Llegué a Rorty tarde, de la mano de un renombrado marxista de
Nunca me ha convencido esa premisa central de la filosofía rortyana de que la verdad es algo que se construye en vez de algo que se halla (esta es la primera razón de la elección de esta postal filosófica). La verdad de la salud y de la enfermedad es, a mi humilde parecer, algo más que una construcción cultural. Por eso prefiero al Nietzsche de
Tampoco me convence la crítica de Rorty a la tradición ocular de la metafísica occidental (esta es la segunda razón de la elección de la postal). De hecho no comparto para nada esa crítica al “ocularocentrismo” que se incia con el Heidegger que pretende desmontar la primacía de la visión en el platonismo (que sería la más evidente manifestación del “olvido del ser”) y que ha derivado, a partir de “Philosophy and the Mirror of Nature”, de Rorty, en una especie de pulsión “opsoclasta” de la postmodernidad.
Pero dicho esto añadiré que me interesa mucho la relación que Rorty establece entre filosofía y literatura (si es que no propugna su fusión). Yo también creo que la literatura tiene más influencia en la formación moral de los ciudadanos que la teoría ética. Y, en todo caso, me parece evidente que la filosofía necesita de la literatura para conocer lo otro de sí: el flujo de la vida, su ambigüedad, el azar, la crueldad, el sufrimiento, la compasión, etc. Existe, como decía María Zambrano, una razón poética, que es una razón a flor de piel.
¿De qué verdad estamos hablando? Porque si se trata de la verdad política (sectaria, religiosa o patriótica, escoja ud mismo), creo que es muy rortyana.
ResponderEliminarA no ser que asumamos como única verdad la muerte, pues los impuestos no son verdad para todos.
Arrebatos me lanza usted un hueso que no me puedo permitir perseguir, porque necesitaría mucho más espacio para desarrollarlo. Pero le diré que soy tan ingenuo que hasta creo en el bien común.
ResponderEliminarMe gustaría mucho que leyeras a Pascal Quignard, su Dernier Royaume (por ejemplo, Abîmes, en la colección Folio, de Gallimard), o su Vida Secreta, en Espasa. Hay una literatura que es pensamiento puro, reflexión y búsqueda, a veces, hallazgo. Yo no soy lectora habitual de filosofía, pero ando metida en Temor y temblor, porque me gustaron mucho El diario de un seductor y las Cartas a Regina. Abrazos.
ResponderEliminarGabriela: Lo confieso, es una de mis lagunas. Pero te voy a hacer caso y lo remediaré este verano. ¿Por dónde me aconsejas que comience?
ResponderEliminarLa Vida secreta, en Espasa (en español), o Abîmes, si lo prefieres leer en francés. También podrías ponerte con El sexo y el espanto, que se consigue en ambas lenguas en Laie o en La Central. Y creo que te gustaría. Algo en tu estilo aforístico me dice que tienes cosas en común con él, que también es un orfebre. Abrazos.
ResponderEliminar