Sobre las relaciones entre los filósofos y las mujeres una de las historias más conocidas es la que envuelve a Aristóteles, Alejandro y Filis. De las múltiples versiones que existen, voy a recoger la del “Libro de las Bienandanzas e Fortunas” del vizcaíno Lope García de Salazar (n. 1399). Se titula “De cómo Aristóteles fue engañado por una doncella por consejo de Alejandro porque le criticaba su mucha relación con las mujeres”
“Alejandro, viéndose reprendido por su maestro Aristóteles, siendo un muchacho, porque prestaba excesiva atención a las mujeres, encontró la manera de burlar a su maestro. Acordó con su doncella que lo engañase y ésta se acercó a él con tal ingenio, dándole a entender que lo amaba, y lo puso en tal estado, que él la amó ‘desigualmente’, y le descubrió su amor. Pero ella, siguiendo los consejos de Alejandro, fue dándole largas dulcemente. Aristóteles le ofreció todo cuanto ella le pidiese y le aseguró, además, que haría cualquier cosa por ella. La chica respondió que también ardía en deseos, pero antes de entregarse a él, deseaba una cosa. Él le respondió, lleno de gozo, que le pidiese lo que fuese.
Señor –le pidió ella-, permitidme que os cabalgue con espuelas como si vos fuerais un caballo y que os ponga frenos y silla de montar, y que os haga cabalgar por la noche, a la luz de las velas, cuando todos estén dormidos, para que no se enteren en palacio.
Aristóteles protestó alegando que tal cosa era de mucho daño para él y de poco provecho para ella, pero la muchacha insistió con el siguiente argumento:
Señor, los hombres acostumbran a burlarse de las mujeres después de que han satisfecho sus deseos; pero si vos os quisierais burlar de mi, yo siempre podría contar que os he cabalgo como un caballo.
Aristóteles asintió y ella le puso frenos y lo ensilló y montada sobre él le hizo correr a cuatro patas hiriéndolo con sus espuelas. Entonces Alejandro que había estado escondido, se mostró y le dijo a Aristóteles:
¿Qué estáis haciendo, maestro honrado?
Aristóteles, con gran pesar y mayor vergüenza, le dijo:
- ¡Alejandro, hijo! Has sido tú quien ha tramado todo esto. Pero ya he aprendido la lección. Ya no te reprenderé más por tratar con mujeres, pues no hay inteligencia humana que no sea nublada por el amor de una mujer.
Me sonrío maliciosamente Don Gregorio...: y que lo diga;)
ResponderEliminarSaludos!
Don Gregorio!!!! Que mal suena Aristoteles y filis!!!
ResponderEliminarDu gehst zu Frauen? Vergiss die Peitsche nicht!
ResponderEliminar(Also sprach Zarathustra)
Cito a Kundera:
ResponderEliminar"Hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer son dos pasiones no sólo distintas sino casi contradictorias. El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer)."
Debemos, pues, darle la razón a Aristóteles. Con lo bien que se duerme en una cama para uno solo, hay que tener la mente borrascosa para desear compartirla.
El amor nos hace tontos y vulnerables a todos, sin excepción. En Valencia tenemos un capitel con la representación de la escena de Aristóteles y Filis.
ResponderEliminarMar: Usted me parece cada vez más perversa.
ResponderEliminarMártina: Sí Filis.
Tonibañez: Efectivamente, esta leyenda explica para qué. Leí el otro día en tu blog que vas para Grecia. ¡Una libación a los dioses de mi parte!
ResponderEliminarArrebatos: Las camas son caprichosas y tienen vida. Normalmente están llenas de historias. Uno nunca sabe lo que acabará pasando (en el ámbito de la realidad, sea o no onírica o del deseo)cuando se mete en una.
ResponderEliminarIsabel: Ortega decía que el amor es una concentración tan excesiva de la atención que se confunde con los estados de imbecilidad transitoria. Yo prefiero ser más romántico.
ResponderEliminarSupongo que la doncella sacaría algo en metálico de toda la historia...
ResponderEliminarSobre el tema, siempre me ha producido una gran inquietud la película 'El ángel azul' con aquel pobre profesor degradado a causa de una 'mala mujer'.