde Eldorado o Rio Rojo hasta Sin Perdón. Somos hijos del mito y de la nada, de la angustia de ser y de desear no ser. Douglas fué a la vez Ulises y Espartaco... ¿No aprendidmos nada?
ResponderEliminarClaudio.
ResponderEliminarSr. Luri,
¿Ha leído usted el artículo de Sánchez Ferlosio de hoy en El País sobre la educación?
De ser así, le agradecería cualquier comentario que le pareciera oportuno.
Disculpe mi atrevimiento: ya sabe, nos dan la mano y nos tomamos ...
Ignacio: ¡No me provoques, que serás mi perdición!
ResponderEliminarLola: Estamos en un rarísimo caso de un mes con dos lunas llenas, propicio para dar rienda suelta a todas las maldades.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarClaudio: te respondo con un post.
ResponderEliminarLuis, amigo, esa nimiedad de años que nos separan son suficientes para que tú eligieras ese cine porque te apetecía, mientras yo me lo imponía como penitencia en un proceso de aculturización forzada y sin sentido. Si ahora, con todo lo que ha llovido desde entonces, nos ponemos a hablar de cine, posiblemente coincidiremos en más de una película. Porque mientras tanto he tenido tiempo de elegir verlas.
ResponderEliminarAhora bien: en mis altares están en lo más alto John Ford y Billy Wilder por su capacidad de mezclar tragedia y comedia en unas estructuras narrativas perfectas.
Por ejemplo, soy incapaz de resitirme a "Irma la dulce" o "La diligencia" si haciendo zaping me encuentro con ellas, aunque las haya visto mil veces. Mientras que, por poner otro ejemplo, con "Fanny y Alexander" no me pasa lo mismo.
Es que lo mejor de Antonioni es Monica Vitti. Sin la menor duda. No sé si esto dice mucho a favor de un "creador". Tal vez sí, quién sabe.
ResponderEliminarNo obstante, me parece que Bergman ha envejecido menos que Antonioni.
Se olvida Vd de Ms Arnauld? Qué buen actor era!
ResponderEliminar